143. Inundaciones

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Tomás había pasado noches enteras en su taller, apenas permitiéndose un descanso en su obsesión por que cada detalle fuera perfecto. La emoción y la presión del próximo show lo mantenían en vilo, tanto que apenas notaba el cansancio acumulado. Fabricio aparecía en el taller cada día sin falta, con una sonrisa tranquila y una bolsa llena de comida. Cada vez que le dejaba una bandeja con algo nutritivo y equilibrado, algo que lo mantuviera fuerte, Tomás sentía que su corazón latía más rápido, llenándose de gratitud y amor. Nunca dejaba de pensar en los cuatro largos años que había esperado para estar con él, y ahora, allí estaba Fabricio, cuidándolo y apoyándolo como siempre había deseado.

Tomás miraba a Fabricio de reojo mientras devoraba la ensalada y los bocados de proteínas que él le traía. En esos momentos, sentía que nada podría salir mal, que todo tenía sentido. Sin embargo, aquella mañana, cuando apenas comenzaba a organizar algunas telas, su nuevo asistente, Carmelo, lleg
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