Capítulo 4

Cuando el coche se detuvo, alguien abrió la puerta, Vasily esperó a que Nerea saliera y al salir ella lo primero que vio fue la mano que Vincent le ofrecía.

Su miedo la hacía acercarse a él, porque era la única persona que le había ofrecido un rostro amable, una sonrisa, ayuda. Y, aunque era consciente que este no podría defenderla o liberarla de Vasily, al menos se refugiaba en una idea de un aliado en aquel mundo que ella desconocía y al que la forzaban a adentrarse. Ni siquiera sabía dónde estaba, a dónde la habían llevado o cuál sería la decisión del Pakhan sobre lo que iban hacer con ella.

Todos se apartaron para dejar pasar a Vasily, la puerta de aquella casa lo esperaba abierta, el segundo en entrar fue Vincent y él llevó consigo a Nerea.

Había cambiado muchas cosas desde la llegada de su hija, una de ellas era la seguridad de todo el lugar.

—Espera aquí—le dijo, siguiendo a Vasily hacia su despacho. Cerró la puerta y lo vio sentarse, no se molestaba en vestirse, ya era muy tarde. Lo siguiente sería un baño y a la cama—. ¿Qué harás con Nerea? ¿Y si me la das como mi puta personal? —Pidió Vincent, creyendo que Vasily no tenía ningún trabajo para ella. Y expresando abiertamente los deseos que tenía de llevársela a la cama. No negaba que Nerea había llamado su atención desde el bar y ahora Vasily la tomaba, pero Vincent no sabía si eso haría más fácil que tuviera a Nerea o solo ponía las cosas complicadas, todo dependía de para qué la quería.

Pedirla como su puta personal no era una mala opción.

—No. Veré si me sirve como niñera para Roxana.

—¡¿Niñera?! —era un desperdicio que Vasily quisiera usarla como niñera, cuando el uso que Vincent quería darle era aún mejor —. ¡¿Para eso la quieres?! ¡Solo mírala! Es…hermosa. No la puedes desperdiciar como niñera de tu hija, Vasily. ¡Para eso están las niñeras! —el silencio fue incómodo luego de que Vincent intentó decirle qué hacer con la mujer —. Es joven—intentó arreglar las palabras dichas—, lo que quiero decir es que podrías sacarle más provecho. ¿Y si la llevamos a los casinos? Sería un lugar perfecto para ella, ¿no lo crees así? Creo que podrías estar cometiendo un pequeño error al pretender tomarla como tu niñera.

—No. —Había visto la mirada de terror en Nerea cuando él se lo mencionó mientras iban camino a casa—. No sabrá qué hacer allí. —No lo decía por el bien de ella, sino de su negocio. EL bienestar de la mujer era lo que menos le interesaba en ese momento.

—¡Era una camarera! Algo sabrá hacer. También puede aprender. Créeme, es un desperdicio tenerla como niñera, Vasily. Y si necesita aprender, yo me ofrezco a enseñarle todo lo que necesite, eso no será un problema. La dejo como toda una experta, puedes darme esa tarea

—Lo hablamos mañana.

—¿Qué? —Vincent estaba impaciente, porque si lo dejaba pasar Vasily la dejaría como niñera de su hija y entonces él no podría tocarla, solo si Vincent la convertía en una puta, ese era su cometido para tener acceso a esa mujer. Tenía que hacer que la mandaran a uno de los casinos para poder acostarse con ella, le había gustado desde que la vio aquella misma noche en el bar y sin duda alguna Vincent quería meterse en su cama—. Decídelo ahora—tiró de la silla para sentarse—. ¿Piensas dejarla quedarse aquí en tu casa? Es incluso peligroso. No sabemos quién es, de dónde viene o si todo aquello realmente fue casualidad y ahora tú la dejas meterse en tu casa, no es muy sensato de tu parte, Vasily. ¿O es que la dejarás aquí para que caliente tu cama? —sabía que no era su tipo. Era completamente el tipo de mujer que le gustaban a Vincent, no a Vasily.

No era el caso, no era porque se sintiera atraído a ella. Y si lo fuera, nadie lo notaría, jamás dejaría expuesta una debilidad como esa.

Vasily no había pensado de esa manera en ella, pero sí la analizó antes, cayendo en cuenta de que Nerea no servía para los casinos, así que, si no servía como su niñera, no sabría qué hacer con ella. Pero al pensarlo, una parte de él quería buscarle qué hacer, preferiblemente cerca de él, donde la pudiera ver. Aunque no pretendía hacerle caso a esa parte suya, jamás.

Las intenciones de Vincent eran muy claras, pero las de Vasily no.

—No la quiero en mi cama —aquello alivió un poco a su amigo —. Pero tú sí te ves desesperado por tenerla. Mañana veré para qué sirve y entonces decidiré qué hacer con ella —esa fue su última decisión de la noche—. Vete a casa, Vincent —le ordenó.

Vincent salió en silencio, incapaz de decir otra cosa. No podía ir contra la decisión de Vasily, él era el jefe, pero aquella mujer había llamado su atención y no podía dejar que se quedara a trabajar directamente con Vasily, cerca de Roxana o dejaría de estar a su alcance.

Cuando salió de aquel despacho, se acercó con una enorme sonrisa a Nerea, dejó sus manos sobre sus hombros, aproximándose a su rostro.

Tenía un plan.

Antes de susurrarle algo al oído, le dio una sonrisa para tranquilizarla.

—Cuando Vasily te pregunte sobre niños o algo de ese tema, responde negativamente, solo así podré ayudarte —dijo. Era una buena manera de que Vasily vea que ella no valía para cuidar de su hija. Tan solo así podría llevarlo a la decisión de que ella tendría que ir a los casinos.

—¿Podrás ayudarme? —quizás nacían nuevas esperanzas en ella, sabía que debía fiarse más de Vincent que de aquel Pakhan.

—Quiero ayudarte, Nerea. Pero ya hice mi parte, mañana tienes que hacer tu parte. Responde como te digo y todo irá bien —dejó un beso en su mejilla y le explicó que se verían a la mañana siguiente, que aquella noche ella dormiría en aquella casa y luego todo dependía de ella.

Si Vasily veía que Nerea no podía estar cerca de su hija, tendría que buscarle otra labor. Y eso era exactamente lo que Vincent quería, que Nerea fuera a los casinos, sería más fácil tenerla y sin nadie que se lo impidiera, la haría suya, parte de su colección personal.

Estaba convencido de que haría a Nerea su puta personal.

Se marchó de aquella casa sabiendo que iba a ganar. ¿Era una competencia? ¿Contra quién?

Nerea se quedó allí de pie, miraba hacia el suelo, no sabía cuánto más tendría que esperar.

Al fin Vasily salió de su despacho y se dirigió hacia la joven.

—¡Aisha! —llamó con fuerza. La mujer salió muy deprisa de la cocina y se unió a ellos dos—. ¿Por qué aún no le muestras la habitación a ella?

—Esperaba que usted me lo ordenara, no sabía que pasaría la noche aquí. Me disculpo.

—Dale la habitación del fondo.

—Sí, señor. — Aisha la dirigió hacia aquella habitación, perdiendo a Vasily de vista, pues su habitación estaba justo al lado de la de su hija Roxana. Necesitaba tomar un baño y meterse a la cama.

[…]

Pasaron varias horas desde que todos estaban dormidos y, como cada noche desde que Roxana estaba allí, la niña comenzó a llorar a la misma hora de siempre.

Cuatro y media de la madrugada.

Nerea, que no pensaba pegar un ojo en toda la noche, escuchó claramente el fuerte llanto de aquella niña.

Primero se asustó, creyendo que algo pasaba, pero luego escuchó las claras palabras en español procedente de una niña.

—¡Quiero ver a mi mamá! —gritaba Roxana desde su habitación.

La niña sufría mucho lejos de su madre, pero aún los hombres de Vasily no daban con el paradero de la madre y era más complicado al no saber su rostro, un nombre, al menos un lugar.

Titubeante, Nerea salió de la cama y se acercó a la puerta. Solo escuchaba los gritos de la niña y ninguna voz de un adulto.

Abrió muy despacio la puerta y observó el oscuro pasillo, no había nadie, el llanto de la niña se escuchaba más fuerte, sonaba cerca.

Nerea dejó su puerta entreabierta y salió de su habitación para ver de dónde provenía el llanto de aquella niña y si podía hacer algo por ella.

Mientras avanzaba en el pasillo, solo veía puertas cerradas en medio de aquella oscuridad, cada vez se alejaba más, pero se acercaba a la habitación de Roxana.

Se quedó de pie frente a aquella puerta, sabiendo que detrás podría estar una niña que necesitaba ayuda o a su madre.

Dejó su mano en el pomo y lo giró con miedo, solo lo hacía porque se trataba de una niña y no se podía quedar en su habitación resguardada mientras no sabía si algo malo le ocurría a esa niña que gritaba por su madre.

Cuando abrió la puerta, una lucecita de noche estaba encendida junto a la cama y sobre esa misma cama había una niña alumbrada por aquella suave luz, sus hermosos rizos rubios capturaban la poca luz y en su cara se veía el miedo y la desesperación. Aquellos ojos tan abiertos que miraban en dirección de aquella puerta para ver entrar a Nerea.

—¿Mamá? — No, no era su madre. Pero quizás eso sintió la niña en aquel momento cuando esa mujer entró a la habitación.

—Soy Nerea, ¿cómo te llamas? —probó directamente en hablar español con la niña.

—Soy…Roxana. —Desde ya la niña se tranquilizó, escuchando que aquella desconocida hablaba su idioma con perfección y como si no fuera suficiente, se veía muy agradable—. Tengo miedo, ¿te acuestas conmigo? Tenía pesadillas y…—soltó un gimoteo. Nerea se aproximó a la cama y subió a ella, acercándose a Roxana.

—No pasa nada. Verás que enseguida se te pasa —sintió el impulso de hacerle preguntas a la niña, pero se contuvo, aquella pequeña estaba asustada y solo necesitaba su compañía.

La ayudó a acostarse y se recostó a su lado.

Al poco tiempo ambas se durmieron y todo quedó en total silencio.

[…]

Cuando llegó la mañana, lo primero que Vasily hizo fue ir a la habitación de su hija.

Esa noche se sorprendió de que su llanto no duró mucho y, como ella también se despertaba llorando, se extrañó de que esa mañana todo estuviera muy silencioso.

Abrió la puerta, encontrándose con un tierno escenario.

Prácticamente Roxana estaba durmiendo debajo de Nerea, totalmente aferrada a ella, a las dos se le notaba que dormían plácidamente y Vasily no quiso despertarlas, quedándose allí solo para observarlas.

Primera vez que su hija lucía tan tranquila desde que llegó a esa casa.

Nerea valía para el trabajo.

No solo podía llevarse bien con su hija, también parecía preocuparse por ella sin conocerla.

Sin saberlo, Nerea se había ganado la admiración de aquel hombre.

Jamás olvidaría la imagen tan tierna que había sobre aquella cama.

Estaba decidido.

Nerea sería la nueva niñera de Roxana. Se quedaría en casa, trabajando para él.

Cuando Vasily intentó salir, escuchó un movimiento en la cama, giró su rostro y se encontró con los ojos abiertos de Nerea.

Al verlo, luego de pensar mucho antes de dormirse, Nerea se sintió muy enojada, creyendo que tenían a aquella niña allí retenida y lejos de su madre. Se levantó con mucho cuidado para no despertarla, salió de la habitación y Vasily fue tras ella.

Con toda la valentía que el enojo le proporcionaba, la muchacha levantó su mano para pegar a Vasily, dejando un golpe en su mejilla derecha.

—¡No tienes ningún derecho de alejarla de su madre! ¿Cómo puedes retener y secuestrar a una niña? ¿También haces eso? ¡Me das asco! —soltó las palabras en español, haciendo que Vasily la entendiera con lentitud, pues la mujer hablaba muy deprisa y a él le costaba entender cada palabra —. ¡Me das asco! ¡¿Cómo pueden hacer eso con una niña?! Está asustada y necesita a su madre. Solo un monstruo puede hacerle eso a una niña. Pero ¿qué se puede esperar de personas como ustedes?

Una media sonrisa surcó sus labios cuando pudo entender todo lo que Nerea dijo. Sujetó sus muñecas y caminó hacia ella, Nerea fue retrocediendo y su espalda se pegó de manera brusca contra la pared de la habitación del frente. Vasily fue cerrando más sus dedos entorno a las muñecas de Nerea, hasta hacerla llorar.

Se acercó a su oído y gruñó.

—Es…mi hija—su español era fatal, pero Nerea comprendió las palabras.

Era su hija.

La pequeña Roxana era su hija.

Su cuerpo se puso frío y esa valentía que antes había arrojado el enojo sobre ella, se esfumó o se agotó, pero ya no quedaba nada en ella.

La expresión de Vasily no decía nada, pero sus ojos sí. Miraba con mucha intriga a Nerea, la misma joven que antes se mostró muy asustada de ahora pertenecer a él, acababa de sacar las garras para defender a una niña que apenas veía por primera vez, incluso se atrevió a pegarle. Pero esa valentía Vasily la admiró, solo por eso seguía con vida.

Fue la segunda vez que sintió la necesidad de dejar a Nerea cerca de él, muy cerca. Ya no era normal y solo había pasado un par de horas desde que la llevó a su casa.

Soltó sus muñeras, pero no se alejó, ella comenzó a frotarse, viendo las marcas rojas en su piel por el agarre de Vasily.

—Lo…Lo siento. Creí que—que aquella niña también estaba allí secuestrada, pagando una deuda de alguien más, alguna cosa de ese estilo; pensó muchas cosas malas, pero jamás que ella podría ser hija de Vasily Ivanov y más porque la niña hablaba español.

Nerea acababa de cometer un grave error y no sabía cómo la harían pagarlo.

Le pegó.

Le acababa de pegar y gritar al mismísimo Vasily Ivanov.

El Pakhan.

—Serás su nueva niñera y espero que te lleves bien con ella. — ¿Niñera? ¿Dónde estaba el enojo? ¿Dónde estaba la reacción y respuesta por lo que ella acababa de hacer? Si la noche anterior la arrojó al suelo por tirarle una cerveza encima, ¿por qué ahora reaccionaba con tanta calma? —. Desde ahora atenderás a mi hija y esa será tu única labor, hasta que yo lo decida.

Recordó lo que Vincent le dijo la noche anterior y Nerea se asustó de estar cometiendo un error.

Tenía que hacer caso a lo que Vincent dijo, para que él pudiera ayudarla.

—¡No me gustan los niños! —le gritó en la cara. No podía aceptar ese trabajo o Vincent no podría ayudarla, eso entendió Nerea—. Lo lamento, pero no soy buena con los niños. Es mejor que lo sepas desde ya.

—Entonces aprenderás —le dio la espalda para entrar en la habitación de su hija.

¿Qué podía hacer Nerea?

No sabía si ese trabajo incluía algo más y ya había quedado claro que no había un tiempo para que finalizara, salvo cuando Vasily lo decidiera.

—¿Qué más voy a hacer? ¿Solo cuidar de Roxana?

—Será lo único. No creo que me sirvas para otra cosa. Si encuentro alguna otra función para ti, ya te lo diré. Hasta ahora, solo quiero que hagas eso—dijo —. Espera en tu habitación. Aisha, la señora de anoche, te dará instrucciones.

Se perdió dentro de la habitación de su hija, pero con una enorme sonrisa.

Vasily no tenía idea de porqué se encontraba tan feliz.

Pero saber que Nerea trabajaría cerca de él, en su casa, lo hacía sonreír. Y más con el atrevimiento que se tomó de pegarle. Era la primera mujer que golpeaba su cara.

Y ni mencionar que ya Roxana tendría a alguien que seguro sería de su agrado.

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