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99Fueron unos largos momentos en los que Maximiliano no sabía bien donde estaba, tenía un constante pitido en el oído que lo atormentaba y un golpe en su ventana, se quedó quieto unos momentos, respirando con dificultad cuando la avalancha de imágenes de lo que había pasado con Julieta lo inunda.—¿Qué hice? —Su mente giraba, abrumada por el miedo y la culpa. Sabía que no podía dejar que la situación con Julieta lo llevara a tomar decisiones imprudentes. Se frotó las manos en el rostro, intentando calmarse.“Quería llegar tan rápido y ahora no es posible” pensó angustiado.Al salir del auto, verificó que el otro auto estuviera bien. A su lado, el conductor del otro auto lo miraba con preocupación. —¿Estás bien? preguntó el hombre. Max asintió, aunque su corazón aún latía con fuerza— ¿Necesita un médico? Hombre, no lo vi. Lo siento.El susto lo había hecho despertar, pero la realidad de su vida lo abrumaba más que nunca.—Estoy bien… no creo que necesite nada —habla Max por pri
100 Callum le había hecho una promesa a Julieta. Sabía que, al aceptar casarse con Julieta, su deber era protegerla a ella y a su bebé, incluso si eso significaba esconder sus propios sentimientos. Pero las cosas habían cambiado y ya no quería alejarse de Isabel así que lo mejor era hablar con Julieta y ser sincero con ella y tratar de resolver las cosas lo mejor posible en pro del bienestar de ambos. En una inyección de valentía llama a Julieta, pero está no contesta así que le deja un mensaje de voz. —Hola, necesitamos hablar… mis padres llegaron antes y nos invitaron a cenar mañana a las ocho en el restaurante de su hotel y… —Callum suspiró— necesito hablar contigo antes de reunirnos con mis padres, espero me llames cuando escuches esto, Julieta, por favor es urgente. Sus pensamientos vagaron hacia Isabel nuevamente. Una imagen de ella apareció en su mente, el rostro tenso por la última conversación que tuvieron. Él sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentar sus pro
101 Julieta estaba algo nerviosa por la cena que se estaba llevando a cabo, pero Callum le aseguró que no se iba a ir de su lado y ella respiró hondo. La elegante mesa del restaurante estaba adornada con candelabros y vajilla fina, el ambiente perfectamente preparado para lo que prometía ser una cena formal entre familias. Sin embargo, el aire se sentía tenso, como una cuerda al borde de romperse. Julieta observaba cada movimiento con cautela, consciente de la mirada crítica de Brenda Rutland, la madre de Callum. Brenda, impecablemente vestida con un conjunto sobrio, pero lujoso, había mantenido una sonrisa educada durante toda la noche, aunque la frialdad en su tono revelaba sus verdaderos pensamientos. —Entonces, Julieta —comenzó Brenda, tomando su copa de vino con delicadeza—, he escuchado que trabajas de asistente de un importante magnate millonario de aquí, aunque claro eso no se compara con ser la esposa del duque de Londres —dijo burlonamente, Julieta se quedó callada—
102Cuando Julieta llega a casa de la cena se sintió exhausta física y mentalmente. Callum le debía una grande por soportar a su madre está noche.—Deberías sentarte, le diré a Jud que traiga un té para ti —dijo Gaia, viendo a su hija muy cansada— ¿Cómo les fue? —Les pregunta a todos sus hijos que siguieron a Julieta en fila.Julieta no estaba segura de contratar a alguien para su casa, pero está era bastante grande y muchos invitados. Su madre la convenció y se alegra de haberlo hecho, Judith era una mujer de unos cuarenta años que hacía parecer que las cosas del hogar fueran fáciles.—Gracias, madre… esa mujer es… especial —resopla, se quita los tacones y camina hasta la sala donde prácticamente se lanza a su mullido sofá.Vic y Stefan se perdieron en sus habitaciones para dejar a Julieta con su madre, esa señora les había sacado dos canas nuevas.—La mayoría de nuestros circulo son así —replica su madre, la entiende perfectamente.Gaia y Brenda están en la elite y se habían v
103El día de la boda había llegado, y Julieta se encontraba en un torbellino de emociones. Su corazón latía con fuerza mientras se preparaba en su habitación, aún recordando el dolor que había sentido días atrás con el descubrimiento de la enfermedad de Maximiliano. Pero a pesar de todo, se estaba preparando para dar el “sí, quiero” a Callum Rutland.Mientras ajustaba su velo, Tomás entró en la habitación. Su expresión era seria, y Julieta sabía que tenía algo importante que decir. Se dio la vuelta para enfrentarlo, sintiendo que el aire se le escapaba.—¿Estás bien, Julieta? —preguntó Tomás, su voz suave pero firme.—No, no estoy bien. No sé puedo hacer esto bien es muy difícil el cambio —respondió ella, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos—. Max está enfermo, y aquí estoy, a punto de casarme con otro hombre. Irónico ¿No?Tomás se acercó y la tomó de los hombros, mirándola a los ojos. Sabía lo que sentía, pero también comprendía lo que estaba en juego.
104La iglesia estaba decorada con flores blancas y doradas, un brillo suave que resaltaba la solemnidad del día. Los invitados llenaban cada banca, murmurando con expectativa, ansiosos por ver a la novia caminar hacia el altar. El aire estaba cargado de emoción, pero también de una ligera tensión, como si algo más estuviera a punto de suceder. Frente a Callum, en el altar no estaba Juliette Beaumont.¡Era Isabel Scott!¡Hubo cambios de novia!—¿Qué demonios es esto? —susurra su pregunta Brenda, quería gritar y arrojar cosas, pero no podía, así que apretó las manos en puños enojada a más no poder.—¿No es acaso la supuesta dama de honor? —pregunta Cale confundido.—Es muy mona —dijo Blade.—¡Cállate, insolente! —se queja Brenda, exasperada.Brenda debió notar que algo no cuadraba cuando la novia se veía considerablemente más bajita que Julieta.Los murmullos comenzaron a expandirse como olas en la multitud. La sorpresa y el desconcierto eran palpables en cada rostro, pero Ca
105 Días antes de la boda Julieta estaba cansada, pero no quería preocupar a sus padres. Así que pidió un Uber y fue a casa. Cuando metió la llave en el cerrojo y abrió la puerta en vez de ser recibida por shadow. Su gatito, fue recibida por el ceño fruncido de Stefan. —¿Qué sucede? —indaga ella, no queriendo saber en realidad. Solo quería un baño y dormir. —¿Dime tú? —regresa Stefan la pregunta. —No estoy de humor para adivinanzas, Stefan Beaumont —le reclama Julieta. —Haz estado llorando, Juls —observa Stefan ahora preocupado y molesto. —No es tu asunto —reclama Julieta. —Lo es, eres mi hermana menor —refuta. —Stef, por fa —suplica a punto de llorar de nuevo. —¿Es por el tal Max ese? —pregunta Stefan malhumorado. —Déjame pasar —pidió Julieta, empujando a su hermano y este se hizo a un lado porque quiso. —¿Qué sucedió? Sino me dices voy a buscar al rubio de pacotilla ese y le voy a partir el alma —amenaza Stefan. —¡A mí no me amenaces! —grita J
106Callum quiso explicar de todas maneras su relación y asegurarle a Julieta que no había pasado más que besos entre ellos. Pero no podían negar la atracción que sentían el uno por el otro.—Isabel y yo… —Callum comenzó, pero Julieta lo interrumpió, alzando una mano.—No tienes que explicármelo. Está claro lo que hay entre ustedes —sonrió con gentileza—. Y no me molesta. En realidad, me alegra que hayas encontrado algo real. Y sinceramente me quita un peso de encima.Isabel levantó la vista, incrédula.—¿No estás molesta? —preguntó, como si no pudiera creer que Julieta no estuviera a punto de explotar— no quiero fallarte de nuevo, juro que no —y rompe a llorar, dejando salir todo el peso de la angustia de perderla.Julieta soltó una pequeña risa.—No, Isabel, no lo estoy. —Se inclinó hacia adelante y les habló con un tono serio mientras tomaba la mano de su amiga—. Pero hay algo que tenemos que planear bien. Por la nota de voz sacó la conclusión de que tu familia llegó un poco