Gracias por leer esta historia. Estoy muy emocionada y no paro de escribirla para traer un capítulo al día, quién sabe y hasta pueda actualizar mas de uno :) se vienen cositas.
—Pablo, ¿me puedes recordar cuáles fueron mis indicaciones para ti? —inquirió, fulminando al castaño con la mirada.Pablo llevó una mano a su pecho para apretujarlo, se notaba que le tenía un poco de miedo a Jax, o simplemente no quería ser despedido por un pequeño error. Ya que me comentó que no llevaba mucho tiempo en la empresa.Obvio yo no me planeaba quedar callada si era por ayudarlo, después de todo fui la culpable de que rompiera las reglas que le impuso Jax, y Pablo era un buen hombre que se preocupaba por su trabajo.Todavía no lo conocía del todo, pero su simple carisma me decía que necesitaba el empleo.—Eh, jefe... Verá... —El pobre estaba jugando con sus dedos, sin mirar al pelinegro a los ojos.—Yo me ofrecí en ayudarlo, Pablo se empezó a sentir mal y con mareos, no es bueno trabajar en mal estado porque lo único que conseguiría sería un trabajo cutre. ¿No cree, jefe? —intervine, mintiendo en gran parte, por supuesto.Pero mi intención era ayudar a Pablo, quien estaba t
El día tan ansioso en que vería a Richard había llegado. Me encontraba en la que era mi habitación, terminando de arreglarme con la camisa manga larga que me había conseguido Jax, de hecho, esa versión era más cubierta, no dejaba nada de mi torso ni de la piel de mis brazos a la vista, casi que me llegaba hasta el cuello, siendo sarcástica.Cualquiera pensaría que era un novio tóxico y posesivo al no dejar que su mujer se vistiera como le diera la gana. Pero, de todas formas no éramos nada más allá que colegas.Me encaminé al espejo del baño para colocarme un poco de maquillaje y regresar a mi antiguo aspecto de secretaria, en donde usaba labial rojo y un poco de base, me hacía ver profesional, atractiva. Yo no era una mujer fea, al contrario, me consideraba adecuada para hacer babear a cualquier hombre, sobre todo a los pervertidos por mis firmes y prominentes pechos redondos que a pesar de la tela que los cubría, resaltaban gracias a mi ajustado brasier.Mis caderas eran anchas, hac
Estábamos en el auto de camino al edificio principal de Jax. No pude evitar detallar al hombre de perfil, esa nariz respingada inhalaba y exhalaba el aire con una tensión tremenda, su entrecejo seguía contraído desde que salimos de la casa.Me preocupaba un poco verlo con tanto estrés acumulado, la mandíbula también la tenía tensa y conducía con una sola mano, la otra la tenía cubriendo su boca, no sabía la razón.Lo miré con los ojos hundidos.—Jax... ¿Estás bien?Vale, admito que esa fue la pregunta más estúpida que había hecho en mi vida. ¿Cómo fui capaz de semejante tontería? Después de hablar, quería que la tierra me tragara y como pude me volví diminuta en el asiento del copiloto.—Estaré mejor cuando decidas casarte conmigo y apoyarme en momentos difíciles como estos —murmuró, con la vista centrada en la vía.—No hace falta que estemos casados para apoyarte, lo haré siempre porque estoy en deuda contigo —respondí.—Pero quiero tenerte para mí, Oriana. ¿No te gustaría sentir el
Faltaban cinco minutos y ya había terminado de dejar el lugar impecable. El brillo se distinguía con facilidad en la cerámica, hasta las paredes quedaron relucientes, cosa que me hizo formar una curva satisfecha en mis labios.En cuanto terminé, guardé el carrito de nuevo en su lugar y me devolví a la sala para esperar a Richard ya que Pablo me avisó que el hombre lo llamó diciéndole que estaba en camino.Me senté en la silla más grande donde debía estar el cabeza, es decir; Jax, pero sería yo. Habían muchos asientos para cuando las reuniones fueran entre varias personas, la mesa era ovalada y tenía una textura plástica y lisa, también la dejé impecable, más de lo que estaba.Suspiré.Revisé mi celular a la espera del hombre que se reuniría conmigo. Me di cuenta que mis dedos estaban un poco tembloroso y supuse que eran los nervios del momento. ¿Cuál sería su reacción al verme a mí y no a Jax? ¿Se enojaría? Igual no podía hacerme daño ¿O sí? Terminaría mal para él si Jax se enteraba.
Los recuerdos me erizaron cada vello de mi piel, sobre todo en mis brazos:***—¿Me necesitaba para algo importante, señor Richard? —pregunté en cuanto llegué a su oficina.—Pasa, pasa, querida, ya te he dicho que te dejes de formalidades conmigo. Puedes llamarme Richard —acató.El hombre hizo un ademán para que me acercara, lo hice con una postura firme y sin miedo, pensé que me necesitaba para ayudarlo a entregar unos documentos al ver que tenía varias carpetas sobre su escritorio. Pero, el rubio tomó la botella de vino que tenía en el estante para caminar a paso lento hasta el vaso de vidrio que reposaba sobre la madera.Me quedé hipnotizada, viendo cómo el liquido caía con lentitud.—Verás, últimamente he querido que hagas algo... Pero no encuentro el momento exacto para decirlo —Terminó de servir y devolvió la botella a su lugar.Su expresión juguetona y maliciosa empezó a darme mala espina. Fruncí el ceño con curiosidad por saber lo que tramaba, estaba segura que no era nada bue
Escuchar esa voz gruesa y profunda de Jax, me hizo tener un rayo de esperanza. Fue esa luz a través del oscuro túnel que me consumía poco a poco por culpa de Richard y la atrocidad que planeaba hacerme.No pensé que fuera así de rencoroso como para querer intentar aprovecharse de mí una segunda vez, mucho peor que la anterior. Más dolorosa, más asfixiante que nunca. Porque así me hizo sentir, asfixiada en una laguna llena de porquería.Giré la cabeza en dirección a la voz de mi salvación. El hombre corpulento estaba parado frente a la puerta, ambas cerradas detrás de él, era el único que llegó. Estaba segura que mis ojos se hincharon debido al llanto que cargaba, junto al miedo desgarrador de mi expresión.Ni en mis más profundas pesadillas imaginé que Jax, el hombre con el que siempre discutía y le llevaba la contraria para hacerle entender que yo era una mujer fuerte, me vería destrozada y rota como lo estaba en ese momento, llena de lágrimas, con los mocos casi saliendo de mi nari
—¿P-por qué viniste? —balbuceé, con un hilo de voz. Jax me sostuvo la mejilla con delicadeza para que lo mirara a los ojos, cosa que me negaba al principio porque no quería que el hombre con el cual competía me viera así de destrozada como estaba, con el poco maquillaje posiblemente chorreado y vulnerable ante cualquier contacto físico que no fuera el de él. Porque sus manos eran las únicas que me podían hacer sentir protegida. Jax creó esa protección en mi cabeza desde el momento en que cruzó esas puertas y me salvó de una inminente tragedia que me dejaría con secuelas traumáticas por el resto de mis días. Sus ojos transmitían esa paz que necesitaba. Me envolvían dentro de una cálida manta invisible para que estuviera segura, el brillo de sus iris verdes fue lo que me obligó a quedarme hipnotizada y su boca levemente arrugada en preocupación hacia mí. —Tenía un mal presentimiento... Sabía que no podía confiar en Richard, ¿no te lo dije? Era mejor haber cancelado su reunión —coment
Me bajé del auto con ayuda de Jax, no sabía por qué mi cuerpo se seguía sintiendo débil y adolorido, supuse que era por el forcejeo que hice, más la fuerte presión que me hacía Richard en los brazos para que no me soltara.Jax me llevó en todo el camino a la entrada sostenida de sus musculosos brazos. La textura era agradable, dura y gruesa, digna de un hombre poderosos como él. Lo primero que vi fue a unos guardias distintos en la puerta principal, por lo menos le habían dado descanso a los otros que llevaban días ahí.Se limitaron a abrirnos la puerta. Más adelante, cuando estábamos subiendo las escaleras, una preocupada Teresa que se encontraba barriendo el segundo piso nos vio con un rostro preocupado en cuanto detalló mi aspecto demacrado.No dudó en soltar la escoba y caminar rápido a nuestra posición.—¡Querida! ¿Qué le pasó? ¿Le hicieron algo malo? Dios mío —Se hizo la señal de la cruz antes de colocar su suave tacto en mi hombro.—Teresa, ¿puedes preparar su bañera con agua t