EPÍLOGO
Manuel, desbordante de alegría, mantenía su ritual matutino de llevar flores a la tumba de su amada Cecilia. Fue en uno de esos momentos de recogimiento cuando fue sorprendido por la llegada de Lianet y Nina, quienes lo abrazaron con cariño.

—Mi segundo papá —le dijo Nina con afecto, pues así lo llamaba desde que lo conoció— necesito tu ayuda.

—Ya me imaginaba que este encuentro tenía un motivo —dijo Manuel con una sonrisa—. Cuéntame, mi segunda hija, ¿cómo puedo ayudarte?

—Díselo tú Lía —instó Nina, escondiéndose detrás de una risueña Lianet.

—Verás, papá —comenzó Lianet—, como bien sabes, el padre de Nina quiere comprometerla con un chico que no ama...

—Pero ella está enamorada de ese chico pelirrojo —interrumpió Manuel con comprensión— y quieres que hable con tu padre para que te permita casarte con él.

—¡Sí, por favor, segundo papá! —exclamó Nina juntando las manos en un gesto suplicante.

—Está bien, veré qué puedo hacer. Pero ahora concentrémonos en la boda que se avecina. ¿Por q
Bris

Gracias por leer mi novela. Te invito a leer de mi autoría: Mi pequeño y gran secreto La mujer en mí Contratémonos sin miedo Gil y el alfa maldito El Alfa supremo Mi desconocido esposo

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