|Capítulo veintitrés|

Lo que pasó ayer:

«Ariel besó a Alejandro luego de haber firmado el papel.

Estaban casados.

Al quedarse solos, la joven observó a su esposo, sentía sus mejillas calientes con las manos de Alejandro sobre sus delgadas piernas, pero no solo era su toque, también el hecho de que ahora estaban casados y de que aquella pastilla la hacía comportarse y ser de una manera en la que Ariel no podría actuar ni intentándolo.

Le sonrió a Alejandro y se acercó para besarlo otra vez, dejó una mano sobre su pecho y con la otra se apoyó en la cama, buscando un mejor ángulo para el beso.

—Creo que esto también provoca otros efectos— Comentó él, señalando a que no solo ella se mostraba dócil con la droga, también parecía que aquello despertaba ese apetito en ella, ese deseo—. ¿Cómo te sientes?— Dejó un dedo sobre su boca y soltó un beso en el cuello de la joven, haciéndola suspirar.

—Tengo…calor— Respondió, pasando su mano por su cuello y tocando sus pechos—. La ropa es molesta y…— se acercó a su esposo
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