Si bien no la conocía a la perfección, Maximiliano sabía que Juliet no se dejaría ver así por nadie. Decidió buscarla en la parte superior de la casa y, con suerte, escuchó su llanto sutilmente al abrir la primera puerta. La encontró tirada en un rincón, como una niña castigada y asustada. No quería acorralarla, sabiendo que ella había dicho que no la tocara, así que decidió sentarse en la orilla de la cama frente a ella.
— No sé qué ocurrió en el pasado, pero nada nos une a eso. Conozco a Valeria, ciertamente, pero nunca la relacioné contigo, no sabía que se conocían y tampoco soy su amante. — Maximiliano intentaba hablar calmadamente, aunque lo único que quería era levantarla del suelo, abrazarla y evitar que llorara de nuevo. Pasó un rato hasta que Juliet decidió hablar.
— Ella fue mi mejor amiga en la secundaria, o eso pensaba yo. Estuvo con mi novio todos los años que estuvimos juntos desde el tercer año. Me dolió mucho enterarme de la verdad. Ella se vio acorralada cuando supo que mi padre me enviaría a estudiar lejos y que también se iría mi novio. — Juliet se sorbió la nariz. — Mi padre aceptó con la condición de que tenía que casarse conmigo. — Se miraba las manos, tratando de limpiar sus mejillas con ellas mientras relataba su historia. Maximiliano la escuchaba atentamente. — Un día antes de irnos, era nuestra despedida y ella hizo exactamente lo mismo que hizo hace un momento contigo. Se acercó a mi novio... — No terminó la frase.
— Exnovio. Recuerda que soy tu esposo. — Maximiliano dijo de manera posesiva.
— Lo que sea. — Dijo Juliet, y él sonrió, sabiendo que estaba molesta. — Como decía, se le acercó, le dije algo y se encaminó hacia el jardín. Yo los seguí porque pensé que me iban a dar una sorpresa y quería ver.
— ¿No te han dicho que la curiosidad mató al gato? — interrumpió nuevamente Maximiliano, y ella lo miró de mala manera.
— ¿Y a ti nunca te han dicho que es malo interrumpir cuando la otra persona está hablando? — Dijo Juliet en tono molesto.
— Está bien, disculpa. Puedes seguir, no volveré a interrumpir. — Dijo Maximiliano.
— Lo cierto fue que me llevé una gran sorpresa. Carlos y Valeria estaban besándose apasionadamente. Fue asquerosamente doloroso, la traición fue doble. Realmente quería morir. Me fui a mi cuarto y no salí hasta que tuve mis maletas listas. Cuando bajé, todo el mundo me miraba. Carlos fue a mi encuentro, sin pensarlo le di una cachetada. Valeria se me fue encima y comenzamos a pelearnos. Mi padre no entendía nada, así que cuando lograron quitármela, tenía muy marcada la cara. Mi padre me alejó de todo y, en espera de una explicación a tal escándalo, no me quedó más remedio que contarle. Él decidió apoyarme y me envió al extranjero esa misma mañana. Hasta el día que tú me viste. — Terminó diciendo la chica.
— ¿Aún sientes algo por ese tal Carlos? — Preguntó Maximiliano totalmente serio.
— Claro que no. Me acabo de casar contigo, ¿acaso eso no te dice algo? — Dijo Juliet con fervor. Maximiliano la miró con ternura.
— Entonces para ti es más cómodo pensar que yo también te estoy haciendo lo mismo. — Maximiliano aprovechó su vulnerabilidad para desviar sus sospechas.
— Porque tú también caíste en sus garras, eres su amante y me duele mucho que te hayas prestado para que me lastimara nuevamente. — Maximiliano arqueó las cejas.
— Ya te dije que no soy su amante. La conocí antes que a ti y no sabía que estaban relacionadas, esto es pura coincidencia. No quiero que me estés juzgando por tu pasado, ¿de acuerdo? Valeria y yo sí tuvimos algo, pero ya estaba terminado mucho antes de que tú llegaras. — Maximiliano no entendía por qué necesitaba defenderse tanto, pero lo estaba haciendo.
— No sabes cuánto me molesta saber eso. — Dijo con amargura. — Justo hoy, el día que se suponía iba a ser el más feliz de mi vida. — Soltando un suspiro, Maximiliano se acercó a ella.
— Hoy es el día feliz. ¿Por qué tienes que dejar que ella arruine todo? Lamento esta horrible casualidad, pero no tengo nada con ella. — Repitió.
— Ya no quiero ni pensar. — Dijo la chica triste. Max acarició su cabello.
— ¿Quieres que nos vayamos? ¿O bajamos a estar un rato más con los invitados? — Preguntó Maximiliano sin ánimos. Estaba de mal humor; las cosas no estaban saliendo como él las había planificado desde un principio. Ahora se encontraba cuestionándose cada paso que daba.
— Yo prefiero quedarme un rato más. Mi maquillaje se dañó y no quiero que se den cuenta de que estuve llorando el día de mi boda. — Juliet se sentía triste. Max ni siquiera la había consolado, solo se limitó a hablar y preguntar. Por primera vez, sentía miedo de haberse casado tan rápido.
— Bueno, como tú quieras. Vendré a buscarte dentro de un rato y diré que estás arreglándote para irnos. — Dicho esto, salió del cuarto sin mirar hacia atrás.
Cuando llegó a la sala, comenzó a tomar. Quería olvidarse de todo y seguir con su plan de venganza. Haría sufrir a la hija del culpable de la muerte de su padre. Eso era en lo único en lo que debía concentrarse.
Después de un rato, Maximiliano había logrado controlar sus emociones y decidió ir por Juliet. Subió las escaleras lo más rápido que pudo, sin molestarse en tocar, y abrió la puerta del cuarto donde se encontraba Juliet. Allí vio lo que necesitaba para que el monstruo que habitaba en él saliera nuevamente.
— ¿Juliet? — Gritó Maximiliano. — ¿Qué significa esto? — Señaló a Carlos, quien aún la tenía en sus brazos. Max estaba que echaba fuego por los ojos, apretando los puños con fuerza.
— Max... Yo... Déjame explicarte... No es lo — Maximiliano levantó una mano, evitando que siguiera hablando.
— ¿Tú qué, Juliet? ¿Tú no estabas besándote con este sujeto? — La mujer que hacía unos momentos estaba tirada en el suelo llorando desconsoladamente por una supuesta infidelidad sufrida, ¿y ahora venía ella a decirle qué cosa? — Gritó el hombre. Las palabras de Maximiliano salían con mucho odio y rabia.
— No le hables así, imbécil. — Carlos no había terminado de hablar cuando Maximiliano le dio un golpe en la cara. — Juliet corrió para interponerse entre ellos. Maximiliano se veía demasiado peligroso y no sabía de lo que era capaz.
— ¡O te quitas o te quito, tú decides Juliet! — Mirándola con rabia, ella se quitó temblando. Max se agachó y tomó a Carlos por el cuello de la camisa.
— Mira, imbécil. No sé quién seas, pero sé que esa mujer que está allí es mía, es mi esposa. Así que te voy a pedir que te mantengas alejado de ella, ¿de acuerdo? — Sujetándolo fuerte, lo empujó contra la pared.
— Y tú. — Señalando a Juliet. — Muévete, nos vamos. — Abriendo la puerta y esperando a que ella saliera, Juliet agarró su bolso y su maleta y pasó por su lado. Una vez abajo, todos los despidieron con alegría, ignorantes de todo lo que había pasado arriba. Ya en la carretera, Maximiliano tenía los puños blancos de tanto apretar el volante. Llegaron al departamento de él y Juliet lo miró extrañada cuando este le dijo que se bajara.
— ¿Nos vamos a quedar aquí? Max, mi papá nos regaló una noche en el mejor hotel de la ciudad. Nos están esperando. — Maximiliano comenzó a reírse y luego se puso serio.
— Me importa un carajo lo que haya reservado tu padre. Te vas a quedar aquí y mañana muy temprano salimos de viaje. Así que camina. — Juliet, sin ningún ánimo de provocarlo, caminó hacia el departamento en silencio.
Una vez adentro, Juliet estaba muy nerviosa con todo lo que estaba pasando y decidió hablar primero.
— Max, tenemos que hablar. — Este se volteó.
— Te aconsejo que no me provoques. Si lo que quieres es reclamarme porque no te dejé revocarte con tu aman... — No terminó la frase porque Juliet le abofeteó la cara sin pensarlo.
— No voy a permitir que me insultes. — Max, lleno de furia, la agarró por el cabello y la dirigió al cuarto, pasando directamente al baño. Juliet luchaba por soltarse, pero cada vez que lo hacía, Maximiliano la agarraba con más fuerza. Él la colocó frente al espejo, la inclinó y comenzó a limpiarle la boca con agua y jabón. Juliet lloraba porque la estaba tratando de una manera muy despiadada. Después de hacerle todo aquello, la tiró a la cama, donde Juliet cayó haciéndose daño. Gritó de dolor.
Maximiliano, lleno de ira, se despojó de su ropa y fue hacia ella de una forma brusca, casi salvaje. Juliet trataba de evitar que le siguiera haciendo daño, pero él logró romper su vestido.
— No te podías aguantar, ¿verdad? Tenías que sacar tu verdadera personalidad. Pues vamos a quitarte las ganas, perra. — Juliet lloraba desesperadamente. No podía creer que esto le estuviera sucediendo. Maximiliano era un psicópata con el que ahora estaba casada.
— ¡No! Por favor, Max, no me hagas esto. Por favor, no me lastimes, no lo hagas, por favor. — Decía ella entre lágrimas. Sus súplicas y aquellas palabras paralizaron a Maximiliano, haciéndolo entrar en razón.
Se quedó quieto encima de ella. ¿Qué diablos estuvo a punto de hacer? Por su parte, Juliet logró liberarse y se refugió en el otro extremo de la cama.
— Perdón. — Susurró Maximiliano, pasándose una mano por la cabeza y sentándose en la orilla de la cama, dándole la espalda. — M*****a sea. — Se levantó, tomó su ropa y salió de la habitación, dejándola totalmente desconsolada y asustada.
Maximiliano había cruzado una línea y ahora no sabía cómo reparar el daño ocasionado. Tomó un vaso, lo llenó de agua y se lo llevó a sus labios. Lo tragó amargamente. Sus manos temblaban. Estuvo a punto de hacerle lo peor que se podía hacer a una mujer. ¿Cómo pudo ser tan animal? Pasó un buen rato pensando en qué hacer y calmando su cabeza. Volvió a llenar el vaso de agua, pero esta vez no era para él. Caminó en dirección a la habitación donde había dejado a su esposa.
— Juliet. — Ella se tensó y se abrazó con más fuerza. — No hagas eso, por favor. — Le pidió cuando notó que le tenía miedo. — Perdóname. Me dejé llevar por la rabia. Perdí la cabeza. — Susurró el hombre. Sabía que todas esas eran puras excusas.
— No hice nada. No sé de dónde salió. No dejaste que te explicara y me lastimaste. — La mujer claramente le estaba recriminando y se lo tenía bien merecido.
— Toma un poco de agua. — Le ofreció el vaso que tenía en la mano. Ella levantó la mirada y lo miró.
Si algo le quedó claro aquella noche, es que odiaba ver tristeza en su mirada. Suspirando, acarició su mejilla y se sentó a su lado, dándole de beber el mismo vaso.
Después del incidente devastador en la habitación, Juliet se encontraba en un estado de turbación y desilusión. La traición de Maximiliano había sido un golpe a su confianza y autoestima, y se preguntaba si realmente había hecho lo correcto al casarse tan rápido. Mientras tanto, Maximiliano se encontraba en una encrucijada entre sus deseos de venganza y los sentimientos que habían surgido hacia Juliet. El silencio entre Juliet y Maximiliano era abrumador. Ambos se encontraban sumidos en sus propios pensamientos, tratando de procesar lo que acababa de suceder. Juliet, con la mirada fija en la ventana, rompió el silencio con voz temblorosa. — ¿Cómo pudiste hacerme esto, Max? ¿Cómo pudiste traicionarme de esta manera? — Susurro tratando de comprender. — Lo siento, Juliet. No tengo excusas para mis acciones. Fui un idiota, y te lastimé más de lo que puedo expresar con palabras. — Maximiliano se sintió abrumado por la culpa y la vergüenza. — No sé si puedo seguir adelante después de e
La claridad se metió entre las cortinas de la habitación, despertando a Maximiliano, quien tenía en sus brazos a Juliet aún en un profundo sueño. Mirando el techo, Maximiliano recapitula lo sucedido en las últimas horas; estuvo a punto de dañar sus planes por no saber controlar su ira. Su mujer había resultado ser bastante orgullosa y nada sumisa. Estaba seguro de que podía controlarla y manipularla a su antojo, pero le había quedo claro que eso no iba a ocurrir y tenía que ir con cautela con su mujer. Por otra parte, debía asegurarse de haber recuperado la confianza de la mujer, así que tenía que cambiar sus planes. De un principio había planificado no tener luna de miel, rechazarla después de la noche de boda, pero no hubo tal noche y todo había sido complicado. Se la quitó de encima con mucho cuidado para no despertarla, tomó su móvil para ejecutar el plan B y se dispuso a revisar sus maletas, iba a tomar las de ella cuando la escuchó hablar. Juliet se despertó con el ruido de l
Por la noche, Maximiliano se aseguraba que todo lo que había organizado estuviera a la perfección, una cena privada en la playa, iluminada por velas y rodeada de antorchas que creaban una atmósfera mágica. Le había dejado una nota a Juliet diciéndole que se preparara para una sorpresa, así que era hora de volver a la habitación. Cuando entró, se quedó observando desde la puerta como ella se observaba en el espejo, susurrando entre sus dientes. Estaba tan concentrada que no se había percatado de su presencia. — ¡Estás muy hermosa! — Juliet se sobresalta al escuchar la voz de Max. — ¡Max, me asustaste! — El hombre camina hacia ella sonriendo, también se le veía muy guapo. — ¿Ya estás lista, querida esposa? — Pregunto en un susurro. — Sí, pero... ¿Dónde vamos? — Juliet estaba ansiosa por saber dónde la llevaría. — Es una sorpresa. Sígueme. — Ofreciendo su brazo para guiarla al lugar. El lugar quedo realmente hermoso, ahora que le veía en su rostro la sorpresa reflejada, la emoción,
A la mañana siguiente, los primeros rayos de sol se filtraron a través de las cortinas entreabiertas, bañando la habitación en una suave luz dorada. Maximiliano despertó con una sonrisa al ver a Juliet acurrucada a su lado, dormida y serena como un ángel. Con delicadeza, acarició suavemente su mejilla, despertándola lentamente de su sueño. Los ojos de Juliet se abrieron lentamente, revelando destellos de felicidad y amor a medida que se encontraba con la mirada amorosa de Maximiliano. — Buenos días, mi amor — susurró Maximiliano, inclinándose para besarla con ternura en los labios. — Buenos días — respondió Juliet con una sonrisa, devolviendo el beso con igual dulzura. Se estiró perezosamente, sintiendo el calor reconfortante de la cama y la presencia reconfortante de Maximiliano a su lado. Juntos, se quedaron un momento más, disfrutando de la intimidad de la mañana y el amor que compartían. Luego, con una mezcla de emoción y anticipación, se levantaron de la cama y se prepararon p
La casa del padre de Juliet irradiaba una atmósfera de cordialidad y calidez cuando Maximiliano y Juliet llegaron para la comida. Sin embargo, detrás de su sonrisa amable, Maximiliano guardaba un profundo rencor hacia el hombre que tenía delante. Para él, esta reunión no era más que una fachada, una oportunidad para mantener las apariencias mientras seguía adelante con su plan de venganza. Al abrir la puerta, fueron recibidos con una sonrisa afectuosa por parte del padre de Juliet, quien los saludó con entusiasmo. — ¡Juliet, Maximiliano, qué alegría verlos!— exclamó, abrazando a su hija antes de extenderle la mano a Maximiliano. —Bienvenidos a casa — Maximiliano devolvió la sonrisa, ocultando hábilmente su verdadero sentir detrás de una cortesía cuidadosamente elaborada. — Gracias por invitarnos, Alberto. Es un placer estar aquí — respondió con una voz amable, aunque en su interior ardía el deseo de venganza. Juliet se acercó a su padre con cariño, compartiendo abrazos y besos ante
Maximiliano sabía que aquel no era el momento ni el lugar para tratar el tema, pero darle largas a Frank era un peligro latente. A pesar de que eran amigos, no iba a permitir que le hiciera daño a Juliet. — Frank, no es el momento ni el lugar, sé que te debo una explicación, pero ahora no. —Le solicito, Maximiliano. — No, esta vez lo tenemos que hablar, Max. — retándolo con la mirada. — ¿Cómo se supone que debo comportarme con mi novia después de enterarme de tus planes? Es su mejor amiga a la que quieres lastimar. — Frank realmente estaba molesto. — Lo sé, Frank. Sé cómo te puedes sentir, pero no tienes por qué involucrarte, es mi asunto, no el tuyo, lo que yo hago no es tu responsabilidad, olvida el tema, por favor. — respondió, su voz cargada de culpa. Frank suspiró, sintiendo la frustración y la incomodidad en el aire. — ¿Cómo crees que puedo olvidar algo tan grave, Max? Ocultar la verdad sobre tu madre, crear una farsa de un hogar que no existe... ¿Todo por una venganza? — pre
La noche envolvía la casa de Alberto en una atmósfera de silencio tenso. El patriarca de la familia se hallaba inquieto por las evasivas de Maximiliano con respecto a su madre. La duda, como una semilla sembrada en su mente, comenzó a germinar y a hacer estragos en sus pensamientos. Aunque había prometido a su hija no volver a intervenir en su vida, sentía que su deber como padre era velar por su bienestar, incluso cuando ya era una mujer adulta. Juliet era su tesoro más preciado, la única familia que le quedaba después de tantas pérdidas, y estaba decidido a protegerla con todas sus fuerzas. Mientras Alberto se sumía en sus pensamientos, Maximiliano, en otra habitación, miraba el techo con la mente llena de inquietudes. Las palabras de su suegro resonaban en su cabeza, recordándole lo peligroso que podía ser que Alberto empezara a indagar sobre su pasado. Nunca debió haber mencionado a su madre, pero negar su existencia sería una mentira demasiado grande. Su madre, su verdadero hoga
La puerta se abrió con un suave crujido cuando Maximiliano regresó a casa. Su corazón latía con fuerza, cargado de remordimiento y el deseo de reparar las grietas que se habían formado en su relación con Juliet. Avanzó hacia ella, con la mirada llena de determinación, pero también de humildad.— Juliet, necesito hablar contigo. — dijo en voz baja, buscando sus ojos con anhelo.Juliet, que estaba sentada en el sofá con un libro en la mano, lo miró brevemente antes de volver la vista hacia las páginas con expresión impasible.— Lo siento mucho por lo que pasó. Fui impulsivo y dije cosas de las que me arrepiento profundamente — continuó Maximiliano, acercándose lentamente.Silencio. El único sonido en la habitación era el susurro de las páginas del libro al ser pasadas por Juliet.— Entiendo que estés herida y molesta. Pero te prometo que haré todo lo posible para enmendar mis errores y demostrarte cuánto significas para mí — agregó, su voz cargada de sinceridad.— Sé que me he estado au