El bar estaba lleno, tres guardaespaldas de Vasily estaban ubicados en las respectivas salidas, viendo que todo estuviera bien, dos más estaban mezclados entre la gente.
Vincent había ido con él. Por algo era su mano derecha, casi su mejor amigo, alguien que iba con él a todos lados, sin importar el lugar. Vincent conocía cada mínimo movimiento de Vasily.
No se podía llegar a Vasily sin antes haber pasado por Vincent.
Había una chica castaña detrás de la barra que luego salió para llevar unas cervezas a su mesa, para ella era una noche común, como cualquier otra de trabajo.
Los ojos de Vincent se fueron hacia ella, notando la peculiar belleza de aquella mujer, ciertamente era extranjera y eso llamó mucho su atención.
Sus labios se curvaron en una sonrisa amable cuando dejó la cerveza frente a Vincent, misma sonrisa que ofreció a Vasily, este la miró con ojos fríos, mientras Vincent la devoraba con su mirada, consciente de la belleza que tenía frente a él y deseando devorarla. No era una figura que pasara desapercibida y él la notó al instante.
—¿Qué hacemos aquí? —Preguntó Vincent, a punto de acercarse a la barra para entablar una charla con la camarera e intentar llevársela a la cama esa misma noche o en ese mismo instante, y si tenía mucha prisa, llevarla al baño y saciarse un poco mientras pasaba el rato, aliviar la presión que se formaba en su pene mientras pensaba en ella—. Está muy lleno. —Miró el culo de una rubia que pasaba, al mismo tiempo levantó su mano hacia la camarera de antes para tenerla de vuelta, la quería cerca de él. Quería verla más de cerca para saber qué parte de ella le agradaba más. Saber qué lugares recorrerían sus labios cuando tuviera su polla dura dentro de ella, haciéndola gemir y suplicando por más.
—¿Necesitan algo más? —el acento de la mujer llamó la atención de Vasily, era un ruso muy malo, como si recién lo estuviera aprendiendo, para nada agradable, con una pronunciación fatal.
—A ti—murmuró Vincent, ojeando su culo. Definitivamente ese era su mayor atractivo, junto con su rostro inocente, casi angelical, aquellos labios rosas y sus hermosos ojos castaños, pero prefería admirar su culo, eso era más placentero, más sucio. No entendía que hacía una chica así en aquel bar de m****a. Y encima era muy joven.
—Otras dos cervezas, por favor— pidió Vasily para que la camarera pudiera irse y salir de las garras de Vincent, quien la acechaba con la baba en la comisura de los labios—. Ya te la quieres follar, ¿no?
—¿Es que no viste su culo? — murmuró con los dientes apretados, las ansias devorándolo.
—¿Por qué tendría que mirarle el culo a la camarera?
—¡Porque es un buen culo! Joder. A veces creo que no tienes ojos para ver a las mujeres, ¿desde cuándo no llevas a una a tu cama?
No había pasado tanto, todavía no rompía sus límites. Tampoco le costaba un gran esfuerzo. No era tan promiscuo como Vincent. Quizás era más selectivo.
—Tengo asuntos más importantes que meter a una puta en mi cama, Vincent. No me gustan las putas.
—¿Sabes quién es? Primera vez que la veo. Iré a investigar.
Vincent se puso de pie y desapareció.
Vasily tampoco la había visto nunca allí, pero no era como que frecuentaran el lugar. Estaban allí porque se trataba de negocios. Y los negocios siempre iban primero, no andaba por la vida mirando culos, no era eso en lo que se fijaba a la hora de desear a una mujer o pensar en llevarla a la cama.
Uno de sus hombres trajo a un pequeño viejo astuto que había querido robarle, acumulando una gran deuda en su casino y sin querer pagarle, le advirtió que no podía tener una deuda que no podría pagar, pero él insistió en que podía seguir. Cegado por la ambición y su fuerte creencia de que podría ganar la siguiente.
Hasta que la deuda subió demasiado y luego él desapareció.
Ya los hombres de Vasily lo habían encontrado.
Lo sentaron frente a él al tiempo que la camarera regresaba con las otras cervezas, pero al ver a aquel hombre que recién llegaba, se puso muy nerviosa, derramando una jarra de cerveza sobre Vasily.
Vasily se puso de pie muy deprisa, no creyéndose lo que había pasado, la camarera intentó regresar a la barra para buscar con qué secar al hombre, pero Vasily creyó que ella intentaba huir.
La sujetó tan fuerte por el brazo y tiró de ella, que la mujer chocó con la mesa y se llevó todo por delante, cayendo al suelo.
Enseguida se armó todo un alboroto con los guardaespaldas de Vasily y Vincent que se acercó al ver lo que pasaba.
La mujer se vio rodeada en un pestañeo, sin ser consciente de lo que pasaba o quienes eran esas personas, esos hombres.
Estaba frente al jefe de la Bratva Ivanov, el Pakhan.
Y el otro hombre al que habían llevado frente a Vasily, era su padrastro, un ser miserable que años atrás había intentado abusar de ella, mismo que maltrató de muchas formas a su madre y hasta la amenazó con hacerle daño a ella, para que su madre se quedara a su lado, hasta que eventualmente ella huyó y meses después su madre murió de manera muy misteriosa.
Nerea Pérez López, como se llamaba la camarera, no podía estar más asustada que en aquel momento, estando de nuevo frente a su padrastro y frente a otro hombre del que desconocía totalmente su identidad.
Su padrastro, aquel ruso de nombre Daniel Lebrov, observó en ella la oportunidad de salir vivo de aquel asunto, luego de meses huyendo con desesperación por no tener el dinero del Pakhan; teniendo la maravillosa casualidad de encontrarse con Nerea en aquel lugar, luego de que le perdió el rastro hace año y medio después del funeral de su madre.
Estaba frente a él, al igual que el Pakhan y sus hombres, de quien no saldría vivo a menos que tuviera la cuantiosa suma que les debía.
Vincent se acercó a Nerea para ayudarla a ponerse de pie, observando el corte que tenía a lo largo de su brazo derecho, ya que había caído sobre uno de los cristales de los vasos rotos, haciéndose daño, intentaba detener el sangrado con su mano, pero el corte había sido un profundo.
Daniel intentó acercarse al Pakhan para hablar, más sus hombres no lo dejaron acercarse ni un solo centímetro, presionando su cuerpo contra el suelo y uno de ellos dejando un pie sobre su cabeza.
Vasily lo miró con menosprecio, arrojando su fría mirada sobre el hombre que habían estado buscando los últimos tres meses.
—Aquí te tengo, Daniel. —Escupió hacia su cara, no entendía cómo pudo ocultarse durante tanto tiempo y eso tenía a Vasily de mal humor. ¿Por qué un simple anciano había logrado ocultarse durante todo ese tiempo? —Supongo que la cantidad que me debes no te cabe en el bolsillo, ¿no? —De inmediato sus hombres lo cachearon, no dando con nada de dinero, menos la cantidad que le debía—. Vayamos fuera, tenemos algo de lo qué hablar.
Mientras Vasily salía, miró hacia atrás, observando como Vincent se quitaba su camiseta para cubrir la herida de Nerea y detener el sangrado en su brazo.
Luego pensaba encargarse de ella por haber arrojado la cerveza sobre él. Pero quizás para cuando llegara ese momento ya Vincent se la habría follado en el baño.
Fuera, los hombres soltaron a Daniel y él cayó a los pies de Vasily, el hombre pateó su cara, lanzándolo contra el pavimento, sujetó el cuello de su polo y lo levantó sin esfuerzo, dejando una serie de puñetazos en su rostro.
Quería descargar un poco la frustración que traía luego de dos semanas en búsqueda de la madre de su hija, después de haber contratado a doce niñeras y la lista seguía, sin que la pequeña Roxana se acostumbrara a ninguna de ellas, pues el español de los demás era muy malo y la niña se había decidido por no hablar. Y no sabía nada de ruso, mientras que el español de Vasily era tan malo como el del resto. Se sentía frustrado con todo eso de tener una hija y ni siquiera poder entender lo que decía.
Se encontraba en un callejón sin salida con la situación de su hija.
La alegría de ser padre se esfumó tan pronto vio que era imposible comunicarse con su hija. Y de su madre no tenía la menor información.
—¡Te pagaré! —rogó, aferrándose a los pies de Vasily.
—Ese plazo ya expiró, Daniel. —Realmente se había invertido tiempo y hombres para encontrarlo y darle otro chance de pagar. Daniel tenía sus minutos de vida contados—. No hay manera de que saques de tus bolsillos el dinero que me debes. Y sabes bien que me gustan los juegos, pero tú juegas fatal. —Sacó un pañuelo de su bolsillo y limpió de sus nudillos la sangre que quedó de Daniel. Maxim, su guardaespaldas más antiguo, sacó su arma y apuntó directo a Daniel.
—¡Tengo como pagarte! Tengo algo que vale mucho y—el arma se pegó a su nuca, el hombre sintió ese nudo en su garganta, así como la muerte estando muy cerca de él, casi llevándoselo al otro barrio—. ¡Mi hija! ¡Mi hija! —gritó demasiado fuerte —. ¡Tengo una hija!
—Debiste pensar en ella antes de meterte en estos líos. Seguro que se le hace un favor al desaparecer a alguien como tú. Basura humana. Su vida puede que sea mejor sin ti. —No le interesaba ni un poco que aquel hombre tuviera una hija. Le interesaba que pagara por lo que había hecho.
Con la Bratva no se jugaba. Y si ese hombre no pagaba con sangre lo que no podía pagar con dinero, entonces Vasily podría quedar en ridículo ante los demás.
Vasily se dio la vuelta, solo quedaba dispararle.
Comenzaba a nevar y él se había dejado la chaqueta dentro del bar, quería entrar.
—¡Te la vendo! ¡Te la vendo! ¡Te vendo a mi hija! —gritó como último recurso. Vasily se giró enojado, no pudiendo entender cómo a Daniel se le pasaba por la cabeza que él aceptaría a una niña como parte de un pago.
—¿Estás loco? ¡¿Quién crees que soy?! ¿Me ves cara de degenerado? —más que enojado, sacó su propia arma y le apuntó directo a la cabeza.
—Nerea Pérez, ¡Nerea Pérez López! Ya cumplió los veinte. Está dentro haciendo de camarera. Ella es mi hija, mi hijastra. Tómala, hasta que salde mi deuda. Úsala, haz lo que creas propicio con ella. Es joven, inteligente y ya viste lo guapa que es. Estaba dentro, la viste. Podría...servirte.
—¿Nerea Pérez? —recordó lo atractiva que Vincent dijo que era la joven, misma que arrojó la cerveza sobre él, recién entendía que a lo mejor se debió su actitud a que ella se encontró con su padrastro. Aquel hombre al borde de la muerte era el padrastro de la camarera que estaba dentro con Vincent—. Iré a confirmar si es cierto lo que dices. —Hizo una señal a Maxim, el hombre lo recogió del suelo y sujetó sus brazos para que no fuera a intentar nada.
Yendo dentro, vio a Vincent con todo y botiquín curando la herida de Nerea. Era todo un donjuán, eso no se podía negar. Hacía todo lo que fuera necesario por tener a su presa.
Se acercó a ellos, observando el escenario.
Cuando Nerea lo vio, se tensó, sabiendo ahora que aquel hombre era mismísimo Vasily Ivanov, a quien arrojó sin querer la cerveza encima.
Ella se había atrevido a mojar la ropa del Pakhan.
—Lo siento mucho, no fue mi intención mojar su ropa, señor Ivanov. Señor Pakhan —se disculpó nada más verlo, inclinando la cabeza. No tenía idea cómo debía dirigirse hacia él de forma correcta y sin que pareciera una ofensa. Se sentía ridícula con tantas formalidades hacia un hombre que ella ni conocía, pero a quien repentinamente le temía.
—¿Eres Nerea Pérez López?
Ella abrió mucho los ojos, sorprendida de que él supiera su nombre, cuando ella era la primera vez que lo veía. ¿La conocía de algún lugar? Nerea estaba muy segura de que esa era la primera vez que lo veía.
—Sí, lo soy—confirmó.
—¿Daniel es tu padrastro? Daniele Lebrov.
—Lo es. Vivió un tiempo con mi madre antes de que ella falleciera.
—¿Cuántos años tienes?
—Cumplí los veinte hace unos días.
Hace solo unos días.
—De casualidad, ¿eres española? —aquello no lo sabía, pero lo había deducido conforme pasó aquellas palabras con ella.
—Lo soy, señor Pakhan.
Era perfecta para cuidar de Roxana, quizás la indicada, joven, hablaría bien su idioma y podrían llevarse bien. Pero lo mejor de todo, Daniel la acababa de dar como parte de la deuda que él tenía.
La sonrisa que Vasily mostró heló a Nerea, sabía que algo no andaba bien y que todas aquellas preguntas que él le hizo debían tener un motivo, no sabía cuál, pero estaba asustada.
En la cara de aquel hombre se dibujó un hoyuelo del lado derecho en su mejilla por su manera torcida de sonreír. Pero era una sonrisa fría, sin transmitir nada, nada de calidez, todo de ese hombre era muy helado.
—Llévala al coche—ordenó con fuerza a Vincent—. Se irá con nosotros a casa. —Dio un paso sigiloso hacia ella, tomó un mechón de su pelo y capturó la lágrima que surcaba su mejilla. Miró los ojos vidriosos de la joven, notando miedo en ellos—. Tu padrastro te acaba de usar como moneda de pago, Nerea. Ahora eres mía, perteneces a Vasily Ivanov.
La joven casi se desploma al ser consciente de lo que eso significaba. O lo que ella creía que significaba.
¿Pertenecer a un jefe de la mafia? ¿Servir de pago?
Incluso poner resistente en aquel momento no serviría de nada.
Vasily salió del bar y se unió con sus hombres, hizo una señal a Maxim para que soltaran a Daniel.
—¿Ya estamos a mano? —Preguntó Daniel, temeroso de la respuesta—. ¿Me darás más tiempo para pagarte lo que te debo mientras te quedas con Nerea?
—Tu deuda está saldada. No vuelvas a por Nerea.
Ahora era suya y él no solía desprenderse de lo que le pertenecía. Daniel no tendría que pagar lo que debía.
Nerea ya era el pago.
Pasó ambas manos por su rostro y se mordió el labio inferior.
«¿Cómo demonio acepté a una persona como un pago por una deuda? ¿En qué me estaba metiendo?» Pensó, caminando de regreso al bar para llevarse a la mujer.
Una mujer en su casa… Era tan extraño como tener una hija.
Dos personas metiendo sus narices en todos lados.
Sabía que eso lo acorralaría, pero ya no había marcha atrás, necesitaba una niñera.
—No te preocupes—dijo Vincent cuando entró al coche con ella, había tomado una camisa que Vasily tenía en el coche, pero le quedaba un poco floja de los brazos, pues su complexión era inferior a la del Pakhan—. No eres su tipo, no te pasará nada—le aseguró, imaginando las cosas que iban pasando por la cabeza de la joven.Pero sí era su tipo y una parte muy perversa de él se alegra de que Vasily la haya tomado con un pago, así se ahorraba el cortejo y demás.La joven temblaba, a la espera de su destino, sin poder creerse que acababa de darse para saldar una deuda, sin que nadie tomara en cuenta su decisión o lo que ella deseaba.Quería ponerse a llorar como una niña pequeña y pedir que la llevaran con su madre, pero su madre ya no estaba para ella y ella ya no era una niña pequeña. Además, hace mucho que se había dado cuenta de que las lágrimas no solucionaban las cosas por arte de magia. Eso no significaba que no fuera a llorar, sino que sabía que eso no arreglaría nada.No se podía c
Cuando el coche se detuvo, alguien abrió la puerta, Vasily esperó a que Nerea saliera y al salir ella lo primero que vio fue la mano que Vincent le ofrecía.Su miedo la hacía acercarse a él, porque era la única persona que le había ofrecido un rostro amable, una sonrisa, ayuda. Y, aunque era consciente que este no podría defenderla o liberarla de Vasily, al menos se refugiaba en una idea de un aliado en aquel mundo que ella desconocía y al que la forzaban a adentrarse. Ni siquiera sabía dónde estaba, a dónde la habían llevado o cuál sería la decisión del Pakhan sobre lo que iban hacer con ella.Todos se apartaron para dejar pasar a Vasily, la puerta de aquella casa lo esperaba abierta, el segundo en entrar fue Vincent y él llevó consigo a Nerea.Había cambiado muchas cosas desde la llegada de su hija, una de ellas era la seguridad de todo el lugar.—Espera aquí—le dijo, siguiendo a Vasily hacia su despacho. Cerró la puerta y lo vio sentarse, no se molestaba en vestirse, ya era muy tar
Esperaba sentaba en la cama, sus ojos marrones fijos en la puerta y cierta incertidumbre que la agobiaba, sintiendo que había hecho algo muy malo al salir de su habitación la noche anterior para acudir al llanto de la niña.Ahora sería su niñera, ¿no se supone que ella tenía que hacer todo lo contrario a eso? Fue lo que le dijo Vincent. Y ahora parecía que ella hizo todo lo contrario.Cuando la puerta de la habitación se abrió, Nerea se incorporó de un salto, dejando sus manos sobre su pecho cuando vio la figura de Vincent entrar por la puerta.Sin darle tiempo a pensárselo, corrió hacia él y lo abrazó, se sujetó a su hombro, derramando un par de lágrimas. Se sentía aliviada de verlo, era como si un ángel salvador llegara en ese momento.—Pero ¿qué fue lo que hiciste? —preguntó él. Ella soltó un gimoteo para después apartarse.—No lo sé, no hice nada. Escuché una niña llorar y fui hacia ella, a la mañana siguiente ya él me decía que era su niñera. No hice nada. No quería que pasara es
Habían pasado tres semanas desde que llegó a esa casa y era la niñera de Roxana.Su vida no es que hubiera cambiado mucho, se movía por la mansión solo en cuatro habitaciones y en una sola dirección. Días tras días, la misma rutina.Podía ir al jardín, la sala de juegos y estudios de Roxana, la cocina y esas dos habitaciones.Más de la mitad de la casa no la conocía y tampoco podía husmear, Aisha siempre tenía los ojos sobre ella como si fuera una intrusa o un peligro y a donde sea que observaba había hombres vigilándola, no solo cuando estaba sola, también cuando iban fuera de la casa, en cada espacio había hombres pertenecientes a la seguridad de la casa.De vez en cuando se sentía muy agobiada por tantos hombres por toda la casa, tantos ojos sobre ella.Aquella seguridad se había visto aumentada desde que Roxana llegó allí.Su padre quería mantenerla segura y, en vista de que su madre aún no aparecía, Vasily siempre tenía un mal presentimiento al respecto.Nerea no lograba sentirse
En ocasiones, sus funciones lo mantenían lejos de su hogar. Cada día sin ver a su hija Roxana sabe que deja más distanciamiento entre ambos.Extiende dibujos de colores vivos hacia él, cada hoja un pequeño trozo de su mundo, todo una muestra de lo que él se pierde, momentos que no podrán volver con una infancia que… pasa muy deprisa.Vasily se esfuerza por articular palabras en un español torpe, consciente de la barrera que su limitado dominio del idioma impone entre él y su hija. La pequeña parece entender, sus ojos azules centellando con la emoción de tener a su padre cerca.Lo quiere, ella sí siente ese fuerte vínculo con él y lo extraña cada vez que no está.Finalmente, en un momento de calma, Vasily la abraza. La sostiene cerca, su mirada se posa sobre su rostro, observando los rasgos. El cabello rubio rizado de Roxana brilla bajo la luz, y él, con una ternura que rara vez se permite mostrar, acaricia suavemente su mejilla. Ella sonríe, un gesto puro y sin reservas que ilumina
Sentía que podía odiarlo, pero no se creía con los motivos suficientes para hacer eso.No sabía qué había pasado exactamente en aquella habitación, pero Nerea se sintió muy incómoda con ese acercamiento de él, comprobando que en ninguna circunstancia aquel hombre podía ser tierno y amable, mucho menos con ella.Estaba convencida que esa sonrisa con su hija fue más que fingida, algo a lo que tuvo que ceder en el momento, pero nada real, no podía ser real.Al salir del baño vio un vestido sobre su cama.Había tardado en la ducha porque estuvo llorando un rato, no escuchó cuando entraron a su habitación o dejaron aquel vestido.Miró que no hubiera nadie en la habitación y le puso seguro a la puerta, aferrando su mano derecha a la toalla que cubría su cuerpo.—¿Quién lo ha dejado aquí? Sin duda es para que lo use esta noche. —Lo tomó en sus manos para poder verlo bien.Era muy bello, notó que también era su talla.Revisó en su armario por si tenía unos zapatos adecuados, pero lo mejor que
La tercera botella de la noche fue abierta, el lugar se había quedado vacío y únicamente seguían ellos allí, más cinco hombres de Vasily. Se dio cuenta que a la joven le gustaban los dulces, porque se había pedido dos postres, de los cuales él no probó ni uno, pero que ella pareció disfrutar bastante.Aquella noche se había encargado de mirarla bastante bien y cuanto más lo hacía… más quería observarla.Nerea, relajada por las copas de vino que se había tomado, ya sentía como el caliente se asomaba a sus mejillas, el alcohol hacía su efecto y, lo que pareció comenzar como una noche tensa, se había convertido en un momento más relajado.Ya su cuerpo se sentía cómodo, es decir, podía hablar de lo que fuera porque el alcohol ayudaba a que no pensara las cosas con claridad, ni que les diera la importancia adecuada.Al inicio se lo pensó dos veces antes de tomar la copa frente a ella, no se sentía en posición de rechazarlo, estaban pasando una noche agradable, en donde luego de la cena sol
Cuando su dedo se hundió en ella y Nerea se retorció, restregándose sobre sus piernas y jadeando sin cesar, pese a que intentaba contenerse, pero el dedo de Vasily no le daba tregua.Vasily supo lo que su mente ya le decía desde semanas atrás cuando vio la vida tan mojigata que Nerea llevaba antes de ser la niñera de su hija.Era virgen.Lo era.No sabía cómo eso hacía sentir a Vasily, pero la mujer que tenía entre sus manos era virgen.Llevó su mano libre hasta su rostro, tocando los labios de la joven y ni por un segundo dejando de mover su dedo en su interior, incluso pensaba invitar a otro a la fiesta, aumentar el placer para hacerla gritar, no solo gemir.Ella mordió su dedo cuando lo sintió en su boca, clavando sus dientes en su piel, Vasily lo retiró para sujetar su rostro, elevándolo para observa. Llevó una mano hacia el techo del coche, encendiendo la luz que lo dejó ver el espectáculo que era aquella expresión, esas mejillas, el deseo, incluso el dolor.—Se…Señor…un poco más