CAPÍTULO 22

Sofía corrió, envolviendo a su padre en un abrazo cálido.

—¡Papá! ¡Me alegra tanto que estén aquí! —exclamó con emoción.

El hombre se sorprendió por un momento, porque sintió que había una brecha entre ellos dos desde que su hija se casó.

Pero ahora finalmente entiende que una vez que algo sucede, no se puede cambiar, así que acéptalo.

Tosió un par de veces.

—Fue difícil convencerlo, pero ya estamos aquí. —mencionó Carla. Sofía intercambió una sonrisa cómplice, y luego se dirigió a Pablo

—¿Cómo te sientes, Pablo? Me tenías tan preocupada.

—Mucho mejor, hermana. Ya me siento como nuevo —bromeó, aunque sus ojos delataban el cansancio de la enfermedad.

Catalina, su madrastra, se acercó detrás de ellos. Sus ojos se movían rápidamente, inspeccionando cada detalle.

—Sofía, querida, esta casa es impresionante —dijo Catalina, con un tono de cortesía—. Debo decir que Don Jan Carlo ha sido muy generoso en invitarnos. Estamos muy agradecidos.

—Vamos, entren. Los presentaré a la familia —dijo Sof
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