Cuando Maximiliano llegó a casa, su madre ya estaba dormida, así que se sentó en el sofá, reflexionando sobre todo lo que había ocurrido. Todo había salido a la perfección y había logrado entrar en la vida de esa mujer que había notado que era un poco confiada, pensando que todo el mundo la mimaría.
Por otro lado Juliet aquella celebración la dejo realmente agotada. Se dirigió a su habitación, se duchó y se metió en la cama. Todo lo que había pasado en la fiesta le parecía muy extraño. Conocer a Maximiliano y sentir esa química entre ellos la inquietaba. Nunca le había pasado algo así. A sus 25 años, había tenido novios, pero nunca había sentido esa atracción tan fuerte.
Quizás no pasaría nada. Ni siquiera sabía si le había gustado. No debía apresurarse y dejaría que todo fluyera. Había luchado mucho para no ser lastimada nuevamente y no iba a perder de vista esa perspectiva.
Amaneció muy rápido y Juliet, a pesar de estar muy cansada, tuvo que levantarse. Tenía que hablar con su padre y ponerse a hacer algo productivo.
— Hola, nana. Buenos días, ¿cómo amaneces? — Se acercó hasta donde estaba la mujer, a quien prácticamente veía como una madre.
— Buenos días, mi niña. ¿Cómo estuvo tu fiesta? — Preguntó con el mismo cariño de siempre.
— Bien, nana. Me hubiese gustado que estuvieras allí. Eres muy mala conmigo, siempre me dejas sola en esos eventos tan fastidiosos de papá. — Dijo haciendo un puchero.
— Mi niña, sabes que no me gustan. Además, ya no estoy para esos eventos tan largos. — La nana la abrazó de verdad, mostrando el amor que sentía por ella.
— Lo sé, nana, pero es que todo este tiempo te he extrañado mucho. — Le dijo Juliet, abrazándola.
— Ven, come, ya es tarde, mi niña. — Se sentaron y comenzaron a comer. Así pasaron los días, entre una cosa y otra. Juliet ya ni siquiera recordaba que había quedado con las chicas para dar un paseo.
Su móvil vibró. Era un mensaje de Megan.
— Hola, cariño. ¿Ya estás lista para salir con los chicos? ¿Lo recuerdas, verdad? Hoy es la salida con Frank y Maximiliano. Pero quiero hablar contigo de algo primero. — Decía el mensaje de Megan.
Juliet leyó el mensaje y sintió un poco de miedo por lo que Megan podría decirle. Decidió responderle.
— Hola, Megan. Sí, recuerdo que hoy es la salida. ¿Dime qué es lo que tienes que contarme? ¿Puede ser por mensaje o tienes que ser en persona? — Preguntó Juliet, esperando la respuesta, que no tardó en llegar.
— Bueno, no sé cómo te lo vas a tomar. Desde la fiesta he estado en contacto con Frank. De hecho, hemos salido y me ha pedido que sea su novia. Estoy muy emocionada. — Reveló Megan.
Juliet se alegró mucho por ellos. Megan y Frank eran dos personas excelentes.
— ¡Guau! ¡Felicidades, amiga! Me alegro mucho. ¿Estás segura de que quieres que vaya al paseo con ustedes? Quizás quieras tener su propio espacio y poder compartir a solas. — Sugirió Juliet.
— ¡Por supuesto que no! Debes ir. Además, los demás también vendrán. — Respondió Megan.
— Entonces, nos vemos dentro de un rato. — Concluyó Juliet.
Juliet, después de enterarse del romance entre Megan y Frank, sonrió al pensar en lo mucho que habían tardado en dar el paso. Siempre había existido una conexión especial entre ellos.
Ya era hora de que su amiga fuera feliz, y estaba muy contenta con ese acontecimiento. Le alegraba mucho poder felicitarlos dentro de poco. Tomando sus cosas, salió a su encuentro.
— Hola, ¿cómo están? — Preguntó Juliet cuando llegó al lugar de encuentro.
— Hola, Juliet, ¿cómo estás? — Preguntaron los dos al mismo tiempo. Se miraron y comenzaron a reír. Juliet abrazó a su amiga y luego hizo lo mismo con Frank.
— Yo estoy muy bien. Estoy súper feliz por la noticia. Me alegra mucho que por fin estén juntos. — Tomando la mano de su amiga.
— Muchas gracias, amiga. Espero que pronto encuentres a esa persona especial que te haga vivir momentos hermosos. — Los ojos de Megan transmitieron complicidad a Juliet, quien asintió a sus palabras.
Frank, por su parte, se preguntó qué fue aquel cruce de miradas. Por un instante, el ambiente cambió un poco, tornándose melancólico. Pero fue por fracciones de segundo; Juliet rápidamente salió de su estupor y, sonriendo, preguntó:
— ¿Los demás chicos van a venir? — Juliet intentó cambiar de tema para evitar preguntas incómodas.
— Sí, mira, justo llega Max. — Levantando la mano para llamar la atención del hombre, quien a su vez se apresuró a alcanzarlos.
— Hola, ¿cómo están? — Dándole la mano y chocando sus torsos como saludo, mira y sonríe a las mujeres. — Hola, Megan, hola, Juliet. — También les da un suave beso en la mejilla a ambas.
— Todo bien, hermano. ¿Cómo estás tú? — Responde Frank, mientras Juliet lo mira, sonriendo suavemente.
— Megan, ¿por qué no llamas a Carla? Solo falta ella por llegar. — Dice Frank.
— Claro, déjame llamarla. — Megan llama a Carla y esta le informa que se le presentó un inconveniente y no podrá reunirse con ellos.
— Carla no vendrá, chicos. Se le presentó un problema. — Les dice Megan.
— Pero, ¿está bien? — Pregunta Juliet a su amiga.
— Sí, no es nada de qué preocuparse. Mañana nos veremos de todas formas. — Juliet asiente.
— Entonces, vamos, cenemos y luego al cine. ¿Les parece? — Propone Frank, quien mira intensamente a Megan, y ella se sonroja.
— Me parece un buen plan. — Comenta Juliet, mientras Maximiliano guarda silencio.
La comida estuvo amena entre risas, cuentos y bromas. Así que rápidamente fueron a ver la cartelera para escoger la película que iban a ver.
Después de un rato, y con Maximiliano a su lado, el frío comenzó a hacer estragos en Juliet, quien a pesar de llevar abrigo sentía que sus manos se congelaban.
— ¿Tienes frío? — Pregunta Maximiliano, cuando sus manos se rozan.
— Sí, un poco. La temperatura está muy baja aquí. Pero no te preocupes, la película ya va a terminar. — Maximiliano ni siquiera se molestó en preguntar; se quitó su chaqueta y se la colocó. Ella le agradeció con una sonrisa.
Todo fue bien. Pasaron una noche muy agradable entre risas y comentarios hasta que llegó la hora de irse.
— Chicos, ya es hora de que me vaya. Estoy un poco cansada, pero la pasé genial. — Juliet no quería ser aguafiestas, pero ya quería irse a dormir.
— Te llevo a tu casa, Juliet. — Soltó Maximiliano. Tenía que asegurarse de adelantar su relación con Juliet. Sabía que era muy pronto, pero nada perdía en intentarlo.
— No te preocupes, Max. Puedo irme en taxi. — Maximiliano se le quedó mirando al escuchar cómo lo había llamado. Ese diminutivo de su nombre sonó realmente hermoso en sus labios. Le gustó más de lo que estaba dispuesto a reconocer.
— Ni pensarlo, señorita. Tú no te vas en taxi a esta hora de la noche. Yo te llevo. No me supone ninguna molestia, si es eso lo que te preocupa.
— Está bien, entonces, vámonos. Chicos, me despido. — Dice Juliet, dándole un beso a ambos. Maximiliano hace lo mismo, y se dirigen al auto.
Hubo un silencio incómodo. Ella no dijo ni una sola palabra en el camino, lo cual extrañó a Maximiliano. Ella llevaba los ojos cerrados. ¿Qué le pasaba?, se pregunta Maximiliano. Habían llegado a la dirección que ella le había dado. Se estaciona y se voltea hacia ella. De verdad es hermosa. Se muere por besarla.
— Juliet, ya llegamos. — Le susurra Maximiliano. Ella abre los ojos y se le queda mirando. — ¿Te ocurre algo? — Pregunta Maximiliano.
— Nada. Estoy cansada. Disculpa por no conversar contigo en el trayecto. No me puedo agotar mucho. Pero estoy bien, de verdad, no te preocupes. — Al hombre no le gustó lo que había dicho la chica.
— ¿Estás segura de que no quieres hablarlo? — Max intenta saber más, pero no quiere ser invasivo.
— Sí, estoy segura. Ya tengo que entrar. Adiós, Max. La pasé genial. — Justo en ese momento, él también se mueve y sus labios quedan peligrosamente cerca.
Juliet y Max se miran a los ojos intensamente. Max baja la mirada a sus labios y no resiste y los toma. Juliet no se aparta. Max cubre sus mejillas con sus manos y la besa delicadamente.
El beso dura más de lo normal. Ninguno de los dos quiere separarse, pero tienen que hacerlo para tomar aire.
— Yo... dis...culpa. — Tartamudea Maximiliano. — No quise aprovecharme, pero no pude contenerme. No te vayas a molestar conmigo, por favor. — Dice Max no sabía cómo iba a reaccionar ella. No quería dañar lo que había logrado hasta ahora.
— No, Max, tranquilo. También me gustó mucho. Ahora sí me tengo que ir. — Cuando Juliet iba a abrir la puerta, Max la sujeta.
— Espera, por favor. ¿Me puedes dar tu número de teléfono? — Pregunta Max.
— Claro que sí. Tú me envías el tuyo. — Sacó una tarjeta y se la entregó. Se acercó a él y le dio un beso en los labios. — Adiós, Max, feliz noche. Me escribes, por favor, para saber que llegaste bien.
— Por supuesto que lo haré. Esperaré a que entres a casa. Linda, feliz noche. — Max se acerca y le devuelve el beso.
Juliet sale del auto y entra a su casa. Cuando va a cerrar, se despide por última vez con la mano.
No podía creer que la noche le hubiera resultado tan fructífera. Fue tan fácil y también tan especial. Realmente le gustó aquel beso, pero no debía confundir las cosas ni distraerse tenía un plan que seguir involucrar los sentimientos.
Max llegó a su casa, se dirigió a su habitación y allí se encontró una sorpresa. Karen estaba en su cama, desnuda.
Pero, ¿qué demonios hacía ella en su departamento y desnuda? Esto tenía que acabar ya. No soportaba a las mujeres que no entendían por las buenas.
— ¿Qué haces en mi casa? ¿Cómo entraste? — No le gustó aquella invasión.
— Mi pimpollo, ¿así me recibes? — Dijo Karen haciendo pucheros.
— Karen, de verdad, en otra ocasión hasta te hubiera agradecido, pero hoy no. Estoy muy cansado y quiero dormir, por favor, toma, pide un taxi y vete para tu casa. Ah, para la próxima avísame antes de venir, no vuelvas a hacer esto otra vez. — Dijo Max agarrando su ropa y a ella para sacarla del cuarto.
— ¿Max? No me puedes hacer esto. — Karen estaba furiosa.
— Ya lo estoy haciendo. Es que no ves. — La sacó del departamento y cerró con seguro la puerta.
Si quería que su plan de venganza funcionara tenía que sacar de su vida a Karen, la había utilizado todo este tiempo para sacarle información de la familia, pero ya estaba cerca de Juliet, ya no la necesitaba, pero sabía que bien puede dañarle los planes y eso no se lo iba a permitir.
Maximiliano sabía que se enfrentaba a un gran problema. La toxicidad de Karen era muy abrumadora y si se lo proponía podía llegar hasta Juliet y dañarle todos sus planes y eso no lo iba a permitir jamás. En tan poco tiempo ya sabía cómo se manejaba Juliet, era caprichosa, obstinada, terca y orgullosa, nunca le perdonaría algo así. En ese momento, recordó que no le había enviado un mensaje para confirmar cómo habían quedado, así que tomó su móvil y escribió el número de Juliet."Hola linda, ya estoy en casa. Feliz noche. Gracias por esta magnífica velada. Soñaré con tus labios. Maximiliano"Juliet, al ver su teléfono, notó que no le había escrito. Bueno, tampoco tenía que hacerlo, era ella quien debía meter freno y no ilusionarse más de la cuenta por un par de besos. Dejó el teléfono en la mesa de noche y se volteó.En ese instante, su celular se iluminó. Juliet lo tomó de inmediato. Era un número desconocido.Leyó el mensaje, sonrió y respondió."Hola Max, está bien. Me alegra que hay
Si bien no la conocía a la perfección, Maximiliano sabía que Juliet no se dejaría ver así por nadie. Decidió buscarla en la parte superior de la casa y, con suerte, escuchó su llanto sutilmente al abrir la primera puerta. La encontró tirada en un rincón, como una niña castigada y asustada. No quería acorralarla, sabiendo que ella había dicho que no la tocara, así que decidió sentarse en la orilla de la cama frente a ella.— No sé qué ocurrió en el pasado, pero nada nos une a eso. Conozco a Valeria, ciertamente, pero nunca la relacioné contigo, no sabía que se conocían y tampoco soy su amante. — Maximiliano intentaba hablar calmadamente, aunque lo único que quería era levantarla del suelo, abrazarla y evitar que llorara de nuevo. Pasó un rato hasta que Juliet decidió hablar.— Ella fue mi mejor amiga en la secundaria, o eso pensaba yo. Estuvo con mi novio todos los años que estuvimos juntos desde el tercer año. Me dolió mucho enterarme de la verdad. Ella se vio acorralada cuando supo q
Después del incidente devastador en la habitación, Juliet se encontraba en un estado de turbación y desilusión. La traición de Maximiliano había sido un golpe a su confianza y autoestima, y se preguntaba si realmente había hecho lo correcto al casarse tan rápido. Mientras tanto, Maximiliano se encontraba en una encrucijada entre sus deseos de venganza y los sentimientos que habían surgido hacia Juliet. El silencio entre Juliet y Maximiliano era abrumador. Ambos se encontraban sumidos en sus propios pensamientos, tratando de procesar lo que acababa de suceder. Juliet, con la mirada fija en la ventana, rompió el silencio con voz temblorosa. — ¿Cómo pudiste hacerme esto, Max? ¿Cómo pudiste traicionarme de esta manera? — Susurro tratando de comprender. — Lo siento, Juliet. No tengo excusas para mis acciones. Fui un idiota, y te lastimé más de lo que puedo expresar con palabras. — Maximiliano se sintió abrumado por la culpa y la vergüenza. — No sé si puedo seguir adelante después de e
La claridad se metió entre las cortinas de la habitación, despertando a Maximiliano, quien tenía en sus brazos a Juliet aún en un profundo sueño. Mirando el techo, Maximiliano recapitula lo sucedido en las últimas horas; estuvo a punto de dañar sus planes por no saber controlar su ira. Su mujer había resultado ser bastante orgullosa y nada sumisa. Estaba seguro de que podía controlarla y manipularla a su antojo, pero le había quedo claro que eso no iba a ocurrir y tenía que ir con cautela con su mujer. Por otra parte, debía asegurarse de haber recuperado la confianza de la mujer, así que tenía que cambiar sus planes. De un principio había planificado no tener luna de miel, rechazarla después de la noche de boda, pero no hubo tal noche y todo había sido complicado. Se la quitó de encima con mucho cuidado para no despertarla, tomó su móvil para ejecutar el plan B y se dispuso a revisar sus maletas, iba a tomar las de ella cuando la escuchó hablar. Juliet se despertó con el ruido de l
Por la noche, Maximiliano se aseguraba que todo lo que había organizado estuviera a la perfección, una cena privada en la playa, iluminada por velas y rodeada de antorchas que creaban una atmósfera mágica. Le había dejado una nota a Juliet diciéndole que se preparara para una sorpresa, así que era hora de volver a la habitación. Cuando entró, se quedó observando desde la puerta como ella se observaba en el espejo, susurrando entre sus dientes. Estaba tan concentrada que no se había percatado de su presencia. — ¡Estás muy hermosa! — Juliet se sobresalta al escuchar la voz de Max. — ¡Max, me asustaste! — El hombre camina hacia ella sonriendo, también se le veía muy guapo. — ¿Ya estás lista, querida esposa? — Pregunto en un susurro. — Sí, pero... ¿Dónde vamos? — Juliet estaba ansiosa por saber dónde la llevaría. — Es una sorpresa. Sígueme. — Ofreciendo su brazo para guiarla al lugar. El lugar quedo realmente hermoso, ahora que le veía en su rostro la sorpresa reflejada, la emoción,
A la mañana siguiente, los primeros rayos de sol se filtraron a través de las cortinas entreabiertas, bañando la habitación en una suave luz dorada. Maximiliano despertó con una sonrisa al ver a Juliet acurrucada a su lado, dormida y serena como un ángel. Con delicadeza, acarició suavemente su mejilla, despertándola lentamente de su sueño. Los ojos de Juliet se abrieron lentamente, revelando destellos de felicidad y amor a medida que se encontraba con la mirada amorosa de Maximiliano. — Buenos días, mi amor — susurró Maximiliano, inclinándose para besarla con ternura en los labios. — Buenos días — respondió Juliet con una sonrisa, devolviendo el beso con igual dulzura. Se estiró perezosamente, sintiendo el calor reconfortante de la cama y la presencia reconfortante de Maximiliano a su lado. Juntos, se quedaron un momento más, disfrutando de la intimidad de la mañana y el amor que compartían. Luego, con una mezcla de emoción y anticipación, se levantaron de la cama y se prepararon p
La casa del padre de Juliet irradiaba una atmósfera de cordialidad y calidez cuando Maximiliano y Juliet llegaron para la comida. Sin embargo, detrás de su sonrisa amable, Maximiliano guardaba un profundo rencor hacia el hombre que tenía delante. Para él, esta reunión no era más que una fachada, una oportunidad para mantener las apariencias mientras seguía adelante con su plan de venganza. Al abrir la puerta, fueron recibidos con una sonrisa afectuosa por parte del padre de Juliet, quien los saludó con entusiasmo. — ¡Juliet, Maximiliano, qué alegría verlos!— exclamó, abrazando a su hija antes de extenderle la mano a Maximiliano. —Bienvenidos a casa — Maximiliano devolvió la sonrisa, ocultando hábilmente su verdadero sentir detrás de una cortesía cuidadosamente elaborada. — Gracias por invitarnos, Alberto. Es un placer estar aquí — respondió con una voz amable, aunque en su interior ardía el deseo de venganza. Juliet se acercó a su padre con cariño, compartiendo abrazos y besos ante
Maximiliano sabía que aquel no era el momento ni el lugar para tratar el tema, pero darle largas a Frank era un peligro latente. A pesar de que eran amigos, no iba a permitir que le hiciera daño a Juliet. — Frank, no es el momento ni el lugar, sé que te debo una explicación, pero ahora no. —Le solicito, Maximiliano. — No, esta vez lo tenemos que hablar, Max. — retándolo con la mirada. — ¿Cómo se supone que debo comportarme con mi novia después de enterarme de tus planes? Es su mejor amiga a la que quieres lastimar. — Frank realmente estaba molesto. — Lo sé, Frank. Sé cómo te puedes sentir, pero no tienes por qué involucrarte, es mi asunto, no el tuyo, lo que yo hago no es tu responsabilidad, olvida el tema, por favor. — respondió, su voz cargada de culpa. Frank suspiró, sintiendo la frustración y la incomodidad en el aire. — ¿Cómo crees que puedo olvidar algo tan grave, Max? Ocultar la verdad sobre tu madre, crear una farsa de un hogar que no existe... ¿Todo por una venganza? — pre