Todos regresan a sus respectivas habitaciones, con ellas caminando delante de Raidel, quien casualmente también está ubicado en el mismo pasillo que ellas.—Mi habitación está al final —les indica Raidel— todavía no tengo compañero.—La nuestra es esta —señala Nina—. ¿Quieres pasar?—¡Nina! —la regaña Lianet, mientras Nadir la mira de reojo. Mientras tanto, Ismael le dice a Raidel:—Raidel, esta es nuestra habitación. Si tuviera otra cama, te diría que te mudaras con nosotros. ¿Verdad, Nadir?—¿Eh? —reacciona Nadir, que no deja de mirar a Lianet, que está muy roja y casi se esconde detrás de Nina. —Sí, seguro. Ahora los dejo. Buenas tardes —y sin más, se introduce en su habitación.Los demás siguen hablando un rato más en el pasillo hasta que Ismael entra y ve a Nadir acostado en la cama.—Oye hermano, no pude averiguar nada —confiesa frustrado—. Raidel acaba de conocerlas y tampoco sabe nada de ellas. Nos pusimos de acuerdo para ir a comprar los libros en la biblioteca en un rato. Pe
Manuel avanza decidido, sin dejar de mirarla de frente. Su borrachera se ha ido por arte de magia, camina firme, erguido. Como un león defendiendo a la mujer que ama. Rosario siente por un momento que va a acabar con ella. Pero Manuel al fin se detiene a solo dos pasos de ella y le dice con su tono de voz aún alterado pero firme como ella hace mucho que no escuchaba. Además, Rosario ahora tiene un miedo atroz de que en verdad él sepa todo lo que le esconde. Manuel se detiene y resopla, para luego proseguir.—Escúchame bien Rosario, deja que te aclare algunos puntos que parece que se te están olvidando. ¡Tú no tienes ningún derecho a meterte en mi vida! ¡Eres el peor error que he cometido! No eres mi mujer, no lo fuiste, no lo eres y no lo serás. ¡Si no llego a dejarme enredar por tu padre, nada de esto hubiera sucedido! ¡Nada! —grita y le da la espalda, pero se gira de nuevo —¡Ah, y no pienses que no se que tú hijo anda en malos pasos! Rosario se queda congelada mirando como Manu
Mientras tanto, ellos decidían qué hacer. Mario dormía, ya que se sentía muy cansado debido a la urgencia de su mejor amigo.— Mi amor, ¿cómo viniste tan rápido? — pregunta Cecilia.—Ay, mi amor, con la emoción se me olvidó Mario. Está afuera en el auto, debe estar muerto de cansancio. Espera, ahora lo llamo.— Sí, corazón, mientras lo llamas, yo prepararé café y el desayuno. Manuel va a buscar a su amigo y compadre, pues es el padrino de su hija. Mario entra y saluda cariñosamente a su comadre. Los dos se sientan a la mesa y toman el desayuno. Luego, Mario se dirige a la habitación, ya que realmente se siente muy cansado.— Ceci, ¿de verdad no me estás ocultando nada más? —preguntó Manuel con preocupación en su voz.Cecilia lo miró por un momento y luego lo besó en los labios, negando con la cabeza mientras se abrazaba a él.—No cariño, no hay nada más, deja de preocuparte —susurró—. ¿Vas a acostarte? La niña se despertará pronto. Tienes que esforzarte por ganarte su confianza.—Me
Cada día que pasa sin recibir ninguna señal de su mamá, su preocupación se intensifica y su imaginación empieza a jugarle malas pasadas. Lianet sabe que debe mantener la calma y confiar en que su mamá está bien, pero la angustia es abrumadora. Necesita respuestas, necesita saber que su mamá está a salvo. La incertidumbre la consume y no puede evitar sentirse impotente ante la situación. Con lágrimas en los ojos, finalmente se dirige a Nina, su mejor amiga, en busca de apoyo y consuelo. Lianet con los ojos llenos de miedo y angustia, sus manos temblorosas evidencian su estado de nerviosismo. —Nina, no se trata de eso, es verdad que no me gustaría que los chicos estuvieran aquí adentro, pero no es eso lo que me tiene así —inicia a hablar nerviosamente.—¿Y qué es entonces? ¿Nadir? Aunque insistes en que te persigue por orden de tu madrastra, yo creo que no Lianet. Más bien creo que es que le gustas —dice Nina sin entender su aptitud—, ¿extrañas a tu familia, es eso? —Sí, es eso mism
Lianet siente cómo su corazón se aprieta al presenciar cómo la estilizada rubia Cindy se lanza en los brazos de Nadir, quien se detiene. No entiende por qué esto la enfurece, así que da la espalda y le pide a su amiga Nina que hable con el apuesto Raidel. —Vámonos, Nina. Tenemos que llevar los caballos al establo y atenderlos, están cansados después del entrenamiento. Sin esperar más, Lianet se monta en su brioso caballo y sale a todo galope, ante las miradas de admiración de todos los miembros del equipo de equitación que anhelaban montar a ese corcel, aunque él nunca les permitió hacerlo. Y ahora, esta novata había llegado y sin más, hacía con él lo que quería, y el caballo la obedecía. —Lía, Lianet, ¡espera! —grita Nina mientras monta en su montura, seguida por Raidel. Salen al galope detrás de Lianet, quien es observada por Nadir, que intenta deshacerse de Cindy, quien se aferraba a él como una garrapata. Lianet no podía evitar sentir una mezcla de enojo al ver la escena. Nad
El camarero vino con la exorbitante cuenta, Cindy abrió la primera su monedero como si hubiera estado esperando eso para lucirse y extrajo una brillante tarjeta dorada. —Cobre lo de nosotros tres de aquí —dijo mirando con una sonrisa maliciosa a Lianet que palideció al ver la cuenta y a los demás. Pero antes de que ella extrajera el dinero. Nina, Raidel y Nadir extendieron tarjetas negras haciendo que Cindy abriera los ojos y apretaba con rabia la boca. El camarero miró las cuatro tarjetas, sin poder ocultar su sorpresa. Era evidente que estas personas no eran simples estudiantes. —¿Van a pagar por separado? —preguntó Raidel, con una sonrisa burlona en sus labios mirando a Cindy, negó con la cabeza y le dijo. —No, yo pagaré por nosotros tres — aludiendo a Nina, Lianet y él.—¿Qué dices? —protestó Nina— Pagaré por Lía y yo —entregando su tarjeta negra al camarero. Nadir puso la suya encima de las otras al tiempo que extrajo un fajo de billetes de su billetera. Sin importarle las
En las últimas semanas después de lo que sucediera en el restaurante, Nadir y Lianet se comportan como si fueran los peores enemigos. Compiten en ser los mejores, lo mismo en los estudios que en las competencias de equitación, donde quedan siempre de primeros en sus respectivas categorías. Y aunque lo considera su hermano, Ismael está cansado, porque Nadir no lo deja salir a despejar, o están en la biblioteca, en la habitación estudiando o practicando en el hipódromo.—Ja, ja, ja…, fue broma —ríe Ismael ante la cara de Nadir.—Lo sé hermano. ¿Cómo crees que me voy a poner a estudiar junto con ella? Tu no viste con la cara que me miró al salir, es como si me dijera, yo voy a ser mejor que tú y eso no se lo voy a permitir, juro que seré mejor que esa mosquita muerta —. Habla molesto Nadir, no solo por lo del exámen, sino, también por recordar esa mirada que tiene Lianet que hace latir su corazón a mil aunque él no quiera. Ismael lo mira preocupado, siente que su amigo se ha obsesionad
Ismael se ha quedado observando a su mejor amigo. Sabe que tiene razón en lo que le dice, nunca se ha dejado humillar por una mujer, pero Cindy en verdad le gusta, no sabe porqué quiere domarla. Y lleva días tratando de convencer a Nadir para salir de nuevo a comer en ese restaurante lujoso, para invitar de nuevo a Cindy porque como ella lo desprecia tanto, como único va a ir es que le diga que Nadir va. — Vamos hermano, tienes que ayudarme, haré lo que me pidas —le pide de nuevo rumbo a la habitación.— ¡Ya dije que no y es no! —contesta Nadir.—Pero hermano no me hagas esto, tú sabes que esa rubia despampanante me trae limpiando el piso por ella —lo detiene por el brazo—. Por favor Nadir, una última vez y después yo me las arreglo. — Pero hermano, si ella ni te pela. ¿Por qué te has encaprichado con ella cuando hay tantas que te miran queriendo algo contigo? —Trata de hacerlo reaccionar Nadir. Ismael asiente y suelta todo su aire, él mismo se lo ha dicho muchas veces, pero no q