Cómo les quedó el ojo?
108En la pista de baile el DJ llamó a los novios a su primer baile y estos se acercaron con una gran sonrisa, los acordes comenzaron a sonar y ellos danzaron la pista de baile sin dejar de verse a los ojos.—Estás muy hermosa ya quiero quitarte ese vestido como si fuera un papel de regalo —dijo Callum.—Tú también estás muy guapo —comenta Isabel, con las mejillas encendidas, apretando los muslos.Ambos se besaron con gran pasión, Callum ya estaba esperando para llevársela lejos de la multitud, Isabel perdió el aliento y se sintió entre las nubes, ambos estaban por salir de la pista cuando la canción terminó que no se esperó que el DJ los detuviera.Cale se había acercado al DJ y pidió una canción nueva antes de que terminara la de los novios y que el DJ los hiciera esperar en la pista de baile. Anunciando que bailaría con la hermosa novia, haciendo lo que su esposa le sugirió mientras Brenda se acercaba a su hijo.—¿Me concedes este baile?
109La música en el salón dio un giro inesperado. El DJ cambió el ritmo suave y romántico por algo más vibrante y bailable, haciendo que todos se levantaran a bailar la pegajosa música. Las luces se movían al compás de los nuevos ritmos, y la energía de la sala se transformó en una oleada de entusiasmo.A pesar de la nueva atmósfera, Tomás y Fabricio seguían inmersos en su propio mundo. Mientras a su alrededor los invitados reían y saltaban, ellos se mantenían cerca, sus cuerpos balanceándose a un ritmo mucho más lento y sensual. Las miradas entre ambos eran ineludibles, cada movimiento cargado de tensión.—No puedo creer lo bien que te veías vestido de cura —dijo Tomás con voz seductora, una sonrisa traviesa se mostraba en sus labios mientras jugaba con el borde de uno de los botones de la camisa de Fabricio y seguían bailando.Fabricio dejó escapar un suspiro, algo entre resignación y diversión, mientras seguían moviéndose lentamente.—Me convenciste con tus trucos sucios de siempre
110La casa a la que Maximiliano había llevado a Julieta, estaba situada a las afueras de la ciudad, aislada del bullicio y del mundo que ambos conocían. Era un refugio discreto, donde ni siquiera la temida seguridad de Maximiliano Hawks había sido requerida. Nadie conocía este lugar, ni siquiera Julieta. Max lo había mantenido como un secreto, una especie de santuario personal al que podía escapar cuando estaba saturado de la vida en la ciudad, y hoy había decidido llevarla allí.El camino había sido largo y silencioso. Julieta estaba callada, reservada, observando cada rincón de la casa mientras trataba de procesar todo lo que había sucedido en los últimos días. Max la había dejado en paz, dándole tiempo para ambientarse. Por más que deseaba hablar con ella, sabía que Julieta necesitaba su espacio. Después de todo, su matrimonio con Callum no se había concretado, y aunque esa noticia lo llenaba de alivio, no podía ignorar el peso que ambos llevaban a cuestas.Mientras caminaba por
111Se levantó de la silla con movimientos lentos, todavía asimilando la noticia.—Está bien —dijo en voz baja, incapaz de sostenerle la mirada por más tiempo—. Iré a prepararme.Julieta no respondió, solo lo observó marcharse con paso cansado hacia su habitación. Cuando él desapareció por el pasillo, ella soltó un suspiro largo y profundo. No había sido fácil tomar esta decisión, y aunque el dolor seguía presente en su corazón, sabía que no podía quedarse de brazos cruzados. No podía dejar que Max se desvaneciera así.Dos horas más tarde, como Julieta lo había planeado ambos estaban sentados en el coche rumbo al aeropuerto. El equipaje estaba cargado, y la distancia entre ellos, aunque física, ya no parecía tan insalvable. Julieta miraba por la ventana, perdida en sus pensamientos, mientras Max la observaba de reojo, notando cómo su perfil reflejaba una mezcla de determinación y agotamiento.Maximiliano, por primera vez en mucho tiempo, sintió una chispa de esperanza encenderse
112Luego de un viaje largo llegaron a darse un baño en el hotel, tenían una suite con dos habitaciones y luego irían a ver casas, tenían que quedarse meses en Ginebra a causa del tratamiento. Así que había que pensar a largo plazo.—Te ves algo pálida —le dijo Max siempre observador.—Estoy un poco mareada, me voy a recostar un poco antes de poder ingerir algo —le contesta Julieta, con una sonrisa temblorosa tratando de no preocuparlo.—Descansa, luego pedimos servicio a la habitación. No creo que sea bueno que salgas así y necesitas descanso en tu condición —aconseja Max.Había decidido a informarse más del embarazo de Julieta, pero no quería abrumarla con sus preguntas.—Sí, gracias —se da media vuelta y entra en su habitación.Julieta jamás pensó que estaría en este tipo de situaciones con Maximiliano Hawks, pero no se arrepentía de ayudarlo. Al día siguiente Julieta y Maximiliano entraron al consultorio, el aire de Ginebra era fresco, casi frío, pero había algo reconforta
113Comenzaron el día muy temprano para los exámenes de Maximiliano, Julieta había salido a comprar el desayuno para ambos y comieron en silencio, al mediodía le tocaba a Julieta su revisión y fiel a su palabra Maximiliano dejó unos exámenes para el día siguiente y poder estar con Julieta y el bebé. No quería perderse nada.—¿Tienes hambre? —pregunta Max— creo que deberíamos empezar a traer aperitivos.—Estoy bien, si tengo hambre te aviso —suelta una risita nerviosa. Nunca había tenido la atención de Maximiliano de esta manera— vi una casa en internet que me gustó, hice cita para verla mañana.—Bien, también creo que debemos comprar un auto. Es más fácil moverse —le comenta Max— y si el bebé nace aquí es mejor estar preparados ¿Quieres arreglarle un cuarto o quieres dormir con el bebé? Leí que es recomendable que duerma contigo y es más fácil para ti en las noches —cuando Max se dio cuenta lo que decía sus mejillas adoptaron un color carmesí y rápidamente miró a otro lado.“La ve
114Julieta recién estrenaba casa cuando Tomás llegó a su puerta, aún no habían comprado los muebles de todas las habitaciones, pero y tenían dos habitaciones listas que eran las que usaban Max y ella. Pero eso no le impidió sentir alegría cuando vio su mejor amigo y un hombre de cabello castaño rojizo y ojos marrones claros fríos.—¡Sorpresa! —grita Tomás de alegría.—Santo bacalao, ¡estás vivo! —Exclama Julieta lanzándose en sus brazos— no vuelvas a asustarme de esa manera.La mirada de Fabricio se suaviza al notar lo preocupada que estaba la chica por Tomás.—Lo siento, necesitaba… tiempo —trata de explicar Tomás.—No hace falta que te expliques lo sé… eso no deja que de igual manera me preocupe —le dijo en tono de regaño, y habían lágrimas en sus ojos.¡Estúpidas hormonas del embarazo!—No llores, Juls —Tom la abraza de inmediato y ella se siente tranquila una vez que su amigo acaricia su espalda.—Pero pasen, pasen… estoy siendo grosera al dejarlos afuera —aspira un poc
115 Tomás y Fabricio regresaron la noche siguiente para cenar con ambos y Max estaba callado, pero ya no era hostil. Trató de entablar una conversación trivial y Fabricio le dejó, no así con Tomás, que estaba más reticente de dejarlo entrar en su círculo privado luego de su comportamiento con Julieta todos estos años. Entendía y respetaba a Julieta por hacer esto por Max, pero no veía porque vivir aquí con él cuando pudo regresar a Nueva York con él o a Londres con sus padres. En un momento en que Julieta se disculpó para ir al baño, Maximiliano se sinceró con ambos.—Lo siento… sé que me he comportado como un idiota —Max traga saliva nervioso— puede que no la merezca, de hecho, sé que no, pero sé que es mía y la amo y la voy a recuperar a ella y criaremos nuestro hijo juntos.—Si ella te acepta no tengo nada que decir, hazla llorar y conocerás el infierno —advierte Tomás, señalándolo con el índice en una clara amenaza— ya basta de que llore por ti, me la llevaré lejos y haré que