Deseó poder tener una charla normal con Vasily, pero este no tenía interés en que así fuera.Ella salió del coche primero y corrió hacia el otro lado para alcanzarle a él.—También exijo respeto, señor Ivanov. No soy una puta y no deseo que se me llame de ese modo o que se me trate de esa manera. Estoy aquí para ser la niñera de Roxana.—¿Respeto? —él sonrió, mostrándole los colmillos. Una sonrisa casi macabra. Tomó la mano de Nerea y con sus dedos recorrió su tatuaje en su mano, sin molestarse en mirarla—. ¿Esto que es? ¿No te dijeron lo que significa?—Es solo un tatuaje.—Puedo sentir la cicatriz, incluso si decidiste ocultarla. Te servirá para recordarte lo que eres, lo que esto es.—Esto… es lo que usted permitió. ¿Sabe lo que sufrí cuando me secuestraron? ¡¿Acaso lo sabe?! ¡¿Se lo imagina?! Creí… que usted iría a buscarme, conservé por mucho tiempo esas esperanzas, era lo único que me mantenía de pie aquellos primeros días, señor Ivanov. Yo sí creí en usted, pero me demostró que
Tres años después.—Maxim…—la voz suave de su madre interrumpió su sueño. El niño abrió los ojos, mirando con aquellos ojos color miel a su madre, su cabello negro como la noche caía a ambos lados de su cara mientras él arrugaba el ceño para luego sonreír al darse cuenta de que ya había amanecido.—Mamá, tengo sueño—dijo como pudo, su voz dulce, suave, tranquila a pesar de que deseaba quedarse en la cama. A sus dos años hablaba perfectamente, se movió en la pequeña cama, a punto de caerse, los brazos de su madre lo sostuvieron, era hora de levantarse para ir a la guardería, porque ella tenía que trabajar.Desde que Nerea llegó a España, su vida fue un completo caos, pero no más de lo que ya lo era en Rusia, solo que vivía con miedo, mirando por encima de sus hombros para ver si alguien la seguía, despertando en las noches con terribles pesadillas de que la encontraban, de que Vasily Ivanov llegaba hasta su casa y la raptaba, devolviéndola a Rusia para que pagara aquella deuda de horre
Cuatro años.Como mucho tres o cuatro años podría tener la niña que dejaron frente a su puerta.Iba bien abrigada, pero de todos modos sus dientes castañeteaban del frío como si no estuviese acostumbrada y frotaba sus manitas con desesperación, necesitaba entrar en calor cuanto antes, sus mechones rubios salían de debajo de la capucha y aquellos ojos tan azules solo miraban hacia la puerta, esperando que alguien abriera para entrar. Estaba asustada, sola y congelándose.La persona que la dejó allí salió corriendo muy deprisa y huyó en su coche, dejando a la niña en la fría puerta luego de tocar el timbre cuando se aseguró de que nadie estaba cerca, algo complicado si nos deteníamos a ver de quién era aquella casa. Le tomó dos días poder hacer esa maniobra.La niña tenía una nota en su poder y unos documentos que tenían información sobre ella, pero solo sobre ella, no sobre la madre. Cosas como su edad, nombre y su estado de salud, no mucho más.Cuando abrieron la puerta, la señora del
El bar estaba lleno, tres guardaespaldas de Vasily estaban ubicados en las respectivas salidas, viendo que todo estuviera bien, dos más estaban mezclados entre la gente.Vincent había ido con él. Por algo era su mano derecha, casi su mejor amigo, alguien que iba con él a todos lados, sin importar el lugar. Vincent conocía cada mínimo movimiento de Vasily.No se podía llegar a Vasily sin antes haber pasado por Vincent.Había una chica castaña detrás de la barra que luego salió para llevar unas cervezas a su mesa, para ella era una noche común, como cualquier otra de trabajo.Los ojos de Vincent se fueron hacia ella, notando la peculiar belleza de aquella mujer, ciertamente era extranjera y eso llamó mucho su atención.Sus labios se curvaron en una sonrisa amable cuando dejó la cerveza frente a Vincent, misma sonrisa que ofreció a Vasily, este la miró con ojos fríos, mientras Vincent la devoraba con su mirada, consciente de la belleza que tenía frente a él y deseando devorarla. No era u
—No te preocupes—dijo Vincent cuando entró al coche con ella, había tomado una camisa que Vasily tenía en el coche, pero le quedaba un poco floja de los brazos, pues su complexión era inferior a la del Pakhan—. No eres su tipo, no te pasará nada—le aseguró, imaginando las cosas que iban pasando por la cabeza de la joven.Pero sí era su tipo y una parte muy perversa de él se alegra de que Vasily la haya tomado con un pago, así se ahorraba el cortejo y demás.La joven temblaba, a la espera de su destino, sin poder creerse que acababa de darse para saldar una deuda, sin que nadie tomara en cuenta su decisión o lo que ella deseaba.Quería ponerse a llorar como una niña pequeña y pedir que la llevaran con su madre, pero su madre ya no estaba para ella y ella ya no era una niña pequeña. Además, hace mucho que se había dado cuenta de que las lágrimas no solucionaban las cosas por arte de magia. Eso no significaba que no fuera a llorar, sino que sabía que eso no arreglaría nada.No se podía c
Cuando el coche se detuvo, alguien abrió la puerta, Vasily esperó a que Nerea saliera y al salir ella lo primero que vio fue la mano que Vincent le ofrecía.Su miedo la hacía acercarse a él, porque era la única persona que le había ofrecido un rostro amable, una sonrisa, ayuda. Y, aunque era consciente que este no podría defenderla o liberarla de Vasily, al menos se refugiaba en una idea de un aliado en aquel mundo que ella desconocía y al que la forzaban a adentrarse. Ni siquiera sabía dónde estaba, a dónde la habían llevado o cuál sería la decisión del Pakhan sobre lo que iban hacer con ella.Todos se apartaron para dejar pasar a Vasily, la puerta de aquella casa lo esperaba abierta, el segundo en entrar fue Vincent y él llevó consigo a Nerea.Había cambiado muchas cosas desde la llegada de su hija, una de ellas era la seguridad de todo el lugar.—Espera aquí—le dijo, siguiendo a Vasily hacia su despacho. Cerró la puerta y lo vio sentarse, no se molestaba en vestirse, ya era muy tar
Esperaba sentaba en la cama, sus ojos marrones fijos en la puerta y cierta incertidumbre que la agobiaba, sintiendo que había hecho algo muy malo al salir de su habitación la noche anterior para acudir al llanto de la niña.Ahora sería su niñera, ¿no se supone que ella tenía que hacer todo lo contrario a eso? Fue lo que le dijo Vincent. Y ahora parecía que ella hizo todo lo contrario.Cuando la puerta de la habitación se abrió, Nerea se incorporó de un salto, dejando sus manos sobre su pecho cuando vio la figura de Vincent entrar por la puerta.Sin darle tiempo a pensárselo, corrió hacia él y lo abrazó, se sujetó a su hombro, derramando un par de lágrimas. Se sentía aliviada de verlo, era como si un ángel salvador llegara en ese momento.—Pero ¿qué fue lo que hiciste? —preguntó él. Ella soltó un gimoteo para después apartarse.—No lo sé, no hice nada. Escuché una niña llorar y fui hacia ella, a la mañana siguiente ya él me decía que era su niñera. No hice nada. No quería que pasara es
Habían pasado tres semanas desde que llegó a esa casa y era la niñera de Roxana.Su vida no es que hubiera cambiado mucho, se movía por la mansión solo en cuatro habitaciones y en una sola dirección. Días tras días, la misma rutina.Podía ir al jardín, la sala de juegos y estudios de Roxana, la cocina y esas dos habitaciones.Más de la mitad de la casa no la conocía y tampoco podía husmear, Aisha siempre tenía los ojos sobre ella como si fuera una intrusa o un peligro y a donde sea que observaba había hombres vigilándola, no solo cuando estaba sola, también cuando iban fuera de la casa, en cada espacio había hombres pertenecientes a la seguridad de la casa.De vez en cuando se sentía muy agobiada por tantos hombres por toda la casa, tantos ojos sobre ella.Aquella seguridad se había visto aumentada desde que Roxana llegó allí.Su padre quería mantenerla segura y, en vista de que su madre aún no aparecía, Vasily siempre tenía un mal presentimiento al respecto.Nerea no lograba sentirse