Lianet siente cómo su corazón se aprieta al presenciar cómo la estilizada rubia Cindy se lanza en los brazos de Nadir, quien se detiene. No entiende por qué esto la enfurece, así que da la espalda y le pide a su amiga Nina que hable con el apuesto Raidel. —Vámonos, Nina. Tenemos que llevar los caballos al establo y atenderlos, están cansados después del entrenamiento. Sin esperar más, Lianet se monta en su brioso caballo y sale a todo galope, ante las miradas de admiración de todos los miembros del equipo de equitación que anhelaban montar a ese corcel, aunque él nunca les permitió hacerlo. Y ahora, esta novata había llegado y sin más, hacía con él lo que quería, y el caballo la obedecía. —Lía, Lianet, ¡espera! —grita Nina mientras monta en su montura, seguida por Raidel. Salen al galope detrás de Lianet, quien es observada por Nadir, que intenta deshacerse de Cindy, quien se aferraba a él como una garrapata. Lianet no podía evitar sentir una mezcla de enojo al ver la escena. Nad
El camarero vino con la exorbitante cuenta, Cindy abrió la primera su monedero como si hubiera estado esperando eso para lucirse y extrajo una brillante tarjeta dorada. —Cobre lo de nosotros tres de aquí —dijo mirando con una sonrisa maliciosa a Lianet que palideció al ver la cuenta y a los demás. Pero antes de que ella extrajera el dinero. Nina, Raidel y Nadir extendieron tarjetas negras haciendo que Cindy abriera los ojos y apretaba con rabia la boca. El camarero miró las cuatro tarjetas, sin poder ocultar su sorpresa. Era evidente que estas personas no eran simples estudiantes. —¿Van a pagar por separado? —preguntó Raidel, con una sonrisa burlona en sus labios mirando a Cindy, negó con la cabeza y le dijo. —No, yo pagaré por nosotros tres — aludiendo a Nina, Lianet y él.—¿Qué dices? —protestó Nina— Pagaré por Lía y yo —entregando su tarjeta negra al camarero. Nadir puso la suya encima de las otras al tiempo que extrajo un fajo de billetes de su billetera. Sin importarle las
En las últimas semanas después de lo que sucediera en el restaurante, Nadir y Lianet se comportan como si fueran los peores enemigos. Compiten en ser los mejores, lo mismo en los estudios que en las competencias de equitación, donde quedan siempre de primeros en sus respectivas categorías. Y aunque lo considera su hermano, Ismael está cansado, porque Nadir no lo deja salir a despejar, o están en la biblioteca, en la habitación estudiando o practicando en el hipódromo.—Ja, ja, ja…, fue broma —ríe Ismael ante la cara de Nadir.—Lo sé hermano. ¿Cómo crees que me voy a poner a estudiar junto con ella? Tu no viste con la cara que me miró al salir, es como si me dijera, yo voy a ser mejor que tú y eso no se lo voy a permitir, juro que seré mejor que esa mosquita muerta —. Habla molesto Nadir, no solo por lo del exámen, sino, también por recordar esa mirada que tiene Lianet que hace latir su corazón a mil aunque él no quiera. Ismael lo mira preocupado, siente que su amigo se ha obsesionad
Ismael se ha quedado observando a su mejor amigo. Sabe que tiene razón en lo que le dice, nunca se ha dejado humillar por una mujer, pero Cindy en verdad le gusta, no sabe porqué quiere domarla. Y lleva días tratando de convencer a Nadir para salir de nuevo a comer en ese restaurante lujoso, para invitar de nuevo a Cindy porque como ella lo desprecia tanto, como único va a ir es que le diga que Nadir va. — Vamos hermano, tienes que ayudarme, haré lo que me pidas —le pide de nuevo rumbo a la habitación.— ¡Ya dije que no y es no! —contesta Nadir.—Pero hermano no me hagas esto, tú sabes que esa rubia despampanante me trae limpiando el piso por ella —lo detiene por el brazo—. Por favor Nadir, una última vez y después yo me las arreglo. — Pero hermano, si ella ni te pela. ¿Por qué te has encaprichado con ella cuando hay tantas que te miran queriendo algo contigo? —Trata de hacerlo reaccionar Nadir. Ismael asiente y suelta todo su aire, él mismo se lo ha dicho muchas veces, pero no q
Lianet se despertó sobresaltada al escuchar el estridente sonido del despertador de su teléfono. Sabía que no podía perder ni un minuto más, ya que hoy era día de examen y no podían permitirse llegar tarde. Se levantó de un salto de la cama y se acercó rápidamente a la de su compañera de cuarto.— ¡Nina, despierta! Hoy tenemos examen y no podemos llegar tarde. ¡Levántate de una vez! — la llamó Lianet con urgencia, mientras sacudía suavemente a Nina, quien estaba envuelta en las sábanas y parecía no querer despertar.— Déjame dormir un poco más, Lianet. Anoche estuvimos estudiando hasta tarde y mis ojos apenas pueden mantenerse abiertos — respondió Nina con voz somnolienta, resistiéndose a abandonar la comodidad de su cama. Lianet sintió una mezcla de frustración y preocupación. No podían permitirse el lujo de perder tiempo, entendía el cansancio de Nina. Sin embargo, no podía dejar que eso les impidiera llegar a tiempo al examen.— No podemos permitirnos quedarnos dormidas, Nina. Est
Ismael al escucharlo se detiene de golpe haciendo que Nadir lo haga también y lo mira interrogativamente sobre todo al escucharlo decir que odia a Lianet.— ¡Detente, hermano, detente! — le pide Ismael y lo sostiene por los brazos — No debes permitir que te descontrole ese sentimiento. No es odio lo que sientes por ella, hermano. Analízalo bien, no es odio, te lo aseguro. Lo sé por experiencia propia. Y sin más se introduce en su habitación dejando a Nadir en el pasillo que gira la cabeza al escuchar las voces de las chicas dentro de la habitación de ellas frente a la suya. Mira de nuevo la puerta de su cuarto y la abrió mirando a Ismael acostado en la cama mirando el techo. Vuelve a mirar hacia la habitación de Lianet, recordando cómo ella había bajado la mirada al pasar por su lado en compañía de los demás, rozando con él y haciendo que se erizara toda su piel. ¿Será...? Nadir sacude la cabeza y entra en la habitación, comenzando a desvestirse en silencio. Saca su maleta para co
Lianet sentada en las piernas mira a Nadir toda ruborizada, no responde y termina de sentarse en el asiento vacío junto a la ventana, mirando aterrada a Hans, quien se ríe y se acerca hacia ella. Nadir se da cuenta de inmediato de lo que está sucediendo y se levanta para enfrentar al chico, quien es mucho más delgado y bajo que él. Avanza hacia Hans, haciendo que retroceda ante su presencia, y sin que él lo impida, recoge la maleta, la mochila y el libro de Lianet para devolvérselos. Luego, dirige una mirada amenazante al grupo al final del autobús que ríen ante lo que ha sucedido y se sienta junto a ella. Lianet murmura un "gracias" apenas audible toda asustada. Nadir no dice nada, apenas sonríe, se sienta a su lado y se acomoda nuevamente para seguir durmiendo. Había elegido sentarse en la parte delantera precisamente para evitar a ese grupo y asegurarse de que nadie ocupara el asiento junto a él, que había reservado para Lianet. Al ver su nerviosismo, sin hacer preguntas, rozó a
A pesar de sentir el impulso de abrazar a Nadir por la esperanza que le ha dado, Lianet se aguanta y corre velozmente hacia Nube, su fiel compañero. Al percibir la ansiedad en su dueña, Nube se mueve intranquilo, seguido de cerca por Ébano, el caballo de Nadir. Pareciera que ambos caballos están conectados con sus dueños de una manera especial, ya que sin recibir ninguna indicación, salen a correr a gran velocidad, como si fueran dos almas en un mismo animal. Mientras galopan rumbo a los establos, Lianet sonríe al ver como Nube y Ébano van uno al lado del otro como si fueran uno. Tal parece que se han reconciliado como sus jinetes, que por estar tan cerca, sus piernas en ocasiones se rozan y lejos de molestarse, le sonríe a Nadir cuando éste la mira embobado. Trencita piensa él, en verdad está irradiando felicidad ante la posibilidad de ver a su querida madre, lo cual la hace ver ante sus ojos como la mujer más bella que existe. Lo que no sabe Nadir, es que sus palabras han sido