97 Ya el atardecer estaba cayendo y pronto la noche cubriría con su manto de estrellas la ciudad, Julieta pesar de estar nerviosa, también estaba decidida a decirle la verdad y hacerlo entrar en razón. —Tenemos que hablar —contestó ella con firmeza, cerrando la puerta detrás de sí y sin esperar sacó lo que tenía atorado en su garganta— lo sé todo, Max… como pudiste ocultarme algo así —su acusación como dagas afiladas directas al pecho de Max. Max se había quedado mudo por unos segundos eternos, que ella aprovechó para pasar a su casa y plantarse en el medio de la sala y él la siguió aturdido de verla en su casa. Una Julieta muy triste, luego de darle el alta se fue a casa de Tom, no quería ver a nadie, pero necesitaba sacar todo lo que tenían en el pecho, es por eso que le pidió a su mejor amigo su carro prestado poco menos de una hora después de llegar a su casa y manejó hasta la mansión de Maximiliano. Tom no estaba muy seguro, pero ella se veía decidida, así que creyó conven
98 Maximiliano se quedó paralizado en el centro de la sala, sintiendo que el aire se le escapaba de los pulmones. Las palabras de Julieta resonaban en su mente como un eco aterrador: “Estoy embarazada”. Su corazón latía con fuerza, apretujado por el peso de la realidad. Había hecho daño a Julieta, una vez más, y ahora debía afrontar las consecuencias. Cuando la puerta se cerró tras ella Maximiliano sintió que resonaba en toda la casa, pero ella fue bastante silenciosa, dejándolo solo en la penumbra de la mansión. Cada instante que pasaba era como una eternidad. Sabía que el bebé era suyo; no había ni un atisbo de duda. Había perdido a Julieta y a su oportunidad de ser el hombre que ella necesitaba. Otra vez. ¿De cuántas más formas puede arruinar las cosas? Ahora, en lugar de estar a su lado, se encontraba atrapado en un dilema que lo desgarraba por dentro. Se dejó caer en el sofá, sintiendo cómo la desesperación le llenaba el pecho. La imagen de Julieta, su rostro lleno lágri
99Fueron unos largos momentos en los que Maximiliano no sabía bien donde estaba, tenía un constante pitido en el oído que lo atormentaba y un golpe en su ventana, se quedó quieto unos momentos, respirando con dificultad cuando la avalancha de imágenes de lo que había pasado con Julieta lo inunda.—¿Qué hice? —Su mente giraba, abrumada por el miedo y la culpa. Sabía que no podía dejar que la situación con Julieta lo llevara a tomar decisiones imprudentes. Se frotó las manos en el rostro, intentando calmarse.“Quería llegar tan rápido y ahora no es posible” pensó angustiado.Al salir del auto, verificó que el otro auto estuviera bien. A su lado, el conductor del otro auto lo miraba con preocupación. —¿Estás bien? preguntó el hombre. Max asintió, aunque su corazón aún latía con fuerza— ¿Necesita un médico? Hombre, no lo vi. Lo siento.El susto lo había hecho despertar, pero la realidad de su vida lo abrumaba más que nunca.—Estoy bien… no creo que necesite nada —habla Max por pri
100 Callum le había hecho una promesa a Julieta. Sabía que, al aceptar casarse con Julieta, su deber era protegerla a ella y a su bebé, incluso si eso significaba esconder sus propios sentimientos. Pero las cosas habían cambiado y ya no quería alejarse de Isabel así que lo mejor era hablar con Julieta y ser sincero con ella y tratar de resolver las cosas lo mejor posible en pro del bienestar de ambos. En una inyección de valentía llama a Julieta, pero está no contesta así que le deja un mensaje de voz. —Hola, necesitamos hablar… mis padres llegaron antes y nos invitaron a cenar mañana a las ocho en el restaurante de su hotel y… —Callum suspiró— necesito hablar contigo antes de reunirnos con mis padres, espero me llames cuando escuches esto, Julieta, por favor es urgente. Sus pensamientos vagaron hacia Isabel nuevamente. Una imagen de ella apareció en su mente, el rostro tenso por la última conversación que tuvieron. Él sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentar sus pro
101 Julieta estaba algo nerviosa por la cena que se estaba llevando a cabo, pero Callum le aseguró que no se iba a ir de su lado y ella respiró hondo. La elegante mesa del restaurante estaba adornada con candelabros y vajilla fina, el ambiente perfectamente preparado para lo que prometía ser una cena formal entre familias. Sin embargo, el aire se sentía tenso, como una cuerda al borde de romperse. Julieta observaba cada movimiento con cautela, consciente de la mirada crítica de Brenda Rutland, la madre de Callum. Brenda, impecablemente vestida con un conjunto sobrio, pero lujoso, había mantenido una sonrisa educada durante toda la noche, aunque la frialdad en su tono revelaba sus verdaderos pensamientos. —Entonces, Julieta —comenzó Brenda, tomando su copa de vino con delicadeza—, he escuchado que trabajas de asistente de un importante magnate millonario de aquí, aunque claro eso no se compara con ser la esposa del duque de Londres —dijo burlonamente, Julieta se quedó callada—
102Cuando Julieta llega a casa de la cena se sintió exhausta física y mentalmente. Callum le debía una grande por soportar a su madre está noche.—Deberías sentarte, le diré a Jud que traiga un té para ti —dijo Gaia, viendo a su hija muy cansada— ¿Cómo les fue? —Les pregunta a todos sus hijos que siguieron a Julieta en fila.Julieta no estaba segura de contratar a alguien para su casa, pero está era bastante grande y muchos invitados. Su madre la convenció y se alegra de haberlo hecho, Judith era una mujer de unos cuarenta años que hacía parecer que las cosas del hogar fueran fáciles.—Gracias, madre… esa mujer es… especial —resopla, se quita los tacones y camina hasta la sala donde prácticamente se lanza a su mullido sofá.Vic y Stefan se perdieron en sus habitaciones para dejar a Julieta con su madre, esa señora les había sacado dos canas nuevas.—La mayoría de nuestros circulo son así —replica su madre, la entiende perfectamente.Gaia y Brenda están en la elite y se habían v
103El día de la boda había llegado, y Julieta se encontraba en un torbellino de emociones. Su corazón latía con fuerza mientras se preparaba en su habitación, aún recordando el dolor que había sentido días atrás con el descubrimiento de la enfermedad de Maximiliano. Pero a pesar de todo, se estaba preparando para dar el “sí, quiero” a Callum Rutland.Mientras ajustaba su velo, Tomás entró en la habitación. Su expresión era seria, y Julieta sabía que tenía algo importante que decir. Se dio la vuelta para enfrentarlo, sintiendo que el aire se le escapaba.—¿Estás bien, Julieta? —preguntó Tomás, su voz suave pero firme.—No, no estoy bien. No sé puedo hacer esto bien es muy difícil el cambio —respondió ella, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos—. Max está enfermo, y aquí estoy, a punto de casarme con otro hombre. Irónico ¿No?Tomás se acercó y la tomó de los hombros, mirándola a los ojos. Sabía lo que sentía, pero también comprendía lo que estaba en juego.
104La iglesia estaba decorada con flores blancas y doradas, un brillo suave que resaltaba la solemnidad del día. Los invitados llenaban cada banca, murmurando con expectativa, ansiosos por ver a la novia caminar hacia el altar. El aire estaba cargado de emoción, pero también de una ligera tensión, como si algo más estuviera a punto de suceder. Frente a Callum, en el altar no estaba Juliette Beaumont.¡Era Isabel Scott!¡Hubo cambios de novia!—¿Qué demonios es esto? —susurra su pregunta Brenda, quería gritar y arrojar cosas, pero no podía, así que apretó las manos en puños enojada a más no poder.—¿No es acaso la supuesta dama de honor? —pregunta Cale confundido.—Es muy mona —dijo Blade.—¡Cállate, insolente! —se queja Brenda, exasperada.Brenda debió notar que algo no cuadraba cuando la novia se veía considerablemente más bajita que Julieta.Los murmullos comenzaron a expandirse como olas en la multitud. La sorpresa y el desconcierto eran palpables en cada rostro, pero Ca