Lianet se despertó sobresaltada al escuchar el estridente sonido del despertador de su teléfono. Sabía que no podía perder ni un minuto más, ya que hoy era día de examen y no podían permitirse llegar tarde. Se levantó de un salto de la cama y se acercó rápidamente a la de su compañera de cuarto.— ¡Nina, despierta! Hoy tenemos examen y no podemos llegar tarde. ¡Levántate de una vez! — la llamó Lianet con urgencia, mientras sacudía suavemente a Nina, quien estaba envuelta en las sábanas y parecía no querer despertar.— Déjame dormir un poco más, Lianet. Anoche estuvimos estudiando hasta tarde y mis ojos apenas pueden mantenerse abiertos — respondió Nina con voz somnolienta, resistiéndose a abandonar la comodidad de su cama. Lianet sintió una mezcla de frustración y preocupación. No podían permitirse el lujo de perder tiempo, entendía el cansancio de Nina. Sin embargo, no podía dejar que eso les impidiera llegar a tiempo al examen.— No podemos permitirnos quedarnos dormidas, Nina. Est
Ismael al escucharlo se detiene de golpe haciendo que Nadir lo haga también y lo mira interrogativamente sobre todo al escucharlo decir que odia a Lianet.— ¡Detente, hermano, detente! — le pide Ismael y lo sostiene por los brazos — No debes permitir que te descontrole ese sentimiento. No es odio lo que sientes por ella, hermano. Analízalo bien, no es odio, te lo aseguro. Lo sé por experiencia propia. Y sin más se introduce en su habitación dejando a Nadir en el pasillo que gira la cabeza al escuchar las voces de las chicas dentro de la habitación de ellas frente a la suya. Mira de nuevo la puerta de su cuarto y la abrió mirando a Ismael acostado en la cama mirando el techo. Vuelve a mirar hacia la habitación de Lianet, recordando cómo ella había bajado la mirada al pasar por su lado en compañía de los demás, rozando con él y haciendo que se erizara toda su piel. ¿Será...? Nadir sacude la cabeza y entra en la habitación, comenzando a desvestirse en silencio. Saca su maleta para co
Lianet sentada en las piernas mira a Nadir toda ruborizada, no responde y termina de sentarse en el asiento vacío junto a la ventana, mirando aterrada a Hans, quien se ríe y se acerca hacia ella. Nadir se da cuenta de inmediato de lo que está sucediendo y se levanta para enfrentar al chico, quien es mucho más delgado y bajo que él. Avanza hacia Hans, haciendo que retroceda ante su presencia, y sin que él lo impida, recoge la maleta, la mochila y el libro de Lianet para devolvérselos. Luego, dirige una mirada amenazante al grupo al final del autobús que ríen ante lo que ha sucedido y se sienta junto a ella. Lianet murmura un "gracias" apenas audible toda asustada. Nadir no dice nada, apenas sonríe, se sienta a su lado y se acomoda nuevamente para seguir durmiendo. Había elegido sentarse en la parte delantera precisamente para evitar a ese grupo y asegurarse de que nadie ocupara el asiento junto a él, que había reservado para Lianet. Al ver su nerviosismo, sin hacer preguntas, rozó a
A pesar de sentir el impulso de abrazar a Nadir por la esperanza que le ha dado, Lianet se aguanta y corre velozmente hacia Nube, su fiel compañero. Al percibir la ansiedad en su dueña, Nube se mueve intranquilo, seguido de cerca por Ébano, el caballo de Nadir. Pareciera que ambos caballos están conectados con sus dueños de una manera especial, ya que sin recibir ninguna indicación, salen a correr a gran velocidad, como si fueran dos almas en un mismo animal. Mientras galopan rumbo a los establos, Lianet sonríe al ver como Nube y Ébano van uno al lado del otro como si fueran uno. Tal parece que se han reconciliado como sus jinetes, que por estar tan cerca, sus piernas en ocasiones se rozan y lejos de molestarse, le sonríe a Nadir cuando éste la mira embobado. Trencita piensa él, en verdad está irradiando felicidad ante la posibilidad de ver a su querida madre, lo cual la hace ver ante sus ojos como la mujer más bella que existe. Lo que no sabe Nadir, es que sus palabras han sido
Nadir se quedó mirando a Lianet sintiendo como su corazón latía desbocado ante el anuncio que había hecho. Pero reaccionó enseguida ante la mirada de súplica y auxilio que le dedicaba ella, sin más se adelantó y de un empujón lanzó a Hans lejos de ella. Tomó con firmeza su mano y se la llevó ante los ojos incrédulos de todo el grupo, que se preguntaban por qué ellos dormían juntos y ahora parecía tener la respuesta. ¡Eran prometidos! En la Universidad Nina desde que viera irse el autobús con Lianet y Nadir, parecía una leona enjaulada, caminaba de un lado para el otro y de vez en cuando miraba a Raidel que estaba sentado en un banco del pasillo. —No sé cómo. Pero tú Raidel Fresneda tienes que resolverlo— soltó de repente Nina mirándolo muy seria. Raidel la miró en silencio, ha aprendido a esperar que ella sola le diga lo que la atormenta, al escucharla le pregunta.—¿Qué es eso que tengo que resolver Nina Vargas? ¿Acaso me ves cara de adivino? —Ella se detiene al escucharlo
Nina no deja que Raidel le diga nada y él solo la observa, sonriendo preocupado por lo que acaba de decirle. ¿Será que, por besarla, ella ya lo considera su novio? No quiere lastimarla, así que decide hablar con ella antes de avanzar en algo más. Abre la boca con la intención de disculparse por el beso, pero Nina se le acerca, lo abraza y lo besa en los labios.—Eso es por complacerme —dice Nina y agrega— y... porque me gustó cómo besas, pero no te hagas ilusiones, no somos novios. Nina ríe al ver que lo ha dejado sin palabras. Raidel también se ríe nerviosamente, disfrutando de todo lo que ve en ella, pero lo que más le gusta es su espontaneidad.—Nina, ya he resuelto todo. Ismael vendrá con nosotros, solo tenemos que esperar a que recoja sus cosas —dice Raidel, pero Nina toma su maleta y pasa junto a él mientras habla.—Los espero abajo. No aguanto ni un segundo más en la habitación. Iré a darle ánimo a Lianet. Sé que cuando nos vea, aunque sea desde las gradas, se sentirá mejor —
Nadir le dice que sí, que precisamente por eso también lo llama. No quiere que nadie se entere de que él es quien los está comprando. Le envía toda la información y le dice que ofrezca una gran suma por ellos. Además, le pide que deje la puerta abierta por si alguien más quiere comprarlos, él duplicará la suma. También le pide que haga una donación a la universidad para adquirir otros caballos buenos pero más manejables.Josué llama inmediatamente al rector de la universidad, quien está contento de que Ébano y Nube estén siendo montados por Lianet y Nadir. Sin embargo, el entrenador le informa que todavía no se dejan montar por nadie más, lo cual representa una gran pérdida para la escuela. Al recibir la propuesta de Josué, el rector acepta de inmediato.Josué le comenta que acaba de ver a los caballos en la competencia ecuestre y está dispuesto a pagar una buena suma por ellos. Además, se ofrece a comprar todos los caballos que necesiten y realizar una gran donación para la investiga
Al llamado del organizador, Lianet y Nadir dejan sus caballos con los cuidadores y se dirigen al punto de encuentro donde ya se han congregado los demás participantes. Estos han sido reunidos para recibir una explicación detallada sobre las reglas de la competencia. Se les aclara que se trata de un evento profesional y que hay algunos novatos que, por su notable talento, han obtenido el permiso de los organizadores para competir por el premio al igual que los demás.Como cada año, se advierte que cualquier acto de fraude o intento deliberado de perjudicar a otro competidor resultará en una descalificación inmediata. Acto seguido, los competidores comienzan a extraer números de un sombrero para determinar el orden en que participarán en la ronda eliminatoria. Lianet, nerviosa, saca el número ocho y para su alivio, Nadir obtiene el nueve justo después de ella.—Estaremos uno al lado del otro, mi prometida; así que no tengas miedo —dice Nadir con una sonrisa.—Me alegra mucho, mi prometi