|Capítulo diecisiete|

—¡¿Qué diablos fue lo que hiciste?!— Su voz se escuchó por toda la casa, los niños no estaban allí, solo Alessia y Marco—. ¡Ni siquiera me dijiste a mí dónde dejaste a esa mujer! ¿Cómo fue que pudiste hacernos eso? ¡Ya lo teníamos! —

Sentada en el sofá, Alessia lloraba en silencio. También se sentía pésima, pues había dicho a Alejandro donde se encontraba aquella mujer, cuando ya lo tenían en sus manos, casi haciéndolo caer.

Se vio sin salida, acorralada. No tuvo más remedio.

Contra aquel secreto no tenía nada que hacer y jamás, jamás imaginó que Alejandro tuviera aquella información, creía que nadie lo sabía, que solo ella conocía esa verdad.

—Lo siento, Marco. Lo siento.

—Eres tan idiota que no sé ni cómo es que me sorprendo. — Se acercó a su esposa, secó sus lágrimas y besó sus labios con calma, respiró profundo y luego se tranquilizó —. Ve a la cama, saca mi cinturón. Tengo que castigarte por esto o no estaré muy seguro de si entiendes que estuvo mal.

—Pero...—intentó quejarse, pe
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