Capítulo 33

Al día siguiente.

Guadalajara, Jalisco.

Gerardo de la Garza salía de su residencia, sosteniendo su resplandeciente bata blanca, se dirigió hacia su lujoso Porsche, y colocó sus gafas de sol.

—Adiós, papi.

La voz de un pequeño, lo hizo girar una vez más hacia uno de los grandes ventanales de su residencia y agitar su mano para despedirse una vez más de él. Justo cuando estaba por subir a su automóvil un hombre se le acercó.

Gerardo se inquietó al observar que estaba muy cerca de él.

— ¿Qué se le ofrece? —cuestionó pasando saliva con dificultad.

—No se asuste, doctor —el hombre expresó—. Mi nombre es David Loera, trabajo para el Fiscal Arnulfo Alvarado—, sacó su placa y se identificó.

Gerardo frunció el ceño, y lo observó con extrañeza.

—Necesito hacerle unas preguntas, sobre… el accidente que sufrió su hermana hace algunos años —refirió.

—¿Mi hermana?, ella falleció hace tres años —indicó.

El agente David se aclaró la garganta.

—¿Podemos hablar en algún lugar con mayor privacidad? —cue
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