El teléfono sonó y Lianet respondió, esperando que fuera su madre para confirmar los detalles de su llegada. Sin embargo, las palabras que escuchó fueron diferentes a las que esperaba.
—Linda es mamá —dijo su madre al otro lado de la línea. Lianet sintió un nudo en el estómago. Su madre no podría llegar a tiempo para su graduación, algo que habían acordado previamente.—¿Cuándo llegas? —preguntó Lianet, confundida y decepcionada.—De eso se trata, cariño. No me liberaron y me asignaron una competencia muy importante ese día. ¿Me perdonas? —explicó su madre. Lianet se sintió frustrada y herida. Había confiado en que su madre estaría allí para ella en ese día especial. —¡Mamá me lo había prometido! ¡Seré la única estudiante sola en su graduación! —exclamó Lianet, con lágrimas en los ojos. Su madre primero guardó silencio y luego con un suspiro que no se le escapó a su hija, intentó consolarla.—No, cariño, hablé con tu padre y dijo que iba a ir —dijo su madre, tratando de calmarla. —Me lo prometió cariño, esperalo.—¿En serio? —Lianet se mostró escéptica—. Vamos a ver si lo cumple. Ese es otro que se olvida que tiene una hija con quien debe cumplir —respondió Lianet, con resentimiento.—Hija, no te molestes por favor. Sabes que lo hago porque quiero mandarte a esa universidad que quieres en Alemania —dijo su madre, intentando explicarse—? Es mucho dinero hijita. Lianet se disculpó, sintiéndose culpable por su reacción. Es verdad, puedo estudiar en cualquier universidad del país, pero tiene obsesión con ir a estudiar a esa universidad en Berlín. —De acuerdo, mamá. Discúlpame, ¿sí? Sabes que te amo con todo mi corazón —dijo Lianet, sinceramente arrepentida. —Lo sé y yo también, hija. Te adoro, nunca lo olvides —dijo su madre, con ternura.Lianet prometió recordarlo. —No lo haré —prometió —. ¿Estás segura de que papá dijo que vendría? —preguntó Lianet, con una mezcla de esperanza y duda. Su madre le aseguró que su padre había prometido estar presente. Que está vez era diferente, que estaba muy interesado en ser parte de su vida. —Sí, me lo ha prometido. Estará allí —insistió su madre al sentir la desconfianza en la voz de su hija —. Va a estar ahí y en tu vida a partir de ahora Lianet. Dale un voto de confianza. Lianet escuchó a su madre como tantas otras veces que le decía eso, y para complacerla con un poquito de esperanza, decidió aceptarlo, aunque con cierta incredulidad.—Está bien, eso es algo para variar. Después veremos si es verdad —dijo Lianet, con un tono escéptico. Su madre le informó sobre los planes para las vacaciones. Algo en lo que la sintió titubear un poco, pero era como que estaba decidida a que Lianet forjara una relación más cercana con su padre.—No, hija. Tú te irás como te lo prometió tu padre, a pasar las vacaciones con él en su finca —dijo su madre. Lianet se sintió un poco decepcionada por no poder ver a su madre antes. Y vería que eso que le decía era verdad, no era la primera vez que su padre le prometía eso y nunca sucedía.—¿Y no te voy a ver antes? —preguntó Lianet, con una pizca de tristeza en su voz. Su madre le explicó que no podría hacerlo.—Lo siento, hija. No puedo —respondió su madre, apenada. Lianet aceptó la situación, desde que tenía uso de memoria, su madre viajaba los países en las competencias dejándola con sus amistades, y esta no era diferente. Todo era su culpa, desde que le dijo que quería ir a esa Universidad, su madre comenzó a participar en cuanta competencia le pagaban buen dinero para acumular para su escuela, así que debía resignarse a que no estuviera en su graduación. —Está bien, mamá. No hay problemas. Ya tendremos tiempo para nosotras. Aunque no me gusta la mujer de papá, me las arreglaré para pasarla bien esos dos meses antes de irme a Alemania, será lindo estar con papá. Un beso, tengo clases —dijo Lianet, tratando de mantener el optimismo.—Un beso, hija. Y nunca olvides que todo lo que hago en mi vida es por ti, que te amo más que a mí misma, y que haga lo que haga, lo hago pensando en ti. Te amo, hija. Eres lo mejor que me ha pasado en mi vida. Jamás me arrepentiré de haberte tenido. ¿Me escuchas? Nunca lo olvides, hija —dijo su madre, con emoción en su voz. —Y por una vez en tu vida hazme caso y confía en tu padre, él es bueno a pesar de que no estuvo contigo, no es su culpa hija. Lianet notó algo extraño en la voz de su madre. De pronto tuvo la intuición de que ella se estaba despidiendo, como si no la fuera a ver en dos meses como planearon. —¿Mamá, estás bien? —preguntó Lianet, preocupada.—Sí, sí, hija, solo me siento un poco melancólica porque no podré estar en tu graduación. Tenía tantas ilusiones puestas en ese día —dijo la madre de Lianet, con un tono de tristeza en su voz. —Ya te mandé tu hermoso vestido, ese que tanto de gustó. Y Lianet, prométeme que serás feliz.—No te preocupes, mamá —Lianet trató de consolarla.— Me esforzaré al máximo y seré la mejor en la universidad para que te sientas orgullosa de mí cuando finalmente puedas asistir a una graduación. ¿De acuerdo? —respondió Lianet, con determinación y cariño. No te entristezcas mamá, la próxima estarás presente. Hubo un breve silencio en que Lianet pudo escuchar claramente que su madre estaba llorando y se sintió culpable por haberla hecho sacrificarse de esa manera. —Mamá, perdóname, no tengo que ir a esa universidad, puedo escoger otra más barata.—No, no hija, solo estoy triste porque no podré estar contigo, no me hagas caso. Ve a tus clases por ahora y luego hablamos. Cuídate mucho y confía en tu padre. Él te ama de veras —dijo su madre, deseándole lo mejor. Lianet asintió, sabiendo que su padre siempre había estado presente a pesar de sus ausencias.—Lo sé, mamá. Aunque desaparezca a veces, sé que me ama. Chao y que te vaya bien en todo. Un beso —se despidió Lianet, colgando el teléfono con un sentimiento de preocupación por su madre. Algo no estaba bien con ella, pobrecita, siempre trabajando para darme lo mejor. Luego, Lianet decidió llamar a su padre para hablar sobre la graduación. Quería asegurarse de que iba a estar para ella, no quería ser la única que no tenía a nadie. —Hola, padre. ¿Viniste a mi fiesta de graduación? ¡Qué bueno! —exclamó Lianet, emocionada al escuchar que su padre estaría allí. —Pensé que mamá me estaba engañando y que no era verdad.—Ya estoy aquí hija —, Su padre respondió con algo de emoción en lo que avanzaba hacía ella que corrió feliz a abrazarlo.—Papá, qué bueno que viniste.—Hija, por nada de este mundo me perdería tu graduación. Vamos, acaba de prepararte. Ya nos vamos —dijo su padre, evitando el contacto visual de Lianet. —Tú madre no me lo perdonaría si llegamos tarde. Lianet notó algo extraño en su padre. ¿Por qué esquivaba su mirada? Sin embargo, decidió no darle mayor importancia y recordó un momento especial entre ellos. —No sabía que eras tan sentimental, papá. Recuerdo que te emocionaste mucho cuando me viste ese día. Incluso te vi limpiarte unas lágrimas cuando llamaron a todos los mejores graduados de este curso —comentó Lianet, recordando con cariño aquel momento. Su padre sonrió, tratando de disimular su emoción. A Lianet le parecía que hacía un enorme esfuerzo por ocultar una tristeza, pero él siguió la conversación en tono jovial.—Ja, ja, ja... Bueno, todos tenemos nuestro lado sensible. Estoy orgulloso de ti, hija. Ahora, prepárate para tu gran día —dijo su padre, intentando cambiar de tema —. Y no te preocupes, a partir de hoy siempre me tendrás a tu disposición, confía en mi hija. Lianet sonrió, sintiéndose reconfortada por las palabras de su padre. Aunque no dejaba de ver y sentir que algo pasaba con él.—Gracias, papá. Me siento afortunada de tenerte a mi lado. Nos vemos pronto —dijo Lianet, emocionada por la graduación que se acercaba. Con renovada energía y la certeza de que su papá la apoyaba, Lianet se preparó para enfrentar el día con entusiasmo y determinación. Cuando la hora llegó y los nombres comenzaron a sonar, miró a su padre llamando a alguien por teléfono en lo que se limpiaba las lágrimas, sin dejar de mirarla. ¿Qué le sucedía y con quien podría estar hablando? A lo mejor era su mamá. Se llama para que suban al frente los mejores graduados de este curso:“Kiara Rey, Antony Ben, Sara Cruz” —seguía el locutor nombrando a todos. Aplausos resonaron en el auditorio. —Y como la más integral de este curso, ¡Lianet Limonta! —Aplausos y más aplausos. — Y ahora las palabras de la mejor graduada La emoción se palpaba en el ambiente, y su padre, no pudo contener su alegría al verla recibir el reconocimiento. Se acercó a ella y la abrazó con fuerza.—¡Bravo, hija! ¡Así se hace! —exclamó emocionado, abrazándola— Ve, tu madre estaría muy orgullosa de ti, al igual que yo. Lianet sonrió, agradecida por las palabras de su padre. Y extrañó la alegría de su madre, pero no dijo nada.—Gracias, papá —respondió con gratitud, mientras avanzaba decidida hacia el podio. Aunque sentía nervios por hablar en público, sabía que debía hacerlo como la mejor graduada. Tomó el micrófono y miró a la multitud expectante. —Buenas tardes a todos —comenzó Lianet, su voz temblorosa pero llena de determinación—. No sé por dónde empezar, pero quiero expresar mi profundo agradecimiento a mi madre por haberme guiado por el buen camino y por ser una madre maravillosa —y miró el teléfono que su padre mantenía grabando—. También quiero agradecer a mi padre, quien siempre se preocupó por mí a pesar de la distancia y hoy me acompaña en esta graduación. Agradezco a mis profesores y amigos, quienes me brindaron apoyo y ánimo en momentos difíciles. ¡Felicidades a todos por obtener este título! ¿Están listos? Lianet levantó su capellini y los demás alumnos hicieron lo mismo. En un gesto de celebración, los lanzaron al aire mientras gritaban de alegría. El auditorio se llenó de risas y júbilo.Fin de la retrospectiva.
Lianet suspiró recordando, fue un gran día. Al fin dan el aviso de que pueden ir a buscar sus respectivos apartamentos, Luego de muchas vueltas por la Universidad, lo encuentra. Saca la llave que le dieron, abre la puerta y justo cuando se inclina para tomar su maleta, ¡No puede creer lo que ven sus ojos! Justo en frente de su apartamento ve unos ojos azules y una sonrisa de ensueño.
—¡Esto es el colmo!Me quedo de una pieza viendo como el espía abre justo la puerta del apartamento frente al mío, sin dejar de mirarme sonriendo. Tomo las cosas y entro en el mío furiosa. ¡Esto es demasiado, esa bruja tuvo que averiguar todo! De seguro mi medio hermano entró en mi computadora y le dio todas las informaciones al espía. ¡Dios papá! ¿Por qué tuviste que casarte con esa bruja y no con mi madre? De seguro lo engañó, papá no es malo, solo tuvo mala suerte al casarse con esa mujer del demonio. Manuel Limonta, es el dueño de la finca “El Potrillo''. No tan beneficiada con las riquezas como la finca “Los Figueiro”. Pero tampoco era mala, sin embargo, su dueño, Manuel Limonta, se dedicaba a la cría de ganado, en especial de caballos de pura sangre. En sus primeros tiempos se desarrolló como una finca muy prometedora y relevante en el mundo de los caballos, llegó a ser la mejor del este del país. La abundancia de dinero con el que, de pronto se vio Manuel, lo hizo perder la cabeza. Envuelto e
Rosario lo miró directo a los ojos y se dio cuenta de que esta vez su padre no estaba jugando. Se había cansado de sus locuras, estaba decidido a botarla de la casa si no lo obedecía, por lo que bajó la cabeza y decidió aceptar, no se imaginaba su vida sin dinero y en la calle. Ya se le ocurriría algo de como escapar de eso, pensó.—Si papá, entiendo, haré lo que digas —aceptó sumisamente con la voz muy baja, haciendo que su padre sonriera satisfecho.—Así es como debes comportarte. Ah, una última cosa y muy importante.—¿Qué es?—Tienes que lograr que Manuel Limonta crea, que esa barriga es de él, no sé cómo lo vas a hacer, pero debes hacer que él confíe en ti, aunque en eso te cueste la vida, ¿entendiste?—Sí, papá, entiendo —respondió pensando que ni loca se acostaba con ese borracho. Al salir Rosario del despacho de su papá, dió un fuerte portazo. No quiere casarse con Manuel Limonta, quiere a su capataz, pero no le queda de otra cuando su padre dice algo, hay que cumplir porque
Lianet y Nadir se quedaron mirándose fijamente, sin poder creer que iban a vivir precisamente uno enfrente del otro. En los ojos de ella había sorpresa, confusión y miedo, algo que no pasó desapercibido para Nadir, quien también estaba sorprendido por la coincidencia. Aunque por un lado le desagradaba, en lo más profundo de su ser le gustaba mucho.Una leve sonrisa se formó en sus labios, mientras sin apenas darse cuenta de lo que hacía, se pasó la lengua por los labios mientras recorría a Lianet con la mirada. Al ver esto, ella se apresuró a abrir la puerta, recoger todas sus cosas sin dejar de ser observada atentamente por Nadir. Entró a su habitación cerrando la puerta de un tirón y puso el cerrojo asustada. No, no, no, esto no puede estar pasándome a mí. ¿Qué he hecho de malo en esta vida para merecer esto? Siempre me he esforzado al máximo para no darle dolores de cabeza a mi madre, viendo lo mucho que ella se esfuerza para pagar mis estudios. No podía defraudarla y estudié tant
Ismael, se queda observando a su amigo por un momento. Nunca antes lo había visto tan descontrolado, lo cual es totalmente opuesto a su personalidad tranquila y calmada. Se da cuenta de que la situación con la chica del aeropuerto ha sacado a Nadir de su zona de confort y está afectando su equilibrio emocional.—Es tu idea, hermano —dice Ismael, quien nunca antes había visto a Nadir de esa manera—. A lo mejor la chica simplemente tiene un malentendido.—¡Eso! Puede ser que tengas razón, ¿sabes por qué? Me dijo que dejara de perseguirla y me preguntó si yo soy un espía —explica Nadir, confundido por la actitud de la chica—. Ella parece creer eso, y me tiene totalmente confundido.—¿Espía? ¿Qué quiere decir con espía? —pregunta interesado en la conversación Ismael —Hermano cálmate, tal vez te está confundiendo con alguien más. Eso sucede bastante a menudo, y con el encuentro tan emocionante que tuvieron... ja, ja, ja... aún más, ja, ja, ja... —responde Ismael, riendo.—¡Deja de reírte!
A la mañana siguiente se despiertan ante el insistente timbre del teléfono de Lianet, miran observando todo a su alrededor todavía medio dormidas. Lianet y Nina se miran una a la otra y entonces se dan cuenta de donde están. Lianet salta de la cama enseguida en lo que apremia a su compañera.—Vamos Nina, apresúrate o llegaremos tarde a nuestro primer día de clases, tenemos que ser las primeras en llegar —habla mientras toma todas sus cosas para dirigirse al baño.—Anda tú, yo dormiré un poco más, yo no soy puntualita —contesta Nina, con voz adormilada y se da la vuelta tapándose de nuevo con la sabana. —¡Ah, no, señorita! —exclama Lianet. —¡Aquí no! ¡Vas a ser puntual conmigo! ¡Levántate! Dijiste que éramos hermanas, y que me enseñarías de la vida. De acuerdo, pero dejarás que te enseñe lo que es ser una buena alumna. Así o te levantas o te levanto con un cubo de agua fría. Si quieres ser mi hermana, tienes que cumplir con todas las reglas de la Universidad — dice Lianet tirando
Le pregunta Nina por lo bajo mirando de hito en hito a los dos jóvenes de atrás, que se han quedado sin saber que hacer o qué decir, y tal parece que le van a contestar a Lianet, pero en ese momento entra el profesor, y ellos se acomodan visiblemente incómodos en sus puesto. —Buenos días, estudiantes, todos a sus puestos — se escucha la voz del director de la Universidad.—Buenos días —responden todos.—Estimados estudiantes, me complace recibirlos en nuestro centro, espero que todos ustedes tengan una provechosa estancia y aprovechen para estudiar, porque esta generación que se graduará dentro de cinco años, va a ser muy privilegiada , porque su graduación coincide con el centenario de esta Universidad. Todos aplauden asombrados de esta noticia de la que nadie tenía idea. Y siguen hablando de todo lo que van a aprender en su carrera, y del futuro brillante que se les abrirá al terminar. En tanto que Nadir no ha podido escuchar una sola palabra de todo, absorto en contemplar a
Nina suelta un grito digno de una película de terror, pero en lugar de encontrarse con un monstruo, se topa con un cuerpo escultural que la salva de caer al suelo. ¡Menudo giro inesperado! Resulta que mientras estaba distraída con Lianet, tropezó con un apuesto joven que apareció de la nada. ¿Quién se iba a imaginar que un simple tropiezo podría llevarla a los brazos de un chico tan guapo? Él, sin perder la compostura, la sujeta por la cintura para evitar una caída épica. Y ahí están, mirándose fijamente a los ojos como si fueran protagonistas de una escena de película romántica. Nina se ruboriza y trata de disimular su emoción con una amplia sonrisa, aunque por dentro está como una montaña rusa emocional.—Perdón, perdón… no te vi, te pido disculpas —balbucea Nina, sin poder apartar la mirada del extraño que ha despertado sensaciones desconcertantes en ella. ¿Quién se creerá este chico para hacerla sentir cosas con solo tocarla?—Ja, ja, ja… tranquila, hermosa. Solo fue un tropiezo
Ismael no puede evitar soltar una risita ante la situación en que se encuentra Nadir en estos momentos. "Esto se está poniendo más interesante de lo que pensaba", piensa mientras observa a Cindy tratando de aferrarse a Nadir y a éste intentando escapar de sus garras. Cindy gira pavoneándose con su lindo cuerpo delante de Nadir, vestida con un atuendo rojo que resalta sus curvas. La condenada es linda, a Ismael casi se le sale la baba, todo lo contrario de Nadir que la mira con indiferencia. Será lo más linda que sea, pero a él no le gusta. Observa cómo mueve las caderas y sonríe mirando a Ismael, quien no aparta sus ojos de su llamativo conjunto y su cabello casi blanco peinado a un lado, haciéndola lucir aún más bella. Ismael está paralizado, hipnotizado ante tanta belleza, pero se da cuenta de que alcanzarla le va a ser extremadamente difícil. Sin embargo, nunca se dará por vencido, se dice a sí mismo sin dejar de mirarla. "Tengo que hacer una estrategia, ya sé que mi hermano ni