Como me había dicho Rina, ahí me encontraba, esperándola en la habitación, estaba todo a oscuras y solo podía ver la poca luz que había por el pasillo.
Escuché los ruidos de unos zapatos, pero no eran de mujer, eran de hombre. Me escondí en una esquina, no entró, siguió de largo.
La habitación del teléfono...
Escuché la voz de Roberto.
Roberto: Dame los resultados sin rodeos.
¿Qué quieres decir con eso?
¿Estoy loco?
No entiendo nada.
¿Paranoide?
Bien, hablaremos mañana.
Miré hacia el suelo desconcertada. ¿Estaba loco? ¿Cómo qué estaba loco? No entendía nada. Los pasos se volvieron a escuchar pero esta vez se iban alejando. Estuve esperando a Rina pero en ningún momento apareció. Salí de la habitación para adentrarme en la mía, justo antes de entrar Roberto apareció asustado.
—¿Dónde
Una semana... Llevo aquí una semana y ha sido muy difícil. Roberto sigue pidiéndome que le toque, intento no hacerlo...Pero algo dentro de mi quiere hacerlo, desde que vi a Roberto me llamó la atención, hay algo en él que me gusta, pero hay algo más que me da miedo.He estado intentando descubrir cual es el problema que tiene, eso que no puede controlar pero no consigo nada. Rina me dice que me lo contará pero nunca lo hace, cuando le pregunto siempre evade el tema y me pregunta otra cosa.Damián, el mejor amigo de Roberto y yo nos hemos empezado a llevar bien. Es buen hombre comparado con su amigo, siempre que Roberto se me acerca pone alguna excusa para alejarme de él... Se lo agradezco.Ya son bastantes excusas las que a puesto a lo largo de la semana y Roberto comienza a cansarse. Algo que es muy diferente ahora, es que, al menos veo la televisión más de seguido, veo pelíc
Hay un momento justo en la vida donde te das cuenta de que muchas de las cosas que has vivido se te han olvidado, o que no han sido suficiente buenas como para recordarlas, también puede pasar justo al contrario, has vivido tantas cosas malas que por mucho que quieras no se te pueden olvidar, tu mente estará torturándote día tras día con esas situaciones tan macabras que has vivido.—Tienes que limpiar.Patada en el estómago.—Cuando yo te lo digo.Otra más.—Si no me obedeces te echaré a la calle.Otra más.La sangre salía de mi boca, mi cuerpo temblaba por el dolor. Ni siquiera salía una lagrima de mis ojos, mis manos estaban echas puños, clavando así las uñas en la palma. La vista la tenía nublada y no por las lágrimas. Comencé a temblar más y más, las siguientes patadas ya no las sentía, no sentía dolor y eso me gustaba demasiado.Ese día
Damián.La historia de Masen me parece asquerosa. No entiendo como las personas pueden llegar a ser tan insensibles, y con tan poco corazón. Hacer sufrir a una persona día tras día solo porque te gusta, es de estar muy mal mentalmente.Los padres de Roberto no tienen perdón y él tampoco, las guarradas que le ha hecho a la chica a mi lado no tienen perdón de dios.Tenía pensado viajar hasta Italia, serían bastantes horas de viaje, pero contra más lejos mejor. Estoy seguro de que Roberto nos buscaría hasta debajo de las piedras.Llevó conduciendo dieciséis horas solo faltaban cuatro horas para llegar. Allí tenía un departamento, nadie sabía de él, ni siquiera Roberto, era mi lugar de escapada para cuando me encontraba mal y me iba a pasar semanas allí.Llevo hablando con Masen una semana, y simplemente me parece una mujer muy interesante, muy buena persona.
Me giré en el sofá y miré hacia el sofá donde estaba echado Damián. Tenía los brazos por encima de sus ojos, estaba estirado completamente en el sofá.Estaba vestido de chándal, un chándal negro, miré su abdomen subir y bajar con tranquilidad, desvié la mirada hacia la ventana. El cielo estaba negro, las estrellas y la luna lo alumbraban, me senté en el sofá y me acerqué a la ventana, me senté en el duelo mirando al cielo y sonreí.Me daba mucha tranquilidad hacer eso, mirar el cielo en silencio, era magnífico, se sentía muy bien.Pocas cosas en esta vida me daban tranquilidad, pero sorprendentemente mirar al cielo y el chico que estaba tumbado en el sofá me la daban. Ninguna persona me había hecho sentir así, él era el primero.Miré hacia el sofá y vi a Damián mirándome.—¿Estás bien? —Asentí con una sonrisa.—¿Tú?—También —sonrió.Se levantó y se sentó a mi
Alma, Damián y yo estamos de vuelta en Madrid, vamos en busca de mis informes, la vuelta al orfanato se que no va a ser buena y que lo único que voy a querer es salir corriendo.Estábamos en la puerta de ese edificio.—Tranquila Masen, estamos contigo —la voz de Damián me tranquilizó un poco.Tocamos al timbre y nos abrió Andrea, la subdirectora del centro.—Masen —se hizo la contenta.Damián agarró mi mano con fuerza y la señora nos dejó entrar.Nos hizo esperar en la salita al lado de la puerta de salida.—¿Viviste aquí? —La pregunta salió de los labios de Alma.—Si —sonreí con lástima.—Masen Andrews, pasa —miré a los hermanos y sonreí.Pasé al despacho de Andrea y me senté en la silla que había frente a su escritorio.—Bueno Masen
—Dejarnos solos —ordenó Roberto mirando a Damián y a su hermana.—No —se puso a mi lado Damián.—No la voy a matar si es lo que te preocupa.—Tampoco me dejaré matar —Damián me miró.—Grita, tienes buenos pulmones —asentí y lo vi salir.Roberto me miró serio cruzado de brazos.—¿Por qué huiste? —Lo miré ceñuda.—Es una pregunta muy estúpida por tu parte.—Lo es, lo sé —asentí.—Entonces no entiendo porqué la haces.—Te necesito.—¿Para qué?—Antes de nada, toma —me entregó una carpeta —son todos tus informes.—Cumplo los años el diecisiete de enero, tengo dieciocho años —lo miré —no pone nada sobre mis padres —comencé a mirar más hojas —nada, no pone nada —frustrada dejé la carpeta encima de la mesa.
—Lo de ayudarte sigue en pie —dijo para después salir de la casa.Saqué todo el aire que tenía retenido en mis pulmones al no verlo más. Alma y Damián entraron y se quedaron mirándome.—¿Todo bien?—Si, se ofreció a ayudarme, dice que es abogado.—Lo es, pero seguramente te pida algo a cambio.—Que me vaya con él.—¿Y no te quieres ir, verdad? —Miré a Alma y negué.—Claro que no, quiero empezar mi vida desde cero y él no entra ahí —los miré a los dos.—Podemos quedarnos aquí hasta que hayamos solucionado el problema del asesinato, luego nos iremos —asentí.—Me parece bien —sonreí.Y así fue como nos quedamos otra vez en Madrid. Aún faltaba lo peor que era volver a ver a Roberto. Aunque solo fuera para hablar sobre el asesinato no estaba cómoda, quería acaba
Me desperté de un salto al escuchar un grito. Parpadee un par de veces para ver con claridad. Roberto me miraba con el ceño fruncido. —¿Qué pasó? —Negué tumbándome otra vez en la cama. —Una pesadilla supongo —me aclaré la garganta —¿Qué tal estás? —él miró hacia el armario y hacía una esquina de la habitación. —Estoy bien, mejor —asentí y me senté en la cama —. ¿A qué habíais venido? —A hablar sobre el caso del asesinato —Roberto asintió llevándose las manos a la cabeza. —Voy a ducharme y nos vemos en el salón —sonreí y asentí. Salí detrás de él. Bajé las escaleras y me encontré con Damián y Alma tomándose un café. Me sonrieron y dejaron las tazas encima de la mesa. —¿Qué tal se despertó? —Dice que bien —miré hacia la puerta —os juro que ayer pensé q