—¿P-por qué viniste? —balbuceé, con un hilo de voz. Jax me sostuvo la mejilla con delicadeza para que lo mirara a los ojos, cosa que me negaba al principio porque no quería que el hombre con el cual competía me viera así de destrozada como estaba, con el poco maquillaje posiblemente chorreado y vulnerable ante cualquier contacto físico que no fuera el de él. Porque sus manos eran las únicas que me podían hacer sentir protegida. Jax creó esa protección en mi cabeza desde el momento en que cruzó esas puertas y me salvó de una inminente tragedia que me dejaría con secuelas traumáticas por el resto de mis días. Sus ojos transmitían esa paz que necesitaba. Me envolvían dentro de una cálida manta invisible para que estuviera segura, el brillo de sus iris verdes fue lo que me obligó a quedarme hipnotizada y su boca levemente arrugada en preocupación hacia mí. —Tenía un mal presentimiento... Sabía que no podía confiar en Richard, ¿no te lo dije? Era mejor haber cancelado su reunión —coment
Me bajé del auto con ayuda de Jax, no sabía por qué mi cuerpo se seguía sintiendo débil y adolorido, supuse que era por el forcejeo que hice, más la fuerte presión que me hacía Richard en los brazos para que no me soltara.Jax me llevó en todo el camino a la entrada sostenida de sus musculosos brazos. La textura era agradable, dura y gruesa, digna de un hombre poderosos como él. Lo primero que vi fue a unos guardias distintos en la puerta principal, por lo menos le habían dado descanso a los otros que llevaban días ahí.Se limitaron a abrirnos la puerta. Más adelante, cuando estábamos subiendo las escaleras, una preocupada Teresa que se encontraba barriendo el segundo piso nos vio con un rostro preocupado en cuanto detalló mi aspecto demacrado.No dudó en soltar la escoba y caminar rápido a nuestra posición.—¡Querida! ¿Qué le pasó? ¿Le hicieron algo malo? Dios mío —Se hizo la señal de la cruz antes de colocar su suave tacto en mi hombro.—Teresa, ¿puedes preparar su bañera con agua t
Desperté.... Ese mismo día por la tarde ya que gracias a la ventana lograban entrar unos rayos de sol opacos y naranjas indicando que estaba atardeciendo.Mi pregunta era, ¿en qué momento me dormí? Si recordaba estar hablando con Jax en la cama.Jax.Terminé de abrir los ojos con dificultad porque los sentía pesados, el sueño me había ganado. Mis párpados se levantaron poco a poco y por más que mi visión era borrosa, sabía que no estaba sola por el contacto de otra persona a mi lado.Abrazándome.Terminé de agudizar mi vista, percatándome que el pelinegro reposaba a mi lado dormido, parecía un angelito en ese estado. Su respiración salía con calma de su nariz, mi cabeza había estado descansando en su hombro derecho, me preguntaba si por mi culpa lo tenía entumecido...¿Cómo llegamos a esa situación?Por más que intentaba recordar, nada venía a mi cabeza, a parte estábamos arropados con la sábana, el aire acondicionado estaba encendido y hacía frío, pero el calor que me brindó su cuer
Al final tuve que aceptar la cita que me propuso Jax para poder tener el día libre, aunque dudaba a dónde me llevaría. Por más que le pregunté no me dio respuestas como era típico en él.Ya el esperado día había llegado, no sería mi primera cita, pero ¿Cuándo fue la última vez que tuve una? ¿A mis dieciocho? No lo recordaba con claridad, solo que había sido la peor porque el chico quedó en que pagaríamos todo a mitad-mitad, y al final se hizo el desentendido diciendo que se le olvidó la cartera.Para mí fue un fiasco total, a parte de que era un egocéntrico que compartió conmigo unas pocas palabras. En fin, ya me encontraba arreglada, eran las diez de la mañana y la verdad no pude dormir mucho la noche anterior gracias al insomnio que me provocó haber tomado una siesta en el día.Tampoco tenía sueño.Mi atuendo consistía en un vestido largo pegado a mi cuerpo, con una abertura del lado derecho de mi pierna, color rojo puro al igual que mis labios y tacones. Mi cabello Teresa se encarg
—Tengo que admitir que me has sorprendido, querido —sonreí, haciendo una reverencia juguetona en cuanto tomé su mano.—Es la primera vez que me pones un apodo —respondió, levantándose—. Me encanta, aunque preferiría que me dijeras: mi amor, bebé, cariño, papi —insinuó.—No te adelantes, Jax. Te dije que soy una mujer difícil y si quieres enamorarme, tendrás que ir lento y ser romántico, con este picnic en la playa acabas de ganar puntos —le guiñé un ojo.—Luego el egocéntrico soy yo, eh —afirmó.Le eché una mirada fulminante. En cuanto giré mis ojos también pude notar que había un pequeño equipo de sonido, era más como una radio en donde se podían meter discos. —¿Tendremos a este hombre a nuestro lado en todo momento? Porque me siento un poco incómoda si nos observa así de serio —murmuré, acercándome al oído de Jax. El camarero estaba parado con firmeza, no se inmutaba ni a sonreír pero nos quedaba viendo con una expresión seria y los ojos casi cerrados, esperando recibir una orden,
Me miraba con deseo y una determinación increíble. La melodía nos envolvió y nos dejamos llevar por la música, las olas de la playa se dejaron de escuchar y en ese momento Jax y yo fuimos un solo ser.Una mezcla entre tantas emociones se apoderó de mí, desde la más cálida hasta la más vergonzosa, pero junto a él me sentía imparable, fuerte y audaz. Capaz de logras cualquier cosa. Estábamos en sintonía y nuestros pies se movían al compás del sonido, no hacía falta saber bailar porque sabíamos exactamente cada paso que daría el otro.Estábamos sincronizados con el destino.Nuestros rostros se acercaron por pocos centímetros, podía intuir las ganas que tenía el hombre frente a mi de besarme porque sus ojos estaban entre cerrados, llenos de impaciencia. Me hacían querer probar también esos cariñosos y rosados labios que adornaban su cara.—¿Por qué ves tanto mi boca, princesa? ¿Acaso quieres un poco de ella? —inquirió, como si leyera mis pensamientos.Ya empezaba a hacerse costumbre.Sonr
A pesar de que sus palabras me dejaron un poco desconfiada, sabía que Jax no era capaz de hacerme algo que yo no quisiera. No importaba cuan lascivo y sediento de mí estuviera, él me priorizaba antes que sus propios impulsos, eso ya lo había descubierto con el pasar de los días.Me quité las prendas que cubrían mi esbelto cuerpo, dejando a la vista mis pechos rebotando cada vez que caminaba gracias a lo apretados y firmes que quedaban con la parte de arriba del bañador. Mis caderas eran iluminadas con la luz del sol al igual que mis depilados muslos. Jax se deleitó con solo mirarme, sus ojos estaban hipnotizados con cada parte de mi cuerpo justo como lo predije momentos atrás. Evitó abrir su boca para no perder contra mí, de todas formas lo tenía babeando y eso me hizo sentir poderosa, formando una sonrisa llena de orgullo en mis labios. —¿Vienes? —pregunté, con la mano en la cintura. —Por supuesto, mi Lady —Hizo una reverencia. Jax procedió a quitarse la camisa que tenía encima p
—¿Oriana? ¿Estás bien? Tu cara parece un tomate de lo roja que está —preguntó Jax desde su asiento.¿Y cómo no iba a estarlo después de ver a esa garrapatosa pegarse tanto a él como si tuvieran una confianza íntima de hace mil años?Suspiré para calmarme, no tenía que demostrar lo que sentía para no causar ningún problema, por más que me carcomiera un nuevo sentimiento desconocido que no podía controlar muy bien como a otros.Recuerda, Oriana, no debes mezclar sentimientos con tu trabajo.—Descuida, solo me confundí con una palabra y se me fue la mano —mentí, tratando de arreglar las teclas que se habían salido.—¿Ella es Oriana? —cuestionó la rubia, sorprendida—. Increíble. Sabía que la tenías aislada, pero no me imaginaba que en tu propia oficina —añadió, risueña.—No es buen momento para decir eso —respondió él.La mujer se levantó y quedó frente a mi escritorio, no pude evitar dejar lo que estaba haciendo para verla directo a los ojos. La sonrisa carismática no se le desaparecía y