A la mañana siguiente, los primeros rayos de sol se filtraron a través de las cortinas entreabiertas, bañando la habitación en una suave luz dorada. Maximiliano despertó con una sonrisa al ver a Juliet acurrucada a su lado, dormida y serena como un ángel. Con delicadeza, acarició suavemente su mejilla, despertándola lentamente de su sueño. Los ojos de Juliet se abrieron lentamente, revelando destellos de felicidad y amor a medida que se encontraba con la mirada amorosa de Maximiliano. — Buenos días, mi amor — susurró Maximiliano, inclinándose para besarla con ternura en los labios. — Buenos días — respondió Juliet con una sonrisa, devolviendo el beso con igual dulzura. Se estiró perezosamente, sintiendo el calor reconfortante de la cama y la presencia reconfortante de Maximiliano a su lado. Juntos, se quedaron un momento más, disfrutando de la intimidad de la mañana y el amor que compartían. Luego, con una mezcla de emoción y anticipación, se levantaron de la cama y se prepararon p
La casa del padre de Juliet irradiaba una atmósfera de cordialidad y calidez cuando Maximiliano y Juliet llegaron para la comida. Sin embargo, detrás de su sonrisa amable, Maximiliano guardaba un profundo rencor hacia el hombre que tenía delante. Para él, esta reunión no era más que una fachada, una oportunidad para mantener las apariencias mientras seguía adelante con su plan de venganza. Al abrir la puerta, fueron recibidos con una sonrisa afectuosa por parte del padre de Juliet, quien los saludó con entusiasmo. — ¡Juliet, Maximiliano, qué alegría verlos!— exclamó, abrazando a su hija antes de extenderle la mano a Maximiliano. —Bienvenidos a casa — Maximiliano devolvió la sonrisa, ocultando hábilmente su verdadero sentir detrás de una cortesía cuidadosamente elaborada. — Gracias por invitarnos, Alberto. Es un placer estar aquí — respondió con una voz amable, aunque en su interior ardía el deseo de venganza. Juliet se acercó a su padre con cariño, compartiendo abrazos y besos ante
Maximiliano sabía que aquel no era el momento ni el lugar para tratar el tema, pero darle largas a Frank era un peligro latente. A pesar de que eran amigos, no iba a permitir que le hiciera daño a Juliet. — Frank, no es el momento ni el lugar, sé que te debo una explicación, pero ahora no. —Le solicito, Maximiliano. — No, esta vez lo tenemos que hablar, Max. — retándolo con la mirada. — ¿Cómo se supone que debo comportarme con mi novia después de enterarme de tus planes? Es su mejor amiga a la que quieres lastimar. — Frank realmente estaba molesto. — Lo sé, Frank. Sé cómo te puedes sentir, pero no tienes por qué involucrarte, es mi asunto, no el tuyo, lo que yo hago no es tu responsabilidad, olvida el tema, por favor. — respondió, su voz cargada de culpa. Frank suspiró, sintiendo la frustración y la incomodidad en el aire. — ¿Cómo crees que puedo olvidar algo tan grave, Max? Ocultar la verdad sobre tu madre, crear una farsa de un hogar que no existe... ¿Todo por una venganza? — pre
La noche envolvía la casa de Alberto en una atmósfera de silencio tenso. El patriarca de la familia se hallaba inquieto por las evasivas de Maximiliano con respecto a su madre. La duda, como una semilla sembrada en su mente, comenzó a germinar y a hacer estragos en sus pensamientos. Aunque había prometido a su hija no volver a intervenir en su vida, sentía que su deber como padre era velar por su bienestar, incluso cuando ya era una mujer adulta. Juliet era su tesoro más preciado, la única familia que le quedaba después de tantas pérdidas, y estaba decidido a protegerla con todas sus fuerzas. Mientras Alberto se sumía en sus pensamientos, Maximiliano, en otra habitación, miraba el techo con la mente llena de inquietudes. Las palabras de su suegro resonaban en su cabeza, recordándole lo peligroso que podía ser que Alberto empezara a indagar sobre su pasado. Nunca debió haber mencionado a su madre, pero negar su existencia sería una mentira demasiado grande. Su madre, su verdadero hoga
La puerta se abrió con un suave crujido cuando Maximiliano regresó a casa. Su corazón latía con fuerza, cargado de remordimiento y el deseo de reparar las grietas que se habían formado en su relación con Juliet. Avanzó hacia ella, con la mirada llena de determinación, pero también de humildad.— Juliet, necesito hablar contigo. — dijo en voz baja, buscando sus ojos con anhelo.Juliet, que estaba sentada en el sofá con un libro en la mano, lo miró brevemente antes de volver la vista hacia las páginas con expresión impasible.— Lo siento mucho por lo que pasó. Fui impulsivo y dije cosas de las que me arrepiento profundamente — continuó Maximiliano, acercándose lentamente.Silencio. El único sonido en la habitación era el susurro de las páginas del libro al ser pasadas por Juliet.— Entiendo que estés herida y molesta. Pero te prometo que haré todo lo posible para enmendar mis errores y demostrarte cuánto significas para mí — agregó, su voz cargada de sinceridad.— Sé que me he estado au
Maximiliano había pasado toda la mañana en reuniones y resolviendo asuntos pendientes. Cuando tomó su móvil para ver si tenía algún mensaje de Juliet, se decepcionó al ver que no tenía ninguno. La hora de la comida se acercaba rápidamente.“Hola amor, ¿Dónde estás? ¿Almorzamos? No quiero que sigas molesta conmigo” enviando mensaje.Mientras tanto, Juliet estaba conversando con su padre cuando escuchó que su celular sonaba. Lo tomó y leyó el mensaje de Maximiliano, pero decidió responder fríamente, dejando claro que no estaba dispuesta a seguir con la tensión entre ellos.“Estoy en la empresa de mi padre, nos vemos esta tarde en la casa” Enviando mensaje.Max. Tenía el teléfono en a mano mirando la pantalla mientras caminaba de un lugar a otro en su oficina, se detuvo cuando sonó el aparato y no tardo en abrir el mensaje y se quedó quieto en cuanto leyó las escasas palabras cargadas de frialdad. Pulso el botón de llamada esperando que respondiera, pero no lo hizo, se fue directo a buzó
Max. Estaba concentrado en su carta para decidir que iba a comer cuando, las imágenes de su mujer hacer un par de horas atrás invadieron su mente, bajo la carta y la observa detalladamente, aquella mujer era una caja de pandora y a decir verdad ella iba a ser su talón de Aquiles. Juliet sintió la mirada de su marido encima de ella.— ¿Qué ocurre porque me miras así? — pregunto.— ¿Cómo te estoy mirando? — respondió con otra pregunta.— Así, me siento intimidada. — Max. Ríe con ganas como nunca lo había visto y ella aquello la hizo feliz, se veía hermoso, hipnotizada, Juliet no lo perdió de vista.— No creo que yo te pueda intimidar amor. — le aseguro él.— Me gustaría que siempre sonrieras así. — Max. De inmediato se puso serio.— ¿Cómo así? Me estoy riendo normal — dijo Max.— No, es la primera vez que te veo hacerlo desde tu ser. — Max. Volvió a quedar sorprendido, acaso aquella mujer podía ser más perfecta.— Tú me haces feliz, Juliet — Aquello sí lo dijo muy sinceramente, con el
Max. Se levantó temprano como de costumbre y al salir del baño se topó con la mejor vista que ha tenido en su vida, aquella mujer lo traía totalmente loco, verla dormir con la espalda y sus muslos descubiertos hacía que se replanteara su hábito de salir de la cama tan temprano. Se acercó a la cama sentándose en ella para luego baja sus labios a la espalda de la mujer.— Despierta dormilona. — Juliet se removió quejándose apenas.— Odio que te levantes temprano y me dejes sola. — él sonríe y sigue besándola.— Porque tengo una empresa que manejar mi vida. — Repartiendo caricias por toda la espalda. Su mano se fue perdiendo dentro de las sabanas hasta llegar a la redondez de sus nalgas.— Si quieres llegar temprano, mejor retira tu mano. — Max. Ríe con ganas.— ¿Me estás amenazando? ¿Qué pasa si sigo bajando? — moviendo la mano hacia su centro. — A mí esto me resulta muy placentero y no me importaría llegar tarde hoy, ¿Quieres que siga? — Juliet respondió dándole mayor acceso y Max. Jad