Oriana Jones ha trabajado como secretaria de múltiples CEOS a lo largo de su vida, hasta que consiguió un trabajo fijo en donde permaneció durante cuatro años. Un día la despiden por haber rechazado acostarse con su jefe, este le quita todo lo que posee, su departamento, bienes, etc. La deja en la calle. Oriana se encuentra sola y desamparada, hasta que un desconocido encapuchado la encuentra y reconoce su rostro, este resulta ser el CEO más alabado del país, el jefe de los jefes, el hombre que está en el puesto número uno como el más importante y millonario de la ciudad. Jax Brown le da una nueva oportunidad a Oriana, le ofrece salir de las calles para que no se convierta en una vagabunda después de todo lo que ha logrado la mujer, a cambio tendrá que casarse con él. Pero los secretos que guardan verdades más profundas suelen disfrazarse con facilidad.
Leer más*Cuatro años y 9 meses después...* —¡Lilia, no corras tanto que te puedes caer! —exclamó una mujer castaña de ojos azules. Su hija estaba cumpliendo cuatro añitos y saltaba por doquier, era muy traviesa para su edad. Oriana en es momento pensó que salió igual de curiosa que su padre. Colocó una mano en su cintura, esperando que la pequeña le hiciera caso y dejara de correr por toda la sala. —¿Adivinen quién le trajo un regalo a alguien? —Rafael, el abuelo de la pequeña, apareció con una caja de regalo en sus manos. La niña se sorprendió y de inmediato corrió hacia los brazos de su abuelo para abrazarlo, lo adoraba. —¡Abuelo! —exclamó. —Papá, creo que la consientes mucho —alegó Oriana, negando con la cabeza. —Si tú no lo haces, lo haré yo —refutó el señor, cargando a la pequeña en sus brazos—. Uff, cada día pesa más. Además, es su cumpleaños —alentó. —¿Puedo abrirlo? —rio Lilia, sosteniendo la caja. —Por supuesto, pequeña. Lilia destapó el regalo con entusiasmo, se le hizo fác
—Cariño... No sabes el susto que me diste —habló Jax, besando mi mano.Estaba un poco aturdida por todos los acontecimientos que sucedieron en tan poco tiempo. Nunca me esperé que Richard fuera capaz de dispararme con un arma, fue un gran susto el que tuve cuando vi que la sangre salía de mí.Estaba un poco molesta porque arruinó la boda, pero al menos ya era la esposa legal de Jax, con eso me bastaba.—Seremos padres, Jax —comenté, comprimiendo una sonrisa—. ¿No te da miedo? Yo... No me lo esperaba, estoy nerviosa.Fue lo primero que me dijo el doctor en cuanto desperté, aparte de recordarme lo que me sucedió para comprobar que mi memoria no estuviera teniendo fallas.Yo recordaba todo tal cual, sin ver nada borroso, exceptuando lo que sucedió después de desmayarme.—Hey, sabes que lo haremos excelente —me animó—. ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?Su ceño estaba fruncido por la preocupación, era de esperarse. No me imaginaba cómo se sintieron mis seres queridos al saber que yo podía cor
Narrado por Jax:Haber visto al que una vez fue mi mejor socio interrumpiendo el día que tanto estaba esperando, me hizo hervir la sangre y recordar que todas aquellas noches de copas que tuve con él, en donde nos contábamos nuestras experiencias más vergonzosas, en donde confiábamos el uno al otro, se fueron al carajo.No supe en qué momento Richard cambió por completo. Dejó de ser aquél hombre humilde y sonriente, para volverse el villano en mi vida solo por una mujer. Me costó mucho haberlo expuesto ante la prensa cuando intentó abusar de Oriana, pero fue porque la rabia que me hizo sentir era inmensa.No iba a perdonarlo.Al final no resultó ser el buen hombre que creí que era en su momento...—¡Llévenselo! —le grité a los guardias, quienes ya tenían esposado a Richard.Él me veía con una sonrisa maliciosa porque logró darme en donde más me dolía. Dejó herida a Oriana, quien reposaba entre mis brazos, desmayada y sin dejar de sangrar. Si no me apuraba en llevarla al hospital, podr
Íbamos en el auto de Jayce de camino al lugar en donde se llevaría a cabo la ceremonia. Estaba con los vellos erizados por los nervios que seguía sintiendo, por suerte no volví a saber nada de Richard y no me hizo esa tercera llamada que mencionó en el pasado.Agradecía que ya no lo hubiésemos visto más, aunque su paradero era una total incógnita. Por suerte el vehículo era espacioso y cabíamos todos: Teresa, Jayce, Zoe, papá, Zack y yo.Amaba el top de mi vestido que tenia forma de corazón porque resaltaba mis pechos, aproveché de ponerme el velo porque me avisaron que faltaba poco para llegar al terreno.—¿Estás preparada? Nosotros saldremos primero, tú y tu padre se quedan hasta que Jayce les dé la señal ¿De acuerdo? Habrá una alfombra roja para cuando abran la puerta del auto —explicó Zoe en cuanto nos detuvimos.Ella estaba de copiloto, por lo que se tuvo que voltear hacia atrás en donde estábamos nosotros.—Te estaré esperando con los anillos, hermanita —me avisó Zack, sonriente
Estaba nerviosa, aunque supuse que eso le pasaba a todas cuando se iban a casar ya que se trataba de un momento importante en mi vida en donde me uniría legalmente a Jax.Él se había ido desde bien temprano en compañía de Pablo para terminar los preparativos, en ningún momento me dejaron participar, a menos que fueran en cosas mínimas como la decoración del lugarPor lo menos ya sabía que sería en un terreno alquilado por Jax que se trataba de un jardín adecuado para la ocasión. Estaba en mi habitación, hasta mi padre ya había llegado y entró todo nervioso, caminando de un lado a otro y mordiéndose la uña.—¿Dónde está tu dama de honor? Se supone que tiene que ayudar a arreglarte —indicó, nervioso—. No tienes ni el maquillaje, ni el peinado, nada. Y faltan cuatro horas para la ceremonia.—Cálmate, papá, ella ya viene en camino, me mandó un mensaje. Igual es rápida con eso —respondí, sonriendo.—Es que hoy es un día muy importante para ti, hija —alegó, acercándose para tomar mi mano—.
—¿Todo salió bien? —preguntó Jax.Estábamos acostados en la cama, ya era de noche y el día anterior tuve la mejor despedida de soltera que recordaría durante toda mi vida. Jamás iba a olvidar haberla pasado en grande junto a esos dos, aunque gracias a eso pasé casi el día entero durmiendo por la resaca.Sí, al final Zoe sacó alcohol de su nevera y nos volvimos un poco locos, contando las anécdotas más vergonzosas de nuestras vidas, en donde admití que nunca me habían hecho un oral, recordando la conversación de Pablo.—Fue genial, nos divertimos y hablamos de todo un poco. No pensé que una noche de chicas me vendría bien —murmuré, abrazando la almohada.Él estaba a mi lado, expectante y con su mejilla apoyada en su puño sobre la cama, mientras me miraba fijo con una sonrisa.—Bueno yo tuve que cargar con los tres borrachos, bebieron demás en el billar así que imagínate. Tanto fue la cosa que terminaron durmiéndose uno encima del otro en la parte trasera del auto —resopló Jax, con pesa
—Adiós, Jax. No te preocupes que estaré excelente con ellos, no me pasará nada —resoplé por tercera vez.Era de noche y me encontraba en la puerta del hogar de Zoe en donde me estaban esperando ella y Pablo para tener una noche de chicas como despedida de soltera.Jax había decidido en hacerlo una semana antes de la boda. Mientras yo estaba en casa con Zoe, él estaría jugando billar con los gemelos y Jayce. De hecho, los tres lo estaban esperando en su auto, pero el muy tonto no se quería ir sin antes asegurarse de que la casa estuviera bien cerrada.—Es que después de lo último con Richard... Me preocupa dejarte sola una noche, en otro lugar que no sea bajo mi protección —explicó, angustiado y sobando mi mejilla.—Ya no te preocupes, hay máxima seguridad en las puertas y contraté a un guardia solo por esta noche para que esté al pendiente de los alrededores —comentó Jayce, apareciendo detrás de él.Colocó una mano en el hombro de Jax y se posicionó a su lado. A mi hombre no le quedó
El día en que conocería a sus padres había llegado. Teresa decidió que lo más apropiado era que usara un vestido casual y sencillo para no opacar el aspecto de la señora Denise, madre de Jax, ya que le gustaba sentirse como la reina siempre.—Es como la reina malvada de Blanca Nieves ¿Sabes? Le caerá mal cada mujer que intente verse mejor que ella —informó Teresa, peinando mi cabello.—Comprendo, no pensé que sería así... —murmuré—. Oye, Teresa ¿Irás a la boda? Porque me enojaré mucho si no te veo ahí. Me has cuidado desde que llegué aquí como la madre que me faltó —expresé.—Oh, claro que iré. No me perdería la unión de mis dos queridos hijos —dijo, risueña.Siguió pasando el peine por mi cabello hasta que logró trenzarlo lo suficiente como para que no se moviera ni se saliera ningún pelo.—Estás lista, querida —avisó.Me levanté para mirarme en el espejo. La cebolla estaba atada con mi cabello trenzado, algo parecido a lo que me hizo el día anterior en la cena que tuve con Jax.—En
—Todavía no he sabido nada de Richard —murmuró Jax, por lo bajo.Estaba moviendo el pie repetidas veces por debajo de la mesa de vidrio. Nos encontrábamos en un restaurante lujoso de la ciudad, muy diferente al que me llevó una vez cuando recién nos conocíamos.Las paredes eran de color caoba y el ambiente desprendía un olor que no sabía cómo describir, era como dulce... Las mesas eran transparentes, permitiendo que pudiéramos ver nuestros pies y Jax estaba ojeando la carta para decidir lo que pediría.—¿Y la policía? ¿Tampoco han tenido noticias? —inquirí, apretando mis labios.Pasé las palmas de mis manos por encima de mi vestido, uno cuerpo completo de color blanco y elegante, pegado a mi cuerpo lo suficiente como para resaltar cada detalle de mi figura, sobre todo mis caderas.Los combiné con unos tacones y Teresa me ayudó con el cabello, se le daba muy bien pues me hizo un peinado ligero en donde logró atarme una cola de caballo usando mi propio cabello de cintillo.—No, es como