En un mundo donde el poder y la venganza predominan, dos almas destinadas a encontrarse se ven envueltas en una trama de secretos y oscuros deseos. Juliet, hija de un magnate poderoso, ha vivido bajo la sombra de las expectativas y tradiciones impuestas por su linaje. A pesar de su privilegiada posición, su vida se ve marcada por tragedias y desolación, dejándola cuestionando su propio valor en un mundo que parece conspirar en su contra. Por otro lado, Maximiliano, obsesionado por la sed de venganza, ha crecido alimentando el deseo de hacer pagar a aquellos que cree son los responsables de la muerte de su padre. A pesar de los intentos de su madre por desviar su camino de odio, Max se sumerge cada vez más en la oscuridad de su propio plan maquiavélico. Cuando el destino los cruza, Juliet y Maximiliano se ven atrapados en una espiral de emociones prohibidas. A medida que luchan contra sus propios demonios internos, se ven obligados a confrontar el poder del amor y la fuerza de la venganza. ¿Podrán superar las sombras del pasado y encontrar la redención en los brazos del otro? ¿O sucumbirán ante los oscuros deseos que amenazan con destruirlos por completo? En un mundo donde la línea entre el bien y el mal es difusa, solo el amor verdadero podrá iluminar el camino hacia la salvación. Veamos cómo se desarrolla está historia.
Leer másMaximiliano se sintió aliviado después de hablar con su madre. Ahora, tenía que buscar a otra persona con quien tenía esa conversación pendiente antes de que su relación también terminara por su culpa. Justo en ese momento, entraba al bar donde había quedado con su amigo Frank.— Max, ¿cómo estás? Me dejaste preocupado con esa llamada. ¿Qué vas a tomar? — Frank no era rencoroso; a pesar de sus diferencias, Max era como un hermano para él, y siempre iban a existir problemas.— Gracias por aceptar verme. Sé que estás enojado conmigo, y con justa razón. — Pidiendo su trago, se acomodó en su silla. — ¿Cómo estás con Megan? — Le preguntó.— Ya casi no estamos. Nos hemos distanciado un poco. — Le comentó Frank.— ¿Es por mí? — Frank bajó la cabeza para jugar con su trago.— Sabes que odio las mentiras. No decirle lo que está pasando es prácticamente lo mismo. — Comentó afligido.— Ya puedes hablar con ella, Juliet sabe toda la verdad. — Frank lo miraba incrédulo.— ¿Cómo se enteró? — Pregun
La mañana llegó, y con ella, Juliet despertó, encontrándose a Maximiliano dormido al borde de su cama. Su padre no estaba en la habitación, así que lo observó durante un largo rato. — Max. — lo llamó con cuidado.— Mmm... — Respondió Maximiliano, despertando desorientado al encontrarse con la mirada de Juliet, recordando que estaban en la clínica. — ¿Te sientes mal? ¿Necesitas algo? ¿Debo llamar al doctor? — preguntó, tomando su rostro entre sus manos y levantándose para estar a su altura.— No, tranquilo. Solo están por venir para la revisión y quizás me den de alta. — dijo Juliet con calma.— ¿Estás segura? — insistió Maximiliano.— Sí, estoy segura. Pero podrías ayudarme a ir al baño. — solicitó Juliet.— Por supuesto, mi vida. — respondió sin darse cuenta de su tono, pero Juliet guardó silencio. Con cuidado, la ayudó a levantarse, quitándole el suero de medicación y llevándola hasta el baño.— ¿Te sientes bien? ¿Estás mareada? — preguntó Maximiliano mientras la ayudaba.Ella negó
La mirada intensa de Max hacia Juliet la hizo estremecer; estaba segura de que lo que tenían había muerto debido al engaño y la traición, pero sus sentimientos seguían vivos y en ese momento, los tenía a flor de piel.— Cometí un grave error, te lastimé y sé que no tengo derecho a pedirte nada. Hice las cosas mal —dijo Max con un tono cargado de arrepentimiento mientras tomaba las manos de Juliet entre las suyas.Juliet no entendía a qué venía todo aquello y trató de zafarse suavemente, sintiendo una mezcla de confusión y curiosidad.— ¿De qué hablas? —preguntó, buscando entender la situación.Max la miró fijamente antes de soltar la noticia que cambiaría todo.— Juliet, estás embarazada —declaró con solemnidad, haciendo que el tiempo pareciera detenerse por un instante.Juliet se quedó sin habla, con los ojos abiertos de par en par mientras procesaba la revelación. Las emociones la abrumaron: sorpresa, incredulidad, miedo, pero también una chispa de esperanza.— ¿Qué? —murmuró finalm
Después de un par de semana y sin poder hablar con Juliet estaba al borde de la desesperación, no había medido la magnitud de sus sentimientos para con su esposa, realmente sentía un gran amor por ella y haría lo imposible para hacer que vuelva a casa, si era de cambiar su plan de venganza lo iba a hacer, necesitaba a Juliet en su vida.El ambiente en la empresa era tenso mientras Juliet acompañaba a su padre, quien estaba revisando los últimos informes financieros. De repente, la puerta se abrió de golpe y su asistente.— Juliet, lo siento, pero no logramos controlar la situación. Tu esposo exige verte. — Juliet mira a su padre, quien rápidamente se pone de pie para ir a enfrentar a su yerno.— Papá, por favor déjame que yo me encargue, ya mucho te he expuesto con esta situación, iré a ver qué es lo que quiere. — Juliet salió con paso firme a enfrentarse con su marido.— ¿Qué quieres? — pregunto sin si quisiera saludarle.— ¿Hablamos delante de todos o vamos a tu oficina? — La verdad
Juliet y Maximiliano se encontraron solos en la habitación, el silencio se volvió tangible y pesado. Juliet, con determinación, limpió sus lágrimas mientras miraba a Maximiliano con una mezcla de dolor y enojo.— ¿Qué haces aquí? ¿No habíamos acordado algo? — Max preguntó, visiblemente molesto— Contigo todo cambia día tras día. Desde que nos casamos, siento que estoy caminando sobre arena movediza. — Juliet tomó aire, consciente de la verdad en sus palabras.— Te entiendo, pero somos un matrimonio. No puedes salir corriendo al primer problema que enfrentamos. — Maximiliano suspiró, sintiendo el peso de sus propias acciones.Juliet tomó su bolso y sacó unas fotos, entregándoselas a Maximiliano. Este sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor al ver las imágenes de cuando fue a ver a Karen aquella mañana.— No es el primer problema. Tienes una relación con esta mujer y sigues negándolo. ¿Qué más quieres de mí? No puedo aceptar esta situación. — Maximiliano miraba las fotos, dánd
Juliet estaba intentando concentrarse en su trabajo, pero por primera vez no se sentía con ánimo para realizar nada nuevo. Su mente proyectaba una y otra vez las imágenes que le habían llegado el día anterior: las escasas palabras de su esposo y la distancia que había mantenido durante la noche al no dormir con ella. Aunque escuchó sus palabras cuando fue a buscarla a su habitación, algo volvió a surgir en ella: la duda. Recordó el día de su boda, cuando Valeria le reveló que ella y Maximiliano eran amantes desde hacía mucho tiempo.Por miedo a fracasar nuevamente en el amor, Juliet había dejado pasar esa situación y le había dado otra oportunidad a Maximiliano. Sin embargo, su manera agresiva de tratarla y la indiferencia que mostraba cada vez que surgía un problema la llevaban a pensar que había sido un error casarse tan rápido.Sentía que Maximiliano volvería a romperle el corazón, pero esta vez dejaría huellas imborrables, porque ahora sí sentía amor. Estaba perdidamente enamorada
¿Qué podía hacer con toda aquella información? ¿Por qué le ocurrían esas cosas a ella? Tiro el sobre con su contenido al piso con rabia y se cubrió el rostro con sus manos, soltando un gemido adolorido.Max. Le había escrito a Juliet, pero no había obtenido respuesta, marco el número y fue directo a buzón, aquello le pareció muy extraño piso el acelerador para llegar rápido a su casa.Después de un rato, estaba abriendo la puerta y la casa estaba toda oscura, encendió la luz principal y pudo notar que Juliet estaba sentada con el sofá con las manos entre sus piernas y la cabeza apoyada en el respaldo.— ¿Amor? ¿Qué ocurre? ¿Te paso algo en la empresa? — Acercándose rápidamente a ella, cuando quiso tomarle la mano esta se apartó con movimientos bruscos. — ¿Qué pasa? — volvió a preguntar.— Esto es lo que pasa. —Agarrando nuevamente el sobre, colocándoselo en el pecho, Max. Lo tomó y miró las fotos una a una, maldiciendo mentalmente, cerró los ojos tratando de controlarse. — Te pregunté
Maximiliano y Juliet se encontraban en un momento de calma y plenitud en su relación, disfrutando de la tranquilidad de su hogar mientras compartían sus pensamientos y emociones. — ¿Cómo te fue hoy en la empresa? — preguntó Max, entrelazando sus dedos con los de Juliet mientras estaban acostados en el sofá, mirando el techo pero abrazados. — Nunca pensé que me gustaría tanto trabajar con mi padre. Amo cada proyecto, es una emoción tan grande. — Maximiliano sonrió, su mirada reflejaba orgullo y admiración hacia su esposa. — Tengo una esposa muy inteligente. Sé que todo lo que hagas va a tener mucho éxito. Te felicito, mi amor. — Max le dio un tierno beso en los labios, sellando sus palabras con cariño. Mientras la pareja vivía su idilio de amor en su hogar, fuera de su refugio algunas personas tramaban planes que amenazaban con perturbar su felicidad. Eloy seguía tras las pistas para descubrir los secretos que Maximiliano ocultaba, motivado por el padre de Juliet y quizás también po
Carla en el momento de que abrió la puerta se arrepintió, no le quedo de otra que hacerle frente a la persona que estaba delante de ella.— ¿Qué haces aquí? — pregunto Carla.— Necesitamos hablar. — la voz de Eloy salió ronca.— ¿Necesitamos? Yo no lo necesito, me quedo muy claro todo y decidí seguir y dejar eso allá y en el pasado, así que por favor vete. — termino diciendo para cerrar la puerta, pero Eloy metió su mano para evitarlo, haciendo presión termino por abrirla e ingreso al apartamento. — ¿Qué haces? Vete de mi casa, no tienes ningún derecho a entrar de esta manera. — Carla lo miro desafiante.— No me voy a ir hasta que hablemos. — Eloy también mantuvo su postura.— Está bien, dime, ¿qué quieres? — cruzando los brazos a la altura de sus pechos, movimiento que captó la atención del hombre y se distrajo por unos segundos para luego tragar grueso y volver a verla a la cara.— Fui muy grosero contigo, yo quiero disculparme. — Eloy, estás mintiendo, eso no era lo que ibas a deci