Silencio.—¿Cómo que el señor Carlos no es tu padre? ¿Qué me estás contando?—Carlos no es mi papá de sangre —bufó un poco antes de continuar—. La historia es la siguiente: Mi madre lo engañó, ¿ok? Eso.—¿Cómo que…? ¿Ya está?El mismo gesto de antes: la lengua toqueteándole las muelas.—Mamá lo engaña, queda embarazada de otro y él la perdona, por eso conservo el apellido de Carlos pero claro, por ser Saravia, y por nuestras leyes y costumbres…Mi boca abierta.—¿Y eso lo sabe tu familia? Es decir…—Sí, eso no es secreto para nadie. Nunca me ocultaron que yo no era hijo de Carlos. —Hizo una corta pausa apretando levemente su mandíbula—. Al menos fueron sinceros, ¿no?Quedé literalmente sin palabras. Y con las neuronas un poco desinfladas.—He tenido mil percances con él, Delu, miles. No compaginamos, a pesar de que hubo una época en la que demostró tenerme cariño. Pero siempre sentí su arrepentimiento por aceptarme como hijo suyo, ¿entiendes? Por darme el apellido, quiero decir. Quizá
Podemos estar embadurnados de inocencia, casi noqueados por un duro golpe, pero no hay conciencia ciega que limite el saber lo que uno es capaz de hacer por amor. Lo bueno y lo malo nos gusta en igual medida, siempre he estado consciente de eso.Quería estar con él, así que me fui hasta el edificio que me indicó por texto y allí estaba el personaje esperándome en la entrada principal.—Olá. —Sonrió, envolviendo mi cuerpo con sus brazos.Nos quedamos así por varios minutos. Su perfume era embriagador, cargaba el famoso suéter negro manga larga de cuello en V que le sentaba muy bien, y unos jeans claros a la medida.Recosté mi cara en su pecho y me dejé acunar.—Gracias por venir —dijo, besando el tope de mi cabeza—. Entremos.Con mi brazo en su cintura y el suyo sobre mi hombro, cruzamos un corto pasillo hasta dirigirnos a unas escaleras al fondo. Luego tomó mi mano mientras dirigía el resto del camino.El recinto se trataba de un complejo habitacional de edificios paralelamente constr
—¿Hola?—Delu, ¿cómo estás?Maël se sentó a orillas del colchón con los brazos en sus muslos y me observó hablar. —Bien. ¿Qué sucede? —La llamada era tan inoportuna, como casualmente bizarra.—Mira, te llamo para preguntarte si pasó algo con Circo.Arrugué bastante las cejas.—Ehh, nop. ¿Por qué lo preguntas? —Miré el techo y suspiré.—Es que vi que el cronograma de la obra se detuvo, y pensé en preguntarte si se debía a algo malo.—No, nada malo. Solo es un descanso de temporada porque luego vienen otras presentaciones y la gira —informé, mirando a Maël para que lo recordara. No hubo expresión en su rostro y antes de que existieran, salí de la habitación sin preocuparme en cubrir mi parcial desnudez.Ya cuando estuve segura en la cocina, pregunté:—¿Es por eso que me llamas? Es extraño que lo hagas.Le escuché suspirar.—Quería preguntarte si quieres venir al cumpleaños de mamá. —Cerré los ojos. Por Dios, pensé que ya había dejado de intentar algo conmigo—. Ella me preguntó por nos
Me pareció buena idea arrancar en esa aventura yendo a comprar algunas cosas necesarias para el apartamento. Como Maël había dejado su camioneta en Viana, salimos en el carro que Joao le prestó y asistimos a una feria de electrodomésticos que se desarrollaba en la ciudad para aprovechar buenos precios. Ambos pagamos por todo, no hubo riñas de quien ponía más dinero o no, lo que me fascinó porque fue espontáneo.La nevera, una cama amplia para nosotros y una cama individual para el cuarto de huéspedes, esdecir, para Joao. Pensé que a Maël le fastidiaría irse de compras, pero resultó ser al contrario y por su parte. Y por suparte, él no pensaba que yo me metería de lleno con todo aquello. Me hizo feliz mirar entre artículos para el hogar, pasando toda la mañana y parte del medio día recorriendo el almacén y eligiendo bártulos.Desde la tarde hasta la noche, estuvimos recibiendo al camión de la feria con nuestros encargos, acomodando todo, limpiando, ordenando, sacudiendo, escuchando mús
Estiré los brazos hacia arriba de mi cabeza para explayarme, y le pedí:—Escucha.La canción que sonaba terminó y Nr.9 comenzó a rellenar el espacio, el mismo tema que me hizo llorar en Mafalaia.Maël sonrió precioso, mordiéndose los labios.—Necesitaba agradecer aquel regalo de algún modo. —Separé mis piernas lentamente, arrastrando los altos tacones por toda la encimera.Miró mis pies y su mandíbula se apretó. Ahora estaba serio y algo sorprendido. Me di cuenta que no sabía muy bien cómo proceder.Llevó sus manos hasta mis piernas y las sobó, resbalando las palmas sobre mi piel aceitada. Muslos, rodillas, pies... Allí pasó algo. Se detuvo en seco y algún pensamiento, quizás de él dentro de mí, le hizo reaccionar.Se sacó la franela que cargaba puesta en un ágil movimiento y sentí el centro de mi placer calentarse a toda potencia. La idea de haber sorprendido a un jovencito se esfumó por completo porque en un chasquido de dedos tuve frente a mí a un hombre en toda regla.Su cuerpo… Y
Acostados en nuestra nueva cama, entrelazados de una forma espectacular, dprmimos un poco, despertando ya entrada la noche.—¿Cómo organizaste lo de Liesje?A Maël le gustaba poner su cabeza sobre mí. Bien sea en mis piernas o sobre mi abdomen.Despegó su cara de entre mis senos y se alzó para mirarme con soñolencia.—¿Joao te contó que fui yo?—Sip.Sonrió de medio lado y se removió hasta quedarse boca arriba. Pasó una mano por su cara. —No creo que te haya contado todo. —Acomodó su almohada para poder verme mejor—. Sabía que te gustaba Hooverphonic, y desde hace tiempo. Una vez te escuché cantando una canción de ellos mientras entrabas a la casa cuando vivíamos en Viana. Y otro día mientras cocinabas, colocaste el celular en altavoz y te paseaste por allí entonando algunas otras.Lo miré sopesando la información.Suspiré, recordando aquellas ocasiones donde me la pasaba calculando sin cesar el momento en el que él apareciera. Evité que el corazón se me saliera por saber que me habí
Me despertó un beso en la espalda y el picor subió por mi columna.—Mmmm —gemí complacida—. ¿Estás bien?—Discúlpame por lo de antes. —Me plantó un beso en la mejilla—. Sé que te preocupas por mí, pero todo está genial.Me giré hasta colocarme de lado y sobé su cara de forma lenta y tierna.—Estás disculpado. —Dejé un beso en sus labios y lo miré por un largo rato, mientras él enrulaba un mechón de mi cabello con uno de sus dedos—. Eres hermoso, ¿ya te lo había dicho? Te miro aquí y no me lo creo.Sonrió como me encantaba que lo hiciera, embelesado, y acercó sus labios a los míos para regalarme su buen estado de ánimo.—Tengo hambre, ¿quieres comer algo? —me preguntó.—Mmm, no sé. ¿Qué vas a preparar?—Tampoco sé. Tenemos cereal, huevos, pasta... —Se rascó la cabeza y lanzó una mueca circunstancial. Se le veía tan bello, su emoción era preciosa—. ¿Unos panes, tal vez?Me eché a reír mientras se levantaba.—¿Todo eso junto?—¿Qué? No me presiones, no soy mamá. Una sola cosa, elige.Me
—¡ESTÁS LOCA!Más risas.—Dios mío, tu cara… —Negué con la cabeza y tuve que apoyarme a la encimera—. Parecías un conejo frente a un cazador.—¡Será frente a una bruja! Delu, estás loca. —No podía parar de reírme, me dolía el estómago y el pecho—. ¡Pensé que de verdad me clavarías el cuchillo! —Eché la cabeza para atrás y me desgrané como ordinaria—. Pero, ¿qué diablos te pasa?—Ay señor… Diosito, dame fuerzas… —Intenté calmarme, secándome las lágrimas e intentando respirar—. Lo siento.—¡¿Qué lo sientes?! ¡No me des esos sustos, coño!—Es que me encanta molestarte…—Pues, deja de hacerlo.De nuevo la risa que pensé me mataría, pero pegué un grito cuando se abalanzó a mi cintura y comenzó a hacerme cosquillas.—¡No, no, no!Siguió empecinado en clavarme sus garras en lugares súper sensibles, pero de pronto y desde atrás, agarró uno de mis senos y me lo pellizcó.—¡AY! —Manoteé su mano y me giré—. ¡Oye, chico, eso duele!—Te lo mereces por loca.—¡Que te estaba gastando una broma! —Sis