Aceptada.

Me giré en el sofá y miré hacia el sofá donde estaba echado Damián. Tenía los brazos por encima de sus ojos, estaba estirado completamente en el sofá.

Estaba vestido de chándal, un chándal negro, miré su abdomen subir y bajar con tranquilidad, desvié la mirada hacia la ventana. El cielo estaba negro, las estrellas y la luna lo alumbraban, me senté en el sofá y me acerqué a la ventana, me senté en el duelo mirando al cielo y sonreí.

Me daba mucha tranquilidad hacer eso, mirar el cielo en silencio, era magnífico, se sentía muy bien.

Pocas cosas en esta vida me daban tranquilidad, pero sorprendentemente mirar al cielo y el chico que estaba tumbado en el sofá me la daban. Ninguna persona me había hecho sentir así, él era el primero.

Miré hacia el sofá y vi a Damián mirándome.

—¿Estás bien? —Asentí con una sonrisa.

—¿Tú?

—También —sonrió.

Se levantó y se sentó a mi

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