—Está celoso, Sofía. Estuardo tiene sentimientos por ti, no hay duda de eso.Sofía negó con la cabeza, su largo cabello negro balanceándose con el movimiento.—No, te equivocas. Me dejó perfectamente claro que no le importo —sus ojos verdes brillaron con una mezcla de enojo y dolor. Sobre todo al recordar las palabras crueles de Estuardo. —Solo está tratando de ocultar sus sentimientos —insistió Carla, colocando una mano reconfortante en el hombro de su hermana—. Deja de pelear con él. Trátalo mejor y lo verás.Un suspiro escapó de los labios de Sofía.—Estás loca, Carla. Conoces a Amanda, es una mujer elegante, hermosa…—Y también es ruin, superficial —continuó Carla. —No quiero arruinar esta noche, hablando de ellos dos. —dijo Sofía, menestras se costaba en la cama. —Tienes razón hermana, pero quiero saber que estarás bien sobre todo…porque me voy pronto. Sofía se levantó de la cama impresionada por lo que su hermana pronunciaba. —¿A dónde te vas? —A la escuela de enfermería,
Los dedos de Sofía temblaban mientras abrochaba el último botón de su blusa. La luz temprana de la mañana se filtraba a través de las cortinas, bañando su rostro con un cálido resplandor, pero no lograba aliviar el nudo de ansiedad en su estómago. Al bajar la gran escalera de la mansión Ferreti, sus ojos esmeralda se abrieron con sorpresa al ver a Estuardo esperándola al pie de la escalera.—Buenos días, Sofía —dijo él, su voz suave como la seda—. Pensé que podríamos desayunar juntos antes de ir al hospital.Ella vaciló, sorprendida por su inesperado gesto.—Yo... eso es muy amable de tu parte, Estuardo. Pero realmente debería ir con Pablo lo antes posible.—Por favor —insistió él, sus ojos grises intensos—. Solo un bocado rápido. Prometo que no tardará mucho.Sofía buscó en su rostro, tratando de discernir sus motivos. A pesar de sus reservas, se encontró asintiendo.—Está bien, gracias.Mientras descendían juntos por las escaleras, la imponente figura de Don Jan Carlo apareció en e
—Vaya, qué linda escena. El hechizo se rompió. —Hola, Nora. —saludó Estuardo. Mientras que Sofía solo giró su rostro, para evitar su mirada. —Vaya, vaya, si no son los recién casados —ronroneó Nora, con una voz cargada de sarcasmo—. ¿Disfrutando de su farsa de matrimonio?Estuardo apretó la mandíbula, obligándose a esbozar una sonrisa educada.—Nora, qué sorpresa inesperada. ¿Qué te trae por aquí esta noche? —Mi esposo está de nuevo jugando a ser el salvador en el hospital. Haciendo sus pequeñas cirugías de caridad —sus labios se torcieron en una mueca—. Una esposa tiene necesidades, ¿sabes? A veces necesito... divertirme un poco.Sofía se tensó, sintiendo cómo el calor subía a sus mejillas.—Si te refieres a la operación de mi hermano, te haré saber que...—Suficiente charla —la interrumpió Nora con un gesto despectivo de la mano—. Estoy lista para irme de este lugar. Sé un amor y llévame a la mansión, ¿quieres? No me apetece rebajarme tomando un taxi esta noche.Estuardo miró a
—Esta noche tendremos una cena con la familia Bianco —anunció de manera solemne, como si aquello fuera un simple detalle más—. Es hora de fortalecer alianzas.El silencio cayó sobre la mesa. Estuardo, quien ya había empezado a mostrar signos de incomodidad desde que su tío comenzó a hablar, dejó caer su tenedor con fuerza sobre el plato. Su mandíbula se tensó, y sus ojos se volvieron fríos como el acero.—¿Los Bianco? —repitió, con un tono cargado de incredulidad—. ¿Con ellos quieres fortalecer alianzas? Son enemigos. No puedo creer que ni siquiera estés considerando esta cena, Jan Carlo. ¡Ellos no son de confianza!El aire en la habitación se volvió denso, y las miradas de todos los presentes se dirigieron hacia Estuardo. Estaba visiblemente alterado, el color subiendo por su cuello, su temperamento a punto de explotar.—Cálmate, Estuardo —dijo Don Jan Carlo, su voz calmada, pero con una autoridad que no admitía réplica—. Las cosas han cambiado. Es una oportunidad que debemos aprovec
Después de un par de horas, Sofía y Estuardo se dirigieron al hospital. Estuardo había mostrado una sorprendente amabilidad con la familia de Sofía, especialmente con Pablo, a quien trataba con una cordialidad que no se había visto antes. Sofía, observando cómo Estuardo estrechaba la mano de su hermano y le deseaba una pronta recuperación, no pudo evitar sentir una mezcla de extrañeza y gratitud. ¿Acaso había juzgado mal a su esposo? ¿Este hombre frío y calculador, capaz de gestos tan nobles?Cuando finalmente subieron al auto para llevar a Pablo a casa de sus padres, Sofía notó que Estuardo estaba más tranquilo que de costumbre. Sin embargo, antes de salir del hospital, decidió ir en busca de Ricardo, quien había estado al tanto de la operación en todo momento. Quería agradecerle por su apoyo y por estar allí para Pablo.—Ricardo, gracias por todo lo que hiciste —le dijo con una sonrisa sincera cuando lo encontró en un pasillo cercano a las habitaciones del hospital.—No me agradezca
Estuardo miraba su teléfono, nervioso e impaciente, mientras conducía en silencio hacia la casa de los padres de Sofía. Le había enviado varios mensajes a Amanda a lo largo del día, pero no había recibido ninguna respuesta. Cada minuto sin una contestación hacía que el nudo en su estómago se apretara más. Finalmente, justo antes de llegar, su teléfono vibró con la notificación que tanto esperaba: "Ven a mi apartamento."Respiró profundamente, sintiendo una mezcla de alivio y ansiedad. Detuvo el auto frente a la casa de los padres de Sofía y la miró brevemente.—Tengo que irme a la empresa un momento —dijo con un tono apresurado—. Quédate aquí. Volveré por ti más tarde, no te preocupes.El trayecto hasta el apartamento de Amanda estuvo envuelto en un silencio denso. Estuardo intentaba enfocarse en lo que debía decir, en cómo abordar la situación con Amanda y, sobre todo, en cómo mantenerla bajo control. Al llegar, subió las escaleras rápidamente y, al tocar la puerta, Amanda lo recibi
—Todo estará bien, Sofía. —Santiago paso su mano por el hombro de Sofía. Ella sintió cerca incomodidad, sobre todo porque minutos antes se había besado con su exnovio. No estuvo mal, pero ella sentía que había sido un error. Al entrar al vestíbulo se encontró con los rostros familiares de la familia Ferreti, todos reunidos, esperando noticias. Fabio la vio primero y fue a su encuentro. Estaba visiblemente agotado, su mirada reflejaba la preocupación que todos compartían.—¿Cómo está don Jan Carlo? —preguntó Sofía, casi sin aliento.Fabio negó con la cabeza, su rostro sombrío.—Aún estamos esperando que Ricardo nos dé alguna respuesta. El equipo médico sigue en evaluación.Sofía respiró hondo, intentando controlar la ansiedad que la envolvía. Mientras buscaba un lugar donde sentarse, notó un rostro que no esperaba ver: Jacobo, de pie junto a una mujer mayor. ¿Qué demonios hacía él allí? Su presencia le provocaba una incomodidad profunda, pero ahora, en medio de la preocupación por don
Sofía despertó y se encontró sola. Su mente inmediatamente se dirigió a Estuardo, sabiendo muy bien que no había llegado a dormir. La imagen de él con Amanda invadió su mente, recordando las palabras de Amanda que aún resonaban en su cabeza: "No importa lo que pase, él siempre regresa conmigo. Siempre me elige a mí."Respiró profundo, intentando contener el nudo de decepción y rabia que se formaba en su pecho, y decidió bajar al comedor para enfrentarse al día. Al entrar al comedor, los murmullos se detuvieron abruptamente. La familia Ferreti estaba reunida, pero las conversaciones parecían cargadas de tensión. Sofía sintió las miradas sobre ella, pero no lograba entender lo que sucedía.—¿Cómo está don Jan Carlo? —preguntó, su voz vacilante, tratando de desviar la atención a lo que suponía era la preocupación principal.—Don Jan Carlo está bien —dijo su suegra con un tono controlado, pero sus ojos reflejaban algo más—. Pero Estuardo... Estuardo no.Sofía frunció el ceño, sin entender.