Diana
Estoy despertando más temprano que de costumbre. No puedo dejar de pensar en las cosas que me contó Erick y mi madre. ¿Tantos mitos pueden haber en un pueblo? También me inquietaba la charla que tuve Daniela. Estoy segura de que me oculta cosas. Me pregunto cuál será la forma más apropiada de aprender más acerca de este lugar. Quedándome en casa, definitivamente no. Se me ocurrió entonces, buscar un trabajo de verano hasta que empiece las clases. De esta forma, mi madre no podría oponerse. Y además, sabe que estoy aburrida. Entonces, quedé decidida a recorrer las calles y buscar un empleo. Había un restaurante, un mercado, una librería, bares. De seguro, algo iba a encontrar. Pero... Antes debía hablar con mamá. - Me parece una buena idea - Dijo, por suerte.- Uff que alivio. Pensé que quizás, no te iba a gustar.
- No, no, Di... Al contrario. Podrás conocer gente y amigos nuevos. Te va hacer bien. Es más, puedo preguntar en mi trabajo si necesitan a alguien o saben de algún trabajo.
- ¡Guau, mamá! ¡Eso estaría genial!
- También esta tarde podemos recorrer el centro juntas y preguntar.
Quedé gratamente sorprendida. Es como cuando tienes un concepto de una persona y resulta ser aún mejor de lo que creías. Salimos a recorrer negocios y dejé mis datos en dos restaurantes y en una tienda de ropa. Debía quedar a la espera de novedades. Pero, al volver a casa, el jefe de mi madre la llamó por teléfono y le dio buenas noticias ¡Había un puesto de asistente para mí! Básicamente, era un empleo de media jornada y bajo sueldo. Consistía en hacer mandados. Ir a comprar, hacer trámites y en ocasiones, también limpiar. No me disgustaba, peor era nada. Comencé al día siguiente. Estaba en el tercer piso. Mi madre, en cambio, en el primero. Poco nos íbamos a cruzar. O eso creo. No es el el piso más lindo de todos. Pero, se debe a que hay pocas oficinas y personal en esta área. La oficina donde estoy, tiene un viejo escritorio y computadora. Todo está cubierto de tierra y telas de araña. Tendré que empezar a limpiar. Vaya a saber cuánto tiempo me lleve. Presiento que me voy a aburrir mucho aquí, si no me delegan actividades pronto. En los pasillos se puede sentir un olor a humedad proveniente de los baños, que tampoco son los más lindos que vi, pero no estoy en condiciones de quejarme. Detrás del escritorio, hay una ventana con unas persianas viejas. Me acerco para intentar abrirla, pero es inútil. Parece que no las han abierto como en veinte años. Comienzo a toser a causa del polvo que sacudí y al dar la vuelta doy un pequeño brinco de susto, al chocar con un hombre mayor de pelo canoso, que no había visto antes.- ¡Ay por Dios! Perdón. Pensé que estaba sola.- Te vi renegando con la persiana y creí que podías necesitar ayuda. Con permiso - Y la destrabó con tal facilidad, que me sentí una inútil.
- Parece que era menos complicado de lo que pensé. ¡Gracias!
- ¿Eres nueva aquí? - Preguntó con su voz ronca.
- Sí, así es. Soy Diana Fuentes. ¿Usted trabaja en este piso también?
Sólo hizo un gesto afirmativo y se fue. Parecía medio sordo. Tal vez, producto del paso del tiempo.
Ahora, con la persiana abierta, pude acercarme y apreciar la vista. Sólo se veía el baldío contigüo a este edificio, pero al menos entraba luz. Fui hasta la oficina donde tienen productos de limpieza y saqué lo necesario para reacondicionar mi área. Corrí un mueble, que parecía tener archivos viejos, y tiré la escoba al ver salir corriendo dos ratas. Salieron de la oficina, así que les perdí el rastro.Instantes después, golpearon la puerta, que obviamente dejé abierta.- ¿Y? ¿Cómo va el primer día? - Quiso saber mamá- Oh, bien... Creo. Media solitaria nada más - Opiné.
- La idea es refaccionar el piso y reacondicionar las oficinas para poder ocuparlas. Así que, no será por mucho tiempo.
- Y vendría bien llamar al exterminador de plagas también. Casi me desmayo del susto con dos ratas - Dije quejándome.
- ¿En serio? ¡Qué horror! - Dijo asqueada - Le comentaré a Fabio para que haga algo.
- ¿Quién es Fabio? - Pregunté.
- Mi jefe - Dijo, como si fuese algo obvio.
- Ah, cierto. Es que siempre te refieres a él como tu jefe. No recuerdo que lo hayas llamado así antes - Y en ese momento recordé al hombre que me ayudó con la ventana - Pensé que estaría sola acá.
- Y lo estarás, por ahora ¿Por qué?
- No. Vino un señor muy amable y me ayudó a abrir la persiana. Me dijo, o al menos, me dio a entender que trabajaba en esta área - Dije.
- Mmm... ¿Cómo era? ¿Un hombre grande y canoso, tal vez? - Preguntó.
- ¡Sí! Así era.
- Aah... Debe haber sido Leopoldo. Me pareció verlo subir por las escaleras. Quizás vino a usar el baño, porque a veces los otros están ocupados. Tal vez te vio y sólo quiso ayudarte.
- Seguramente. Ah, eso también. Los baños de acá ¡Apestan! ¡Hasta acá llega el olor a veces! - Dije quejándome.
- Jajaja. Tienes razón. También veremos qué se puede hacer - Dijo riendo - Igual, podés usar los sanitarios de abajo si necesitas ir - Miró en dirección a ellos - Hasta a mí me daría escalofríos ir.
Las horas pasaron rápido, por suerte. Pensé que para mañana, lo mejor sería traerme un libro para leer, por si volvía a tener tiempo libre. Me preguntaba cómo estará llevando la soledad mi hermana en casa. Salí de la oficina y vi a Leopoldo en la oficina de al lado. No estoy segura de qué estaba haciendo ahí, pero ya había pasado mucho tiempo sola y decidí acercarme a despedirme.- ¡Nos vemos mañana! Muchas gracias por su ayuda - Dije. Él volteó lentamente para mirarme, y respondió en voz baja- Por nada.
- Perdón que lo moleste - Estaba insistente - Pero tiene cara de saber mucho de este lugar y soy nueva en el pueblo. Quería saber si en su tiempo libre, estaría dispuesto a contarme más sobre él. Me dijeron que acá hay historias interesantes.
- Será un placer - Y me mostró su sonrisa por primera vez.
Usé las escaleras para bajar. Al ascensor no le tengo fe. Pero seguro será, hasta que me canse. Pasé por la oficina donde trabaja mi mamá, y vi a su jefe por primera vez. Parecía modelo de revista. Alto, pelo negro y lacio, barba, ojos oscuros imponentes y nariz perfecta. Ni hablar de lo bien que le quedaba el traje. Me quedé paralizada mirándolo. Mi madre nunca me había mencionado lo apuesto que era. - ¿Te ayudo en algo? - Preguntó cruzado de piernas detrás de su escritorio. Yo estaba parada en la puerta y no emitía palabras.- Sí... Me preguntaba si Iris estaba acá - No sé por qué dije su nombre, en vez de "mi mamá".
- Fue a la cocina. Perdón, ¿Nos conocemos?
- No... No creo, empecé hoy.
- Espera. ¿Sos la hija de Iris? - Y se sonrió, luciendo sus perfectos dientes blancos - No me había dicho que tenía una hija tan bonita - Por Dios ¿Escuché bien? ¿Dijo que le parezco linda?
- De seguro para "cuidarme", ya sabes cómo son las madres - Las manos me temblaban.
- Vení, por favor. Sentate. ¿Qué te parece el trabajo aquí? - Y me senté al frente de él. Podía percibir el aroma de su impregnante perfume.
- Es... Muy tranquilo. Aún no me delegan muchas actividades. Y estoy muy sola allá arriba.
- ¿Te gustaría que te cambie de lugar?
- Oh, no, no. Estoy agradecida que me hayan dado la oportunidad de trabajar acá. Lo que menos quiero es molestar.
- No es molestia. Si no estás cómoda, te puedo reubicar - Dijo, mirándome a los ojos sin parpadear, y eso más nerviosa me puso - ¿Te gustaría trabajar cerca mío? - ¿En serio dijo eso? - Es decir, en este piso.
- ¡Sí! Bah, no sé. Como usted prefiera. No estoy en condiciones de pedir nada siendo nueva. Jaja.
- Me estás ofendiendo. ¿Cuántos años crees que tengo? No me trates de usted, o te despido ahora mismo.
- Oh, lo siento. Se lo ve joven, sinceramente, lo imaginaba más gr...
- ¿Tú cuantos años tienes? - Interrumpió.
- Yo cumplo dieciocho el próximo julio.
- Bueno, soy sólo ocho años mayor que vos - ¡No puedo creerlo!
- ¡Toc-toc! - Interrumpió mi madre - ¿Me buscabas a mí?
- Emm... Sí, pensé que estarías acá - Respondí.
- Bueno, pensalo y mañana me dices - Me pidió Fabio.
- ¿Qué cosa? - Preguntó mi madre.
- Le pedí que piense en cambios o mejoras que hagan falta. Y si no está cómoda veré cómo reubicarla.
- ¡Qué atento de su parte! - Noté que mi madre no lo tuteaba. ¿Cómo se suponía que yo si lo haría?
Demoré unos instantes en salir porque en la entrada había un hombre trasladando cajas, y escuché a una secretaria decirle "Por acá, Leopoldo". ¿Había otro empleado llamado Leopoldo? Qué extraño. Salimos con mamá y nos fuimos juntas hasta casa. No encontrábamos a mi hermana por ningún lado. Cuando subí a su cuarto entendí la razón ¡Seguía durmiendo! A mi mamá no le gusta que nos quedemos durmiendo hasta tan tarde. Así que fui yo a despertarla para evitarle el disgusto.- Daniela ¡Es la una de la tarde!- ¿Qué? - Dijo con los ojos achinados - ¡Ay la m****a! - Y hundió la cabeza contra la almohada.
- ¡Nena! ¿Desde cuándo hablas así? - Nunca la escuché diciendo groserías.
- Decile a mamá que ya voy. No pude dormir bien en la noche por el dolor de ovarios.
- Está bien - Miré hacia abajo, al costado de la cama, y encontré una cadena con un dije de cruz - ¿Y esto? ¿Es tuyo?
- Sí, dame - Me la quitó de las manos - Es de una amiga. Me la dio antes de mudarnos. La llego a perder y me mata.
Mi hermana, definitivamente, no era la misma. Pero no podía cuestionarla, porque ni siquiera yo lo era. También cambié mucho. Y hoy fue prueba de ello. Nunca antes tuve tantas ganas de socializar ni me había atraído alguien mayor. Me preguntó si estará soltero. ¿Cómo hizo para llegar a ese puesto siendo tan joven? No podía dejar de pensar en él. Fui a la tienda a comprar verduras para el almuerzo, y me encontré con Erick. Después de conocer a Fabio, creo que perdí toda atracción que podría haber tenido por mi vecino. Y creo que a él le pasó igual, porque su mirada era más indiferente y apenas cruzamos unas palabras. - ¿Haciendo compras a último momento? - Preguntó- Sí, y veo que no soy la única.
- Es verdad. ¿Así que empezaste un nuevo trabajo?
- ¡Qué rápido corren los chismes por acá! Sí, así es.
- Jajaja. Ya te vas acostumbrar. ¿Cómo te fue? ¿No tuviste miedo?
- No ¿Debería tenerlo? - Me parecía una pregunta extraña.
- No, sólo preguntaba. Dicen que "asustan" a veces.
- ¿Y eso, por qué? ¿Porque es un edificio viejo acaso?
- Seguramente.
Salimos y nos hicimos compañía hasta casa. No quise quedarme con la intriga y seguí interrogándolo. - Quiero saber más. Aunque sean sólo mitos. ¿Qué es lo que pasa en ese lugar?- Jajaja. Sos insistente. Son cosas que cuentan, no puedo decirte que sean ciertas. Dicen que los guardias nocturnos se llevan los peores sustos. Que se aparece la silueta de una niña entre las cortinas. Que el ascensor funciona solo, es decir, que se abre y no hay nadie. O escuchan pasos en las escaleras. Ya sabes... Típico de edificios grandes y antiguos.
- Pobres guardias. No me gustaría estar su lugar. Debo preguntarte algo más ¿Por qué no me dijiste que conocías a mi hermana? - Sus cejas se elevaron y luego respondió.
- Pensé que ella te había contado. De hecho, estaba seguro.
Fabio Ruggerio Con veintiséis años todos se sorprenden de lo que fui capaz de lograr. Soy Licenciado en Administración de Empresas, manejo tres idiomas, soy propietario de una bodega de vinos, de veinte departamentos y de una agencia de modelos en la ciudad. Hace poco fui electo intendente de Calingasta. A decir verdad, soy quien soy en gran parte gracias a mis padres y mis abuelos. Tuve suerte de nacer en una familia adinerada e interesada en la política. Mi madre fue concejal y mi padre es un reconocido empresario además de ex diputado. En el colegio fui muy popular. Me elegían como delegado cada año y el último, fui presidente del centro de estudiantes. Pero a diferencia de lo que todos creen, no salía con todas las chicas de mi escuela. Y esto se debe a una sencilla explicación. Mi corazón le pertenecía a una sola mujer. Jimena, mi niñera.
Diana Algo raro está pasando. Puedo observar todo a mi alrededor, pero no moverme. Estoy en mi habitación, veo cada objeto con detalles. Mis sábanas, los posters de mis cantantes favoritos en la pared y el ropero con una de las puertas entre abierta.Estoy segura de que estoy despierta. Si no, no podría percibir todo con lujo de detalles. La pregunta es ¿Por qué no puedo moverme?Todavía está todo muy oscuro. Debe faltar mucho para el amanecer. Desde acá puedo ver y escuchar el sonido de las agujas de mi reloj despertador. Son las 4:15. Escucho ese tic-tac cada vez más potente y me dificulta volver a dormirme. Intento hacer fuerza para cerrar los ojos, ya que es lo único del cuerpo que me responde, para tratar de conciliar el sueño. Cuando los vuelvo a abrir, me asusta lo que veo. Hay alguien en la entrada de mi habitación, puedo ver su silueta. Parpadeo rápidamente, como si ayudara a
DianaÍbamos en auto hacia el trabajo con mamá. Pusimos la radio pero poca atención le prestábamos por nuestra conversación.- Creo que descubrí el misterio de los pasos que escuchaste la otra noche. ¡Daniela es sonámbula! - Dije mirando a mi madre.- ¿La viste?- Sí, y ya sé por qué se despierta con dolor de cabeza. La muy torpe se golpea repetidamente en la cabeza, dormida - Mi madre giró rápidamente hacia mí asombrada por mi comentario.- Por Dios. ¡Qué peligro! - suspiró - hay que hacer algo. Me preocupa que esté toda la mañana sola. Podría pasarle algo como la otra vez.- Mamá. Ella ya no es una niña. Puede quedarse sola.- ¿Pero no te das cuenta de que esto antes no le pasaba? - Me dijo, y yo volví a mirar al frente.- ¿Sabías las anécdotas de lo que pasó en el piso donde trabajo? - Quise cambiar el tema de conversación.- No. ¿De que hablas, hija?- De la mujer que masacró al marido,
Días anteriores.Daniela Ser hermana menor no es fácil. Vivo sobreprotegida, como si fuese de cristal. A veces creo que piensan que no puedo cuidarme sola. Me gustaría ser como Diana. Linda, de buen cuerpo. Independiente. Toda la ropa le queda bien. Recién ahora, estoy empezando a abandonar el cuerpo de niña y desarrollando mis rasgos de mujer. De mis amigas, soy la única que aún no tuvo su primer período. Pero según el médico al que me llevó mamá, eso está por ocurrir pronto. Quizás ahora, si le resulte atractiva a algún chico. Tengo que aprovechar que estoy en un lugar nuevo y nadie me conoce. El segundo día de mudanza me crucé con un chico muy lindo en el almacén mientras compraba. Me miró de una forma tan cautivante, que choqué con la góndola de higiene y tiré un shampoo. ¡Un papelón! Me ayudó amablemente, lo levantó y colocó en su lugar.
Diana Desperté a mitad de la noche con la boca seca y mucha sed. Entonces me levanto y me dirijo hacia cocina.Bajo las escaleras, tratando de no hacer ruido y con cuidado de no tropezar. Pues está todo muy oscuro aún. Ingreso a la cocina, pero me detengo porque está tan oscuro y yo todavía media dormida, que creo ver la silueta de una mujer sentada al final de la mesa. Se agita mi respiración por el susto, y prendo la luz. Al parecer era la interposición entre un saco colgado en la silla y un jarro en la mesa lo que dio el aspecto de esa confusa sombra. Respiro aliviada, y continúo mi camino hasta la heladera para sacar una botella de agua fresca. Mientras bebo pienso, que es todo producto de una sugestión. Guardo la botella en la heladera, y salgo de la cocina pero, al apagar la luz, ¡Tengo a alguien frente a m
DianaEntré a mi casa justo a tiempo antes de que llegase mi madre.- ¿Dani? ¿Daniela? - No obtenía respuesta - ¿Dónde estás?Revisé cocina, lavadero, baños y por último las habitaciones. Mi hermana no estaba por ningún lado. La busqué por el patio y el quincho de casa, pero tampoco pude dar con ella. ¿Había salido? En ese caso, se estaba tardando en volver. Escuché el ruido de las rejas abrirse, y pensé que si era mamá, Daniela estaría en problemas, pero... ¡Era ella! Y venía corriendo.- ¡Nena! ¿Dónde has estado? - Le grité.- No me lo vas a creer. Conseguí más información acerca de la casa - Dijo mostrando su bolso.- ¿Estás saliendo a hacer cosas mientras no estamos? A mamá no le gustará nada esto, Daniela.- Diana, no tiene por qué saberlo - Me miró como si estuviese esperando que aceptara su complicidad.- A ver
Llegué al trabajo, y ya me ubicaron una nueva oficina. Muy cerca de Fabio, por cierto. Me encuentro a sólo una oficina de distancia de la suya. Está todo impecable. Mucho más moderno. No extrañaré para nada el tercer piso. Además, aquí hay más movimiento de gente y la soledad ya no será un problema. Veo pasar desde la ventana que da al pasillo a Leopoldo, el único después de todo. Le hago seña para que entre.- Por fin te ubican en un lugar decente - Dice asintiendo con la cabeza.- Jajaja. Así es - respiré hondo y le hice la pregunta que me había planteado hacerle - Necesito preguntarle algo ¿El nombre "Atilio López", se le hace familiar? - Sus ojos se agrandaron, sorprendido por la pregunta.- Veo que has avanzado con tu investigación acerca del pueblo. Sí, claro que me es familiar. Fue un hombre de los que era mejor tenerlos de lejos. Ojo, aparentaba ser buen tipo. Era muy servicial y esta
Días anteriores.Daniela Desde que mi hermana empezó a trabajar por las mañanas, tengo mucho tiempo sola en esta casa. Limpiar me aburre. Por lo que prefiero pintar o practicar un poco de danza clásica. No volví a hablar con Erick después de lo que pasó. Pero lo extraño y me gustaría verlo. Él no tuvo la culpa. Me hace mal escuchar el sonido del silencio. Comienzo a imaginar cosas o inventar ruidos que no sé si son reales. Por ejemplo, como el sonido de los pasos de unos pies descalzos descendiendo por las escaleras. Cuando en realidad, sé que estoy sola. Por eso, es que retomé mi práctica de baile, para obligarme a escuchar música a todo volumen y olvidar la soledad del momento. Desde la ventana, que dejé abierta, descubrí que estaba siendo observada. Poco me importó, total, estoy en mi casa. No me importa tener especta