Me giré en el sofá y miré hacia el sofá donde estaba echado Damián. Tenía los brazos por encima de sus ojos, estaba estirado completamente en el sofá.
Estaba vestido de chándal, un chándal negro, miré su abdomen subir y bajar con tranquilidad, desvié la mirada hacia la ventana. El cielo estaba negro, las estrellas y la luna lo alumbraban, me senté en el sofá y me acerqué a la ventana, me senté en el duelo mirando al cielo y sonreí.Me daba mucha tranquilidad hacer eso, mirar el cielo en silencio, era magnífico, se sentía muy bien.
Pocas cosas en esta vida me daban tranquilidad, pero sorprendentemente mirar al cielo y el chico que estaba tumbado en el sofá me la daban. Ninguna persona me había hecho sentir así, él era el primero.
Miré hacia el sofá y vi a Damián mirándome.
—¿Estás bien? —Asentí con una sonrisa.
—¿Tú?
—También —sonrió.
Se levantó y se sentó a mi
Alma, Damián y yo estamos de vuelta en Madrid, vamos en busca de mis informes, la vuelta al orfanato se que no va a ser buena y que lo único que voy a querer es salir corriendo.Estábamos en la puerta de ese edificio.—Tranquila Masen, estamos contigo —la voz de Damián me tranquilizó un poco.Tocamos al timbre y nos abrió Andrea, la subdirectora del centro.—Masen —se hizo la contenta.Damián agarró mi mano con fuerza y la señora nos dejó entrar.Nos hizo esperar en la salita al lado de la puerta de salida.—¿Viviste aquí? —La pregunta salió de los labios de Alma.—Si —sonreí con lástima.—Masen Andrews, pasa —miré a los hermanos y sonreí.Pasé al despacho de Andrea y me senté en la silla que había frente a su escritorio.—Bueno Masen
—Dejarnos solos —ordenó Roberto mirando a Damián y a su hermana.—No —se puso a mi lado Damián.—No la voy a matar si es lo que te preocupa.—Tampoco me dejaré matar —Damián me miró.—Grita, tienes buenos pulmones —asentí y lo vi salir.Roberto me miró serio cruzado de brazos.—¿Por qué huiste? —Lo miré ceñuda.—Es una pregunta muy estúpida por tu parte.—Lo es, lo sé —asentí.—Entonces no entiendo porqué la haces.—Te necesito.—¿Para qué?—Antes de nada, toma —me entregó una carpeta —son todos tus informes.—Cumplo los años el diecisiete de enero, tengo dieciocho años —lo miré —no pone nada sobre mis padres —comencé a mirar más hojas —nada, no pone nada —frustrada dejé la carpeta encima de la mesa.
—Lo de ayudarte sigue en pie —dijo para después salir de la casa.Saqué todo el aire que tenía retenido en mis pulmones al no verlo más. Alma y Damián entraron y se quedaron mirándome.—¿Todo bien?—Si, se ofreció a ayudarme, dice que es abogado.—Lo es, pero seguramente te pida algo a cambio.—Que me vaya con él.—¿Y no te quieres ir, verdad? —Miré a Alma y negué.—Claro que no, quiero empezar mi vida desde cero y él no entra ahí —los miré a los dos.—Podemos quedarnos aquí hasta que hayamos solucionado el problema del asesinato, luego nos iremos —asentí.—Me parece bien —sonreí.Y así fue como nos quedamos otra vez en Madrid. Aún faltaba lo peor que era volver a ver a Roberto. Aunque solo fuera para hablar sobre el asesinato no estaba cómoda, quería acaba
Me desperté de un salto al escuchar un grito. Parpadee un par de veces para ver con claridad. Roberto me miraba con el ceño fruncido. —¿Qué pasó? —Negué tumbándome otra vez en la cama. —Una pesadilla supongo —me aclaré la garganta —¿Qué tal estás? —él miró hacia el armario y hacía una esquina de la habitación. —Estoy bien, mejor —asentí y me senté en la cama —. ¿A qué habíais venido? —A hablar sobre el caso del asesinato —Roberto asintió llevándose las manos a la cabeza. —Voy a ducharme y nos vemos en el salón —sonreí y asentí. Salí detrás de él. Bajé las escaleras y me encontré con Damián y Alma tomándose un café. Me sonrieron y dejaron las tazas encima de la mesa. —¿Qué tal se despertó? —Dice que bien —miré hacia la puerta —os juro que ayer pensé q
Roberto: ¿A qué hora vais a venir? Yo: Van solo los hermanos, yo no iré. Roberto: ¿Por qué? Yo: No te quiero ver la cara. Roberto: Eres muy valiente detrás de una pantalla. Yo: Si, porque si estoy contigo te rompo los dientes. Bloqueé la pantalla y resoplé.La tarde de ayer la pasé en casa de Roberto, hablando sobre el caso, los años que me pueden imputar, cuando llegará la fecha del juicio, y bueno... Todo lo que conlleva ser acusada de homicidio.Roberto movió bastante hilos, los patólogos, dictaminaron que era cierto que el cadáver llevaba días sin vida. Tenía un punto a mi favor, eso me tranquilizaba.Pero Andrea sigue insistiendo en que yo fui quien asesinó a Catalina. No entiendo cual es el problema que tiene conmigo, n
Estaba haciendo limpieza en la habitación, cuando de repente una hoja de un folio cae del escritorio.La cojo y estaba escrita con una letra bonita pero en algunos cachos difícil de leer.Masen, esta carta es para ti, se que el daño que te hemos hecho no se perdona, se que me odiaras y querrás que me vaya de tu vida para siempre, y lo entiendo, créeme que entiendo que quieras que me vaya de tu vida.Puedes estar pensando que estás palabras no valen nada, y que seguramente mientras leas esto recuerdes todo lo malo que te hice, me arrepiento, y prometo que a mi familia les haré pagar todo lo malo que te hicieron, yo también pagaré por eso, aunque para ti no lo sea para mí es un gran castigo el que no quieras saber nada de mí.¿De hace cuanto nos conocemos? ¿Casi un mes? Nunca creí en el amor y mucho menos en el amor a primera vista, y, no sé si esto que siento por ti es amor, lo dudarás por el daño q
Abrí los ojos poco a poco, di gracias por esa luz tenue que no me hacia daño, me incorporé un poco y miré a todos mis lados.Estaba en un hospital.Vi que tenía un catéter en mi brazo derecho y una mascarilla que me admistraba oxígeno. Me quité todo y me levante de la cama. Miré por la ventana y fruncí el ceño.No había nadie por la calle, en el hospital no se escuchaban ruidos ni voces.Busqué mi teléfono pero no estaba por ningún lado, salí de la habitación desesperada y asustada. Me apoyé en la pared y suspiré seguidas veces, me estaba empezando a encontrar muy mal.—¡Roberto! —Grité con todas mis fuerzas —¡Damián! —Al no escuchar respuesta de ninguno comencé a derramar lágrimas.Abrí la puerta de una habitación, había dos camillas con un bulto. Quité la sábana encontrándome con Damián y Roberto tumbados en ellas pálidos.Mis ojos se
Roberto se comporta raro, últimamente se la pasa muy pendiente de mí, preguntándome que como estoy, que si necesito algo, no sé si es porque casi me muero o porque de verdad se interesa, pero me parece extraño.Nada es como antes, cambió radical, ahora me deja salir de su casa, no me encierra...—Masen —la voz de Roberto me sacó de mis pensamientos.—¿Qué pasó?—Debo hablar contigo sobre algo.Lo miré atentamente. Él se sentó en la cama a mi lado, dio un largo suspiro y miró hacia el suelo.—¿Algo anda mal?Me miró y se encogió de hombros.—Todo —susurró.—Explícate.—Lo he intentado Masen —fruncí el ceño mirándolo... No entendía que a se refería —he intentado dejar de pensar en ti, olvidarte, pero no puedo, se me hace imposible, quiero tenerte a mi lado todo el