Capítulo 39

Llevaba varios días con los malestares que no cesaban de golpearme, había adelgazado, porque no consiguía probar alimentos. Dunia había sido un gran apoyo en esta etapa, acompañándome en las interminables horas de desfallecimiento. Programó una cita con un ginecólogo conocido, pues su preocupación por mi inapetencia aumentaba en la medida en que pasaban los días de abstinencia. El chequeo arrojó baja hemoglobina, lógico totalmente, si tenemos en cuenta las largas horas de ayuno, pero los demás resultados fueron satisfactorios.

- Necesitas comer - dijo Dunia delante del galeno.

El joven me contempló con minuciosidad y asintió. Esa curiosidad también característica de los cubanos, los llevaban a ser imprudentes en su trato.

- ¿Estás casada? - preguntó curioso.

- Casi - respondí, tratando de mantener distancia, algo en él me generaba intranquilidad y, tomando a mi amiga del brazo, la arrastré hasta la calle.

- Estaba complaciente el doctor - comentó irónica.

Lo había percibi
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo