En ese instante, Lianet tuvo una revelación. Desde el momento en que su padre había llegado a Alemania con el corazón roto, ella había crecido en fortaleza sin siquiera darse cuenta; como si un sexto sentido le hubiera advertido que debía convertirse en el pilar de su padre. Y así lo haría, decidió con una determinación férrea. Cuidaría de su padre con todo el amor que pudiera dar, sería su refugio y su consuelo, su faro en la oscuridad. En ese compromiso silencioso, Lianet encontró una nueva faceta de su amor filial: una promesa eterna de protección y compañía. Después de asegurarse de que su padre, Manuel, había sucumbido finalmente al abrazo del sueño, Lianet descendió las escaleras con pasos que resonaban en el silencio de la gran casa. Encontró a Lina, la fiel ayudante de la familia, y le pidió con voz suave pero firme que se quedara al lado de su padre. La idea de que él estuviera solo, aunque fuera por un instante, le resultaba insoportable. Luego, se dirigió a Melisa, qui
La decisión estaba sellada, inamovible como los cimientos de una antigua fortaleza. Manuel, con una pasión que ardía en sus palabras, intentó disuadir a Lianet que abandonar su educación en Berlín sería un error, pero sus argumentos se desvanecían ante la determinación de su hija La resolución de Lianet era como una roca inquebrantable de firmeza que ni las más vehementes súplicas de Manuel podían conmover. —Lía hija, y estoy bien, no me sucederá nada en estos tres años que te quedan —insistía Manuel.—Papá, deja de insistir, no me iré. No voy a ocultarme más —declaró Lianet con una voz que resonaba con la fuerza en la casa, y decidida se giró para enfrentar a su padre que se detuvo y la miró sorprendido. —¿Sabes por qué quise estudiar en Alemania? —preguntó ella de pronto.—Porque es una buena universidad —respondió Manuel—Es verdad, lo es, pero ese no fue el motivo principal —le contestó Lianet para su asombro—. Fue para esconderme, para escapar de todos los que me perseguían
En ese espacio sagrado, entre el eco de recuerdos y el susurro del viento, padre e hija compartieron un momento de revelación y conexión. Las sombras del pasado se dispersaban lentamente, dando paso a la luz cálida de la comprensión y el amor incondicional. El inicio del año académico transcurrió sin contratiempos, y para asombro de Lianet, la entrevista que tuvieron con Camila marcó un antes y un después. En ella, su padre habló con una mezcla de nostalgia y amor inextinguible sobre Cecilia López Limonta, la célebre campeona mundial de equitación. Tras revelarse la profunda conexión de Lianet con una figura tan venerada, aquellos que una vez conocieron y admiraron a Cecilia comenzaron a mirar a Lianet bajo una nueva luz, teñida de respeto y admiración. Lianet, por su parte, se sentía liberada. Había dejado atrás los temores y las inseguridades que la habían atormentado, y ahora se enfrentaba a la vida con una renovada valentía, fortalecida por el amor de su prometido. Él era un ho
Manuel, desbordante de alegría, mantenía su ritual matutino de llevar flores a la tumba de su amada Cecilia. Fue en uno de esos momentos de recogimiento cuando fue sorprendido por la llegada de Lianet y Nina, quienes lo abrazaron con cariño. —Mi segundo papá —le dijo Nina con afecto, pues así lo llamaba desde que lo conoció— necesito tu ayuda.—Ya me imaginaba que este encuentro tenía un motivo —dijo Manuel con una sonrisa—. Cuéntame, mi segunda hija, ¿cómo puedo ayudarte?—Díselo tú Lía —instó Nina, escondiéndose detrás de una risueña Lianet.—Verás, papá —comenzó Lianet—, como bien sabes, el padre de Nina quiere comprometerla con un chico que no ama...—Pero ella está enamorada de ese chico pelirrojo —interrumpió Manuel con comprensión— y quieres que hable con tu padre para que te permita casarte con él.—¡Sí, por favor, segundo papá! —exclamó Nina juntando las manos en un gesto suplicante.—Está bien, veré qué puedo hacer. Pero ahora concentrémonos en la boda que se avecina. ¿Por q
“Pasajeros del vuelo con destino Berlín, Alemania que aún no han abordado el avión por favor chequen sus pasajes y aborden el avión, es el último aviso”“Pasajeros del vuelo con destino Berlín, Alemania que aún no han abordado el avión, por favor chequen sus pasajes y aborden el avión, es el último aviso”—¡Corre papá, corre! Grita una joven corriendo por todo el enorme aeropuerto rumbo a la puerta de embarque, seguida de un hombre que le lleva un bolso y corre detrás de ella.—Adelántate hija, yo te sigo —le dice al ver que ella puede perder el pasaje—, ¡chequea el pasaje primero!—¡Ah, sí! La chica corre y sin darse cuenta choca con un hombre, pero sigue corriendo, y por un momento se asusta al ver que él tipo corre detrás de ella y le hace señas.—¡Lo único que me faltaba! ¡El acosador! ¿Qué hace aquí? ¿Me estará siguiendo? Olvídate de ese tipo Lianet, y corre que te vas a quedar sin tu vuelo. Sigue corriendo hasta llegar a la ventanilla, sin detenerse ante las voces que le da e
Nadir Figueiro, el único vástago de Josué Figueiro, uno de los hacendados más influyentes y prósperos de la región, era bien conocido no solo por su linaje sino también por su destreza en la cría de ganado vacuno. Las dos mil hectáreas de tierra fértil que poseía se extendían como un tapiz verde bajo el cielo abierto, albergando a más de mil cabezas de ganado. Estos animales no solo eran el núcleo de su imperio agropecuario, sino también la fuente de una impresionante producción que superaba los tres mil litros de leche y las cinco toneladas de carne al mes, abasteciendo tanto al mercado local como al internacional. Esta vasta contribución no solo consolidaba la posición de la hacienda Figueiro en el mercado, sino que también afirmaba el estatus de Nadir como el ganadero más destacado del sur del país, cimentando así su fortuna y reputación.La fortuna de la familia Figueiro no se limitaba a la ganadería. Las tierras de Nadir también albergaban yacimientos de diamantes, en particul
Se queda paralizada al ver la increíble visión del joven más hermoso que sus ojos han visto del otro lado del río, montado en un imponente caballo que se para en dos patas, al tiempo que un relámpago seguido de un rayo ilumina todo alrededor. Aunque quiere no puede apartar sus ojos de los azules del joven que la mira fijamente, como si ella fuera una visión. Al fin reacciona y corre a esconderse detrás de un matorral, junto a su caballo. Cuando vuelve a asomarse, la imagen del joven vaquero la deja estupefacta. No está segura si lo que ve es real o su imaginación. Lo cierto es que la hermosa visión del apuesto joven vaquero hace que su corazón salte acelerado y le alivie un poco el dolor de lo que no hace mucho vivió.Unos momentos antes… Baja despacio por las escaleras de la habitación en que la ubicaran después que llegara del aeropuerto a la casa de su padre. Todo le parece extraño y atemorizante. ¿A dónde he venido a parar?Se pregunta en lo que camina por el salón.Por favor d
Nadir se encuentra concentrado tratando de organizar todos los papeles de la matrícula que deberá entregar, cuando un fuerte golpe hace que se le caigan desparramados por el piso.—Perdón, perdón, no lo vi, no lo vi —dice la voz de una chica en alemán, se gira despacio para decirle que no hay problemas. Y no puede creer lo que ven sus ojos.—¡¿Tú?! Ambos se han quedado mirándose fijamente, con la boca abierta. Lianet reacciona y se agacha a recoger los papeles, pero Nadir lo hace muy rápido mientras con tono fuerte le dice.—Gracias, pero no hace falta que me ayude, parece que usted es mi maldito karma, ¿es que acaso vas a aparecer siempre en mi vida para echarlo a perder? —pregunta furioso.—Perdón, pero usted estaba entretenido —contesta Lianet entregándole con mala forma un papel— y en todo caso es usted el que me trae mala suerte. Disculpe y adiós —da la espalda y se marcha hablando sola—. Habrase visto qué hombre de tan mal carácter, de seguro no le enseñaron buenos modales, ten