Estaba nerviosa, aunque supuse que eso le pasaba a todas cuando se iban a casar ya que se trataba de un momento importante en mi vida en donde me uniría legalmente a Jax.Él se había ido desde bien temprano en compañía de Pablo para terminar los preparativos, en ningún momento me dejaron participar, a menos que fueran en cosas mínimas como la decoración del lugarPor lo menos ya sabía que sería en un terreno alquilado por Jax que se trataba de un jardín adecuado para la ocasión. Estaba en mi habitación, hasta mi padre ya había llegado y entró todo nervioso, caminando de un lado a otro y mordiéndose la uña.—¿Dónde está tu dama de honor? Se supone que tiene que ayudar a arreglarte —indicó, nervioso—. No tienes ni el maquillaje, ni el peinado, nada. Y faltan cuatro horas para la ceremonia.—Cálmate, papá, ella ya viene en camino, me mandó un mensaje. Igual es rápida con eso —respondí, sonriendo.—Es que hoy es un día muy importante para ti, hija —alegó, acercándose para tomar mi mano—.
Íbamos en el auto de Jayce de camino al lugar en donde se llevaría a cabo la ceremonia. Estaba con los vellos erizados por los nervios que seguía sintiendo, por suerte no volví a saber nada de Richard y no me hizo esa tercera llamada que mencionó en el pasado.Agradecía que ya no lo hubiésemos visto más, aunque su paradero era una total incógnita. Por suerte el vehículo era espacioso y cabíamos todos: Teresa, Jayce, Zoe, papá, Zack y yo.Amaba el top de mi vestido que tenia forma de corazón porque resaltaba mis pechos, aproveché de ponerme el velo porque me avisaron que faltaba poco para llegar al terreno.—¿Estás preparada? Nosotros saldremos primero, tú y tu padre se quedan hasta que Jayce les dé la señal ¿De acuerdo? Habrá una alfombra roja para cuando abran la puerta del auto —explicó Zoe en cuanto nos detuvimos.Ella estaba de copiloto, por lo que se tuvo que voltear hacia atrás en donde estábamos nosotros.—Te estaré esperando con los anillos, hermanita —me avisó Zack, sonriente
Narrado por Jax:Haber visto al que una vez fue mi mejor socio interrumpiendo el día que tanto estaba esperando, me hizo hervir la sangre y recordar que todas aquellas noches de copas que tuve con él, en donde nos contábamos nuestras experiencias más vergonzosas, en donde confiábamos el uno al otro, se fueron al carajo.No supe en qué momento Richard cambió por completo. Dejó de ser aquél hombre humilde y sonriente, para volverse el villano en mi vida solo por una mujer. Me costó mucho haberlo expuesto ante la prensa cuando intentó abusar de Oriana, pero fue porque la rabia que me hizo sentir era inmensa.No iba a perdonarlo.Al final no resultó ser el buen hombre que creí que era en su momento...—¡Llévenselo! —le grité a los guardias, quienes ya tenían esposado a Richard.Él me veía con una sonrisa maliciosa porque logró darme en donde más me dolía. Dejó herida a Oriana, quien reposaba entre mis brazos, desmayada y sin dejar de sangrar. Si no me apuraba en llevarla al hospital, podr
—Cariño... No sabes el susto que me diste —habló Jax, besando mi mano.Estaba un poco aturdida por todos los acontecimientos que sucedieron en tan poco tiempo. Nunca me esperé que Richard fuera capaz de dispararme con un arma, fue un gran susto el que tuve cuando vi que la sangre salía de mí.Estaba un poco molesta porque arruinó la boda, pero al menos ya era la esposa legal de Jax, con eso me bastaba.—Seremos padres, Jax —comenté, comprimiendo una sonrisa—. ¿No te da miedo? Yo... No me lo esperaba, estoy nerviosa.Fue lo primero que me dijo el doctor en cuanto desperté, aparte de recordarme lo que me sucedió para comprobar que mi memoria no estuviera teniendo fallas.Yo recordaba todo tal cual, sin ver nada borroso, exceptuando lo que sucedió después de desmayarme.—Hey, sabes que lo haremos excelente —me animó—. ¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?Su ceño estaba fruncido por la preocupación, era de esperarse. No me imaginaba cómo se sintieron mis seres queridos al saber que yo podía cor
*Cuatro años y 9 meses después...* —¡Lilia, no corras tanto que te puedes caer! —exclamó una mujer castaña de ojos azules. Su hija estaba cumpliendo cuatro añitos y saltaba por doquier, era muy traviesa para su edad. Oriana en es momento pensó que salió igual de curiosa que su padre. Colocó una mano en su cintura, esperando que la pequeña le hiciera caso y dejara de correr por toda la sala. —¿Adivinen quién le trajo un regalo a alguien? —Rafael, el abuelo de la pequeña, apareció con una caja de regalo en sus manos. La niña se sorprendió y de inmediato corrió hacia los brazos de su abuelo para abrazarlo, lo adoraba. —¡Abuelo! —exclamó. —Papá, creo que la consientes mucho —alegó Oriana, negando con la cabeza. —Si tú no lo haces, lo haré yo —refutó el señor, cargando a la pequeña en sus brazos—. Uff, cada día pesa más. Además, es su cumpleaños —alentó. —¿Puedo abrirlo? —rio Lilia, sosteniendo la caja. —Por supuesto, pequeña. Lilia destapó el regalo con entusiasmo, se le hizo fác
—¡Oriana Jones, te necesito en mi oficina ya mismo! —exclamó el señor Richard del otro lado de la línea.Sostuve mi celular entre mi oreja y mi hombro porque mis manos estaban ocupadas con unas carpetas que debía entregar lo más pronto posible en la recepción, pero no me esperaba que mi jefe me solicitara después de haber rechazado tener intimidad con él el día anterior.Jamás iba a caer tan bajo como para acostarme con un hombre casado, lo rechacé por el bien de ambos, y de su mujer, que era una esposa amable, cariñosa y fiel. Varias veces me topé con ella, su voz angelical siempre lograba envolverme, no iba a traicionarla de esa forma, le tenía mucho respeto porque gracias a ella conseguí el trabajo, si su mujer no hubiese estado presente en aquella entrevista, no habría logrado convencer a Richard de contratarme.—Entregaré super rápido unos documentos en la recepción y subo de inmediato —respondí, caminando hacia mi destino.—Apúrate, no tengo todo el día —Su voz salió impaciente.
Me vi una última vez en el espejo de mi antiguo departamento, el que me habían quitado por haber rechazado tener relaciones con mi jefe. Mi cara se veía demacrada, había llorado a mares por perder el fruto de mis esfuerzos, el trabajo de mi vida...El rimel de mis pestañas se había corrido, mis ojos azules se veían apagados y vacíos gracias a la oscuridad de la pintura negra chorreada. Mis labios estaban resecos en cuanto me quité el labial rojo, mi cabello castaño estaba suelto y me llegaba a los codos.Decidí tomar una ducha y quitarme los males que sentía dentro de mí, sabía que no iba a funcionar del todo, pero por lo menos me iba a ir a las calles estando bañada, olorosa a jabón, aunque solo me duraría unos dos días como máximo, luego quién sabe cuándo me volvería a bañar.Después de tomar la ducha, me dispuse a empacar mis prendas, con la toalla puesta en mi cuerpo y cabello recién lavado. Me daba mucho coraje saber que iba a vivir bajo un puente, posiblemente, en donde rondaban
Estuve a punto de gritar, pero esperaba que el desconocido a mi lado hiciera algo, no lo sé, ahuyentarlos, que se quitara la capucha y resultara ser un boxeador profesional que nos salvara el culo.Me pegué lo más que pude al espaldar de la banca, asustada y presa del miedo que me hacía sentir la simple presencia intimidante de aquellos tres. Uno de ellos, el que estaba en medio, parecía ser su líder porque fue el primero en hablar.—Oye, enmascarado, ¿será que te puedes ir y dejarnos a solas con esta mujer? La conocemos, es la hija de un amigo y se escapó de casa, su padre está muy preocupado y le prometimos regresársela —informó, lamiendo su labio inferior.Me dio asco en cuanto el olor de alcohol atravesó mis fosas nasales, era obvio que estaban ebrios y la historia que se inventaron no era para nada cierta, ni en un millón de años. Tal vez notaron lo joven que era, a pesar de mis veinticuatro vueltas al sol, parecía una chica de dieciocho o menos, me solía cuidar bien la piel.El