|Capítulo trece|

Después de aquella noche, Ariel se comportaba distante con Alejandro, a pesar de que los días pasaban.

Él tenía miedo de que ella por alguna razón cambiara de opinión, tenía miedo de llegar a casa y encontrarse con que ella había huido otra vez.

Tenía que apresurar la boda.

Mordía su bolígrafo mientras daba vueltas en su silla. La puerta de la oficina fue abierta y por ella entró su gran amigo, Fabio Durán.

Uno de los pocos amigos con los que Alejandro podía contar, alguien en quien confiaba, sus ojos en la empresa cuando él no estaba, quien le cubría la espalda de Marco Albini y de Alessia Fendi.

Un amigo fiel.

Tomó asiento frente a él y notó el rostro preocupado de Alejandro.

—Tengo que casarme ya. Mamá me está presionando, no para que me case específicamente con Ariel, sino para que me case, pues Annie y Alessia la están presionando a ella. —Dejó de girar y fijó sus ojos en su amigo.

—Aún no creen que te vas a casar y es que hasta yo estoy un poco ateo con este tema. Por Dios, ¿rea
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