Llegamos al festival. Definitivamente, hay muchas personas y cualquiera que no conozca el sitio, podría perderse fácilmente.
- Esperemos en esos asientos - Señala mi hermana, pero justo me atrapa en medio de una especie de trance, por contemplar aquella escultura gigante del Tótem - ¿Me escuchas?
- ¿Qué? ¿Qué hay que esperar?- ¿Es joda? ¡La señal, Diana!- Ah, cierto. Perdón, me distraje.Caminamos hasta los asientos, pero alguien toma fuertemente mi brazo a mis espaldas. Del susto volteo y a propósito, descargo un golpe desde mi codo, hacia el vientre del sujeto.
- ¡Fabio! Creí que... ¡Lo siento...! << En realidad no tanto, maldito mentiroso >> - Quiere hablarme, pero se ve adolorido por mi contundente golpe, que hasta a mí me sorprende.
- Descuida - Su voz denota falta de aire - Necesito que hablemos ahora mismo.- No es un buen momento. Mejor luego - Respondí.- No te preocupes. Te esperaré - Dice mi hermana - En- Disculpe, señorita. ¿Ha visto por casualidad a una chica parecida a ella, pero más chica? - Fabio se acercó a preguntar en el stand de helados artesanales, el más cercano que estuvo a nosotras al momento de separarnos.- Claro, las vi juntas - La mujer de unos treinta dos años asiente con su cabeza mirando hacia a mí.- ¿Sabe hacia qué dirección puede haber ido esa muchacha? - Vuelve a insistir.- La verdad que no. Recuerdo haberla visto sentada, por allí - Señala el mismo banco donde acordamos reunirnos - Pero luego le serví unos helados a dos jóvenes y la perdí de vista.- Bien, muy amable de todas formas - Saluda Fabio, ella le responde con una sonrisa forzada y se aparta.- Espere. ¿Cómo eran esos jóvenes? - Consulto, con la esperanza de escuchar algo relevante.- Oh... No lo recuerdo bien. Hoy vino mucha gente ¿Sabes? Lo único que se me viene a la memoria es que no se veían como chicos agradables. Quisieron colarse en la fila. P
- Creo que hay muchas cosas que no me has contado. Tampoco tienes la obligación de hacerlo, a no ser que todavía quieras mi ayuda.- Lo sé - Suspiré - Confía en mí y te iré contando de a po... - Mis palabras se cortaron al ver a los lejos salir a Beatriz de su casa, subiéndose a su auto acompañada con un joven encapuchado y de gafas negras.Tomé a Fabio de la mano y le ordené que siguiésemos aquel coche.- Debemos ir detrás de esa mujer.- En ese juego no me voy a prender, Diana. Hay cosas más importantes. Tu hermana, recuerda.- Te pedí que confiaras en mi.- Y yo te lo pedí a ti antes.- ¡Son cosas distintas, Fabio!- Estamos hablando de confianza ¿No? Deja de resistirte a mí. Puedo notar en tu cara las ganas de romper esa pared que pusiste entre nosotros - Acaricia el costado de mi rostro con su dedo índice y logra que se me erice la piel. Cierro los ojos para tratar de contenerme - ¿No vas a decirme
La mujer se alejó de ese grupo a regañadientes, y se acercó a otra de las chicas que le faltaba una quinta integrante.- Ahora sí están los grupos completos. Prosigamos - Dijo el líder. Los jóvenes que trajeron a las muchachas les repartieron látigos a los participantes. Eran en su mayoría mujeres, habían pocos hombres. El primer grupo se apartó del resto. La chica apenas reaccionaba y decidieron apartarla un momento. - Hubo una complicación y debemos empezar con el siguiente grupo - Ordenó Nancy al resto. - Debemos hacer algo, Fabio. No lo podemos permitir. Y al parecer mi hermana es la siguiente - Expresé horrorizada. Fabio estaba perplejo. No emitía sonidos ni movimientos. Luego, respondió. - Estoy pensando. Creo que lo más inteligente será esperar a que estén a punto de comenzar.- No creo que pueda soportar verlo. Aparté la mirada hacia otro lado. Me costaba trabajo creer lo que toda esa gente era capaz de hacer. - Bien, señoras y señores. Daremos incio al segundo
- Yo... No puedo creerlo. Tuve de cerca a alguien tan cínica. ¡Juraba que era una excelente persona! - Fabio se encontraba súmamente confundido.- Te hizo verla como ella quería que la vieras - Dijo su madre, mientras le colocaba una mano en su hombro. Daniela se acercó a mí y susurró en mi oído: - Me preocupa Erick. Sé que metió la pata hasta el fondo y más allá, pero después de todo, quiso ayudarme.- Y en cierto modo, lo logró. Pero es arriesgado volver. Seguramente los policías controlarán la situación y quedará a salvo.- Eso espero.- También espero volver a verlo. Nos debe muchas explicaciones - Dije, mientras todos comenzaban a irse. Fabio se acercó a mí, disimuladamente. Me dijo al oído > y se marchó. Sólo me limité a asentir. Mi madre nos observaba y seguro me esperaba un interrogatorio en casa. O quizás, en el auto. Llegó una ambulancia, sentaron a Daniela y la revisaron. - Aparentemente, está todo bien - Dij
Después de los últimos acontecimientos, me di cuenta que perdí el miedo. O al menos, eso creía.La sombra del árbol volvió a oscurecer la habitación, pero para ese entonces, ya me estaba venciendo el sueño. Lo suficiente como para averiguar el misterio de la ausencia del viento.- Qué día de locos. ¿Verdad? - Mi madre se paró en la puerta de mi habitación antes de acostarse. Supongo que venía a darme también las buenas noches.- Ajam... - No tenia fuerzas para contestar y menos, para abrir los ojos.- Ni te imaginas lo que te espera mañana.- ¿A qué te refieres? - Pregunté con mi típica voz de dormida.- Va salir a la luz, toda la verdad. Vas a volverlo a ver. - ¿A quién? - Abrí mis ojos, pero no había nadie ahí. El silencio era absoluto. ¿Había soñado?Cuando amaneció, todo estaba muy tranquilo en casa. Desayunamos en paz y cada una empezó con sus actividades. Fui con mi madre al municipio.Una vez sentándome frente al escritorio, Fabio ingresó regalándome su irresistible sonrisa.
Diana Nos mudamos a un pueblo del interior llamado Calingasta hace una semana. Es bello, pero muy diferente a la ciudad. Colegio, compañeros, casa, vecinos nuevos. En ese orden, me produce cólicos la idea. Con diecisiete años, no es fácil dejar atrás a los amigos que tanto te costó hacer. ¿Cómo se empieza desde cero a mi edad? Sin nadie cerca en qué confiar, más que en mi pequeña hermana de trece años. Siempre, dentro de todo, nos llevamos bien. Porque cada una tenía su espacio, es decir, su propia habitación, y eso es fundamental para una buena convivencia. Excepto, cuando ella entró al secundario, y la pubertad la revolucionó. Ahí la amistad comenzó a entrar en crisis. Daniela se quiso entrometer cada vez más en mi vida. Desde revisar mi celular hasta mi ropa interior. Sí, hasta ese punto. ¿Cómo no molestarme y sentirme invadida? También cuando venían amigas a visitarme, hacía lo posible por agradarles.
DianaEstoy despertando más temprano que de costumbre. No puedo dejar de pensar en las cosas que me contó Erick y mi madre. ¿Tantos mitos pueden haber en un pueblo? También me inquietaba la charla que tuve Daniela. Estoy segura de que me oculta cosas. Me pregunto cuál será la forma más apropiada de aprender más acerca de este lugar. Quedándome en casa, definitivamente no. Se me ocurrió entonces, buscar un trabajo de verano hasta que empiece las clases. De esta forma, mi madre no podría oponerse. Y además, sabe que estoy aburrida. Entonces, quedé decidida a recorrer las calles y buscar un empleo. Había un restaurante, un mercado, una librería, bares. De seguro, algo iba a encontrar. Pero... Antes debía hablar con mamá.- Me parece una buena idea - Dijo, por suerte.- Uff que alivio. Pensé que quizás, no te iba a gustar.- No, no, Di... Al contrario. Podrás con
Fabio Ruggerio Con veintiséis años todos se sorprenden de lo que fui capaz de lograr. Soy Licenciado en Administración de Empresas, manejo tres idiomas, soy propietario de una bodega de vinos, de veinte departamentos y de una agencia de modelos en la ciudad. Hace poco fui electo intendente de Calingasta. A decir verdad, soy quien soy en gran parte gracias a mis padres y mis abuelos. Tuve suerte de nacer en una familia adinerada e interesada en la política. Mi madre fue concejal y mi padre es un reconocido empresario además de ex diputado. En el colegio fui muy popular. Me elegían como delegado cada año y el último, fui presidente del centro de estudiantes. Pero a diferencia de lo que todos creen, no salía con todas las chicas de mi escuela. Y esto se debe a una sencilla explicación. Mi corazón le pertenecía a una sola mujer. Jimena, mi niñera.