Los recuerdos me erizaron cada vello de mi piel, sobre todo en mis brazos:***—¿Me necesitaba para algo importante, señor Richard? —pregunté en cuanto llegué a su oficina.—Pasa, pasa, querida, ya te he dicho que te dejes de formalidades conmigo. Puedes llamarme Richard —acató.El hombre hizo un ademán para que me acercara, lo hice con una postura firme y sin miedo, pensé que me necesitaba para ayudarlo a entregar unos documentos al ver que tenía varias carpetas sobre su escritorio. Pero, el rubio tomó la botella de vino que tenía en el estante para caminar a paso lento hasta el vaso de vidrio que reposaba sobre la madera.Me quedé hipnotizada, viendo cómo el liquido caía con lentitud.—Verás, últimamente he querido que hagas algo... Pero no encuentro el momento exacto para decirlo —Terminó de servir y devolvió la botella a su lugar.Su expresión juguetona y maliciosa empezó a darme mala espina. Fruncí el ceño con curiosidad por saber lo que tramaba, estaba segura que no era nada bue
Escuchar esa voz gruesa y profunda de Jax, me hizo tener un rayo de esperanza. Fue esa luz a través del oscuro túnel que me consumía poco a poco por culpa de Richard y la atrocidad que planeaba hacerme.No pensé que fuera así de rencoroso como para querer intentar aprovecharse de mí una segunda vez, mucho peor que la anterior. Más dolorosa, más asfixiante que nunca. Porque así me hizo sentir, asfixiada en una laguna llena de porquería.Giré la cabeza en dirección a la voz de mi salvación. El hombre corpulento estaba parado frente a la puerta, ambas cerradas detrás de él, era el único que llegó. Estaba segura que mis ojos se hincharon debido al llanto que cargaba, junto al miedo desgarrador de mi expresión.Ni en mis más profundas pesadillas imaginé que Jax, el hombre con el que siempre discutía y le llevaba la contraria para hacerle entender que yo era una mujer fuerte, me vería destrozada y rota como lo estaba en ese momento, llena de lágrimas, con los mocos casi saliendo de mi nari
—¿P-por qué viniste? —balbuceé, con un hilo de voz. Jax me sostuvo la mejilla con delicadeza para que lo mirara a los ojos, cosa que me negaba al principio porque no quería que el hombre con el cual competía me viera así de destrozada como estaba, con el poco maquillaje posiblemente chorreado y vulnerable ante cualquier contacto físico que no fuera el de él. Porque sus manos eran las únicas que me podían hacer sentir protegida. Jax creó esa protección en mi cabeza desde el momento en que cruzó esas puertas y me salvó de una inminente tragedia que me dejaría con secuelas traumáticas por el resto de mis días. Sus ojos transmitían esa paz que necesitaba. Me envolvían dentro de una cálida manta invisible para que estuviera segura, el brillo de sus iris verdes fue lo que me obligó a quedarme hipnotizada y su boca levemente arrugada en preocupación hacia mí. —Tenía un mal presentimiento... Sabía que no podía confiar en Richard, ¿no te lo dije? Era mejor haber cancelado su reunión —coment
Me bajé del auto con ayuda de Jax, no sabía por qué mi cuerpo se seguía sintiendo débil y adolorido, supuse que era por el forcejeo que hice, más la fuerte presión que me hacía Richard en los brazos para que no me soltara.Jax me llevó en todo el camino a la entrada sostenida de sus musculosos brazos. La textura era agradable, dura y gruesa, digna de un hombre poderosos como él. Lo primero que vi fue a unos guardias distintos en la puerta principal, por lo menos le habían dado descanso a los otros que llevaban días ahí.Se limitaron a abrirnos la puerta. Más adelante, cuando estábamos subiendo las escaleras, una preocupada Teresa que se encontraba barriendo el segundo piso nos vio con un rostro preocupado en cuanto detalló mi aspecto demacrado.No dudó en soltar la escoba y caminar rápido a nuestra posición.—¡Querida! ¿Qué le pasó? ¿Le hicieron algo malo? Dios mío —Se hizo la señal de la cruz antes de colocar su suave tacto en mi hombro.—Teresa, ¿puedes preparar su bañera con agua t
Desperté.... Ese mismo día por la tarde ya que gracias a la ventana lograban entrar unos rayos de sol opacos y naranjas indicando que estaba atardeciendo.Mi pregunta era, ¿en qué momento me dormí? Si recordaba estar hablando con Jax en la cama.Jax.Terminé de abrir los ojos con dificultad porque los sentía pesados, el sueño me había ganado. Mis párpados se levantaron poco a poco y por más que mi visión era borrosa, sabía que no estaba sola por el contacto de otra persona a mi lado.Abrazándome.Terminé de agudizar mi vista, percatándome que el pelinegro reposaba a mi lado dormido, parecía un angelito en ese estado. Su respiración salía con calma de su nariz, mi cabeza había estado descansando en su hombro derecho, me preguntaba si por mi culpa lo tenía entumecido...¿Cómo llegamos a esa situación?Por más que intentaba recordar, nada venía a mi cabeza, a parte estábamos arropados con la sábana, el aire acondicionado estaba encendido y hacía frío, pero el calor que me brindó su cuer
Al final tuve que aceptar la cita que me propuso Jax para poder tener el día libre, aunque dudaba a dónde me llevaría. Por más que le pregunté no me dio respuestas como era típico en él.Ya el esperado día había llegado, no sería mi primera cita, pero ¿Cuándo fue la última vez que tuve una? ¿A mis dieciocho? No lo recordaba con claridad, solo que había sido la peor porque el chico quedó en que pagaríamos todo a mitad-mitad, y al final se hizo el desentendido diciendo que se le olvidó la cartera.Para mí fue un fiasco total, a parte de que era un egocéntrico que compartió conmigo unas pocas palabras. En fin, ya me encontraba arreglada, eran las diez de la mañana y la verdad no pude dormir mucho la noche anterior gracias al insomnio que me provocó haber tomado una siesta en el día.Tampoco tenía sueño.Mi atuendo consistía en un vestido largo pegado a mi cuerpo, con una abertura del lado derecho de mi pierna, color rojo puro al igual que mis labios y tacones. Mi cabello Teresa se encarg
—Tengo que admitir que me has sorprendido, querido —sonreí, haciendo una reverencia juguetona en cuanto tomé su mano.—Es la primera vez que me pones un apodo —respondió, levantándose—. Me encanta, aunque preferiría que me dijeras: mi amor, bebé, cariño, papi —insinuó.—No te adelantes, Jax. Te dije que soy una mujer difícil y si quieres enamorarme, tendrás que ir lento y ser romántico, con este picnic en la playa acabas de ganar puntos —le guiñé un ojo.—Luego el egocéntrico soy yo, eh —afirmó.Le eché una mirada fulminante. En cuanto giré mis ojos también pude notar que había un pequeño equipo de sonido, era más como una radio en donde se podían meter discos. —¿Tendremos a este hombre a nuestro lado en todo momento? Porque me siento un poco incómoda si nos observa así de serio —murmuré, acercándome al oído de Jax. El camarero estaba parado con firmeza, no se inmutaba ni a sonreír pero nos quedaba viendo con una expresión seria y los ojos casi cerrados, esperando recibir una orden,
Me miraba con deseo y una determinación increíble. La melodía nos envolvió y nos dejamos llevar por la música, las olas de la playa se dejaron de escuchar y en ese momento Jax y yo fuimos un solo ser.Una mezcla entre tantas emociones se apoderó de mí, desde la más cálida hasta la más vergonzosa, pero junto a él me sentía imparable, fuerte y audaz. Capaz de logras cualquier cosa. Estábamos en sintonía y nuestros pies se movían al compás del sonido, no hacía falta saber bailar porque sabíamos exactamente cada paso que daría el otro.Estábamos sincronizados con el destino.Nuestros rostros se acercaron por pocos centímetros, podía intuir las ganas que tenía el hombre frente a mi de besarme porque sus ojos estaban entre cerrados, llenos de impaciencia. Me hacían querer probar también esos cariñosos y rosados labios que adornaban su cara.—¿Por qué ves tanto mi boca, princesa? ¿Acaso quieres un poco de ella? —inquirió, como si leyera mis pensamientos.Ya empezaba a hacerse costumbre.Sonr