Nina suelta un grito digno de una película de terror, pero en lugar de encontrarse con un monstruo, se topa con un cuerpo escultural que la salva de caer al suelo. ¡Menudo giro inesperado! Resulta que mientras estaba distraída con Lianet, tropezó con un apuesto joven que apareció de la nada. ¿Quién se iba a imaginar que un simple tropiezo podría llevarla a los brazos de un chico tan guapo? Él, sin perder la compostura, la sujeta por la cintura para evitar una caída épica. Y ahí están, mirándose fijamente a los ojos como si fueran protagonistas de una escena de película romántica. Nina se ruboriza y trata de disimular su emoción con una amplia sonrisa, aunque por dentro está como una montaña rusa emocional.—Perdón, perdón… no te vi, te pido disculpas —balbucea Nina, sin poder apartar la mirada del extraño que ha despertado sensaciones desconcertantes en ella. ¿Quién se creerá este chico para hacerla sentir cosas con solo tocarla?—Ja, ja, ja… tranquila, hermosa. Solo fue un tropiezo
Ismael no puede evitar soltar una risita ante la situación en que se encuentra Nadir en estos momentos. "Esto se está poniendo más interesante de lo que pensaba", piensa mientras observa a Cindy tratando de aferrarse a Nadir y a éste intentando escapar de sus garras. Cindy gira pavoneándose con su lindo cuerpo delante de Nadir, vestida con un atuendo rojo que resalta sus curvas. La condenada es linda, a Ismael casi se le sale la baba, todo lo contrario de Nadir que la mira con indiferencia. Será lo más linda que sea, pero a él no le gusta. Observa cómo mueve las caderas y sonríe mirando a Ismael, quien no aparta sus ojos de su llamativo conjunto y su cabello casi blanco peinado a un lado, haciéndola lucir aún más bella. Ismael está paralizado, hipnotizado ante tanta belleza, pero se da cuenta de que alcanzarla le va a ser extremadamente difícil. Sin embargo, nunca se dará por vencido, se dice a sí mismo sin dejar de mirarla. "Tengo que hacer una estrategia, ya sé que mi hermano ni
Todos regresan a sus respectivas habitaciones, con ellas caminando delante de Raidel, quien casualmente también está ubicado en el mismo pasillo que ellas.—Mi habitación está al final —les indica Raidel— todavía no tengo compañero.—La nuestra es esta —señala Nina—. ¿Quieres pasar?—¡Nina! —la regaña Lianet, mientras Nadir la mira de reojo. Mientras tanto, Ismael le dice a Raidel:—Raidel, esta es nuestra habitación. Si tuviera otra cama, te diría que te mudaras con nosotros. ¿Verdad, Nadir?—¿Eh? —reacciona Nadir, que no deja de mirar a Lianet, que está muy roja y casi se esconde detrás de Nina. —Sí, seguro. Ahora los dejo. Buenas tardes —y sin más, se introduce en su habitación.Los demás siguen hablando un rato más en el pasillo hasta que Ismael entra y ve a Nadir acostado en la cama.—Oye hermano, no pude averiguar nada —confiesa frustrado—. Raidel acaba de conocerlas y tampoco sabe nada de ellas. Nos pusimos de acuerdo para ir a comprar los libros en la biblioteca en un rato. Pe
Manuel avanza decidido, sin dejar de mirarla de frente. Su borrachera se ha ido por arte de magia, camina firme, erguido. Como un león defendiendo a la mujer que ama. Rosario siente por un momento que va a acabar con ella. Pero Manuel al fin se detiene a solo dos pasos de ella y le dice con su tono de voz aún alterado pero firme como ella hace mucho que no escuchaba. Además, Rosario ahora tiene un miedo atroz de que en verdad él sepa todo lo que le esconde. Manuel se detiene y resopla, para luego proseguir.—Escúchame bien Rosario, deja que te aclare algunos puntos que parece que se te están olvidando. ¡Tú no tienes ningún derecho a meterte en mi vida! ¡Eres el peor error que he cometido! No eres mi mujer, no lo fuiste, no lo eres y no lo serás. ¡Si no llego a dejarme enredar por tu padre, nada de esto hubiera sucedido! ¡Nada! —grita y le da la espalda, pero se gira de nuevo —¡Ah, y no pienses que no se que tú hijo anda en malos pasos! Rosario se queda congelada mirando como Manu
Mientras tanto, ellos decidían qué hacer. Mario dormía, ya que se sentía muy cansado debido a la urgencia de su mejor amigo.— Mi amor, ¿cómo viniste tan rápido? — pregunta Cecilia.—Ay, mi amor, con la emoción se me olvidó Mario. Está afuera en el auto, debe estar muerto de cansancio. Espera, ahora lo llamo.— Sí, corazón, mientras lo llamas, yo prepararé café y el desayuno. Manuel va a buscar a su amigo y compadre, pues es el padrino de su hija. Mario entra y saluda cariñosamente a su comadre. Los dos se sientan a la mesa y toman el desayuno. Luego, Mario se dirige a la habitación, ya que realmente se siente muy cansado.— Ceci, ¿de verdad no me estás ocultando nada más? —preguntó Manuel con preocupación en su voz.Cecilia lo miró por un momento y luego lo besó en los labios, negando con la cabeza mientras se abrazaba a él.—No cariño, no hay nada más, deja de preocuparte —susurró—. ¿Vas a acostarte? La niña se despertará pronto. Tienes que esforzarte por ganarte su confianza.—Me
Cada día que pasa sin recibir ninguna señal de su mamá, su preocupación se intensifica y su imaginación empieza a jugarle malas pasadas. Lianet sabe que debe mantener la calma y confiar en que su mamá está bien, pero la angustia es abrumadora. Necesita respuestas, necesita saber que su mamá está a salvo. La incertidumbre la consume y no puede evitar sentirse impotente ante la situación. Con lágrimas en los ojos, finalmente se dirige a Nina, su mejor amiga, en busca de apoyo y consuelo. Lianet con los ojos llenos de miedo y angustia, sus manos temblorosas evidencian su estado de nerviosismo. —Nina, no se trata de eso, es verdad que no me gustaría que los chicos estuvieran aquí adentro, pero no es eso lo que me tiene así —inicia a hablar nerviosamente.—¿Y qué es entonces? ¿Nadir? Aunque insistes en que te persigue por orden de tu madrastra, yo creo que no Lianet. Más bien creo que es que le gustas —dice Nina sin entender su aptitud—, ¿extrañas a tu familia, es eso? —Sí, es eso mism
Lianet siente cómo su corazón se aprieta al presenciar cómo la estilizada rubia Cindy se lanza en los brazos de Nadir, quien se detiene. No entiende por qué esto la enfurece, así que da la espalda y le pide a su amiga Nina que hable con el apuesto Raidel. —Vámonos, Nina. Tenemos que llevar los caballos al establo y atenderlos, están cansados después del entrenamiento. Sin esperar más, Lianet se monta en su brioso caballo y sale a todo galope, ante las miradas de admiración de todos los miembros del equipo de equitación que anhelaban montar a ese corcel, aunque él nunca les permitió hacerlo. Y ahora, esta novata había llegado y sin más, hacía con él lo que quería, y el caballo la obedecía. —Lía, Lianet, ¡espera! —grita Nina mientras monta en su montura, seguida por Raidel. Salen al galope detrás de Lianet, quien es observada por Nadir, que intenta deshacerse de Cindy, quien se aferraba a él como una garrapata. Lianet no podía evitar sentir una mezcla de enojo al ver la escena. Nad
El camarero vino con la exorbitante cuenta, Cindy abrió la primera su monedero como si hubiera estado esperando eso para lucirse y extrajo una brillante tarjeta dorada. —Cobre lo de nosotros tres de aquí —dijo mirando con una sonrisa maliciosa a Lianet que palideció al ver la cuenta y a los demás. Pero antes de que ella extrajera el dinero. Nina, Raidel y Nadir extendieron tarjetas negras haciendo que Cindy abriera los ojos y apretaba con rabia la boca. El camarero miró las cuatro tarjetas, sin poder ocultar su sorpresa. Era evidente que estas personas no eran simples estudiantes. —¿Van a pagar por separado? —preguntó Raidel, con una sonrisa burlona en sus labios mirando a Cindy, negó con la cabeza y le dijo. —No, yo pagaré por nosotros tres — aludiendo a Nina, Lianet y él.—¿Qué dices? —protestó Nina— Pagaré por Lía y yo —entregando su tarjeta negra al camarero. Nadir puso la suya encima de las otras al tiempo que extrajo un fajo de billetes de su billetera. Sin importarle las