Capítulo 40

Esa noche dormí tranquila, sin tormentos ni pensamientos hostiles. Me alegraba el no tener que asociar la imagen de aquella plástica, aliada de mis enemigas, con mi guardián. Al fin estaba libre de mentiras, engaños y falsas promesas, pero extrañamente, esperé una señal suya que durante los días posteriores al evento no llegó.

- Te quiero alejada de la cama - dijo mi amiga esa tarde, después de haberme contemplado frustrada durante una semana, deprimida, triste y derrotada.

- Llámale y busca tú misma la verdad, sin imaginarte cosas.

Toda la mañana estuve pensando en su sugerencia, pero mi orgullo dominaba mis acciones y me llevaba a dejar el teléfono, cuando resuelta y dispuesta, intentaba la llamada.

- En el amor no hay orgullo que valga - me dijo Dunia que contemplaba molesta mi proceder - ahora mismo toma el teléfono y llama.

Al ver mi inseguridad, ella misma buscó el contacto y, al escuchar la voz de mi guardián me extendió el celular, susurrándome que hablara.

- Hola
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