104La iglesia estaba decorada con flores blancas y doradas, un brillo suave que resaltaba la solemnidad del día. Los invitados llenaban cada banca, murmurando con expectativa, ansiosos por ver a la novia caminar hacia el altar. El aire estaba cargado de emoción, pero también de una ligera tensión, como si algo más estuviera a punto de suceder. Frente a Callum, en el altar no estaba Juliette Beaumont.¡Era Isabel Scott!¡Hubo cambios de novia!—¿Qué demonios es esto? —susurra su pregunta Brenda, quería gritar y arrojar cosas, pero no podía, así que apretó las manos en puños enojada a más no poder.—¿No es acaso la supuesta dama de honor? —pregunta Cale confundido.—Es muy mona —dijo Blade.—¡Cállate, insolente! —se queja Brenda, exasperada.Brenda debió notar que algo no cuadraba cuando la novia se veía considerablemente más bajita que Julieta.Los murmullos comenzaron a expandirse como olas en la multitud. La sorpresa y el desconcierto eran palpables en cada rostro, pero Ca
105 Días antes de la boda Julieta estaba cansada, pero no quería preocupar a sus padres. Así que pidió un Uber y fue a casa. Cuando metió la llave en el cerrojo y abrió la puerta en vez de ser recibida por shadow. Su gatito, fue recibida por el ceño fruncido de Stefan. —¿Qué sucede? —indaga ella, no queriendo saber en realidad. Solo quería un baño y dormir. —¿Dime tú? —regresa Stefan la pregunta. —No estoy de humor para adivinanzas, Stefan Beaumont —le reclama Julieta. —Haz estado llorando, Juls —observa Stefan ahora preocupado y molesto. —No es tu asunto —reclama Julieta. —Lo es, eres mi hermana menor —refuta. —Stef, por fa —suplica a punto de llorar de nuevo. —¿Es por el tal Max ese? —pregunta Stefan malhumorado. —Déjame pasar —pidió Julieta, empujando a su hermano y este se hizo a un lado porque quiso. —¿Qué sucedió? Sino me dices voy a buscar al rubio de pacotilla ese y le voy a partir el alma —amenaza Stefan. —¡A mí no me amenaces! —grita J
106Callum quiso explicar de todas maneras su relación y asegurarle a Julieta que no había pasado más que besos entre ellos. Pero no podían negar la atracción que sentían el uno por el otro.—Isabel y yo… —Callum comenzó, pero Julieta lo interrumpió, alzando una mano.—No tienes que explicármelo. Está claro lo que hay entre ustedes —sonrió con gentileza—. Y no me molesta. En realidad, me alegra que hayas encontrado algo real. Y sinceramente me quita un peso de encima.Isabel levantó la vista, incrédula.—¿No estás molesta? —preguntó, como si no pudiera creer que Julieta no estuviera a punto de explotar— no quiero fallarte de nuevo, juro que no —y rompe a llorar, dejando salir todo el peso de la angustia de perderla.Julieta soltó una pequeña risa.—No, Isabel, no lo estoy. —Se inclinó hacia adelante y les habló con un tono serio mientras tomaba la mano de su amiga—. Pero hay algo que tenemos que planear bien. Por la nota de voz sacó la conclusión de que tu familia llegó un poco
107 Presente El ambiente en la iglesia estaba cargado de expectación. Todos esperaban ver el desenlace de lo que debía ser “la boda del año”. Famosos, miembros de la realeza y figuras de renombre internacional ocupaban sus asientos, mientras Brenda Rutland, sentada en la primera fila, contenía la furia tras la elegante máscara que debía mantener. Había algo que la enfurecía. Esa perra de Beaumont las pagará caro, pero no podía permitirse una escena. Maximiliano llegó al lugar con el corazón martillando en el pecho. A pesar del malestar persistente de la quimioterapia, el amor y la adrenalina lo impulsaban como nunca. Se acercó a la iglesia, escoltado por al menos seis guardaespaldas, cada uno ocupando estratégicas posiciones, pero Max avanzaba decidido. Al llegar, su mirada recorrió los alrededores, buscando a Julieta. Y entonces la vio. Julieta estaba de pie en la entrada, una sonrisa suave, pero enigmática en el rostro. Parecía calmada, como si ya todo estuviera resuelto en
108En la pista de baile el DJ llamó a los novios a su primer baile y estos se acercaron con una gran sonrisa, los acordes comenzaron a sonar y ellos danzaron la pista de baile sin dejar de verse a los ojos.—Estás muy hermosa ya quiero quitarte ese vestido como si fuera un papel de regalo —dijo Callum.—Tú también estás muy guapo —comenta Isabel, con las mejillas encendidas, apretando los muslos.Ambos se besaron con gran pasión, Callum ya estaba esperando para llevársela lejos de la multitud, Isabel perdió el aliento y se sintió entre las nubes, ambos estaban por salir de la pista cuando la canción terminó que no se esperó que el DJ los detuviera.Cale se había acercado al DJ y pidió una canción nueva antes de que terminara la de los novios y que el DJ los hiciera esperar en la pista de baile. Anunciando que bailaría con la hermosa novia, haciendo lo que su esposa le sugirió mientras Brenda se acercaba a su hijo.—¿Me concedes este baile?
109La música en el salón dio un giro inesperado. El DJ cambió el ritmo suave y romántico por algo más vibrante y bailable, haciendo que todos se levantaran a bailar la pegajosa música. Las luces se movían al compás de los nuevos ritmos, y la energía de la sala se transformó en una oleada de entusiasmo.A pesar de la nueva atmósfera, Tomás y Fabricio seguían inmersos en su propio mundo. Mientras a su alrededor los invitados reían y saltaban, ellos se mantenían cerca, sus cuerpos balanceándose a un ritmo mucho más lento y sensual. Las miradas entre ambos eran ineludibles, cada movimiento cargado de tensión.—No puedo creer lo bien que te veías vestido de cura —dijo Tomás con voz seductora, una sonrisa traviesa se mostraba en sus labios mientras jugaba con el borde de uno de los botones de la camisa de Fabricio y seguían bailando.Fabricio dejó escapar un suspiro, algo entre resignación y diversión, mientras seguían moviéndose lentamente.—Me convenciste con tus trucos sucios de siempre
110La casa a la que Maximiliano había llevado a Julieta, estaba situada a las afueras de la ciudad, aislada del bullicio y del mundo que ambos conocían. Era un refugio discreto, donde ni siquiera la temida seguridad de Maximiliano Hawks había sido requerida. Nadie conocía este lugar, ni siquiera Julieta. Max lo había mantenido como un secreto, una especie de santuario personal al que podía escapar cuando estaba saturado de la vida en la ciudad, y hoy había decidido llevarla allí.El camino había sido largo y silencioso. Julieta estaba callada, reservada, observando cada rincón de la casa mientras trataba de procesar todo lo que había sucedido en los últimos días. Max la había dejado en paz, dándole tiempo para ambientarse. Por más que deseaba hablar con ella, sabía que Julieta necesitaba su espacio. Después de todo, su matrimonio con Callum no se había concretado, y aunque esa noticia lo llenaba de alivio, no podía ignorar el peso que ambos llevaban a cuestas.Mientras caminaba por
111Se levantó de la silla con movimientos lentos, todavía asimilando la noticia.—Está bien —dijo en voz baja, incapaz de sostenerle la mirada por más tiempo—. Iré a prepararme.Julieta no respondió, solo lo observó marcharse con paso cansado hacia su habitación. Cuando él desapareció por el pasillo, ella soltó un suspiro largo y profundo. No había sido fácil tomar esta decisión, y aunque el dolor seguía presente en su corazón, sabía que no podía quedarse de brazos cruzados. No podía dejar que Max se desvaneciera así.Dos horas más tarde, como Julieta lo había planeado ambos estaban sentados en el coche rumbo al aeropuerto. El equipaje estaba cargado, y la distancia entre ellos, aunque física, ya no parecía tan insalvable. Julieta miraba por la ventana, perdida en sus pensamientos, mientras Max la observaba de reojo, notando cómo su perfil reflejaba una mezcla de determinación y agotamiento.Maximiliano, por primera vez en mucho tiempo, sintió una chispa de esperanza encenderse