Cuando el coche se detuvo, alguien abrió la puerta, Vasily esperó a que Nerea saliera y al salir ella lo primero que vio fue la mano que Vincent le ofrecía.
Su miedo la hacía acercarse a él, porque era la única persona que le había ofrecido un rostro amable, una sonrisa, ayuda. Y, aunque era consciente que este no podría defenderla o liberarla de Vasily, al menos se refugiaba en una idea de un aliado en aquel mundo que ella desconocía y al que la forzaban a adentrarse. Ni siquiera sabía dónde estaba, a dónde la habían llevado o cuál sería la decisión del Pakhan sobre lo que iban hacer con ella.
Todos se apartaron para dejar pasar a Vasily, la puerta de aquella casa lo esperaba abierta, el segundo en entrar fue Vincent y él llevó consigo a Nerea.
Había cambiado muchas cosas desde la llegada de su hija, una de ellas era la seguridad de todo el lugar.
—Espera aquí—le dijo, siguiendo a Vasily hacia su despacho. Cerró la puerta y lo vio sentarse, no se molestaba en vestirse, ya era muy tarde. Lo siguiente sería un baño y a la cama—. ¿Qué harás con Nerea? ¿Y si me la das como mi puta personal? —Pidió Vincent, creyendo que Vasily no tenía ningún trabajo para ella. Y expresando abiertamente los deseos que tenía de llevársela a la cama. No negaba que Nerea había llamado su atención desde el bar y ahora Vasily la tomaba, pero Vincent no sabía si eso haría más fácil que tuviera a Nerea o solo ponía las cosas complicadas, todo dependía de para qué la quería.
Pedirla como su puta personal no era una mala opción.
—No. Veré si me sirve como niñera para Roxana.
—¡¿Niñera?! —era un desperdicio que Vasily quisiera usarla como niñera, cuando el uso que Vincent quería darle era aún mejor —. ¡¿Para eso la quieres?! ¡Solo mírala! Es…hermosa. No la puedes desperdiciar como niñera de tu hija, Vasily. ¡Para eso están las niñeras! —el silencio fue incómodo luego de que Vincent intentó decirle qué hacer con la mujer —. Es joven—intentó arreglar las palabras dichas—, lo que quiero decir es que podrías sacarle más provecho. ¿Y si la llevamos a los casinos? Sería un lugar perfecto para ella, ¿no lo crees así? Creo que podrías estar cometiendo un pequeño error al pretender tomarla como tu niñera.
—No. —Había visto la mirada de terror en Nerea cuando él se lo mencionó mientras iban camino a casa—. No sabrá qué hacer allí. —No lo decía por el bien de ella, sino de su negocio. EL bienestar de la mujer era lo que menos le interesaba en ese momento.
—¡Era una camarera! Algo sabrá hacer. También puede aprender. Créeme, es un desperdicio tenerla como niñera, Vasily. Y si necesita aprender, yo me ofrezco a enseñarle todo lo que necesite, eso no será un problema. La dejo como toda una experta, puedes darme esa tarea
—Lo hablamos mañana.
—¿Qué? —Vincent estaba impaciente, porque si lo dejaba pasar Vasily la dejaría como niñera de su hija y entonces él no podría tocarla, solo si Vincent la convertía en una puta, ese era su cometido para tener acceso a esa mujer. Tenía que hacer que la mandaran a uno de los casinos para poder acostarse con ella, le había gustado desde que la vio aquella misma noche en el bar y sin duda alguna Vincent quería meterse en su cama—. Decídelo ahora—tiró de la silla para sentarse—. ¿Piensas dejarla quedarse aquí en tu casa? Es incluso peligroso. No sabemos quién es, de dónde viene o si todo aquello realmente fue casualidad y ahora tú la dejas meterse en tu casa, no es muy sensato de tu parte, Vasily. ¿O es que la dejarás aquí para que caliente tu cama? —sabía que no era su tipo. Era completamente el tipo de mujer que le gustaban a Vincent, no a Vasily.
No era el caso, no era porque se sintiera atraído a ella. Y si lo fuera, nadie lo notaría, jamás dejaría expuesta una debilidad como esa.
Vasily no había pensado de esa manera en ella, pero sí la analizó antes, cayendo en cuenta de que Nerea no servía para los casinos, así que, si no servía como su niñera, no sabría qué hacer con ella. Pero al pensarlo, una parte de él quería buscarle qué hacer, preferiblemente cerca de él, donde la pudiera ver. Aunque no pretendía hacerle caso a esa parte suya, jamás.
Las intenciones de Vincent eran muy claras, pero las de Vasily no.
—No la quiero en mi cama —aquello alivió un poco a su amigo —. Pero tú sí te ves desesperado por tenerla. Mañana veré para qué sirve y entonces decidiré qué hacer con ella —esa fue su última decisión de la noche—. Vete a casa, Vincent —le ordenó.
Vincent salió en silencio, incapaz de decir otra cosa. No podía ir contra la decisión de Vasily, él era el jefe, pero aquella mujer había llamado su atención y no podía dejar que se quedara a trabajar directamente con Vasily, cerca de Roxana o dejaría de estar a su alcance.
Cuando salió de aquel despacho, se acercó con una enorme sonrisa a Nerea, dejó sus manos sobre sus hombros, aproximándose a su rostro.
Tenía un plan.
Antes de susurrarle algo al oído, le dio una sonrisa para tranquilizarla.
—Cuando Vasily te pregunte sobre niños o algo de ese tema, responde negativamente, solo así podré ayudarte —dijo. Era una buena manera de que Vasily vea que ella no valía para cuidar de su hija. Tan solo así podría llevarlo a la decisión de que ella tendría que ir a los casinos.
—¿Podrás ayudarme? —quizás nacían nuevas esperanzas en ella, sabía que debía fiarse más de Vincent que de aquel Pakhan.
—Quiero ayudarte, Nerea. Pero ya hice mi parte, mañana tienes que hacer tu parte. Responde como te digo y todo irá bien —dejó un beso en su mejilla y le explicó que se verían a la mañana siguiente, que aquella noche ella dormiría en aquella casa y luego todo dependía de ella.
Si Vasily veía que Nerea no podía estar cerca de su hija, tendría que buscarle otra labor. Y eso era exactamente lo que Vincent quería, que Nerea fuera a los casinos, sería más fácil tenerla y sin nadie que se lo impidiera, la haría suya, parte de su colección personal.
Estaba convencido de que haría a Nerea su puta personal.
Se marchó de aquella casa sabiendo que iba a ganar. ¿Era una competencia? ¿Contra quién?
Nerea se quedó allí de pie, miraba hacia el suelo, no sabía cuánto más tendría que esperar.
Al fin Vasily salió de su despacho y se dirigió hacia la joven.
—¡Aisha! —llamó con fuerza. La mujer salió muy deprisa de la cocina y se unió a ellos dos—. ¿Por qué aún no le muestras la habitación a ella?
—Esperaba que usted me lo ordenara, no sabía que pasaría la noche aquí. Me disculpo.
—Dale la habitación del fondo.
—Sí, señor. — Aisha la dirigió hacia aquella habitación, perdiendo a Vasily de vista, pues su habitación estaba justo al lado de la de su hija Roxana. Necesitaba tomar un baño y meterse a la cama.
[…]
Pasaron varias horas desde que todos estaban dormidos y, como cada noche desde que Roxana estaba allí, la niña comenzó a llorar a la misma hora de siempre.
Cuatro y media de la madrugada.
Nerea, que no pensaba pegar un ojo en toda la noche, escuchó claramente el fuerte llanto de aquella niña.
Primero se asustó, creyendo que algo pasaba, pero luego escuchó las claras palabras en español procedente de una niña.
—¡Quiero ver a mi mamá! —gritaba Roxana desde su habitación.
La niña sufría mucho lejos de su madre, pero aún los hombres de Vasily no daban con el paradero de la madre y era más complicado al no saber su rostro, un nombre, al menos un lugar.
Titubeante, Nerea salió de la cama y se acercó a la puerta. Solo escuchaba los gritos de la niña y ninguna voz de un adulto.
Abrió muy despacio la puerta y observó el oscuro pasillo, no había nadie, el llanto de la niña se escuchaba más fuerte, sonaba cerca.
Nerea dejó su puerta entreabierta y salió de su habitación para ver de dónde provenía el llanto de aquella niña y si podía hacer algo por ella.
Mientras avanzaba en el pasillo, solo veía puertas cerradas en medio de aquella oscuridad, cada vez se alejaba más, pero se acercaba a la habitación de Roxana.
Se quedó de pie frente a aquella puerta, sabiendo que detrás podría estar una niña que necesitaba ayuda o a su madre.
Dejó su mano en el pomo y lo giró con miedo, solo lo hacía porque se trataba de una niña y no se podía quedar en su habitación resguardada mientras no sabía si algo malo le ocurría a esa niña que gritaba por su madre.
Cuando abrió la puerta, una lucecita de noche estaba encendida junto a la cama y sobre esa misma cama había una niña alumbrada por aquella suave luz, sus hermosos rizos rubios capturaban la poca luz y en su cara se veía el miedo y la desesperación. Aquellos ojos tan abiertos que miraban en dirección de aquella puerta para ver entrar a Nerea.
—¿Mamá? — No, no era su madre. Pero quizás eso sintió la niña en aquel momento cuando esa mujer entró a la habitación.
—Soy Nerea, ¿cómo te llamas? —probó directamente en hablar español con la niña.
—Soy…Roxana. —Desde ya la niña se tranquilizó, escuchando que aquella desconocida hablaba su idioma con perfección y como si no fuera suficiente, se veía muy agradable—. Tengo miedo, ¿te acuestas conmigo? Tenía pesadillas y…—soltó un gimoteo. Nerea se aproximó a la cama y subió a ella, acercándose a Roxana.
—No pasa nada. Verás que enseguida se te pasa —sintió el impulso de hacerle preguntas a la niña, pero se contuvo, aquella pequeña estaba asustada y solo necesitaba su compañía.
La ayudó a acostarse y se recostó a su lado.
Al poco tiempo ambas se durmieron y todo quedó en total silencio.
[…]
Cuando llegó la mañana, lo primero que Vasily hizo fue ir a la habitación de su hija.
Esa noche se sorprendió de que su llanto no duró mucho y, como ella también se despertaba llorando, se extrañó de que esa mañana todo estuviera muy silencioso.
Abrió la puerta, encontrándose con un tierno escenario.
Prácticamente Roxana estaba durmiendo debajo de Nerea, totalmente aferrada a ella, a las dos se le notaba que dormían plácidamente y Vasily no quiso despertarlas, quedándose allí solo para observarlas.
Primera vez que su hija lucía tan tranquila desde que llegó a esa casa.
Nerea valía para el trabajo.
No solo podía llevarse bien con su hija, también parecía preocuparse por ella sin conocerla.
Sin saberlo, Nerea se había ganado la admiración de aquel hombre.
Jamás olvidaría la imagen tan tierna que había sobre aquella cama.
Estaba decidido.
Nerea sería la nueva niñera de Roxana. Se quedaría en casa, trabajando para él.
Cuando Vasily intentó salir, escuchó un movimiento en la cama, giró su rostro y se encontró con los ojos abiertos de Nerea.
Al verlo, luego de pensar mucho antes de dormirse, Nerea se sintió muy enojada, creyendo que tenían a aquella niña allí retenida y lejos de su madre. Se levantó con mucho cuidado para no despertarla, salió de la habitación y Vasily fue tras ella.
Con toda la valentía que el enojo le proporcionaba, la muchacha levantó su mano para pegar a Vasily, dejando un golpe en su mejilla derecha.
—¡No tienes ningún derecho de alejarla de su madre! ¿Cómo puedes retener y secuestrar a una niña? ¿También haces eso? ¡Me das asco! —soltó las palabras en español, haciendo que Vasily la entendiera con lentitud, pues la mujer hablaba muy deprisa y a él le costaba entender cada palabra —. ¡Me das asco! ¡¿Cómo pueden hacer eso con una niña?! Está asustada y necesita a su madre. Solo un monstruo puede hacerle eso a una niña. Pero ¿qué se puede esperar de personas como ustedes?
Una media sonrisa surcó sus labios cuando pudo entender todo lo que Nerea dijo. Sujetó sus muñecas y caminó hacia ella, Nerea fue retrocediendo y su espalda se pegó de manera brusca contra la pared de la habitación del frente. Vasily fue cerrando más sus dedos entorno a las muñecas de Nerea, hasta hacerla llorar.
Se acercó a su oído y gruñó.
—Es…mi hija—su español era fatal, pero Nerea comprendió las palabras.
Era su hija.
La pequeña Roxana era su hija.
Su cuerpo se puso frío y esa valentía que antes había arrojado el enojo sobre ella, se esfumó o se agotó, pero ya no quedaba nada en ella.
La expresión de Vasily no decía nada, pero sus ojos sí. Miraba con mucha intriga a Nerea, la misma joven que antes se mostró muy asustada de ahora pertenecer a él, acababa de sacar las garras para defender a una niña que apenas veía por primera vez, incluso se atrevió a pegarle. Pero esa valentía Vasily la admiró, solo por eso seguía con vida.
Fue la segunda vez que sintió la necesidad de dejar a Nerea cerca de él, muy cerca. Ya no era normal y solo había pasado un par de horas desde que la llevó a su casa.
Soltó sus muñeras, pero no se alejó, ella comenzó a frotarse, viendo las marcas rojas en su piel por el agarre de Vasily.
—Lo…Lo siento. Creí que—que aquella niña también estaba allí secuestrada, pagando una deuda de alguien más, alguna cosa de ese estilo; pensó muchas cosas malas, pero jamás que ella podría ser hija de Vasily Ivanov y más porque la niña hablaba español.
Nerea acababa de cometer un grave error y no sabía cómo la harían pagarlo.
Le pegó.
Le acababa de pegar y gritar al mismísimo Vasily Ivanov.
El Pakhan.
—Serás su nueva niñera y espero que te lleves bien con ella. — ¿Niñera? ¿Dónde estaba el enojo? ¿Dónde estaba la reacción y respuesta por lo que ella acababa de hacer? Si la noche anterior la arrojó al suelo por tirarle una cerveza encima, ¿por qué ahora reaccionaba con tanta calma? —. Desde ahora atenderás a mi hija y esa será tu única labor, hasta que yo lo decida.
Recordó lo que Vincent le dijo la noche anterior y Nerea se asustó de estar cometiendo un error.
Tenía que hacer caso a lo que Vincent dijo, para que él pudiera ayudarla.
—¡No me gustan los niños! —le gritó en la cara. No podía aceptar ese trabajo o Vincent no podría ayudarla, eso entendió Nerea—. Lo lamento, pero no soy buena con los niños. Es mejor que lo sepas desde ya.
—Entonces aprenderás —le dio la espalda para entrar en la habitación de su hija.
¿Qué podía hacer Nerea?
No sabía si ese trabajo incluía algo más y ya había quedado claro que no había un tiempo para que finalizara, salvo cuando Vasily lo decidiera.
—¿Qué más voy a hacer? ¿Solo cuidar de Roxana?
—Será lo único. No creo que me sirvas para otra cosa. Si encuentro alguna otra función para ti, ya te lo diré. Hasta ahora, solo quiero que hagas eso—dijo —. Espera en tu habitación. Aisha, la señora de anoche, te dará instrucciones.
Se perdió dentro de la habitación de su hija, pero con una enorme sonrisa.
Vasily no tenía idea de porqué se encontraba tan feliz.
Pero saber que Nerea trabajaría cerca de él, en su casa, lo hacía sonreír. Y más con el atrevimiento que se tomó de pegarle. Era la primera mujer que golpeaba su cara.
Y ni mencionar que ya Roxana tendría a alguien que seguro sería de su agrado.
Esperaba sentaba en la cama, sus ojos marrones fijos en la puerta y cierta incertidumbre que la agobiaba, sintiendo que había hecho algo muy malo al salir de su habitación la noche anterior para acudir al llanto de la niña.Ahora sería su niñera, ¿no se supone que ella tenía que hacer todo lo contrario a eso? Fue lo que le dijo Vincent. Y ahora parecía que ella hizo todo lo contrario.Cuando la puerta de la habitación se abrió, Nerea se incorporó de un salto, dejando sus manos sobre su pecho cuando vio la figura de Vincent entrar por la puerta.Sin darle tiempo a pensárselo, corrió hacia él y lo abrazó, se sujetó a su hombro, derramando un par de lágrimas. Se sentía aliviada de verlo, era como si un ángel salvador llegara en ese momento.—Pero ¿qué fue lo que hiciste? —preguntó él. Ella soltó un gimoteo para después apartarse.—No lo sé, no hice nada. Escuché una niña llorar y fui hacia ella, a la mañana siguiente ya él me decía que era su niñera. No hice nada. No quería que pasara es
Habían pasado tres semanas desde que llegó a esa casa y era la niñera de Roxana.Su vida no es que hubiera cambiado mucho, se movía por la mansión solo en cuatro habitaciones y en una sola dirección. Días tras días, la misma rutina.Podía ir al jardín, la sala de juegos y estudios de Roxana, la cocina y esas dos habitaciones.Más de la mitad de la casa no la conocía y tampoco podía husmear, Aisha siempre tenía los ojos sobre ella como si fuera una intrusa o un peligro y a donde sea que observaba había hombres vigilándola, no solo cuando estaba sola, también cuando iban fuera de la casa, en cada espacio había hombres pertenecientes a la seguridad de la casa.De vez en cuando se sentía muy agobiada por tantos hombres por toda la casa, tantos ojos sobre ella.Aquella seguridad se había visto aumentada desde que Roxana llegó allí.Su padre quería mantenerla segura y, en vista de que su madre aún no aparecía, Vasily siempre tenía un mal presentimiento al respecto.Nerea no lograba sentirse
En ocasiones, sus funciones lo mantenían lejos de su hogar. Cada día sin ver a su hija Roxana sabe que deja más distanciamiento entre ambos.Extiende dibujos de colores vivos hacia él, cada hoja un pequeño trozo de su mundo, todo una muestra de lo que él se pierde, momentos que no podrán volver con una infancia que… pasa muy deprisa.Vasily se esfuerza por articular palabras en un español torpe, consciente de la barrera que su limitado dominio del idioma impone entre él y su hija. La pequeña parece entender, sus ojos azules centellando con la emoción de tener a su padre cerca.Lo quiere, ella sí siente ese fuerte vínculo con él y lo extraña cada vez que no está.Finalmente, en un momento de calma, Vasily la abraza. La sostiene cerca, su mirada se posa sobre su rostro, observando los rasgos. El cabello rubio rizado de Roxana brilla bajo la luz, y él, con una ternura que rara vez se permite mostrar, acaricia suavemente su mejilla. Ella sonríe, un gesto puro y sin reservas que ilumina
Sentía que podía odiarlo, pero no se creía con los motivos suficientes para hacer eso.No sabía qué había pasado exactamente en aquella habitación, pero Nerea se sintió muy incómoda con ese acercamiento de él, comprobando que en ninguna circunstancia aquel hombre podía ser tierno y amable, mucho menos con ella.Estaba convencida que esa sonrisa con su hija fue más que fingida, algo a lo que tuvo que ceder en el momento, pero nada real, no podía ser real.Al salir del baño vio un vestido sobre su cama.Había tardado en la ducha porque estuvo llorando un rato, no escuchó cuando entraron a su habitación o dejaron aquel vestido.Miró que no hubiera nadie en la habitación y le puso seguro a la puerta, aferrando su mano derecha a la toalla que cubría su cuerpo.—¿Quién lo ha dejado aquí? Sin duda es para que lo use esta noche. —Lo tomó en sus manos para poder verlo bien.Era muy bello, notó que también era su talla.Revisó en su armario por si tenía unos zapatos adecuados, pero lo mejor que
La tercera botella de la noche fue abierta, el lugar se había quedado vacío y únicamente seguían ellos allí, más cinco hombres de Vasily. Se dio cuenta que a la joven le gustaban los dulces, porque se había pedido dos postres, de los cuales él no probó ni uno, pero que ella pareció disfrutar bastante.Aquella noche se había encargado de mirarla bastante bien y cuanto más lo hacía… más quería observarla.Nerea, relajada por las copas de vino que se había tomado, ya sentía como el caliente se asomaba a sus mejillas, el alcohol hacía su efecto y, lo que pareció comenzar como una noche tensa, se había convertido en un momento más relajado.Ya su cuerpo se sentía cómodo, es decir, podía hablar de lo que fuera porque el alcohol ayudaba a que no pensara las cosas con claridad, ni que les diera la importancia adecuada.Al inicio se lo pensó dos veces antes de tomar la copa frente a ella, no se sentía en posición de rechazarlo, estaban pasando una noche agradable, en donde luego de la cena sol
Cuando su dedo se hundió en ella y Nerea se retorció, restregándose sobre sus piernas y jadeando sin cesar, pese a que intentaba contenerse, pero el dedo de Vasily no le daba tregua.Vasily supo lo que su mente ya le decía desde semanas atrás cuando vio la vida tan mojigata que Nerea llevaba antes de ser la niñera de su hija.Era virgen.Lo era.No sabía cómo eso hacía sentir a Vasily, pero la mujer que tenía entre sus manos era virgen.Llevó su mano libre hasta su rostro, tocando los labios de la joven y ni por un segundo dejando de mover su dedo en su interior, incluso pensaba invitar a otro a la fiesta, aumentar el placer para hacerla gritar, no solo gemir.Ella mordió su dedo cuando lo sintió en su boca, clavando sus dientes en su piel, Vasily lo retiró para sujetar su rostro, elevándolo para observa. Llevó una mano hacia el techo del coche, encendiendo la luz que lo dejó ver el espectáculo que era aquella expresión, esas mejillas, el deseo, incluso el dolor.—Se…Señor…un poco más
Roxana recién se acaba de quedar dormida, había sido un día muy movido para las dos, uno de esos donde la niña no desea que los juegos terminen. Además de que deseaba que Nerea se quedara a dormir en su cama.Cuando Nerea entra a su habitación, lo que ve la desborda de inmediato. El suelo, antes visible y ordenado, ahora está cubierto de cajas, todas dispuestas con una precisión que bordea la ostentación. Sin embargo, la sorpresa inicial da paso a una comprensión más sombría cuando reconoce que estas cajas son un regalo de Vasily, un intento de compensar, de algún modo inexplicable, el vestido sin zapatos que le había entregado dos días atrás.Abre una caja y ve unos tacones de color rojo, sigue con otra y van cambiando los diseños, colores, formas, hay demasiadas cajas.Mira hacia la cama, le llama la atención las cajas más grandes que hay sobre ella, ¿también serán zapatos?Se acerca y abre la primera, pero su boca con asombro al ver que son vestidos, tan hermosos y elegantes como e
Pudo haberlos detenido, pero no lo hizo, dejó que Gleb y Alexei la tocaran. Se quedó viendo su miedo, escuchando sus sollozos y ver como temblaba y ellos jugaban con ella.¿Por qué de pronto intervendría? Eso no tenía sentido. ¿Por qué tendría que importarle una simple niñera? ¿Por qué debería tener una reacción ante una simple empleada que desobedeció la orden que se le dio de no salir de su habitación?Le suplicó con la mirada y él no la ayudó, vio sus lágrimas, pero eso no lo conmovió. Él les advirtió con Aisha que no salieran de la habitación. ¿Y justo ella va hacia donde ellos estaban? Ante los ojos de Vasily, Nerea se lo buscó.¿Desde cuándo movería un solo dedo para evitar cosas que pasaban todos los días?Él la tenía en la seguridad de su hogar, entonces ¿cómo demonio es que ella incluso en su casa puede meterse en problemas?«Maldita estúpida.» Se quedó allí solo mientras ellos salían, Vincent estaba en otro lugar, haciendo la entrega de las armas. Cada seis meses era igual,