Cuando acabó la ducha que ambos se dieron, el vapor aún colgaba en el aire, un telón suave y cálido que parecía extender el momento íntimo que Egor y Nerea acababan de disfrutar.Las duchas con él solían ser largas y perversas, pero no esa. Aquella no fue con esa intención.Con movimientos deliberados y cuidadosos, Egor ayudaba a secar la piel de Nerea, cada toque de la toalla sobre su cuerpo un susurro de caricias que anticipaban lo que estaba por venir.Lo que se avecinaba…Sobre la cama, dispuestos meticulosamente, había dos lazos de seda negra. Uno para vendarle los ojos, otro para atarle las manos. Era una fantasía que Nerea había confesado durante un momento de vulnerabilidad, excitación y confianza, deseando experimentar el amor de una manera más intensa y entregada, además de que era su recompensa por soportar el tatuaje con valor. Egor, en un gesto de aceptación y deseo de cumplir su anhelo, había preparado todo para hacer realidad su petición.Estaba tan emocionado como ella
Estaba muy preocupado, se notaba en su expresión. Era la primera vez que sentía aquello, como se extendía un posible miedo a perderla.Se sentía culpable por el sufrimiento de su hija.La pequeña, con su maraña de rizos dorados esparcidos sobre la almohada, parecía aún más diminuta rodeada por las sábanas blancas y el equipo médico que zumbaba suavemente a su lado. Cada vez que despertaba, su voz apenas audible se elevaba en un débil llamado por Nerea, su niñera, la única figura de consuelo conocido en su corta vida. Pero Nerea no estaba allí.Hace tanto que no la veía, que Vasily no podía creer que todavía la extrañara. Ni siquiera recordaba a su madre, la olvidó muy deprisa, pero seguía aferrada a Nerea.Vasily Ivanov, un hombre forjado en la crueldad y las sombras del mundo criminal, se encontraba a su lado, impotente. La ironía de su poderío no escapaba a su propia percepción; podía mover montañas en el submundo, pero no podía cumplir el simple deseo de su hija enferma.Cada balbu
Su zona húmeda palpitaba, esperando aquel trozo que Egor tenía para ella.Él la hacía sentir deseada y Nerea exploraba una parte de su sexualidad que antes poco le había interesado, el sexo con Egor Petrov era buen sexo.Y cuando le hacía el amor, Nerea lloraba entre sus brazos de tanto placer. Amaba el sexo que él le daba, pero cuando ese hombre se detenía a tocar cada parte de su cuerpo, se tomaba todo su tiempo para hacerle el amor con tanta pasión que ella lloraba ante tal placer.Puede que no solo Egor estuviera adicto a ella, parecía que Nerea estaba ya en el mismo camino.Le gustaba tenerlo cerca, sentirlo, no solo cuando estaban desnudos. Su compañía ahora la reconfortaba. —Al menos abriré para decir que no se nos moleste, cosa que ya dije antes de entrar, por lo que esto debe tratar de algo importante, pero no más que tú, Nerea.Dejó un beso antes de alejarse, abrió la puerta con expresión de enfado y allí estaba su hermano, deseando mirar hacia el interior para verle el cul
En aquella habitación había una Nerea con sentimientos encontrados, que pasó de estar malditamente excitada, a tener fuertes temblores en todo su cuerpo por lo que podría pasar a continuación.Con Egor era solo sexo, ¿no? ¿Lo era? Pero el mejor de su vida, sin embargo, pese a todo lo que él hacía por complacerla en el resto de las cosas, para Nerea, aun sintiéndose muy cómoda, no dejaba de ser una prisionera en brazos de otro Pakhan, pagando una deuda que ella nunca adquirió.El problema no era Egor, sino las circunstancias en las que se habían conocido.Había que señalar las claras diferencias entre Vasily y Egor.Uno, la quería completamente alejada de él, manteniendo una absoluta distancia con ella, viviendo bajo el mismo techo y sin ni siquiera encontrarse dos veces el mismo día.Otro, estaba dispuesto a hacer lo que sea que Nerea deseara con tal de tenerla cerca y feliz.Con todo el tiempo que Nerea había pasado bajo el mismo techo de Vasily, nunca se había sentido ni un poco cer
Un aroma a incienso salió de aquella habitación, había poca luz, dentro unos sofás de cuero y dos hombres sentados uno al frente del otro.Los ojos de Nerea buscaron a Egor con rapidez, luego, como si no pudiera evitarlo, encontraron a la otra figura frente a Egor.Vasily Ivanov.Allí no parecía estar habiendo una discusión acalorada entre los dos como insinuó Víctor.Nerea sintió alivio de que la situación estuviera tranquila.Cuando Egor levantó su mano, los pies de Nerea se movieron inmediatamente hacia él, aquella mano rodeó su cintura, sentándola en su pierna.Lentamente, Nerea levantó su mirada.Fría, carente de cualquier calor, tan vacía como la recordaba, allí estaba esa expresión de Vasily, imperturbable, incluso no viéndola después de todo ese tiempo.—Ivanov cree que eres… mi puta. Y que puede comprarte. ¿Quieres decirle algo? —le dijo Egor con suavidad, aquella con la que siempre la trataba.Vasily tenía la mirada fija en Nerea, la mano de Egor sobre su pierna y aquella ot
—Egor— soltó un fuerte sollozo, pero él no la miró—, ella me necesita.—No lo haces por ella.—¡No lo hago por Vasily!—¡Pues quédate! ¡Quédate a mi lado! Corresponde a lo que yo siento por ti, hazme sentir que tú también sientes lo mismo y que puedes elegir, que puedes decidirte por mí.—Esto no se trata de ti y Vasily, Egor.—No… Es sobre Vasily y tú. Joder, Nerea. ¿Me ibas hacer tomar a mí la decisión? ¿Para qué? ¿Para luego poder sentirte como una prisionera y obligada a todo?—No.—¡Sí! Has estado intentando sentir que todo esto es forzado, te niegas a creer que esto te gusta, que yo te gusto, aún te resistes, recién lo noto. ¡Qué idiota he sido!—No eres un idiota, Egor. Esto ha sido muy bueno, me gustas, me gustas tú, todo esto, la manera en la que me haces sentir, pero…—Por favor, solo vete. —Lo siento, yo… No puedo dejarla a su suerte, Egor. Debo regresar con ella.—No la dejas a su suerte, sino con su padre. No nos volveremos a ver, Nerea— le dio la espalda y esperó a q
Deseó poder tener una charla normal con Vasily, pero este no tenía interés en que así fuera.Ella salió del coche primero y corrió hacia el otro lado para alcanzarle a él.—También exijo respeto, señor Ivanov. No soy una puta y no deseo que se me llame de ese modo o que se me trate de esa manera. Estoy aquí para ser la niñera de Roxana.—¿Respeto? —él sonrió, mostrándole los colmillos. Una sonrisa casi macabra. Tomó la mano de Nerea y con sus dedos recorrió su tatuaje en su mano, sin molestarse en mirarla—. ¿Esto que es? ¿No te dijeron lo que significa?—Es solo un tatuaje.—Puedo sentir la cicatriz, incluso si decidiste ocultarla. Te servirá para recordarte lo que eres, lo que esto es.—Esto… es lo que usted permitió. ¿Sabe lo que sufrí cuando me secuestraron? ¡¿Acaso lo sabe?! ¡¿Se lo imagina?! Creí… que usted iría a buscarme, conservé por mucho tiempo esas esperanzas, era lo único que me mantenía de pie aquellos primeros días, señor Ivanov. Yo sí creí en usted, pero me demostró que
Tres años después.—Maxim…—la voz suave de su madre interrumpió su sueño. El niño abrió los ojos, mirando con aquellos ojos color miel a su madre, su cabello negro como la noche caía a ambos lados de su cara mientras él arrugaba el ceño para luego sonreír al darse cuenta de que ya había amanecido.—Mamá, tengo sueño—dijo como pudo, su voz dulce, suave, tranquila a pesar de que deseaba quedarse en la cama. A sus dos años hablaba perfectamente, se movió en la pequeña cama, a punto de caerse, los brazos de su madre lo sostuvieron, era hora de levantarse para ir a la guardería, porque ella tenía que trabajar.Desde que Nerea llegó a España, su vida fue un completo caos, pero no más de lo que ya lo era en Rusia, solo que vivía con miedo, mirando por encima de sus hombros para ver si alguien la seguía, despertando en las noches con terribles pesadillas de que la encontraban, de que Vasily Ivanov llegaba hasta su casa y la raptaba, devolviéndola a Rusia para que pagara aquella deuda de horre