CAPÍTULO 58

Silencio.

—¿Cómo que el señor Carlos no es tu padre? ¿Qué me estás contando?

—Carlos no es mi papá de sangre —bufó un poco antes de continuar—. La historia es la siguiente: Mi madre lo engañó, ¿ok? Eso.

—¿Cómo que…? ¿Ya está?

El mismo gesto de antes: la lengua toqueteándole las muelas.

—Mamá lo engaña, queda embarazada de otro y él la perdona, por eso conservo el apellido de Carlos pero claro, por ser Saravia, y por nuestras leyes y costumbres…

Mi boca abierta.

—¿Y eso lo sabe tu familia? Es decir…

—Sí, eso no es secreto para nadie. Nunca me ocultaron que yo no era hijo de Carlos. —Hizo una corta pausa apretando levemente su mandíbula—. Al menos fueron sinceros, ¿no?

Quedé literalmente sin palabras. Y con las neuronas un poco desinfladas.

—He tenido mil percances con él, Delu, miles. No compaginamos, a pesar de que hubo una época en la que demostró tenerme cariño. Pero siempre sentí su arrepentimiento por aceptarme como hijo suyo, ¿entiendes? Por darme el apellido, quiero decir. Quizá
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