Capítulo 28

Estaba muy preocupado, se notaba en su expresión. Era la primera vez que sentía aquello, como se extendía un posible miedo a perderla.

Se sentía culpable por el sufrimiento de su hija.

La pequeña, con su maraña de rizos dorados esparcidos sobre la almohada, parecía aún más diminuta rodeada por las sábanas blancas y el equipo médico que zumbaba suavemente a su lado. Cada vez que despertaba, su voz apenas audible se elevaba en un débil llamado por Nerea, su niñera, la única figura de consuelo conocido en su corta vida. Pero Nerea no estaba allí.

Hace tanto que no la veía, que Vasily no podía creer que todavía la extrañara. Ni siquiera recordaba a su madre, la olvidó muy deprisa, pero seguía aferrada a Nerea.

Vasily Ivanov, un hombre forjado en la crueldad y las sombras del mundo criminal, se encontraba a su lado, impotente. La ironía de su poderío no escapaba a su propia percepción; podía mover montañas en el submundo, pero no podía cumplir el simple deseo de su hija enferma.

Cada balbu
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