31Estando sola en su casa Julieta se sintió ahogada, abrió las cortinas y las ventanas, y aun así se sentía atrapada. —Me siento sin aire —se comentó así misma ahogada.Se dio un baño rápido, ya que no recuerda haberlo hecho en casa de Maximiliano y se puso ropa cómoda para bajar las escaleras. Eran casi las ocho de la noche, pero ella necesitaba aire fresco… al menos lo más fresco que se pueda en la ciudad.—¿Qué haces aquí sola? —pregunta una voz masculina, que ella reconocía muy bien.Llevaba al menos dos horas sentada viendo a la nada cuando sintió su presencia, lo que le recuerda los dos ramos de flores que recibió poco después de que él se fuera. Él se sienta a su lado y ella se queda viendo al frente sin querer verlo.Maximiliano había dejado dos hombres de seguridad cerca de ella, sabía cada paso que daba, pero no le diría eso.—Me gusta estar sola —miente Julieta, no queriendo admitir que estaba aterrada de estar sola— me gustaría que siguiera así, señor Maximiliano.
32Un abrazo... en tres años, un abrazo.¿Por qué le afecta? No debería afectarle. Él no quería compromiso, y Julieta le creyó cuando le pidió tiempo. Ahora ve que solo era manipulación y teatro. Ese abrazo debe ser puro teatro.Julieta se repite una y otra vez que no necesitaba sus abrazos.Tan pronto llegó a su casa, puso música a todo volumen y comenzó a bailar y brincar por toda la casa mientras limpiaba cada rincón de su pequeño hogar. Desde que tiene memoria, la música siempre la ha ayudado a drenar todo aquello que la abruma.Cuando terminó de limpiar, estaba tan agotada que, al caer en la cama, prácticamente se desmayó antes de tocar la almohada. Al día siguiente, llamó a su mejor amigo.—Cariño mío, he estado liado —dijo Tomás en cuanto respondió la llamada—. Por eso no he podido pasar a visitarte.—No pasa nada, pero te necesito —dijo Julieta, preocupada—. Necesito ir a la estación de policía.—¿Estás bien, cari? —preguntó Tomás, tomando las llaves de su auto. Ya llevaba des
33—Sí, hoy muy temprano vino con la evidencia médica y el vídeo. Queríamos saber la versión de los hechos y si va a proceder con la denuncia —comenta el detective, asegurando que o que dice es cierto— cuéntenos que fue lo que pasó.Por segunda vez ese día Julieta habló de todo el maltrato que había pasado Julieta a manos de Brigitte Hawks, durante tres años, terminando con lo que había pasado hace dos días.—Lamento lo que tuvo que pasar, el médico y el video corrobora todo lo que nos ha dicho y es completamente normal que quiera presentar cargos —comenta el hombre anotando los puntos importantes— no hay que avergonzarse por este tipo de maltrato y lo tomaremos como maltrato laboral.—Gracias —dijo julieta con lágrimas en los ojos, era la primera vez que quería llorar luego de despertarse en la casa de Max— gracias por creerme.—No me lo agradezca, es nuestro trabajo —le asegura el detective— te dejaré mi tarjeta con mi número por si necesitas algo referente al caso y necesito que fi
34Horas antes Maximiliano no podía dormir, así que se fue a correr para ver si despejaba su mente y aun así nada logró que eso pasará. Llegó a su casa y se dio un baño rápido y se vistió, había cosas que tenía que hacer.Maximiliano se estacionó frente a una estación de policía, nunca había visitado una y ahora estaba a punto de hacer algo que no tendría vuelta atrás.—¿Viste quién es? —pregunta una oficial nueva.—Cállate, nos puedes meter en problemas —contesta su compañera.—Es demasiado bello —suspira medio enamorada— ¿Qué hará aquí?Maximiliano las ignoró y terminó de entrar a la estación de policía donde pidió hablar con Lachenal, el capitán de esa estación de policía.Esperó unos minutos cuando el jefe entró algo desarreglado y claramente fue despertado. Nada de eso le importó a Maximiliano.—¿En qué puedo servirle? —pregunta Lachenal algo nervioso cuando estuvieron al resguardo de miradas indiscretas— espero que esté todo bien.Max ignora que el hombre trata de lame
35—Quién lo diría… Brigitte Hawks diciendo groserías, primero que nada. No es asunto tuyo lo que Julieta y yo hagamos a puerta cerrada —se burló Maximiliano—. Al parecer la alta alcurnia no ha llegado todavía a tu cerebro por falta de cafeína—No tienes por qué ser grosero —reclama Brigitte viéndolo casi con odio.—¿Terminaste el café, madre? Tal vez así despejes la mente. Deberías irte a arreglar para estar decente si vas a seguir soltando blasfemias a diestra y siniestra —dijo más serio.—No entiendo por qué ahora me faltas al respeto y me hablas así —dijo su madre, gimoteando, con lágrimas falsas nadando en sus ojos.Le molestaba que Maximiliano fuera más como su suegro, alguien que no era manipulable, en cambio su esposo era más dócil y le gustaba seguir la corriente.—Te hablo como tú me hablas. Es así de sencillo, madre. Y me voy a disculpar el día en que tú te disculpes con Julieta Persson —le deja en claro su hijo.—Cuando los dragones salgan volando de esta casa, ese día me
36Max veía hacia la oficina que sabía que estaba Julieta, no sabía que había hablado con su padre, pero por la sombra que oscurecía su rostro no debió de ser bueno y no le gustó. Luego averiguaría que había pasado. Luego de que Julieta se fue Max fue tras ella, pero a distancia… no sabía porque parecía un demente acosador. Pero no podía evitarlo.El abogado llegó y se informó de todo y salió un poco pálido después de una conversación con la policía y el interrogatorio a la señora Brigitte.—¿Cuándo puedes salir mi esposa? —pregunta Mark de mal humor.—Señor Hawks… —comienza diciendo con duda— es mejor que hablemos en un lugar privado.—¿Por qué? —pregunta Mark confundido.Solo quería pagar una fianza y largarse del lugar.—El caso es bastante serio y no solo eso… mejor hablemos en otro lugar —pide de nuevo el abogado.—Bien… déjame ver qué puedo hacer —resopla el hombre frustrado.Max se había ido hace mucho, justo cuando Julieta se fue, él la siguió como un cachorro arrepentido y es
37 Mark Hawks se fue poco después de eso y Maximiliano fiel a su palabra se encargó de la junta de accionistas y de manejar el incendio que él mismo causó. Luego de tres horas de junta sale para ver a Isabel en el puesto de Julieta y su humor simplemente se ennegrece cada vez más. Isabel estaba bastante atareada con el trabajo, eran demasiadas cosas para manejar puesto que no era solo la agenda de trabajo. Sino también la personal y otras cosas que ella no debería manejar. ¿Comprar comida para Zeus? ¿Quién carajos era Zeus? Para empezar. ¿Buscar trajes en la tintorería? ¿Regalos de cumpleaños? ¿Regalos de aniversario de los padres? ¿Las compras del hogar? Julieta Persson manejaba cada aspecto de la vida de Maximiliano Hawks con meticulosidad e Isabel no sabía cómo es que ella llevaba toda esa carga durante tres años. Ahora veía el trabajo como misión imposible y ya quería renunciar; lo que solo le daba ganas de llorar, porque este siempre había sido su sueño. Había
38 —¿Por qué llamas? —pregunta Julieta con asombro, cuando recupera el habla, luego de minutos se silencio a través del teléfono. Ella se había hecho la idea de que ya no hablaría con su padre, en cuanto lo escuchó su voz miles de recuerdos se abalanzan en su mente, desde hace tres años que no hablaba con nadie de su familia, pero desde hace cinco que no los veía y le alegraba que hablara con amor, pensó que la odiaba para este punto. Les extraña mucho... sobre todo a su madre, y sus hermanos, oír su felicidad pone una sonrisa en su rostro cuando pensó que, en este momento todos en su familia la odiaban a muerte por romper a su familia hace años cuando se negó a casarse con ese duque y dejar atrás todo. —Quería ver como estabas, una amiga de tu madre comentó que te había visto en Estados Unidos y quise llamar a Tomás a ver si te había visto también y tal parece que así es —habla con su marcado acento inglés... como extrañaba esas cosas y no se había dado cuenta— también quer