Nadir Figueiro, el único vástago de Josué Figueiro, uno de los hacendados más influyentes y prósperos de la región, era bien conocido no solo por su linaje sino también por su destreza en la cría de ganado vacuno. Las dos mil hectáreas de tierra fértil que poseía se extendían como un tapiz verde bajo el cielo abierto, albergando a más de mil cabezas de ganado.
Estos animales no solo eran el núcleo de su imperio agropecuario, sino también la fuente de una impresionante producción que superaba los tres mil litros de leche y las cinco toneladas de carne al mes, abasteciendo tanto al mercado local como al internacional. Esta vasta contribución no solo consolidaba la posición de la hacienda Figueiro en el mercado, sino que también afirmaba el estatus de Nadir como el ganadero más destacado del sur del país, cimentando así su fortuna y reputación.La fortuna de la familia Figueiro no se limitaba a la ganadería. Las tierras de Nadir también albergaban yacimientos de diamantes, en particular de rubíes, cuya extracción añadía un brillo especial al ya próspero negocio familiar. Estas gemas eran meticulosamente procesadas y transformadas en joyas exquisitas y exóticas en sus propias empresas joyeras. Al final de cada mes, las piezas se subastaban alcanzando precios estratosféricos, lo que incrementaba aún más la fortuna de los Figueiro. Este éxito convertía a Nadir en el soltero más codiciado de la región; las familias más acaudaladas lo veían como el partido ideal para sus hijas. Sin embargo, Nadir no tenía interés en matrimonios concertados ni en las distracciones del romance. Desde joven, se había fijado metas claras y ambiciosas. Su inteligencia y dedicación lo distinguían en sus estudios, y su padre no podía estar más orgulloso de los logros alcanzados por su hijo. Nadir se graduó del bachillerato con los más altos honores, liderando su promoción y dejando una marca imborrable de excelencia académica. Pero no se detuvo allí; sus resultados excepcionales le abrieron las puertas para perseguir su verdadera pasión: la Ingeniería Metalúrgica. Con una visión clara de su futuro, se dispuso a estudiar en el extranjero, aceptado en una de las universidades más prestigiosas de Alemania, donde continuaría forjando su camino hacia la grandeza. Nadir Josué Figueiro, así rezaba su nombre completo. A pesar de ser un hombre de innegable atractivo, que suscitaba suspiros allá por donde transitaba, había decidido que no se dejaría llevar por las convenciones sociales ni por la presión de su estatus. Estaba resuelto a casarse por amor, tal como lo había hecho su padre. Admiraba profundamente la relación de sus padres, que después de tantos años mantenían su amor tan fresco y vibrante como en sus inicios. Josué Figueiro había conocido a Vania en una tarde inesperada, mientras cabalgaba por los confines de la finca familiar, recién heredada tras la pérdida de sus progenitores, en un trágico accidente aéreo. Habían estado en París, presentando una joya excepcional elaborada con las piedras preciosas de sus minas, cuando su jet privado se estrelló en el viaje de regreso. Aquel día marcó a Josué con la dualidad más extrema: el dolor por la negativa a acompañar a sus padres y la culpa que le acosaba por ello, y la sorpresa del encuentro más significativo de su vida. Nadir se deleitaba cada vez que su padre narraba el encuentro con Vania. Ella galopaba con tal ímpetu que su cabellera dorada parecía una estela celestial, un ángel enviado para mitigar su dolor. Josué siempre decía que Vania era la mujer más bella que había visto jamás, y desde el momento en que sus miradas se cruzaron, con aquellos intensos ojos verdes clavándose en los suyos, quedó irremediablemente enamorado. Era natural que Nadir fuera un hombre de notable hermosura, heredero de la gracia y el atractivo de sus padres. Al igual que su padre, abrigaba la esperanza de que, algún día, el amor irrumpiera en su vida de manera inesperada y maravillosa. La finca “Los Figueiro,” era un reflejo de la alegría y la felicidad que emanaban de sus dueños, una prosperidad que se extendía generosamente a las familias de los obreros que trabajaban para ellos. Estas familias vivían en un pequeño poblado construido por la misma mano benefactora de Nadir, convirtiéndose en objeto de admiración y envidia para todos en las millas a la redonda. La mañana había despertado con una ligera humedad en el aire, pero la vida en la mansión seguía su curso tranquilo y sereno. El cielo despejado se extendía en un azul intenso, realzando la belleza del día. Los ojos azules de Nadir, reflejando aquel cielo, brillaban con un fulgor especial, un destello que evidenciaba la dicha que sentía al vivir en aquel lugar idílico. La felicidad lo inundaba al compartir su existencia con sus amados padres en la finca, un lugar que consideraba insustituible y que formaba parte inseparable de su ser.A la hora del almuerzo, Pastora, el ama de llaves, anuncia que ya está servido. Allí siempre se reúnen con mucho amor Vania, Josué y Nadir, nunca faltan a esta cita, les gusta mucho compartir en la mesa.—Es un regalo de la vida un día así tan hermoso, ¿verdad padre? —comenta Nadir, admirando el paisaje a través de la amplia ventana. —Lástima que hoy se anuncia una tormenta y ya se vislumbra en el horizonte.—Así es hijo, ya sabes cómo es esta temporada. Amanece un sol radiante y en un instante todo cambia —responde su padre con una voz serena, mientras degusta el exquisito manjar que tienen delante.—No me agradan estos cambios bruscos —manifiesta Vania, observando con cierta inquietud el cielo desde el gran ventanal. Las tormentas siempre le han causado temor.—No te preocupes querida, aseguraremos bien las puertas. No tienes que temer, y ambos estaremos aquí —le asegura su esposo con ternura, acariciando su mano.—Sí, mamá. Te cuidaremos muy bien —asegura Nadir acercándose y depositando un beso en su mejilla—. Nos tienes a nosotros que no dejaremos que te pase nada.—Gracias, hijo —susurra ella con voz tenue. Para distraerla de la inminente tempestad, comienzan a relatar historias chistosas, logrando que Vania olvide momentáneamente cómo el cielo se va tiñendo de gris. La comida transcurre entre risas y anécdotas, creando un ambiente cálido y familiar. Al terminar, Vania se retira junto a su esposo para cumplir con la tradición de la siesta. Nadir, sin embargo, permanece despierto, preocupado por cómo el día se va ensombreciendo. Más de dos horas después, empieza una llovizna fina y persistente. Los pastores se apresuran a reunir el ganado para protegerlo en un lugar seguro, pues saben que cuando la lluvia arrecia, el río que bordea las fincas por estos lares suele crecer y tornarse peligroso. Nadir supervisa y acompaña a los trabajadores en sus labores. Al caer la tarde, la lluvia se intensifica hasta convertirse en un aguacero torrencial acompañado de truenos estruendosos y ráfagas de viento. Su padre asoma por la puerta de la casa y lo llama con urgencia.—Nadir, hijo, por favor avísale a Sergio que le diga a los pastores que no salgan más. Las reses restantes se recogerán mañana —pidió el padre con urgencia.—Entendido, papá. Ya les había advertido, pero sabes cómo son, no les gusta dejar el trabajo a medias —respondió Nadir, preparándose para volver a montar.—Lo sé, pero con tantos truenos y relámpagos es peligroso estar a caballo. Podría ser muy riesgoso para ti. Así que no te demores. No me agrada la idea de que estés afuera con este tiempo y te necesito aquí —añadió el padre.—Sergio, papá dice que no salga nadie más. Que lo que queda de las reses se recogerá mañana —comunicó Nadir al capataz, quien se esforzaba por encerrar a las vacas alarmadas por los truenos. —¿Me escuchaste, Sergio? —insistió al notar la distracción del hombre en su labor. —La tormenta es muy intensa y no queremos accidentes. Hay demasiados rayos y truenos, nadie debe salir.—Claro, mi niño —respondió finalmente Sergio García, el capataz y hombre de confianza de Josué. —Lo comunicaré de inmediato. No te preocupes, todos estarán a salvo al regresar. Nadir observó un momento a Sergio. El hombre, de cabellos canosos y avanzada edad, había trabajado en la finca desde tiempos de sus abuelos y le tenía un gran cariño. A pesar de su edad, su fortaleza y responsabilidad eran incuestionables y había sido un gran maestro para Nadir, quien lo consideraba casi como parte de su familia.—Nadir, hijo mío —llamó nuevamente el padre desde la casa. —Ven a ayudarme con estos ventanales, siempre me cuesta trabajo cerrarlos bien.—Ya voy, papá —contestó Nadir mientras aseguraba a su caballo antes de correr en ayuda de su padre.—Una vez terminemos aquí, debemos asegurar los ventanales de las habitaciones. Tu madre teme mucho a las tormentas —explicó el padre.—¿Mamá siempre ha tenido miedo a las tormentas? —preguntó Nadir, curioso.—Sí, es un miedo que tiene desde niña. Se aterra con los truenos, por eso intento estar en casa cuando hay tormentas. No me gusta que esté sola—respondió su padre, mientras la lluvia se intensificaba hasta el punto de que apenas podían ver el exterior.—Papá, la lluvia es muy fuerte, apenas se ve algo afuera —observó Nadir, preocupado.—Es verdad, hijo. Hacía años que no veíamos una tormenta de esta magnitud. Sube y espérame allí; voy a buscar a tu madre, hace rato que no la veo—dijo con preocupación.—¿Crees que se haya escondido? —preguntó Nadir con seriedad, odiaba ver a su madre asustada.Subieron y Josué comenzó a buscar a Vania con desesperación. Al no encontrarla en los espacios comunes, entró en su habitación matrimonial.—¿Amor, estás aquí? Dime dónde estás para que no estés sola —llamó con ternura.Sin respuesta, recordó que una vez la había encontrado en el closet. Al abrirlo, la encontró acurrucada en un rincón. Se inclinó y la abrazó, animándola a salir.—¿Qué haces aquí? Te prometí que volvería pronto. Dame la mano, salgamos. Estamos aquí para ti —dijo con voz calmada. De repente, la voz de Sergio interrumpió el momento.—Patrón... patrón...—Quédate con mamá, yo me encargo —dijo Nadir rápidamente, y bajó corriendo para encontrarse con un Sergio visiblemente alterado. —El patrón está con mamá, ¿qué sucede?—Es el caballo semental, no sé cómo se soltó y se escapó hacia el río. Debemos ir por él, pero como el patrón ordenó no salir por la tormenta, vine a pedir instrucciones.—¡Ese caballo no lo podemos perder, o estaremos en serios problemas! ¡Vamos ahora mismo! Después yo le digo a papá Montados en sus caballos bajo la intensa lluvia, no les tomó mucho llegar a la orilla del río donde vieron al semental intentando cruzar hacia el otro lado para reunirse con unas yeguas. Los pastores, con destreza, capturaron al animal con sus lazos. Nadir estaba a punto de dirigirse de vuelta cuando, al otro lado del río, una figura cautivadora captó su atención. Una joven de gran belleza lo observaba con ojos desmesuradamente abiertos, como si dudara de la realidad de su presencia. En ese instante, su caballo se encabritó justo cuando un relámpago cortó el cielo seguido por el estruendo de un trueno, iluminando la silueta de la mujer con una claridad sobrenatural antes de que ella se esfumara en la oscuridad.—¡Nadir... niño... vamos! —lo llamó Sergio desde lejos—. ¡Es muy peligroso quedarse bajo esta lluvia!—¡Ya voy, Sergio! ¡Ya voy! —respondió Nadir, alzando la voz mientras su mirada barría el lugar donde había visto a la joven, buscando alguna señal de ella. Pero no había nada más que la cortina de lluvia. ¿Había sido real o solo una visión producto de la tormenta? Se preguntaba mientras espoleaba a su caballo y emprendía una carrera frenética hacia su hogar.Se queda paralizada al ver la increíble visión del joven más hermoso que sus ojos han visto del otro lado del río, montado en un imponente caballo que se para en dos patas, al tiempo que un relámpago seguido de un rayo ilumina todo alrededor. Aunque quiere no puede apartar sus ojos de los azules del joven que la mira fijamente, como si ella fuera una visión. Al fin reacciona y corre a esconderse detrás de un matorral, junto a su caballo. Cuando vuelve a asomarse, la imagen del joven vaquero la deja estupefacta. No está segura si lo que ve es real o su imaginación. Lo cierto es que la hermosa visión del apuesto joven vaquero hace que su corazón salte acelerado y le alivie un poco el dolor de lo que no hace mucho vivió.Unos momentos antes… Baja despacio por las escaleras de la habitación en que la ubicaran después que llegara del aeropuerto a la casa de su padre. Todo le parece extraño y atemorizante. ¿A dónde he venido a parar?Se pregunta en lo que camina por el salón.Por favor d
Nadir se encuentra concentrado tratando de organizar todos los papeles de la matrícula que deberá entregar, cuando un fuerte golpe hace que se le caigan desparramados por el piso.—Perdón, perdón, no lo vi, no lo vi —dice la voz de una chica en alemán, se gira despacio para decirle que no hay problemas. Y no puede creer lo que ven sus ojos.—¡¿Tú?! Ambos se han quedado mirándose fijamente, con la boca abierta. Lianet reacciona y se agacha a recoger los papeles, pero Nadir lo hace muy rápido mientras con tono fuerte le dice.—Gracias, pero no hace falta que me ayude, parece que usted es mi maldito karma, ¿es que acaso vas a aparecer siempre en mi vida para echarlo a perder? —pregunta furioso.—Perdón, pero usted estaba entretenido —contesta Lianet entregándole con mala forma un papel— y en todo caso es usted el que me trae mala suerte. Disculpe y adiós —da la espalda y se marcha hablando sola—. Habrase visto qué hombre de tan mal carácter, de seguro no le enseñaron buenos modales, ten
Los gritos de la señora Rosario retumban por toda la casa, y Lianet los escucha aterrada desde el establo Se había entretenido acariciando a su caballo en lo que pensaba en dónde estaría su papá y cuando regresaría. Corre hasta aparecer delante de ella en el gran salón de la casona.—Diga, se…,señora Rosario — tartamudea casi en un susurro bajando la cabeza temblando del miedo que le tiene, en lo que piensa, “sí que es una bruja y sin papá aquí para que me defienda, ¿qué será lo que me va a hacer?”—¡Levanta ya esa cabeza! ¿Es que acaso las trenzas te pesan mucho? ¡Porque juro que si no me respondes con la verdad, te las voy a cortar! ¿Me escuchas? ¡Te las corto! —Rosario la mira con odio pensando que ella es el motivo de la desaparición de su esposo. —Así que piensa bien lo que vas a responder antes de hablar, porque sin más te corto estas largas trenzas que de verlas me dan asco, sabe dios cuántos bichos se andan ahí, ¡cochina piojosa y andrajosa! Lianet levanta la cabeza con gan
La voz llamándola hace que abra los ojos. Recoge todas sus cosas que había dejado a su lado en el piso mientras escucha cómo pronuncian su nombre una y otra vez por los altavoces. Hasta que al fin logra avanzar y responder.—¡Lianet Limonta..., Lianet Limonta...! —sigue insistiendo en su llamado la voz del encargado, levanta su mano para que la vea y deje de gritar. —Lianet Limonta por favor, acérquese a la recepción. Lianet Limonta...—¡Aquí, señor! ¡Yo soy Lianet Limonta! —dice acercándose de nuevo al mostrador sin dejar de sentir la mirada del espía posada en ella. —Soy Lianet Limonta, señor.—Tome, este es su apartamento, siga las indicaciones y lo encontrará —le indicó amablemente el encargado.—Muchas gracias. —Al fin se voy a quitar al espía de encima. Piensa, tomando todas sus cosas para marcharse, cuando escucha. —Lianet, espere un momento para darle las asignaturas.— ¡Diantres, todavía tengo que aguantar a ese tipo! —Señorita Lianet, ¿me escuchó? Espere un momento por fav
Retrospectiva.El teléfono sonó y Lianet respondió, esperando que fuera su madre para confirmar los detalles de su llegada. Sin embargo, las palabras que escuchó fueron diferentes a las que esperaba. —Linda es mamá —dijo su madre al otro lado de la línea. Lianet sintió un nudo en el estómago. Su madre no podría llegar a tiempo para su graduación, algo que habían acordado previamente.—¿Cuándo llegas? —preguntó Lianet, confundida y decepcionada.—De eso se trata, cariño. No me liberaron y me asignaron una competencia muy importante ese día. ¿Me perdonas? —explicó su madre. Lianet se sintió frustrada y herida. Había confiado en que su madre estaría allí para ella en ese día especial. —¡Mamá me lo había prometido! ¡Seré la única estudiante sola en su graduación! —exclamó Lianet, con lágrimas en los ojos. Su madre primero guardó silencio y luego con un suspiro que no se le escapó a su hija, intentó consolarla.—No, cariño, hablé con tu padre y dijo que iba a ir —dijo su madre, tratan
Me quedo de una pieza viendo como el espía abre justo la puerta del apartamento frente al mío, sin dejar de mirarme sonriendo. Tomo las cosas y entro en el mío furiosa. ¡Esto es demasiado, esa bruja tuvo que averiguar todo! De seguro mi medio hermano entró en mi computadora y le dio todas las informaciones al espía. ¡Dios papá! ¿Por qué tuviste que casarte con esa bruja y no con mi madre? De seguro lo engañó, papá no es malo, solo tuvo mala suerte al casarse con esa mujer del demonio. Manuel Limonta, es el dueño de la finca “El Potrillo''. No tan beneficiada con las riquezas como la finca “Los Figueiro”. Pero tampoco era mala, sin embargo, su dueño, Manuel Limonta, se dedicaba a la cría de ganado, en especial de caballos de pura sangre. En sus primeros tiempos se desarrolló como una finca muy prometedora y relevante en el mundo de los caballos, llegó a ser la mejor del este del país. La abundancia de dinero con el que, de pronto se vio Manuel, lo hizo perder la cabeza. Envuelto e
Rosario lo miró directo a los ojos y se dio cuenta de que esta vez su padre no estaba jugando. Se había cansado de sus locuras, estaba decidido a botarla de la casa si no lo obedecía, por lo que bajó la cabeza y decidió aceptar, no se imaginaba su vida sin dinero y en la calle. Ya se le ocurriría algo de como escapar de eso, pensó.—Si papá, entiendo, haré lo que digas —aceptó sumisamente con la voz muy baja, haciendo que su padre sonriera satisfecho.—Así es como debes comportarte. Ah, una última cosa y muy importante.—¿Qué es?—Tienes que lograr que Manuel Limonta crea, que esa barriga es de él, no sé cómo lo vas a hacer, pero debes hacer que él confíe en ti, aunque en eso te cueste la vida, ¿entendiste?—Sí, papá, entiendo —respondió pensando que ni loca se acostaba con ese borracho. Al salir Rosario del despacho de su papá, dió un fuerte portazo. No quiere casarse con Manuel Limonta, quiere a su capataz, pero no le queda de otra cuando su padre dice algo, hay que cumplir porque
Lianet y Nadir se quedaron mirándose fijamente, sin poder creer que iban a vivir precisamente uno enfrente del otro. En los ojos de ella había sorpresa, confusión y miedo, algo que no pasó desapercibido para Nadir, quien también estaba sorprendido por la coincidencia. Aunque por un lado le desagradaba, en lo más profundo de su ser le gustaba mucho.Una leve sonrisa se formó en sus labios, mientras sin apenas darse cuenta de lo que hacía, se pasó la lengua por los labios mientras recorría a Lianet con la mirada. Al ver esto, ella se apresuró a abrir la puerta, recoger todas sus cosas sin dejar de ser observada atentamente por Nadir. Entró a su habitación cerrando la puerta de un tirón y puso el cerrojo asustada. No, no, no, esto no puede estar pasándome a mí. ¿Qué he hecho de malo en esta vida para merecer esto? Siempre me he esforzado al máximo para no darle dolores de cabeza a mi madre, viendo lo mucho que ella se esfuerza para pagar mis estudios. No podía defraudarla y estudié tant