Después de aquella noche, Ariel se comportaba distante con Alejandro, a pesar de que los días pasaban.Él tenía miedo de que ella por alguna razón cambiara de opinión, tenía miedo de llegar a casa y encontrarse con que ella había huido otra vez.Tenía que apresurar la boda.Mordía su bolígrafo mientras daba vueltas en su silla. La puerta de la oficina fue abierta y por ella entró su gran amigo, Fabio Durán.Uno de los pocos amigos con los que Alejandro podía contar, alguien en quien confiaba, sus ojos en la empresa cuando él no estaba, quien le cubría la espalda de Marco Albini y de Alessia Fendi.Un amigo fiel.Tomó asiento frente a él y notó el rostro preocupado de Alejandro.—Tengo que casarme ya. Mamá me está presionando, no para que me case específicamente con Ariel, sino para que me case, pues Annie y Alessia la están presionando a ella. —Dejó de girar y fijó sus ojos en su amigo.—Aún no creen que te vas a casar y es que hasta yo estoy un poco ateo con este tema. Por Dios, ¿rea
Cuando Ariel salió corriendo de aquella casa, sabía perfectamente que Alejandro no la iba a seguir, al menos no de inmediato, por lo que corrió con mucha prisa, tomando el camino directo, ya que por el bosque le sería imposible llegar debido a la oscuridad.En medio del camino, un coche la iluminó, iba camino hacia los Fendi, por lo que la luz le dio de frente.Dejó su mano frente a su cara para contrarrestar la molesta luz que no dejaba de molestarle en la cara, el coche se detuvo frente a ella y de él salió un hombre, que por la luz ella no podía verle el rostro.Ariel comenzó a retroceder, sabiendo que no debía de acercarse.—Soy Luca, Luca Albini— Anunció el desconocido. Solo bastó con que Ariel escuchara el apellido para que comenzara a correr.Aquel hombre fue detrás de ella, ya que al ver su rostro todo embarrado con el maquillaje, él había pensado que estaba golpeada, herida.—¡No me sigas!— Gritó asustada. No quería regresar a esa casa, pero frente a ella había otro peligro,
Sostenía un inservible collar entre sus manos, levantó la mirada al sentir ese peso en su cuerpo al ser observada por Alejandro Fendi. Recién notaba que él estaba allí, que la había encontrado.La alegría con la que buscaba sus tesoros se fue disipando hasta que solo quedó una expresión vacía en su rostro.Una parte de ella quiso limpiar su cara, sacudir su ropa o simplemente alejarse de ese montón de basura en el que escarbaba, por el simple hecho de que así era como Alejandro quería verla, como una mugrienta mujer de la calle.Por sus mejillas rodaron dos lágrimas, las detuvo con sus sucias manos, dejando una marca de polvo en su cara; guardó el collar en su mochila y luego le dio la espalda al Fendi.No pensaba que él la estuviera buscando, menos pensaba que la fuera a encontrar, porque había muchos e infinitos lugares donde buscar, pero allí estaba él, feliz de encontrar a Ariel.Era su ficha más importante y casi pierde el juego a falta de ella.—Vámonos a casa. Ya no perteneces
Una semana.Esa había sido la fecha que Alejandro puso para la boda, y todo comenzaba a marchar con mucha prisa, porque a pesar de que solo contaba con una semana, bastó con una llamada para que los preparativos de la boda entraran en marcha.Daban comienzo los preparativos ahora que encontró a la novia y aún no llegaban bien a casa.Cuando Ariel vio que se acercaba nuevamente a esa mansión, mordió sus labios y agachó la mirada.En la puerta la esperaban la señora Fendi y su hija menor, Annie.Ambas con cara de disgusto por la aparición nuevamente de Ariel y aquel aspecto tan desagradable, resaltando en ella solamente su hermosa cabellera. Entró de la mano de Alejandro y pasó al lado de ellas con la mirada baja.—Otra vez la peste aquí— Murmuró Annie, recibiendo una mirada de reproche de parte de su hermano—. ¡Ni que estuviera hablando algo que no sea cierto! ¡Apesta! ¡Que asco! — Cubrió su nariz y salió de la casa para tomar aire. La madre se marchó a su habitación.Una toalla y ropa
—¡¿Qué diablos fue lo que hiciste?!— Su voz se escuchó por toda la casa, los niños no estaban allí, solo Alessia y Marco—. ¡Ni siquiera me dijiste a mí dónde dejaste a esa mujer! ¿Cómo fue que pudiste hacernos eso? ¡Ya lo teníamos! —Sentada en el sofá, Alessia lloraba en silencio. También se sentía pésima, pues había dicho a Alejandro donde se encontraba aquella mujer, cuando ya lo tenían en sus manos, casi haciéndolo caer.Se vio sin salida, acorralada. No tuvo más remedio.Contra aquel secreto no tenía nada que hacer y jamás, jamás imaginó que Alejandro tuviera aquella información, creía que nadie lo sabía, que solo ella conocía esa verdad.—Lo siento, Marco. Lo siento.—Eres tan idiota que no sé ni cómo es que me sorprendo. — Se acercó a su esposa, secó sus lágrimas y besó sus labios con calma, respiró profundo y luego se tranquilizó —. Ve a la cama, saca mi cinturón. Tengo que castigarte por esto o no estaré muy seguro de si entiendes que estuvo mal.—Pero...—intentó quejarse, pe
Ariel soltó un grito cuando vio la habitación llena de personas desconocidas, unas cinco mujeres en total.—Buenos días, señorita.— Una mujer se acercó a ella y tomó su mano para sacarla de la cama, la puerta del baño se abrió y de ella salió Alejandro —Señor Fendi, ¿usted vendrá con nosotros?— Le preguntó la mujer al verlo.—Dudo de que, si no voy, aquella pequeña mujer haga un desastre con todo y la boda es algo que debe de quedar muy bien. Uno no se casa todos los días, ¿no?— Observó a Ariel con una sonrisa, pero ella solo miraba que él estaba en calzoncillos y calcetines con aquellos desconocidos presentes.—¡Vístete, Alejandro! — Le gritó Ariel, viendo como el resto de las mujeres se quedaban observándolo.—Salgan un momento, por favor. Alguien está haciendo una escena de celos. —Alejandro aún no se acostumbraba al comportamiento tan gracioso de Ariel.Mientras ellas salían, Alejandro se vestía, Ariel corrió al baño, lavó su cara y sus dientes.Tomó otra ropa y regresó al baño pa
Fabio, aunque era un tipo sencillo, era un poco bohemio, sarcástico y un tanto distraído.Al saber que su amigo llegó, se puso de pie para recibirlo, se verían en un restaurante y de paso almorzarían juntos.Cuando Fabio vio que Alejandro llegaba con aquella mujer de la mano, soltó una sonrisa al ver el rostro de Ariel.No entendía por qué su amigo le había dicho que aquella mujer era fea, porque aún con aquella sudadera, ese pantalón jean y su cabello en una coleta, para Fabio Ariel le pareció hermosa. Sus enormes ojos lo miraron cuando Alejandro los presentó, ella extendió su mano, pero él le dio un beso en la mejilla y seguido le abrió la silla para que ella tomara asiento.Ariel también estaba muy sorprendida con tanta atención, tanta amabilidad de parte de un hombre al que recién conocía.—Ariel es un nombre hermoso— dijo sin poder apartar la vista de ella —. ¿Sabías que soy el padrino de la boda?— Pero poco Ariel decía, seguía enojada con Alejandro por ver su vestido. —¿Estás ne
Se había quedado encerrada todo el día en la habitación mientras Alejandro no estaba, con el consuelo de que él volvería al día siguiente.La habitación estaba llena de cosas que habían estado llevando, muchas de ellas para que ambos se prepararan el día de la boda.Solo faltaban cuatro días.Normalmente, solían llevarle la comida a la puerta, pero ese día no sucedió así, no le llevaron ninguna de las comidas y Ariel no quería salir sin la presencia de Alejandro, sabía que tanto su madre como la hermana, sentían desprecio hacia ella y no quería toparse en la casa con ellas.Buscó en su mochila algunas de las galletas que quedaban y a lo largo del día se las comió todas mientras leía.Al llegar la noche, comenzó a caminar de un lado a otro con los zapatos, para acostumbrarse a la altura y a la incomodidad que proporcionaban a sus pies.Aburrida, tomó su libro y comenzó a ir de un lado a otro mientras leía en voz alta, le agradaba más, porque escuchaba su voz y no se sentía tan sola, ad