4. ¿ TÚ ?

Nadir se encuentra concentrado tratando de organizar todos los papeles de la matrícula que deberá entregar, cuando un fuerte golpe hace que se le caigan desparramados por el piso.

—Perdón, perdón, no lo vi, no lo vi —dice la voz de una chica en alemán, se gira despacio para decirle que no hay problemas. Y no puede creer lo que ven sus ojos.

—¡¿Tú?!

 Ambos se han quedado mirándose fijamente, con la boca abierta. Lianet reacciona y se agacha a recoger los papeles, pero Nadir lo hace muy rápido mientras con tono fuerte le dice.

—Gracias, pero no hace falta que me ayude, parece que usted es mi maldito karma, ¿es que acaso vas a aparecer siempre en mi vida para echarlo a perder? —pregunta furioso.

—Perdón, pero usted estaba entretenido —contesta Lianet entregándole con mala forma un papel— y en todo caso es usted el que me trae mala suerte. Disculpe y adiós —da la espalda y se marcha hablando sola—. Habrase visto qué hombre de tan mal carácter, de seguro no le enseñaron buenos modales, tenías que ser el espía de la bruja de mi madrastra.

—¿Disculpa? —reacciona Nadir al escuchar lo último.

 Pero ya Lianet se ha alejado rumbo a la mesa donde entrega sus papeles sin hacerle caso a Nadir, que termina de recoger sus cosas y va a avanzar hacía ella para que le explique eso último que le dijo, pero es retenido por otra chica.

 —¡Vaya, vaya!!! ¡Mira que el mundo es chiquito! —exclama la hermosa chica mirando de arriba a abajo a Nadir sin gota de vergüenza.

  El hombre que hizo temblar mi cuerpo, lo tengo frente a mí y por lo que veo va a estudiar  en esta misma Universidad, piensa Cindy Williams. Una bella y estilizada rubia con cabello casi blanco cortado por encima de los hombros,  ojos café, debajo de largas pestañas y una vista penetrante, de cuerpo muy bien conformado con piernas hermosas.

 Poseedora de unos glúteos grandes, pechos redondos  y prominentes, Está enfundada en un vestido amarillo bien ajustado de escote tipo v, muy por encima de la rodilla. Todo el conjunto hacen de ella una exuberante figura muy apetitosa a los ojos de los hombres. 

 Se había quedado embobada observando a Nadir, que sujetaba por el brazo impidiéndole ir detrás de Lianet, sus ojos café brillaron del deseo al ver lo hermoso de sus ojos azules.

— Buenas tardes, ¿me dijiste como te llamas? —preguntó de nuevo sin soltarlo.

— No señorita … —respondió Nadir incómodo al fin soltándose de su agarre y mirando a Lianet que ya entregaba sus documentos, tratando de escuchar qué hacía allí.

—Encantada de conocerte, soy Cindy Williams, ¿y tú? —Insistió la rubia, dispuesta a no dejar escapar a un ejemplar de hombre como aquél.

—Nadir…, Nadir Figueiro, para servirle. 

 Respondió por inercia concentrado en no perder a Lianet. Con sus ojos azules brillando molesto que no perdían de vista a la chica que lo había abofeteado y que había hecho su matrícula y se alejaba por el pasillo. La vio detenerse en una esquina concentrada en leer lo que le habían entregado para saber a dónde dirigirse. 

Sin prestarle atención a Cindy, que insistía en conversar con él. Dejó la hilera y dirigió sus pasos hacia Lianet que entretenida no se daba cuenta de su cercanía, quería que le explicara aquel asunto del espía. Se detuvo a sólo un paso de ella y esperó pacientemente que Lianet levantara la vista. Los ojos de Nadir brillaron cuando chocaron con los verdes de ella, fue como una tormenta de pasiones encontradas.

—¿Qué quiere? —preguntó Lianet molesta— Déjeme tranquila, no me importa quien lo haya mandado, yo a usted no lo conozco, ni usted a mí. Olvídese que existo, no lo he visto jamás.

— ¿Seguro se acuerda de mí? —le dijo acercándose a ella—,  te devolví tu pasaporte y pasaje en el aeropuerto y tuviste un tropiezo conmigo al hacerlo. Además, te ayudé con tu equipaje, y…

—Mire señor, ya le dije que no me interesa quien lo puso a seguirme, ¡olvídese que yo existo! —lo interrumpió Lianet tomando sus cosas y alejándose de Nadir, que cada vez entendía menos a lo que ella se refería, siendo detenido de nuevo por Cindy.

— Nadir.., ¿me dijo que se llama Nadir? Por favor, ¿me escucha?

—Disculpa, ¿qué decía usted? —preguntó incómodo Nadir,  pensando que esta chica era insoportable mirando como Lianet se alejaba furiosa mirándolo con odio.

— ¿Qué si me dijo que se llama Nadir? —preguntó de nuevo Cindy algo molesta de que no le prestara atención, acostumbrada a que todos los hombres se desviven por ella.

—Sí, señorita, Nadir Figueiro, ¿qué se le ofrece? —preguntó Nadir mirándola por primera vez.

— Podemos ser amigos, y si tu lo permites…, mucho más. 

 Habló insinuante pavoneándose delante de Nadir, que lejos de mirarla a ella, seguía siguiendo a Lianet con la mirada. Por lo que se giró de nuevo para Cindy y le dijo muy serio.

—¿Qué dice , señorita  Cindy? No vine aquí a  hacer amigas , vine a comerme los libros y…, si una persona me lo permite también a ella. 

  Terminó mirando fijamente a los ojos de Lianet, que había escuchado claramente lo que dijo  mientras la miraba y torció la cabeza  furiosa murmurando. 

 —No sé que me voy a hacer con este  persiguiéndome —y trató de alejarse— a donde quiera que voy ahí está él, y de descarado  mira cómo se fija en mí teniendo la novia al dado. No hay suerte, ¿por qué papá se habrá casado con esa víbora que me odia? ¡Maldita Rosario, mira que mandar a seguirme, yo que ya había pensado que me había librado de ese par de escorias! Uff… 

  Lianet maldice pensando que todo es obra de su madrastra y su medio hermano la aparición de Nadir,  ya que no es la primera vez que contratan a jóvenes para que la sigan o enamoren.

—Ojalá mamá regrese pronto de ese viaje, para no tener que regresar más nunca a esa casa de los mil demonios, lo siento por papá, pero no los soporto. 

 Se recuesta en la pared en espera de que la llamen para decirle donde será su apartamento. Suspira al sentirse vigilada por Nadir, cierra los ojos recordando los últimos acontecimientos de su vida desde que llegara a la finca de su padre.

Retrospectiva.

 

 —No es posible que padre no haya llamado,  ya llevo veinte y cinco días en la finca, él vino y me dejó aquí a merced de la bruja de su mujer Rosario, se fue y nadie sabe en donde está metido, ni el por qué de la premura del  viaje. Debe ser un negocio muy, pero muy importante que ni a mí me ha llamado para saber cómo estoy, y eso que me dijo que pasaría mis vacaciones con él aquí en la finca.Que por cierto es muy bonita, si no fuera por el par diabólico que la habita la pasaría de maravilla. Deja ver si la recorro bien. 

 Baja despacio las escaleras para llegar a la entrada de la casa,  que cuando llegó apenas le dió tiempo de ver nada. 

—Vaya, el recibidor es un encanto, me gusta su alfombra color vino, que llega hasta el mueble principal. No está mal esta barra, se nota que a papá le gustan, tiene todo tipo de bebidas. 

 Avanza un poco más hasta llegar a la sala, es tan amplia como la casa donde vivían su  madre y ella, le cabe adentro, piensa. 

—Papá en verdad debe de tener mucho dinero, está muy bien amueblada, con plantas y cuadros de muy buenos pintores que deben costar una fortuna —habla sola como es su costumbre—. Bueno, mamá me ha dicho que nunca aceptó nada de él, que por eso vivíamos con nuestros propios recursos.

 Sigue su recorrido y llega al comedor muy elegante con una mesa de madera preciosa negra con ocho sillas, y un enorme búcaro de cristal lleno de flores en el centro, es hermoso. Más allá está la biblioteca, también es muy bella y grande. —¡Vaya, nunca había visto tantos libros en una casa! Creo que cuenta con alrededor de dos mil ejemplares. Sí que papá se ha esmerado en tener lo mejor de lo mejor, a lo mejor es de la bruja de su mujer. 

 Por lo que no toca ningún libro a pesar de que le gustan.  Es muy grande la casa, no se la había imaginado así, todo es amplio y lujoso  abajo y ni qué decir de las seis habitaciones, piensa si dejar de mirar a su alrededor. 

—Si todas son como la mía, estarán amuebladas a la perfección.  No tiene mal gusto mi madrastra, debe ser obra de  ella. Quién lo iba a decir, con lo mal que me habla, bueno la entiendo, soy la hija bastarda de papá.

 Sigue recorriendo la casona sin dejar de murmurar. Es una costumbre desde que era niña y pasaba muchas horas sola esperando por su madre en el apartamento que compartían, nada que ver con esta casa.

 —Al menos aunque Rosario me odia, arregló mi habitación muy bien, sobre todo tiene una exquisita fragancia que me envolvió al entrar, con su baño muy lindo con bañera  y agua caliente todo el tiempo,  los espejos son enormes y qué decir de los armarios.  A lo mejor no lo hizo por mí, sino que todas las habitaciones son así. 

  Si eso es en mi habitación, que estoy segura no es la mejor, me imagino la principal, de seguro es inmensa y la mejor de todas. 

Avanza hasta el gran ventanal que deja ver el hermoso jardín florecido. Eso es algo que le gusta mucho, es muy bello y grande, cuenta con toda variedad de plantas ornamentales y un bello invernadero. 

 Sale por la puerta trasera y el sendero la lleva a lo que considera su lugar favorito de toda la finca, las caballerizas. Son tan grandes y cada caballo tiene su cubículo, su mamá estaría feliz practicando aquí por las praderas verdes que se pierden en el horizonte, nunca había estado en un lugar tan bello, solo de vez  cuando salía con su mamá a las competencia, que no fueron muchas porque casi siempre tenía colegio.

—¡Lianet…, Lianet Limonta…! —llegan hasta ella los gritos de la bruja, perdón de Rosario su madrastra — ¡Baja, te estoy esperando en la sala y no demores  o te la verás conmigo! ¡Vamos, niña embustera! ¿Qué esperas? ¿Es qué acaso no me vas a obedecer? ¡Baja ya! 

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