27. ¿PROMETIDOS?

A pesar de sentir el impulso de abrazar a Nadir por la esperanza que le ha dado, Lianet se aguanta y corre velozmente hacia Nube, su fiel compañero. Al percibir la ansiedad en su dueña, Nube se mueve intranquilo, seguido de cerca por Ébano, el caballo de Nadir. Pareciera que ambos caballos están conectados con sus dueños de una manera especial, ya que sin recibir ninguna indicación, salen a correr a gran velocidad, como si fueran dos almas en un mismo animal.

Mientras galopan rumbo a los establos, Lianet sonríe al ver como Nube y Ébano van uno al lado del otro como si fueran uno. Tal parece que se han reconciliado como sus jinetes, que por estar tan cerca, sus piernas en ocasiones se rozan y lejos de molestarse, le sonríe a Nadir cuando éste la mira embobado.

Trencita piensa él, en verdad está irradiando felicidad ante la posibilidad de ver a su querida madre, lo cual la hace ver ante sus ojos como la mujer más bella que existe. Lo que no sabe Nadir, es que sus palabras han sido
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