Diana Nos mudamos a un pueblo del interior llamado Calingasta hace una semana. Es bello, pero muy diferente a la ciudad. Colegio, compañeros, casa, vecinos nuevos. En ese orden, me produce cólicos la idea. Con diecisiete años, no es fácil dejar atrás a los amigos que tanto te costó hacer. ¿Cómo se empieza desde cero a mi edad? Sin nadie cerca en qué confiar, más que en mi pequeña hermana de trece años. Siempre, dentro de todo, nos llevamos bien. Porque cada una tenía su espacio, es decir, su propia habitación, y eso es fundamental para una buena convivencia. Excepto, cuando ella entró al secundario, y la pubertad la revolucionó. Ahí la amistad comenzó a entrar en crisis. Daniela se quiso entrometer cada vez más en mi vida. Desde revisar mi celular hasta mi ropa interior. Sí, hasta ese punto. ¿Cómo no molestarme y sentirme invadida? También cuando venían amigas a visitarme, hacía lo posible por agradarles.
DianaEstoy despertando más temprano que de costumbre. No puedo dejar de pensar en las cosas que me contó Erick y mi madre. ¿Tantos mitos pueden haber en un pueblo? También me inquietaba la charla que tuve Daniela. Estoy segura de que me oculta cosas. Me pregunto cuál será la forma más apropiada de aprender más acerca de este lugar. Quedándome en casa, definitivamente no. Se me ocurrió entonces, buscar un trabajo de verano hasta que empiece las clases. De esta forma, mi madre no podría oponerse. Y además, sabe que estoy aburrida. Entonces, quedé decidida a recorrer las calles y buscar un empleo. Había un restaurante, un mercado, una librería, bares. De seguro, algo iba a encontrar. Pero... Antes debía hablar con mamá.- Me parece una buena idea - Dijo, por suerte.- Uff que alivio. Pensé que quizás, no te iba a gustar.- No, no, Di... Al contrario. Podrás con
Fabio Ruggerio Con veintiséis años todos se sorprenden de lo que fui capaz de lograr. Soy Licenciado en Administración de Empresas, manejo tres idiomas, soy propietario de una bodega de vinos, de veinte departamentos y de una agencia de modelos en la ciudad. Hace poco fui electo intendente de Calingasta. A decir verdad, soy quien soy en gran parte gracias a mis padres y mis abuelos. Tuve suerte de nacer en una familia adinerada e interesada en la política. Mi madre fue concejal y mi padre es un reconocido empresario además de ex diputado. En el colegio fui muy popular. Me elegían como delegado cada año y el último, fui presidente del centro de estudiantes. Pero a diferencia de lo que todos creen, no salía con todas las chicas de mi escuela. Y esto se debe a una sencilla explicación. Mi corazón le pertenecía a una sola mujer. Jimena, mi niñera.
Diana Algo raro está pasando. Puedo observar todo a mi alrededor, pero no moverme. Estoy en mi habitación, veo cada objeto con detalles. Mis sábanas, los posters de mis cantantes favoritos en la pared y el ropero con una de las puertas entre abierta.Estoy segura de que estoy despierta. Si no, no podría percibir todo con lujo de detalles. La pregunta es ¿Por qué no puedo moverme?Todavía está todo muy oscuro. Debe faltar mucho para el amanecer. Desde acá puedo ver y escuchar el sonido de las agujas de mi reloj despertador. Son las 4:15. Escucho ese tic-tac cada vez más potente y me dificulta volver a dormirme. Intento hacer fuerza para cerrar los ojos, ya que es lo único del cuerpo que me responde, para tratar de conciliar el sueño. Cuando los vuelvo a abrir, me asusta lo que veo. Hay alguien en la entrada de mi habitación, puedo ver su silueta. Parpadeo rápidamente, como si ayudara a
DianaÍbamos en auto hacia el trabajo con mamá. Pusimos la radio pero poca atención le prestábamos por nuestra conversación.- Creo que descubrí el misterio de los pasos que escuchaste la otra noche. ¡Daniela es sonámbula! - Dije mirando a mi madre.- ¿La viste?- Sí, y ya sé por qué se despierta con dolor de cabeza. La muy torpe se golpea repetidamente en la cabeza, dormida - Mi madre giró rápidamente hacia mí asombrada por mi comentario.- Por Dios. ¡Qué peligro! - suspiró - hay que hacer algo. Me preocupa que esté toda la mañana sola. Podría pasarle algo como la otra vez.- Mamá. Ella ya no es una niña. Puede quedarse sola.- ¿Pero no te das cuenta de que esto antes no le pasaba? - Me dijo, y yo volví a mirar al frente.- ¿Sabías las anécdotas de lo que pasó en el piso donde trabajo? - Quise cambiar el tema de conversación.- No. ¿De que hablas, hija?- De la mujer que masacró al marido,
Días anteriores.Daniela Ser hermana menor no es fácil. Vivo sobreprotegida, como si fuese de cristal. A veces creo que piensan que no puedo cuidarme sola. Me gustaría ser como Diana. Linda, de buen cuerpo. Independiente. Toda la ropa le queda bien. Recién ahora, estoy empezando a abandonar el cuerpo de niña y desarrollando mis rasgos de mujer. De mis amigas, soy la única que aún no tuvo su primer período. Pero según el médico al que me llevó mamá, eso está por ocurrir pronto. Quizás ahora, si le resulte atractiva a algún chico. Tengo que aprovechar que estoy en un lugar nuevo y nadie me conoce. El segundo día de mudanza me crucé con un chico muy lindo en el almacén mientras compraba. Me miró de una forma tan cautivante, que choqué con la góndola de higiene y tiré un shampoo. ¡Un papelón! Me ayudó amablemente, lo levantó y colocó en su lugar.
Diana Desperté a mitad de la noche con la boca seca y mucha sed. Entonces me levanto y me dirijo hacia cocina.Bajo las escaleras, tratando de no hacer ruido y con cuidado de no tropezar. Pues está todo muy oscuro aún. Ingreso a la cocina, pero me detengo porque está tan oscuro y yo todavía media dormida, que creo ver la silueta de una mujer sentada al final de la mesa. Se agita mi respiración por el susto, y prendo la luz. Al parecer era la interposición entre un saco colgado en la silla y un jarro en la mesa lo que dio el aspecto de esa confusa sombra. Respiro aliviada, y continúo mi camino hasta la heladera para sacar una botella de agua fresca. Mientras bebo pienso, que es todo producto de una sugestión. Guardo la botella en la heladera, y salgo de la cocina pero, al apagar la luz, ¡Tengo a alguien frente a m
DianaEntré a mi casa justo a tiempo antes de que llegase mi madre.- ¿Dani? ¿Daniela? - No obtenía respuesta - ¿Dónde estás?Revisé cocina, lavadero, baños y por último las habitaciones. Mi hermana no estaba por ningún lado. La busqué por el patio y el quincho de casa, pero tampoco pude dar con ella. ¿Había salido? En ese caso, se estaba tardando en volver. Escuché el ruido de las rejas abrirse, y pensé que si era mamá, Daniela estaría en problemas, pero... ¡Era ella! Y venía corriendo.- ¡Nena! ¿Dónde has estado? - Le grité.- No me lo vas a creer. Conseguí más información acerca de la casa - Dijo mostrando su bolso.- ¿Estás saliendo a hacer cosas mientras no estamos? A mamá no le gustará nada esto, Daniela.- Diana, no tiene por qué saberlo - Me miró como si estuviese esperando que aceptara su complicidad.- A ver