Capítulo 38

Mirando mi teléfono, parada en el centro del comedor parecía una estatua viviente. Me mantuve inmóvil, sin que consiguiera aclarar mis ideas. La imagen era particularmente dolorosa, porque mostraba a mi rubio rodeando los hombros de Samira, quien reía, satisfecha de su obra. Comencé a sentir los dolorosos movimientos estomacales, acompañados de las intensas náuseas. Dunia, experimentada en la materia, me asistió con la infusión de la noche anterior, pero esta vez mi desesperación me llevó a la locura y estallé en sollozos, abrazada de la morena.

- Tranquila - me decía a intervalos.

Cuando pude hablar y pensar con claridad le tendí el teléfono, para que comprobara cuál es el detonante, la joven contempló detenidamente la imagen y dijo con seguridad.

- Eres débil y ellos lo saben, en la foto no se aprecia nada que pueda culpar a Jerry de tener una relación con esa víbora. Tienes que calmarte y aprender a lidiar con ellas, eso le hace daño a tu bebé.

Recostada en su hombro fui ca
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