33. DOLOR

Manuel y Mario pasaron toda la mañana vigilando sin que sucediera nada inusual, pero después del mediodía, vieron asombrados cómo Cecilia salía de su casa y le daba un beso y un abrazo a Melisa. La chica insistía en acompañarla, pero Cecilia se negaba. Luego, caminó arrastrando una maleta mientras lloraba amargamente.

—¿A dónde va? ¿Por qué llora así? —preguntó Manuel, a punto de bajarse del auto e ir a ver qué le sucedía, pero Mario lo detuvo.

—Espera, mira, llamó a un taxi —señaló Mario, viendo cómo el taxista la ayudaba a colocar la maleta en el auto.

—Vamos, Mario, sigue ese taxi —dijo Manuel ansiosamente—, pero no te acerques mucho para que no nos vea.

Cecilia lloraba incontrolablemente en el taxi. Se había despedido de Lianet para siempre y también de Manuel. Nunca los volvería a ver y eso la estaba destrozando. El taxista solo la miraba, pensando que debía dolerle mucho el cuerpo para que llorara de esa manera. No era la primera vez que él la recogía y sabía que tenía un cáncer
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