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Capítulo 1 ¿Secretos?

—Señorita Viena, su padre la está buscando —le anunció su secretaría en cuanto pasó por su escritorio, sacándola de sus pensamientos.

—Gracias Jianna, iré en seguida —Amanda entró a su oficina, dejó su bolso a un lado y se quitó su abrigo, luego caminó hacia el enorme ventanal desde donde se podía ver la ciudad. Su padre confiaba en ella para hacerse cargo de la compañía incluso desde ahora, y no pensaba defraudarlo. Todo por lo que se ha esforzado hasta ahora ha sido para que él se sintiera orgullo de ella.

Cuando se llegó el momento de decidir cuál carrera tomaría, no lo pensó mucho porque nunca había querido nada más que hacer feliz a su padre. Aunque le gustaba cantar y tocar la guitarra nunca pensó en hacerlo de forma profesional.

Desde niña se imaginaba como sería su familia si su madre no hubiera muerto, apenas tenía tres años cuando eso sucedió y aunque no la recuerda en el fondo la ha extrañado siempre y sabe que su padre también, quizás por eso nunca se volvió a casar.

El sonido de su teléfono la atrajo nuevamente a la realidad.

—Mi niña —esa voz dulce y alegre le sacó una sonrisa.

—Hola abuela.

—¿Me dirás que tienes mucho trabajo? Por eso no has venido a verme —sabía de antemano que su abuela se quejaría.

—A penas hace unos días que nos vimos. ¿Y ya me extrañas?

—Aun no entiendo porque trabajas tanto. No lo necesitas, eres la dueña de todo. Deberías vivir antes de tomar esa gran responsabilidad, ve por el mundo y diviértete. Aún eres demasiado joven. Sí yo fuera tú, no te imaginas las cosas que haría.

—¡Abuela! —No entendía el empeño de su abuela, de siempre decirle lo mismo. ¿Será que de verdad se precipitó al entrar a la compañía? Ya tenía más de tres años de haber tomado el cargo de directora general solo por debajo de su padre y convertirse en la empresaria más joven en un cargo como ese ¿debió tomarse más tiempo para ella? ¿Si lo hubiera hecho, quizás…? No. Este era el legado de sus padres y lo iba a tomar con responsabilidad— si me voy por un largo tiempo ¿No me extrañarías?

—Claro que sí, pero de seguro me iría contigo —Amanda se soltó a reír.

—Señora Hana. ¿Qué voy hacer con usted?

—No necesitas hacer nada conmigo. Sino contigo. Cada vez estoy más anciana y aún no tengo bisnietos.

 “¿Y ahora, a que viene eso?”

—Abuela, debo irme. Prometo ir el fin de semana.

—Pero…

Amanda colgó la llamada. Amaba a su abuela, pero cuando se ponía intensa con un tema, no había nadie quien la detuviera.

Llegó frente a la oficina de su padre, abrió la puerta sin tocar. Su padre estaba de espaldas al igual que su mejor amigo Leandro Ferri, ambos Viendo por la enorme pared de vidrio.

—Ya es tiempo que se lo digas —decía el señor Ferri.

—Lo sé, Solo estaba esperando el momento y ahora que al fin lo encontré. Se lo diré.

—Pues, yo creo que te has tardado demasiado. Pero estoy seguro que tu hija va a entender.

—¿Papá? —Los dos hombres se giraron de inmediato— ¿Qué tienes que decirme?

—Cariño.

—Amanda.

—Señor Leandro —Saludó ella, antes de volver su atención a su padre— ¿Entonces papá?

—Bueno. Yo debo irme. Por fin mi hijo volvió a casa y mi esposa no cabe en sí misma de la alegría. Y la verdad yo espero que por fin mi hijo decida quedarse y no vuelta al ejército —Amanda le sonrió—, por cierto, están invitados.

—No se preocupe señor Leandro, es un momento íntimo de su familia. Después pasaré a saludar.

—Está bien.

Mientras Leandro se marchaba, Lorenzo caminó hacia su hija.

—¿Por qué rechazaste su invitación? Tú y Fiorella son mejores amigas.

—Ya lo dije, es un momento familiar, Jianna me dijo que me buscabas —cambió de tema— ¿Tienes algo que decirme? ¿Es sobre lo que hablabas con el señor Ferri? —Lorenzo acomodó su corbata y parecía algo incómodo. Sabía que tenía que decirle a su hija, le ha ocultado algo durante más de veinte años y teme que ella no se lo perdone.

—Hija…

—Papá. ¿Qué pasa? —preguntó con preocupación. Su padre estaba dudando y él no era así.

—Cariño. Te lo voy a decir. Solo dame unos días. ¿Sí?

—¿Por qué? ¿Es grave?

—No —quizás eso no sea del todo cierto. Su hija seguramente lo odiaría por ocultarle algo tan importante.

—En ese caso. Está bien —ella no insistió. Aunque algo le decía que debía hacerlo, pero ignoró esa voz.

—Gracias cariño. También quiero pedirte dos cosas —dijo su padre. Mientras se sentaba detrás de su escritorio.

—Lo escucho —dijo al mismo tiempo que ella hacía lo mismo.

—Quedarás al frente de la compañía por unos días.

—¿Por qué?

—Debo resolver algunos asuntos.

—¿Qué asunto padre? ¿Tiene que ver con la empresa?

—No cariño, la compañía, tú compañía está mejor que nunca y sé que en tus manos estará bien —ella sonrió, agradecía su confianza.

—¿Entonces?

—Hija, prometo que después de esto te diré todo —ella suspiró, su padre parecía tener un ¿secreto?

—Está bien. ¿Hay algo más?

—Sí. Debes tener mucho cuidado con Min-joon.

—¿Mi primo?

—Sí, acaba de comprarle las acciones al señor Rinaldi.

—No entiendo que tiene eso de malo. Solo llegará al 25% entre usted y yo tenemos el 60% además Min-joon es familia y ha hecho un buen trabajo.

—No dudo de su trabajo. Pero es posible que también quiera comprar más acciones.

—Aun así. No entiendo ¿Por qué te preocupa?

—Su padre y yo, tuvimos un problema hace mucho tiempo y a raíz de eso, él se fue del país. Aunque no lo he confirmado estoy seguro que ha vuelto y va a querer tomar lo que, según él, le pertenece.

—¿Y qué es?

—Parte de las acciones que te dejó tu madre.

—¿Qué tiene que ver él con mis acciones?

—Cuando tu abuelo, le cedió a Choi todo lo que le correspondía como herencia, hizo lo mismo con tu madre. En ese entonces recién nos habíamos comprometidos. Choi no confiaba en mí y creía que estaba interesado en las posesiones de tu madre y siempre me lo hizo saber.

—¿Entonces qué paso?

—Después de un año, ya me había casado con tu madre, los dos trabajamos duro para construir parte de lo que ahora tienes. En cambio, Choi hizo malas inversiones y perdió casi todo. Para entonces tu abuelo ya había muerto, y Choi se dio cuenta que no quedaba nada del testamento de su padre, solo las acciones que ahora posee Min-Joon y que tu abuela se encargó de proteger hasta que tu primo se pudo hacer cargo. Choi, Recurrió a tu madre y ella logró recuperar parte de las acciones que él mismo había vendido y se las cedió. Luego intentó pelear lo que tu abuelo le había cedido a tu madre y es ahí donde entro yo.

—Entiendo, usted no dejó que se saliera con la suya —su padre asintió.

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