Solo era una vida, una larga vida llena de dolor y rencor.Mesen Andrews vivió junto a una familia de acogida, una familia la cual no fue elegida por ella, si no escogida por el centro en el estaba, la familia había pagado muchos millones por esa chica, no tendría oportunidad nunca de irse de su lado y cada día la soledad y el dolor la estaba comiendo por dentro.Mesen vivía en un pueblo de Madrid, uno muy alejado de la ciudad, casi vivía a las afueras. La familia Ortega la trataba como una criada, siempre hacia lo que la familia le pedía y si rechistaba lo podía pasar muy mal, con pasarlo mal me refiero a todo tipo de maltratos. Cuando un día por fin ve la luz, de un segundo a otro se apaga, cuando el hijo mayor de la familia llega, ahí es cuando su oscura realidad se empieza a ver muchísimo más oscura.
Leer másRoberto. Odiaba estar lejos de Masen, odiaba tenerla tan lejos. Y ahora había llegado el momento de despedirme de ella, aunque íbamos a estar en el mismo centro nos iban a separar por grandes paredes de hormigón, hasta el momento de salir de este centro no nos íbamos a ver más. —Pequeña —mi voz se quebró —piensa que durante el tiempo que estemos aquí vamos a aprender a vivir mejor. —No me quiero separar de ti Roberto —me abrazó haciendo que mi mundo se desmoronase. —Yo tampoco lo quiero hacer peluda, pero necesitamos esta ayuda. Ella asintió. —¿Recuerdas nuestro primer beso? —Como olvidarlo. Ambos reímos. —Ese beso fue el mejor que nunca di peluda —acaricié su mejilla —tú fuiste la única en no juzgarme por tener este trastorno, tú fuiste la única que me ayudaba en mis episodios o en mis brotes, me quisiste y me amaste como nadie lo hizo y te juro que pase lo que pase te llevaré en mi cabeza y en mi corazón, me s
Al día después pasadas las dos de la tarde, Roberto y yo bajamos a ver a los hermanos, los tres se habían quedado a dormir en los sofás, Roberto despertó a Damián, pero este no se despertó de la mejor forma.—¿Qué pasó? —Preguntó muy alterado —¿se suicidó? —Esta vez preguntó muy preocupado.Giró la cabeza y al verme dio una bocanada de aire para tranquilizarse.—Estás bien —dijo ya más tranquilo.Me senté en un sofá libre y miré a los mejores amigos. Roberto me cogió de la muñeca, me levantó del sofá y se sentó él para luego sentarme encima de él. Damián miró a sus hermanos y sonrió. Fue hacia la cocina y regresó con una cazuela y un cucharon de acero, comenzó dando fuertes golpes a la cazuela, cerré los ojos al escuchar ese ruido tan fuerte.Los hermanos de Damián se levantaron asustados y miraron mal a su hermano.—Ya es hora de que os levantéis, casi las tres de la tarde.
Pasamos las horas Roberto y yo solos, en esas cuatro paredes encerrados.—Masen —susurró.Levanté un poco la cabeza para mirarlo a los ojos.—Dime.Me miró pero en ningún momento habló.—¿Qué pasa Ro?—Te quería pedir perdón por como te hablé aquella vez, sé que tú y Damián no tenéis nada, no sé que me pasó.Sonreí negando.—No te preocupes, yo también hice las cosas mal.Roberto apartó un mechón de mi cabello hacia detrás de mi oreja y pasó la mano a la espalda para seguir acariciando.—Te perdoné Roberto, si no lo hubiera echo ahora mismo no estaría así contigo, te juro que no sé que me pasó.Él negó sin apartar sus ojos de los míos.—Olvídalo, ahora estamos bien ¿no?<
Por un momento todo mi mundo se volvió muy negro, ver a Masen medio tirarse hizo que mi corazón se parara.Me lancé sobre ella y la empujé lejos, me acerqué a ella y negué.—No puedo dejar que hagas eso Masen, lo siento pero no puedo pequeña.Ella comenzó a llorar, me abrazó fuerte y así nos quedamos durante unos minutos hasta que Claudio carraspeo y nos separamos.—Roberto —susurró antes de que nos levantáramos.—Dime pequeña.—Perdóname, perdóname por favor.—No tengo nada que perdonarte —la di un beso y sonreí —no te dejaré nunca sola pequeña, siempre estaré contigo.Nos levantamos y seguimos a Claudio hasta donde los demás estaban. Masen al ver a Damián corrió hacia él y ambos se abrazaron con fuerza.—¿Estás bien?—Si, estoy bien.<
Iba a irme para intentar detener la muerte de Masen pero Damián me frenó.—O quitas o al último que me llevo antes de morir serás tú —hablé con rabia y asco.Damián negó mirando con cautela a todos sus lados.—No estoy con ellos Roberto, tengo un plan, te dije eso porque estaba ese hombre, ¿Jusef te dio las pastillas?Asentí mirándolo sin entender.—¿Te las has tomado?—No, todavía no.—Bien, mis hermanos y Jusef están por venir, solo tenemos esta oportunidad para acabar con ellos, debemos hacerlo bien.—¿Cuál es el plan?—Debes acabar con los hombres que están con ella, sacarla de aquí e intentar despertarla, los ataques de ira de Masen nos ayudaran mucho. Dame un pu...No le dejé terminar ya que le lancé el primer puñeta
Roberto.Izaro junto a Alma habían salido, querían comunicarse con su hermano, y estando el móvil de Alma pinchado no podían hacerlo desde esta casa.Masen seguía escuchando y viendo cosas, se había encerrado en un armario y allí se había quedado, no salía ni aunque le rogara. Los padres de ella se veían nerviosos, asustados, con lástima. Realmente no sé si ellos de verdad quieren a Masen, pero están demostrando que si. María ahora estaba preparando algo para comer y Claudio la estaba ayudando. Yo me encontraba sentado justo enfrente del armario donde ella estaba escondida.—¿Masen? ¿Te encuentras bien?Esperé la respuesta pero nunca llegó.Quise abrir el armario pero me detuve. Ella ahí dentro se sentía
Damián.Todo estaba oscuro, escuchaba la voz de Izaro y Alma, solo eran susurros pero con eso me valía para saber que estaban bien.Todo estaba saliendo a la perfección cuando la luz de la comisaría se fue al completo, los guardias comenzaron a mirar que había sido eso pero no encontraron nada. Abel, la mano derecha de Miguel nos había mandado marchar, también nos dijo que él mismo iría a mi casa a por esas pruebas y fue así como nuestro único plan se fue a la mierda.Miguel es el jefe de la comisaría, el que estaba al mando de todos los casos. Pero en este en específico él no lo estaba.Intentábamos contactar con Roberto y Masen pero ninguno contesta las llamadas, María y Claudio tampoco respondían las llamadas, el miedo nos estaba comiendo a los tres. Ya habían pasado más de seis horas desde que salimos de mi casa. Estábamos esperando al taxista pero no llegaba. Decidimos comenzara caminar, Izaro
Aún sabiendo que tenía a gente a mi lado seguía sintiéndome sola, esa soledad crecía cada día más, me dejaba pensando cada noche en todo lo que sentía, en lo que sentí. El miedo de volver a sufrir, yo siempre he pensado que por mucho que huyas del pasado el te persigue y siempre lo hará, aunque en tus manos está el que te gane o ganar tú esa batalla.Los sentimientos hacen muy fuerte a las personas pero también pueden hacerla débil, todos en algún momento de nuestra vida vamos a perder pero también tenemos que salir victoriosos, orgullosos de saber que hemos podido superar todo ese dolor.Miro hacia atrás y pienso en todo, en que nunca sonreí sinceramente, que nunca tuve un hombro donde apoyarme cuando la vida se me caía encima. Solo tenía esa habitación sucia, esas cuatro paredes que eran como mi cárcel, solo veía esas sonrisas llenas de maldad y desprecio, los golpes en mi cuerpo, el dolor en mi pecho.Hasta que llegó él, que a pesar de todo lo que
Roberto.La mirada de Masen estaba perdida en un punto del salón. Veía sus ojos llorosos y apretaba los puños con mucha fuerza. Yo me rascaba el brazo con nerviosismo, desviaba la mirada de Masen hacia la puerta.Dejé de andar de un lado para otro y me senté a su lado.—¿Qué sientes? —Fue lo primero que pregunté.—Rabia —respondió con la voz quebrada.—¿Qué más?—Asco, decepción, son muchos sentimientos.Levantó la mirada y sus ojos chocaron con los míos haciendo que el nerviosismo creciera en mí, los desvié rápido y resoplé.—¿Qué quieres hacer?—Acabar con ellos también —habló fría.—Debes pensar bien las cosas Masen, ellos están ayudando a Damián.&mdas