CAPÍTULO 29

Sofía y Estuardo entraron apresuradamente en el bullicioso hospital, las duras luces fluorescentes iluminando la preocupación grabada en sus rostros. Catalina y Fernando se acercaron corriendo, abrazando a Sofía con fuerza.

—Mija, ¿estás bien? Tu brazo... —Catalina tocó suavemente la venda, sus cejas fruncidas con inquietud.

—Estoy bien, Mamá. ¿Cómo está Pablo? ¿Han sabido algo? —preguntó Sofía con la respiración entrecortada, su corazón latiendo con fuerza.

Fernando suspiró pesadamente. —Ya lo han ingresado. Ahora solo tenemos que esperar a los doctores.

Estuardo colocó una mano reconfortante en la espalda de Sofía. —Vamos a hablar con Ricardo. Él puede darnos una actualización. —La guió por el pasillo estéril.

Cuando se acercaban a la oficina de Ricardo, el teléfono de Estuardo sonó. Miró la pantalla y frunció el ceño. —Tengo que atender esto. Ve tú adelante, ya voy.

Sofía asintió y entró sola en la pequeña oficina. Ricardo levantó la vista desde su escritorio, sus amables ojos llen
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